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domingo, 3 de agosto de 2014

ESTILO PROPIO

DE REGRESO DE UNAS VACACIONES
¿Y  TRANSCARIBE  QUÉ?

Por Orlando Periñán Lombana
Es placentero  el poder disfrutar en todo su esplendor  de las buenas  obras viales construidas por el Estado, cuando se  viaja a países desarrollados  como España y  Estados Unidos. 
Por esa razón a mi reciente llegada a la ciudad procedente de Estados Unidos, me pregunté: 
¿Y Transcaribe qué? 
Pero como de todos es sabido que en nuestra «Aldea», cuando se está en campaña, los políticos tienen respuestas oportunas a las necesidades que requiere la comunidad. 
Aunque el 99% de ellos olvidan, que en política no basta con saber lo que hay que hacer, es imprescindible saber además cómo hay que hacerlo y de dónde jalonar los recursos para la ejecución de los proyectos. 
Cuando se empezó a hablar de construir en una ciudad como Cartagena de Indias, un Transcaribe como solución vial, era de momento y a futuro, una idea aceptable y coherente, ya que se conocía el impacto positivo de sus inicios en Bogotá, pero  ojo solo en sus inicios… 
Después, de socializar el Proyecto, la idea se aprobó y pasamos a la ejecución  de la obra, pero como siempre de la peor manera posible, tanto para los comerciantes de las áreas afectadas como para la comunidad en general. 
Luego, procedieron a la entrega de sumas de dinero gigantescas que tomaron la ruta del despilfarro incesante por parte de los involucrados en el Proyecto, que por la larga demora han llevado a la quiebra a muchos comerciantes, a ingenieros presos en sus casas y dejando una vez más a la luz pública, la corrupción generalizada que prima en estos macro proyectos, como una espiral de desmesura política que ahora pasan factura a «Juancho Pueblo». 
Ahora podríamos pensar: Transcaribe fue un simple mecanismo para usurpar cuantiosos fondos públicos en su periodo de construcción, convirtiéndose en un foco latente de corrupción, a través de concesiones y comisiones, una fuente inagotable de derroche del erario. 
Por consiguiente, ahora podemos concluir: Transcaribe en vez de una solución vial se ha convertido en el mayor caos vehicular de Colombia… 
¿Será que llegará el vencimiento de los 14 meses de plazo que prometió el alcalde, para su entrega definitiva, para goce y disfrute de una mejor movilidad en la arteria principal de Cartagena sin que se entregue la obra? 
Por último: resulta llamativo que burócratas duchos en vericuetos y normas legales «flagrantemente» descuidaran que la "rimbombante" obra se convirtiera en un daño mayúsculo que debería reclamarse política y judicialmente por toda la Comunidad, al resto de los responsables que aun disfrutan de la libertad, cuando su verdadero aposento no debe ser la casa por cárcel, sino la cárcel del Sumariado de Ternera. 

UN ZAMBERO DE LA ESQUINA

 MARIO CHORAÓ Y EL DÍA EN QUE MURIÓ EL FUTBOL
Por Juan V Gutiérrez Magallanes
                        
                                                      «El fútbol la única religión sin ateos
                                                                                                                                                                   GALEANO                         
Desde entonces el fantasma del futbol deambula por los estadios
Camina con pasos contados, es un hombre de una talla casi igual a la del  «Negro Mama» de Marialabaja, una estatura de un metro con ochenta y cinco, un poco barbado y cabellos holotrico, que deja en pequeñas trenzas para incomodar a las señoras que ofrecen sus ungüentos de coco en las Playas de Marbella. Poco habla con los colindantes, pero siempre está atento a brindar su amabilidad, cuando  algunos vecinos tocan a  la puerta del pequeño apartamento de la esquina formando las calles de Rosada con San Celeste, allí vive desde hace  diez años.   
A pesar de sus setenta años, muestra un cuerpo libre de panículos adiposos, más bien se mantiene magro, donde se aprecian las huellas de un hombre que ha sabido orientar su fisiología muscular. 
La vida le ha enseñado a ser comedido y a esperar las buenas oportunidades. 
Porque ha sido golpeado por fracasos amorosos que lo han llevado a refugiarse en las canciones de sus cantantes preferidos: Roberto Carlos, Don Octavio Henrique de los Boleros, Nelson Ned,  Miltinho y Aldemar. 
Llegó a Cartagena como tripulante de un barco extranjero, de bandera brasileña, aquí en este puerto, Mario Choraó, por los amores de una mulata, se ancló con el pensamiento de la eternidad en no volver a su tierra, idea que no era igual a la de su compañera, quien siempre tenía en mente mirar la estatua de la Libertad desde un fregadero de platos de los Estados Unidos.  
En la primera ocasión amarró sus deseos a las aventuras de un marinero de una  flota norteamericana y enrumbó su suerte hacia  la travesía y vaivenes de aquel hombre de mar. Mario quedó solo y simplificó su existencia a esta esquina, donde ahora los toquecitos de la mano de Rosa sobre la puerta, calman la nostalgia y el desconsuelo del hombre. 
Los vecinos más cercanos y quienes transitaban por el frente, escuchaban la música, aquellos sones dejaban la sensación entre samba, bossa nova, boleros y jazz, pero de todos aquellos ritmos musicales, parecía que había uno en que se recreaba con mayor intensidad: la samba, a la cual dejaba sonar por más tiempo y con un volumen alto. 
Algunas personas y en especial los muchachos de la cuadra que se reunían en la esquina y planeaban los partidos de «tapita» y fútbol  callejero, lo identificaban como «Mario el brasilero», lo que no le incomodaba, pues tenía un miramiento de comprensión con los muchachos del barrio, dentro de los límites del respeto hacia los jóvenes. 
Todo aquello parecía tener relación con su adolescencia, él había sido criado en una favela, donde la bola corría con la libertad del viento y el sigilo de unos pies descalzos. 
Para la proximidad del Mundial de Fútbol, en  Brasil, los muchachos de la cuadra le notaron cambios en su vestimenta y en la forma de tratar, sonreía con una esperanza albergada desde tiempos inmemoriales, alternaba las camisetas con imagenes de diferentes jugadores legendarios del Brasil: Pelé, Garrincha, Zico, Falcao el brasilero, Ronaldo, Rivaldo Romario.  
Había mandado a  pintar en la puerta del apartamento una copa gigante de  la Jule Rimet y debajo se podía observar la figura de Obdulio Varela, el uruguayo autor de uno de los goles que originó «El  Maracanazo». 
Se inició el partido contra Alemania para definir al Campeón. La calle del barrio estaba sola, se podía ver el asomo de una mesa, el altar de fritos caracterizándose por tener las mejores empanadas de huevo, ante la mesa no había compradores, pero las manos de la señora Micaela no dejaban de manipular la masa. Era una percusión armoniosa  que dejaba el disco de maíz en el ardiente aceite. El señor de la tienda de la esquina había contratado cien empanadas de huevo para la degustación de los espectadores del partido, la terraza de la tienda estaba convertida en la gradería del estadio, allí se fraguaría «el holocausto». 
Estaban en uno de los grandes oficiatorios del fútbol brasilero: el estadio Mineirao. Así como las voces de los locutores brasileros se quedaban en el grito del silencio con los nombres de Muller, Kroos, Kherira y Schurrle, simultáneamente el rostro de Mario se contraía en una mueca de soledad y tristeza, hasta dejar rodar gruesas lágrimas de amargura y resentimiento, que se acentuaban cuando nombraba a sus viejos héroes del fútbol brasilero: Pelé, Vavá, Didí y Zagalo. Se lamentó en la frase cortada por el llanto: 
—Pelé, mi Pelé, él,  tesoro nacional. 
Aquella mascarada de Mario Chorao, era deprimente, se arrancaba la camiseta y se enjugaba las lágrimas, era desgarrador escuchar el llanto del brasilero, en  medio de su tristeza y compunción: 
—Hoy lloro más que cuando murió mi madre—clamaba al cielo. 
Nos fuimos y dejamos a Mario con la aflicción de su vida. La puerta de su apartamento no se volvió a abrir por espacio de varios meses. La señora Micaela, todo se lo daba a través de la ventana. La música no volvió y sólo quedó resonando en los tímpanos de sus oídos los goles de los alemanes, después supimos que  se fue con María, la  zamba de la esquina, estriptisera del último circo que llegó al barrio 20 de Julio
     

