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viernes, 13 de septiembre de 2024

El Diario de un Escritor

«El Abuelo Valeriano: Un Sabio iletrado»


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes



Fue el último de siete hermanos. A su padre lo asesinaron en el trayecto Turbana-Pasacaballos. Hombre de recia contextura, de un metro con ochenta, fue impactado con una escopeta, cuyas balas alcanzaron al hijo mayor, hiriéndolo superficialmente. Pero, en cambio, dejándole la condena de vivir desde entonces con cuatro o cinco perdigones debajo de su piel.

La viuda llegó a Cartagena y se presentó ante el gobernador. Eran los años de 1900. Fue atendida por el funcionario en persona, pues éste tenía conocimiento del grande suceso que conmovió a la ciudad. Y aún más porque el muerto el trabajo que realizaba era traer leña y piedras para la elaboración de la cal.

La viuda y sus siete hijos fueron alojados en la Bóveda 23. Allí vivieron por muchos años, trasladándose luego hasta El Boquetillo, en uno de los tres barrios que ocupaban la zona que hoy comprende gran parte de la Avenida Santander. Eran esos barrios: El Boquetillo, Pekín y Pueblo Nuevo. Zonas ocupadas por pescadores y gente del común con diferentes actividades en el Centro de la ciudad. Ya fuera como estibadores, albañiles, cocineras, mandaderos y toda labor que surgiera sobre la marcha.

A él lo caracterizaba la irregular estatura con respecto a su edad. Era un infante con gran fuerza y decisión para acometer el trabajo que se le encomendaba. Desde los ocho o diez años comenzó a trabajar en el mercado. Por algunas monedas llevaba las bolsas de las señoras que iban de compra a algún supermercado de los alrededores. Su escuela fue la calle, en la cual ganaba cinco o seis centavos que contribuían al mantenimiento de la casa. Se formó como un tipo responsable y honesto, a pesar de ser analfabeta. Era solicitado para resolver conflictos. Ya fuera para hablar con abogados conocidos o partidarios de él.

Como abuelo, se preocupó por enseñar a contar y a conocer el nombre de las calles del Centro de la ciudad. Las que había recorrido en su infancia, allá en la Bóveda 23 y en El Boquetillo, de donde pasó a Getsemaní, en las accesorias en la entrada de Chambacú, condominio donde era un gran líder natural.

Salió de las accesorias cuando estas comenzaron a deteriorarse. Pero, repentinamente y, por un golpe de suerte que lo congració con la vida, se ganó la lotería y decidió comprar el terreno cercano a la Loma de Vidrio de Chambacú, al señor Guzmán, allí pasó sus últimos años rodeado por sus nietos, pero con la inmensa satisfacción de que todos estudiaron y fueron grandes hombres de bien.

Así fue gran parte de la vida de mi abuelo Valeriano, un «Sabio Iletrado».
Juan V Gutiérrez Magallanes

 






 

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