domingo, 27 de julio de 2014

ESTILO PROPIO

 MUJERES EN EL SENADO
Por Orlando Periñan Lombana

La presencia del mayor porcentaje de mujeres en el Senado estimula y de qué manera al género. 
De todos es sabido, que se está avanzando en disminuir la disparidad, que existió en otras épocas y, que ahora surge como una nueva modalidad en los cuerpos colegiados, en busca de depurar la vieja forma de hacer política. 
El momento que se vive es bien intencionado, busca mejorar la anquilosada representación que las mujeres tienen en las instituciones del Estado. 
Actualmente solo él   23.5 % de los puestos están ocupados por mujeres, este porcentaje debe considerarse como aceptable y merece el apoyo del pueblo colombiano. 
Ahora, hablar de imponer por ley una cuota obligatoria de un 30 % de representación en las instituciones, no es bien recibido, ya que se pierde en su esencia, el llegar a las posiciones por méritos y no por reglamentos o formalismos imperativos de tipo legal. 
Pero, también es sabido, que las medidas de «grupos voluntarios» en el mundo, han servido de mucha ayuda  y se ha reflejado en un incremento considerable en las obras sociales. 
Por consiguiente, es necesario y urgente plantearse con tenacidad, un sistema equitativo sin anular la aplicación de la meritocracia, sin afectar las aspiraciones de las mal llamadas «sexo débil». 
Por último: el sistema de pre-cuotas ha demostrado ser efectiva, pues aumenta la representación del género. 
La sociedad debe dar pasos transcendentales en favor de la idoneidad, capacidad y conocimiento de los temas que se van a tratar en esos «cuerpos colegiados» y olvidarnos, en un momento dado, de cómo está conformado el quórum, ya que además de las buenas intenciones de las normas, su objetivo principal debe ser siempre la equidad social.       

EL RETO DE LOS "PADRES DE LA PATRIA"

CONGRESO SUI GENERIS
 Por Rafael E Yepes Blanquicett
Algunos congresistas se destacan por no asistir a las sesiones del Parlamento
Por primera vez en la historia política del país, se instala un Nuevo Congreso muy particular.

Para empezar, es el primer Congreso que tiene a un ex presidente como senador de la República, cuyo partido, el Centro Democrático, le va a hacer oposición al Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, reelegido recientemente por cuatro años más.

En este caso, la oposición no va a ser de izquierda, sino de derecha, de la extrema derecha más radical que ha podido existir en Colombia desde los tiempos de la violencia liberal-conservadora, que comenzó en 1948 con el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, hasta la creación del mal llamado «Frente Nacional» bipartidista en 1958, para ponerle fin a esa época de terror.

El personaje tristemente célebre de ese tiempo fue el político ultraconservador, León María Lozano, conocido como «el Cóndor» y retratado fielmente por el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal en su novela «Cóndores no entierran todos los días», la cual fue llevada magistralmente al cine por el director Francisco Norden.

A Lozano, asesinado hace 50 años por un desconocido en la ciudad de Pereira, se le atribuyen cientos de crímenes cometidos contra los liberales por el simple hecho de serlos, siendo considerado como el jefe de la más temible banda criminal de «Los Pájaros», del centro del Valle del Cauca, equivalente a los paramilitares de hoy, por lo que cualquier parecido con la realidad es «pura coincidencia».

El segundo hito destacado de este Nuevo Congreso es el hecho de que la tradicional oposición de izquierda no va a ser tan radical como en otras oportunidades, puesto que el Gobierno de Santos ha recogido algunas de sus propuestas y están trabajando juntos por la consecución de la paz, salvo algunos congresistas del Polo y de otros movimientos de izquierda que se niegan a acompañar al Gobierno de «Juanpa».

Como se ve, este Nuevo Congreso es «único en su género», por así decirlo, en cuanto a sus integrantes y opositores. Nos toca pues estar pendientes del desarrollo de sus actividades, ya que, tanto la derecha como la izquierda, van a medir sus fuerzas en los debates de las plenarias de senado y cámara y de sus respectivas comisiones.

Por lo pronto, ya sabemos que la cosa arrancó «caliente» entre los senadores Iván Cepeda Castro, del Polo, y Álvaro Uribe Vélez, del Centro Democrático.

viernes, 25 de julio de 2014

ENTRE LOS LABERINTOS DE CHAMBACÚ

"PACHO MI COMPAÑERO DE BARRIO Y LA IMPRONTA DE UNA GENERACIÓN…"
          Por Juan V Gutiérrez Magallanes 
CHAMBACÚ, AÚN PERVIVE EN LA MEMORIA
Ayer lo mataron, era el nieto de mi compañero de juegos, comencé a recordar de cuando teníamos aproximadamente diez años, corríamos con la libertad que brindaban los playones dejados por la comunidad y que el barrio trazaba a su antojo; teníamos la esperanza de lo infinito, porque la vida se nos mostraba como el hilo del barrilete que siempre elevábamos y nunca podíamos recobrar, hacía parte de nuestras ilusiones. 
Nos iniciamos en la Escuela de bancos de la seño Ismenia en la Calle del Lago, una calle recta, quizás la única donde la bola de caucho corría sin encontrar contención.

Pero allí estaba la Escuela, donde las lecciones se daban con mucha tenacidad para alcanzar «el deletreo» y lograr la anhelada «lectura de corrido», todo esto parece que iba en contra de nuestros deseos, no queríamos amarrarnos a los bancos de la Escuela.

Pasado un determinado tiempo, comencé a sentir la necesidad de permanecer en aquella casa de recitadas lecciones, con el dolor por mi compañero optando por permanecer en el olvido de las lecciones deletreadas.

¡No volvió a la escuela de la seño Ismenia!

Él trazó su camino, siguió buscando lo que no exigiera estudios ni «meterle mucha mente», no quería saber nada del «silabeo» ni la «lectura de corrido», miraba como única salida el alistarse en el Ejército Nacional y, así vestir uniforme de soldado con fusil al hombro y transformar aquellas películas que había visto en el «Teatro Variedades» de Torices, donde sus sueños de niño chambaculero se habían quedado truncados.

Allá en el Ejército Nacional anduvo como hombre libre, con la esperanza de retornar a la vida civil y mostrarse como reservista con libreta militar de primera clase, y trabajar con la facilidad que no le permitía el poco estudio adquirido en la infancia. No había aprendido lecciones mayores, poco sabía, y le era difícil sostenerse en la línea recta que reclama la vida.

Unas veces se torcía por las circunstancias y los golpes de quienes preservan el «orden», caían sobre su humanidad y lo dejaban con la amargura del reservista frustrado con libreta de primera clase.

Pacho, mi compañero de barrio, entre los tantos vericuetos en que anduvo, llegó a formar una familia y vinieron los hijos, caminantes y seguidores de la impronta del padre: cantadores, voceadores de los números de la lotería, eran hombres pregoneros de ilusiones. Para quienes lo único que importaba era la noche, a la espera de la salida del número de la lotería inscrito en la lápida de algún compañero muerto.



CHAMBACÚ: CORRAL DE NEGROS

A Pacho «Salsa» no lo mataron el mismo día, su muerte se fue acumulando como los charcos que se formaban a la bajada de la Loma del Vidrio, los golpes sobre él se hicieron más frecuentes, «los guardadores del bien ajeno» no lo dejaban transitar con la libertad que tuvimos cuando niños en Chambacú. Le pusieron el «inri» de «vida informal» y fueron diezmando su vida.

Cuando ya su cuerpo dejó de luchar, finalmente sucumbió y quedaron sus hijos caminando por la misma acera, unas veces brincando para no enlodarse con las aguas sucias empozadas, otras veces tocados por los golpes de la vida.

Además en los descendientes de el «Salsa», se conjugaron factores hereditarios, tales como la propensión a la depresión y el abandono por la escasez de recursos para una vida digna, salieron a la calle al «rebusque», y la suerte parece que los había marcado con una lotería cuyo número nunca fue el que ellos apostaron. 
Uno de los hijos de mi compañero, Pacho «Salsa», el penúltimo, saltó a la calle a muy temprana edad, y ésta fue su escuela, aprendió sólo a vivir el presente, sin estar preparado para responder a los retos de la vida. Fecundó y fue prolífero en sus descendientes, muy a pesar de los zigzag del camino, llevaba la vida con los trazos de la moral del mal cuento de «papaya puesta papaya tumbada».

Un día en que las cosas se tornaron difíciles para el que sueña con la vida fácil, sin aportar nada, sus pasos fueron marcados por el «guardador del orden» y el «vigilante de las cosas ajenas». Una bala tumbó la vida del hijo de el «Salsa».

Había corrido igual suerte a la del padre.

Pasó el tiempo y las semillas diseminadas por las cópulas del hijo de el «Salsa», engendraron nietos en las calles de uno de los barrios construidos por la «Diáspora de los Chambaculeros».

Aquellos muchachos crecieron, algunos marcados por el gen de la depresión, otros por el síndrome de la búsqueda de novedades que implicaran grandes riesgos, dentro de estos estaba aquel, ese que conocí, como nieto de mi compañero de infancia, al cual siempre le insistí, que las cosas tienen partes buenas y partes malas, que la vida no nos da las cosas de manera gratis, que para poder vivir como hombres de bien debíamos estudiar.

Unas veces seguía el camino trazado por las palabras del maestro y las de su madre, ella siempre recordándole la tragedia del padre y de su abuelo, le hablaba con presentimientos de la tragedia, eran voces que no tenían receptividad en el camino del muchacho.

«El sonrisa», era el remoquete del nieto de mi compañero. Ahora, era yo su maestro, quien lo invitaba a clases, aunque mostrara apatía y su silla quedara vacía por el vuelo de blanqueo que hacía, porque la Escuela lo llamaba a las normas, que si las escuchaba, le servirían para construir un mañana.

Pero se alejó de la Escuela y algunas veces nos veíamos como viejos amigos, en los recuerdos de la lealtad de mi compañero de infancia. Más los ruidos de una champeta interminable y las aguas de la violencia que fluyen sin la contención de los humanos, quedó suelta, libre y al garete en medio del duro golpe; cuando una mano que jugaba a la muerte, asestó la filosa manca, arma de punta acerosa, que puso punto final a la línea de «El Sonrisa», nieto de mi compañero de juego en el laberinto de Chambacú.

Volví a develar el manto de los recuerdos: «El Sofro», era delgado con buena estampa para hacer guante con cualquiera de los «abrebocas» que abundaban en el barrio, entre ellos Pambelé, pero el «Sofro» nunca quiso exponer su cara de ángel bueno a los toques del guante de boxeo.

Prefirió ir a la plaza de mercado de Getsemaní, al rebusque, un encuentro que tenía dos caras, entre estas, había una que marcaba la dureza de la vida, por la que transitaba con sus movimientos de ágil pasador de golpes. Y un día mi compañero «El Sofro», cruzó una línea de difícil acceso, donde se encontró con una bala que se cruzó en su trayectoria.

«Juanchú», «el Ñato», «el Mamao», «el Ñé», «el Manco», «el Mello», «el Manopeyo», «el Venao Caraballo», todos cruzaron las calles zigzagueantes de Chambacú, eran ágiles para «la libertad» y la «bolita de caucho», raspaban con sus manos, la tierra vidriosa de la famosa Loma, para recoger una bola y hacer un out como buenos beisbolistas.

Alguna vez en su vida quizás pensaron que la ganancia del billete de la lotería estaba en la práctica del boxeo, sin embargo, a muchos la realidad les mostró algo diferente, a excepción de «Manopeyo» y el «Venao Caraballo», quienes manejaban con destreza natural los movimientos de sus piernas y cinturas para permitirles alcanzar con sus nombres las marquesinas de los monumentos del boxeo.

Los de aquella generación cuando nos encontramos, comenzamos a saborear los tiempos de libertad en la infancia, transcurrida en las calles pantanosa de Chambacú, donde la bolita de caucho podía correr sin encontrar contención, como eran los sueños generados por las películas mexicanas, que nos sumían en unos deseos de mayor libertad, para vencer luego las estrecheces económicas, que después de todo «las sublimábamos con la libertad de movimientos en aquellos terrenos y la facilidad de la pesca en el Caño de Juan Angola»

martes, 22 de julio de 2014

EN UNIÓN EUROPEA, EN EXCLUSIVA

EDITORIAL UNITED PC de ESPAÑA publica la novela «TODAS LAS FLORES SON POCAS PARA SANDRA» del escritor colombiano, GILBERTO GARCÍA MERCADO.  
Oriundo de Fundación, (5 de febrero de 1965) Gilberto García viene realizando una labor silenciosa que ya comienza a dar sus primeros frutos. Con un estilo muy particular el escritor del magdalena escribe cuentos y crónicas y ahora hace su debut como novelista con TODAS LAS FLORES SON POCAS PARA SANDRA. 

El editor la ha reseñado así: 

«El amor no existe», es lo que se enseña en Colegios y Universidades. Un asesinato brutal pero paradójicamente untado de sacrificio y revelado a través de las crónicas de un redactor de judiciales, arrebata la máscara a una Humanidad insensible que ha perdido el norte. 

Las confesiones de Rodrigo Barnés, «El Asesino del Amor», retrata el estado de una sociedad enferma, cuya principal salvación o «exorcismo» será el asesinato de Sandra para que la Humanidad en su degradación no avance hacia el precipicio.

A partir de ahí, el hombre volverá a enviarle flores a una mujer. Una singular historia para una generación demasiado particular. 

Algunos de sus cuentos se encuentran desperdigados en los blogs La Calvaria literatura:
http://lacalvarialiteratura.blogspot.com y El Clan de los Alucinados http://alucinadosdelclan.blogspot.com de los cuales es su director.
Adquiera su ejemplar ebook en: www.amazon.com/ o la novela impresa en http://es.united-pc.eu/

sábado, 19 de julio de 2014

EL PERSONAJE EN LA DRAMATURGIA DE BABOT


BUSCA ESCAPES PARA NOENFRENTARSE A LA VIDA...


Por: María Antonia Guerra Vergara
                                                               I. CULPABILIDAD Y CASTIGO
Jarl Ricardo Babot, Dramaturgo Panameño
El ser humano vive en constante lucha consigo mismo. El vencerse a sí mismo es un problema existencial. La persona neurótica trata de evitar la ansiedad abandonándose a la libertad irresponsablemente o, viceversa: controlando obsesivamente cada acción; pero ninguno de los dos procedimientos dan resolución. La persona sana es la que elige entre los dos extremos.

Adentrándonos en el universo dramático de Jarl Ricardo Babot, el personaje por el miedo a vivir, a menudo, permanece virgen, inviolado, en el sentido de que no se enfrenta al mundo para aprender a vivir con el dolor, la desolación, la alegría, la esperanza, el optimismo; ya, previamente, el hombre, nace sabiendo que está estigmatizado, que trae una culpa recóndita y su actitud de antemano es derrotista.

A lo anterior se suma el hecho de que, los personajes nacen vulnerables, es decir extremadamente sensibles y no resisten el dolor humano, no entienden la absurdidad de la vida, lo inútil de lo trágico. Babot no encuentra explicación al dolor humano (lo expresó en conversaciones informales).

Por otro lado, el drama Babotiano tiene elementos del absurdo, del existencialismo, del simbolismo.

Si convenimos que en el existencialismo se ha preferido un nuevo drama deslindado del realismo tradicional, cuyos personajes son derrotados, náufragos, que subsisten sin permearse con los demás, en fin.... ; entonces en el caso del teatro de Babot, quien cuenta historias desoladoras, con personajes infelices y derrotistas que, desde que tienen conciencia de haber nacido y vislumbran el mundo y la desolación externa, interpretan que esa realidad de nacer y de vivir es un castigo: personajes enjaulados, encerrados en sí mismos y en quienes nadie entra y que tampoco ellos pueden salir de ese mundo; personajes que eligen o siguen conductas relacionadas con el encierro físico, mental y espiritual y no se preocupan por el intercambio con los demás: estaríamos hablando de un teatro con elementos existencialistas.

Estos personajes aparentemente no se entregan al dolor con estoicismo sino que prefieren no enfrentar la vida y toman, muchas veces, los modelos de comportamiento de los familiares que les anteceden.

Es evidente su miedo a vivir, su desolación ante la imposibilidad del amor. Sin amor no hay sincronía sana con el mundo; la conciencia se despierta ante el amor y se duerme ante la carencia, ante la no presencia de éste; este amor que nos conecta con el Ser, que nos da paso a la creatividad, a la evolución…

En la obra de Babot: «El hombre de la flor de ayer», Lucas es abandonado por su madre, en la casa de la tía Ágatha, a los tres días de nacido; su primera infancia la vive desconectado del mundo (dentro de la casa), donde la tía lo ve sólo de reflejo, le coloca la comida y huye siempre en silencio.

No hay creatividad en estos personajes porque no tienen que lidiar con el diario vivir.
Babot, en compañía de Maria Antonia Guerra

El ser humano hasta para cruzar una calle, tiene que recurrir a la creatividad, sobre todo si es por primera vez que lo hace. Royo May en su libro: «El Dilema Existencial del Hombre Moderno», anota las siguiente afirmación de Nietzsch: «(...).Valorar es crear, ¡oídlo vosotros, los creadores! Sin valoración la nuez de la existencia está vacía»

May dice:

(...) La amenaza a estos valores es lo que causa ansiedad. Por cierto, defino a la ansiedad como la aprensión producida por la amenaza a algún valor que el individuo juzga esencial para su existencia como un yo. Puede ser una amenaza a la vida física misma, por ejemplo, la muerte; o a la vida psicológica, por ejemplo, la pérdida de la libertad. O algún valor que el individuo identifica con su existencia como yo: el patriotismo, el amor de una persona en particular, etc. (103).

Cita en su libro, también, a Kierkegaard, quien dijo: (...) «La verdad sólo existe para el individuo particular en la medida en que la introduzca en la acción (...) la libertad implica siempre ansiedad potencial» (…). (96-97).

En lo relacionado con la libertad potencial del hombre, Kierkegaard pensaba que, cuantas mayores posibilidades creativas tiene el hombre individual, mayor es su ansiedad potencial (98).

Regresando al ‘personaje evasivo’ de Babot; éste, como no se siente capaz de enfrentarse al mundo, de crear; niega entonces la realidad, mediante la encapsulación y la represión, traducido a menudo en un encierro total; así no hay verdad ni acción, y sin libertad tampoco hay ansiedad.

En su obra «Silencio», el Abuelo cuida de que la casa permanezca siempre cerrada (puertas y ventanas), y en un absoluto silencio porque el ruido es el origen del mal. Al final el Abuelo mata al Nieto para que éste no se asome a la ventana, ni mucho menos salga de la casa y se exponga ante el mundo. (156-160). 
Pero hay situaciones en las que el personaje al quedar a la intemperie sufre el impacto ante la terrible verdad externa, como la experimentada por Renata en el episodio de la estación de trenes; que por otra parte se aprecia la desubicación e incertidumbre de Nina, al venir a colación un comentario sobre el futuro de ella. Renata es anciana y Nina una adulta.

Ésta experimenta una regresión relacionada con el episodio vivido en una estación de tren, cuando tenía 5 años; la experiencia la marcó para siempre.

RENATA: Las que harás, Nina. ¡Tienes la vida por delante! 
NINA: ¿Y qué cosas haré yo, tía Renata? 
RENATA: Las que harás. 
NINA: ¿Es un juego de palabras? 
RENATA: Ahora lo es. Después, ya no lo será. 
NINA: (Estallando de pronto). ¡Yo no sé qué haré mañana, tía Renata! (Como una niñita) ¡Yo no sé, yo no sé, yo no sé! ¡No me asuste, por favor, no me asuste! (Tiene acceso de tos). 
RENATA: ¡No tengo dulces, pequeña, no tengo dulces! ¡Sólo tengo mi pañuelo…(llorando)… sólo tengo mi pañuelo, pero ven, busquemos un refugio…busquemos un refugio… como allá, en la estación, todos esos heridos de guerra, pasando, pasando… busquemos un refugio, ahora, otra vez…! (la va llevando a un banco). Ven… ¡Oh, no, ahora las aves vuelven a cantar! ¡Vuelven a cantar! (Se cubre los oídos). ¡Como los muertos, como los heridos…! (35)

II. ESCAPES PARA NO ENFRENTARSE A LA VIDA 
En la dramaturgia de Babot, variados personajes optan por la evasión, la huida, a través de: el sueño, del encierro parcial o total, de la memoria escindida y guardada externamente, del nomadismo. Estas conductas implican una supresión de respuestas con el otro, con el medio ambiente; como en el caso de Ágatha que no atendió a su sobrino directamente; lo percibía por reflejos y quedó incomunicada con él durante años, a pesar de que eran los únicos que vivían en la misma casa y de que él era un niño:

AGATHA: Tres días después de tu nacimiento, tu madre desapareció.
LUCAS: Mi madre ¿desapareció? 
AGATHA: Sí. Y nunca más la volví a ver. Yo fui como tu madre. Te crié. (Lo mira) Fuiste un niño, ¿cómo decirlo?, muy especial. 
LUCAS: ¿Especial ¿Qué significa eso? 
AGATHA: Hablaste tarde. Caminaste tarde. Pensé, llegué a pensar, que nunca caminarías, ni hablarías. 
LUCAS: ¿Ha, sí…? ¿Y por qué? 
AGATHA: No lo sé. Me encerré contigo. Y el tiempo comenzó a pasar. O a borrarse, más bien. O a detenerse. ¡No lo sé! 
LUCAS: ¿Qué pasó, tía Ágatha? 
AGATHA: No lo sé. Ya no recuerdo bien. Últimamente... todo se me olvida. A veces creo que es lo mejor: que todo se me olvide, que todo termine por borrarse, incluso yo misma. No tener peso alguno, ni en los ojos, ni en la mente, ¡solo flotar, flotar y flotar.
(Larga pausa). 
LUCAS: Durante años hubo un silencio sin límites en esta casa. Tú ibas de habitación en habitación sin hablar nunca, sin hacer ruido... sin hablar conmigo. Yo lloraba horas y horas... y ni siquiera me mirabas... 
AGATHA: ¡Claro que te miraba! 
LUCAS: De reojo. O por reflejos. Mirabas mi sombra, a veces. Nunca directamente a mi cuerpo, a mis ojos. Recuerdo, recuerdo que en alguna época de nuestras vidas ponías los alimentos, mis alimentos, sobre una mesa pequeña, de juguete. Y te ibas corriendo, dejándome solo. Y así, pasaron los años. 
AGATHA: Estás vivo. Creciste. Estás aquí, ahora. Y caminas y hablas y piensas e interpretas (...). (11-13).

Entre Ágatha y Lucas no había afectividad ni expresión externa del amor, solo una desconexión enorme. 
En un universo donde no se permite crear el amor, que es la primera obra de arte, sino que se destruye el hombre por el hombre —y más aún, siendo el amor una necesidad poderosa e inherente al ser—, sucede en consecuencia una supresión de respuestas, una supresión de pensamientos creativos para no lidiar con el diario vivir, ese diario vivir que será doloroso y que no tiene sentido vivirlo, con la negación al amor. 
En el anterior episodio, Ágatha se deslinda de la realidad, quedando sin memoria ni consciencia; más adelante el mismo personaje recurrirá a la memoria guardada externamente para armar su historia y poder contarla a Lucas: (…) 
ÁGATA: Mira, tengo algo qué mostrarte, enseñarte. (Va a un armario y trae libros y muchos documentos). Aquí está toda mi historia. (Abre páginas) Aquí está cuando bebí leche del seno de mi madre, por vez primera. (Ríe, ríen) Aquí cuando manchaba los pañales. (Pasa hojas) Más pañales, nuevas manchas. (Ríe, ríen)...Aquí, cuando me salí de la cuna y caí, (ríe, ríen)... más caídas... (Ríe, ríen)... aquí, mi diente... (...) aquí, vestida de cumpleaños... más cumpleaños... sin pasteles, con pasteles... aquí papá me golpea con una llave, lleno de furioso amor... (Ríe, ríen)... otros vestidos... otros vestidos... y algunas tardes con máscaras. ¡Mira! Más máscaras y disfraces. (Ríe, ríen. Seria de pronto) Este es... era Karl. ¿Qué estabas pensando Karl? ¿No estabas pensando ya en irte y dejarme sola, verdad, Karl? ¿O sí? Es gracioso, pero no puedo reír. Hazlo tú por mí, ¿quieres? Mira, su tumba (...). (23-25)

Esta pérdida de contacto con la realidad conlleva a una pérdida de identidad de la persona. Otros personajes babotianos que han perdido identidad, son Anna y el padre de Lucas en las obras «El viejo león» y «El hombre de la flor de ayer»:

ANNA: (…) Tengo cincuenta y un años, según mis documentos. Pero mi abuela solía decir que todos los documentos de nuestra familia estaban equivocados ¡Todos equivocados, de una o de otra manera, y en mi caso el error era de tres años antes o después de mi nacimiento! Y era de los errores…menos graves, al parecer. Mi abuelo, por ejemplo, nunca existió (…). (86). 
ÁGATA: (...) Ni eso existe ya... Ven, ven, mira bien: este es tu padre... (Le enseña una hoja del álbum). 
LUCAS: ¡Mi padre! ¿Cuál? 
AGATHA: El de los lentes rojos. 
LUCAS: No le veo el rostro. ÁGATHA: Nadie le vio nunca el rostro (…). (25). 
El maestro, en su estudio de Panamá
Los personajes han quedado sumidos en una inconsciencia o semi-inconsciencia y despertar o salir de este encierro es enfrentar un castigo mayor, una culpabilidad por haber nacido, que sería la conciencia de vivir; sin embargo, no hay explicación-aparente- en las obras, de por qué el hombre se siente culpable. 
Algunos personajes son conscientes de que las historias se repiten de generación en generación y, al mismo tiempo realizan acciones para impedir que familiares salgan al exterior o, algo o alguien entre a sus vidas, a su encierro físico. 
El personaje de Renata, en «Las Aves», conoce la historia de sus antepasados, sabe de la desolación exterior y quiere evitar que su hermano abra puertas, ventanas, objetos:

GASPAR: (...). Pero me castigaba, ¿sabes? ¡El que te pusiera a ti a comer dulces no era castigo, era un premio! A mí si me castigaba... a veces. 
NINA: ¿Ah, sí? ¿Cómo... y por qué te castigaba tía Renata? 
GASPAR: (Limpiando el patio, mientras habla). Yo solía dejar abiertas puertas y ventanas de casa. ¡Siempre abiertas! Y ella se enojaba y me castigaba... pero yo volvía a dejar abiertas puertas y ventanas y ella me castigaba y yo volvía y ella me castigaba...y yo volvía... 
NINA: (Siguiéndole, casi corriendo tras él). ¿Y cómo te castigaba, y cómo te castigaba? 
GASPAR: (Inmóvil, de pronto). Me besaba... la punta de los dedos...luego de que (ríe)... me ordenaba hacer de estatua... durante algunas horas... sin permitirme... el menor movimiento... (19).

En el anterior fragmento, también, se puede observar uno de los planteamientos de Babot, de que todo yace en el suelo, y se corrobora a continuación:

NINA: Hoy nada es sagrado ya. Nada. Nada. Todas las cosas han caído al suelo. Y yacen sobre él… 
GASPAR: Por eso yo hacía de estatua, por eso. Porque era, tal vez, lo último, lo único que podía levantarse ya en el mundo: estatuas. ¡y todo no era más que un juego! (37).

En efecto, la obra Las Aves se inicia con la caída de Gaspar que lleva consigo el alimento para las aves (11). 
Otro personaje que pierde memoria es El Hijo en «El interior del pacífico reloj», que en diálogo con El padre, se calza las botas en señal de que se está calzando todos los recuerdos; entonces todo reaparece en su memoria y dice: «¡Ahora le veo a usted padre!». Recuerda su niñez, en que El Padre siempre anotó todo en muchísimas libretas (95).

Personajes como Anna, El hijo y la propia Renata, sintieron ansiedad y huyeron, herrando de un sitio a otro (nomadismo, que es otra forma de escape). El Hijo es un marino que hace más de veinte años no se ve con su padre, ahora regresa para verlo y luego irse de nuevo; este personaje expresa: «Pero no hay escape. Llevo conmigo a cuestas la bestia. ¡A todas partes me sigue! (...).

La bestia es amiga, también, de mi hijo» («El interior del pacífico reloj», 96). Anna ha recorrido 10 ciudades, por lo menos, y conoce todas las calles de ellas (El viejo león, 86). Tal parece que no hubiera escape para el personaje babotiano.

Otra forma de evasión del personaje es el sueño, como en el caso de la señora Mornig que está todo el día durmiendo con la seguridad de que los que viven con ella, no van a irse de allí y velan su sueño (La reina, obra inédita. Dato dado por Babot). Ágatha es otro personaje que desea dormir:

ÁGATHA: Un día me detuve frente al espejo. Fue como si despertara de un sueño de varios siglos. Y te vi en un rincón a través del espejo. ¿Quién eras? ¿Quién eres? Te pregunté… tú no respondiste… no hablabas…Y empecé a recordar cosas, gentes, papá, mi hermano, la puerta, mudo, quieto (…). ((14) (…) 
LUCAS: (De pronto) Pero tú, tía Ágatha… quieres dormir, solo dormir… y nada más que dormir. Tú quieres morir

//ÁGATHA: También es la libertad.


CONCLUSIONES: 
El personaje de Babot se siente culpable por haber irrumpido en el mundo (‘nace caído’) y asume el vivir como un castigo peor que el mismo nacimiento. 
El personaje no tiene redención posible, no alcanzará la libertad (crisálida sin salida), lleva a cuestas la «bestia» («El interior del pacífico reloj» 96, «Las Aves» 39-40). 
Babot plantea en su obra que no se puede explicar la infelicidad del hombre y no se encuentran los culpables. 
El personaje se siente desprotegido y vive en la incertidumbre. Renata recurre al castigo para proteger a su hermano menor; pero, ¿protegerlo de qué? Los personajes no saben, muchas veces, de qué hay que protegerse («Las Aves» 37-8). Otros se niegan a vivir, de manera contundente, por miedo a lo desconocido. 
El personaje Babotiano, recurre mucho a mecanismos de escape, tales como: el sueño; el nomadismo; el encierro, a veces de manera total y permanente; la inconsciencia o semi-inconsciencia, guardando la historia de su vida en libretas y álbunes; la pérdida de memoria, de manera parcial o total, como en el personaje de Ágatha, que la recupera posteriormente (14), y El Hijo («El interior del pacífico reloj» 95). 
Hay, a menudo, una pérdida de identidad en el personaje, que, en algunos casos no la buscarán, ni la encontrarán. 
En cuanto al autor, se traduce su gran compasión por los infelices; él desea la felicidad para los hombres. Babot ha experimentado el amor y la felicidad. 
El superobjetivo en la dramaturgia es que no se pueden explicar las cosas.


BIBLIOGRAFÍA
Babot, Jarl Ricardo. La Pequeña Orquesta. Panamá: Editorial: Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro, 2000. 
Las Aves. 1ª edición. Panamá: Impresora de la Nación.1980. 
Babot, Jarl Ricardo. Rompeolas. Panamá: Editorial Signos, 1982. 
Badano, Alondra. Antología Crítica de la Dramaturgia Panameña. Panamá: Impresora de la Nación, 2000. 
May, Rollo. El Dilema Existencial del Hombre Moderno. Argentina: Editorial Paidós, 1968. 
Camús, Albert. «El Dilema Existencial del Hombre Moderno». El Extranjero. 
Babot, Jarl Ricardo. «Las Aves». Revista Lotería N° 286. Dic. 1979: 27-50 p. 

Babot, Jarl Ricardo. «Silencio». Revista Nacional de Cultura (Nueva Época) N° 26 de 1994: 155-61. 
Quirós-Winemiller, Bélgica «El Lenguaje Como Elemento Manipulador En Los Textos Dramáticos de Agustín del Rosario, José de Jesús Martínez y Jarl Ricardo Babot». 
Revista Universidad, IV Época N° 57. Sept- Dic. 1997: 125-42 p. 
Rodríguez C., Héctor. «La Dramaturgia Panameña Contemporánea». Revista Nacional de Cultura N° 26. 1994: 171-78 p. 
Babot, Jarl Ricardo. El Hombre De La Flor De Ayer. Manuscrito, 30 p. Biblioteca personal. 
Babot, Jarl Ricardo. Días como el mar. Panamá: Editorial Universitaria «Carlos Manuel Gasteazoro», 2000.

domingo, 13 de julio de 2014

EL CERCO SE ESTRECHA

 EL NOVELÓN DE MARIA DEL PILAR HURTADO Y OTROS CUENTOS

Rafael E Yepes Blanquicett
Todo parece indicar que el cerco de denuncias que rodea al señor ex presidente de la «Seguridad Democrática» y senador electo, Álvaro Uribe Vélez, se está cerrando, como lo afirmó el representante a la Cámara y senador electo para el período 2014-2018, Iván Cepeda Castro, hijo del asesinado militante de la Unión Patriótica y del Partido Comunista de Colombia, Manuel Cepeda Vargas.  
 Para empezar, el «asilo político» que el gobierno del ex presidente panameño, Ricardo Martinelli, le concedió a la ex directora del desaparecido DAS, María del Pilar Hurtado, ha llegado a su fin por cuenta de la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Panamá de declararlo inconstitucional y, como consecuencia de ello, está a punto de ser extraditada a Colombia por solicitud de la Fiscalía, entidad que la incluyó en la «Circular Roja» de Interpol para que sea localizada y capturada donde quiera que esté, con el aval de la Corte Suprema de Justicia de nuestro país.   
Hurtado está siendo juzgada por su presunta responsabilidad en las llamadas «chuzadas» que desde el DAS se realizaron contra opositores políticos, magistrados y periodistas, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. La ex funcionaria es procesada por los delitos de concierto para delinquir agravado, abuso de función pública, violación ilícita de comunicaciones, peculado por apropiación y falsedad en documento público. 
 Ya antes, en 2012, el ex comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, conocido como «el Doctor Ternura» por su excelente libro, «El Derecho a la Ternura», salió del país con rumbo desconocido por orden de su «jefe inmediato», AUV.  
Se cree que «Mr. Ternura» esté en algún lugar de los Estados Unidos, pero, en realidad, nadie sabe a ciencia cierta dónde se encuentra.  
 Restrepo es juzgado por la falsa desmovilización —uno de los tantos falsos positivos— de la compañía «Cacica la Gaitana» de las  Farc, por lo que la Fiscalía le imputó cargos por su presunta responsabilidad en los delitos de peculado por apropiación a favor de terceros, concierto para delinquir, fraude procesal, y tráfico, porte y fabricación de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares, en una diligencia donde también fueron imputados los coroneles retirados del Ejército Jaime Joaquín Ariza y Hugo Castellanos, y el desmovilizado de las Farc, Raúl Agudelo Medina, alias «Olivo Saldaña».   
 Y el 3 de julio de este año, la Corte Suprema de Justicia sentenció al exministro de Agricultura durante el gobierno de AUV, Andrés Felipe Arias, a una condena entre 7 y 33 años de prisión por el sonado caso de Agro Ingreso Seguro, declarándolo culpable por los delitos de celebración de contratos sin el lleno de los requisitos legales y peculado a favor de terceros.   
En 2011, la Procuraduría General de la Nación lo encontró culpable por irregularidades en la implementación de dicho programa, destituyéndolo e inhabilitándolo por 16 años para ejercer cargos públicos. 
Arias no asistió a la lectura del fallo por encontrarse de vacaciones fuera del país, según lo declaró su abogado, pero que estaría dispuesto a presentarse ante la justicia cuando fuese requerido por las autoridades. Sin embargo, en estos momentos el paradero de «Uribito» es incierto y se afirma que se encuentra escondido en algún lugar del territorio norteamericano, huyendo de la justicia colombiana, tal y como lo hicieron sus predecesores Restrepo y Hurtado.  
Por lo anterior, varios analistas políticos coinciden en afirmar que los tres prófugos de la justicia mencionados tienen la suficiente información que podría acabar de una vez por todas con la carrera política del creador de las «Convivir» paramilitares y del Centro Democrático, mandándolo de paso a pasar un bien tiempo tras las rejas. El debate se calentará aún más debido a la próxima «llegada triunfal» de Uribe al Senado de la República en donde sus opositores lo esperan para «comérselo vivo» o, por el contrario, él  se los «comerá vivos» a ellos. 
 

FAUNA, FLORA Y CALOR

LAS IGUANAS: ¡ UF, QUÉ CALOR!
Juan V Gutiérrez Magallanes

Doce y media del día y el parque de las Américas de Magangué brillaba no por el efecto del reflejo de los árboles, sino por la mustia forma que presentaba la epidermis de los almendros.

La brillantez cuprosa era por el efecto del sol sobre la superficie de la tierra. El parque mostraba la tristeza del general Simón Bolívar, la amargura del general Francisco de Paula Santander y la desdicha del general José María Córdoba, sus rostros permanecían cetrinos en respuesta al polvo levantado y a la resequedad del suelo del parque de las Américas.  
Ya no se sabía por qué se le había puesto aquel nombre, las astas de las banderas estaban agonizando por el desamparo y orfandad en que fueron cayendo los flamantes símbolos de otras épocas. 
Estuvimos al borde del paroxismo cuando observamos en la mitad de un círculo ardiente, dos grandes iguanas que se abrazaban entre sí, con el único propósito de protegerse de los incandescentes rayos del sol, aquello era peor que un desierto, porque en la ciudad hay la esperanza de un oasis, pero en aquel parque sólo quedaban las hojas marchitas que en otra época fueron los pulmones de Magangué.
Las iguanas volteaban los ojos suplicando a los generales.  
Ellos contemplaban la desesperación de las iguanas descendientes de los primeros reptiles que habitaron el Caño de Baracoa: éste ya no estaba. Pues había desaparecido para darle vida al parque de Las Américas que ahora también agonizaba por la sed, al pie de uno de los brazos del río Yuma o de la Magdalena, una de las arterias fluviales más grandes de Colombia.  
En procura de un camino corto para llegar a nuestro destino, entramos al parque de las Américas y nos enfrentamos a aquella situación desesperante de las iguanas.  
Uno de los escritores que iba en el grupo, lanzó un grito de desesperación, —hombre criado al pie del río y alimentado con peces que copulan con iguanas—hizo un recipiente con hojas de tabaco carmero, que guardaba celosamente para regarlas al último indio chimila de Talaigua Nueva, vertió agua en el improvisado recipiente y logró calmar la sed de las iguanas.  
En el momento en que los reptiles tomaban agua, los ojos del Bolívar se humedecieron, aquella acuosidad en la efigie era por la bienvenida que le habían hecho en Santa Marta. 
Las iguanas buscaron refugio debajo de la sombra de un viejo árbol carcomido por el comején. Una vieja bandera flameaba en el árbol en oposición al calcinante sol, en ella había un letrero desteñido que rezaba: «Este Parque, es vida y sirve para la recreación de los niños, cuídelo».











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El Anciano Detrás Del Cristal Por Gilberto García Mercado   Habíamos pasado por allí y, no nos habíamos dado cuenta. Era un camino con árbol...