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martes, 22 de mayo de 2018

El Legendario y Olvidado General Hermogenes Maza


«Quiero Una Cama, Vengo a morir. 
Ahí Les Dejo Su Mundo de M…».

 Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Era un día, 20 de abril de 1792, en que el frío intenso de la noche había colmado de neblina las calles del barrio de Las Nieves de Santa Fe de Bogotá. 
En una de las grandes casas coloniales de propiedad del castellano Felipe de la Maza. Su esposa, doña Rosalía Loboguerrero, daba a luz un niño de piel blanca con cabellos de tinte aurífero, su llanto salía con fuerza, tal vez anunciaba la impronta que dejaría en el duro humor de un santafereño. A quien muchas veces, por sus ácidas mamaderas de gallo, lo creían costeño, pero  estaban equivocados, había salido del centro de Santa Fe, formado durante la niñez en la Escuela de don Juan Sordo, español adherido a Fernando VII, en esta institución se iniciaban los hijos de las principales familias de Santa Fe, al entrar a la adolescencia inicia sus estudios en el Colegio  Mayor de Nuestra Señora del Rosario, era un permanente lector. 
En esta institución educativa, se encuentra con jóvenes de las diferentes regiones de la Nueva Granada, donde se distingue por la  forma de exponer sus ideas, de manera clara y sin tapujos, lo que le valió el título de «El Colegial». Se organizan entonces las Tertulias de Maza, donde se trataban temas diferentes, que tenían que ver con los problemas sociales. 
En aquel colegio, se encuentra con otros jóvenes que disertan sobre la libertad y algunos otros aspectos de la cultura, entre ellos Atanasio Girardot, Manuel Rodríguez Torices, quienes tenían conocimiento de la labor desarrollada por Antonio Nariño, de quien se dice que ha traducido los «Derechos del hombre y del Ciudadano». 
Una mañana del 20 de julio de 1810, Hermógenes con varios compañeros, salieron a responder favorablemente al grito de «Abajo los Chapetones», se unieron al enfrentamiento que el pueblo hacía a un pelotón de fusileros, en aquella escaramuza también participó Manuela Maza, hermana de Hermógenes, ella más tarde fue perseguida por el Pacificador Morillo. Esa misma noche, Hermógenes se alistó en el Batallón «Auxiliar». De allí en adelante se convirtió en el Soldado entregado a darlo todo por la patria sin importarle su vida. Hace parte de un batallón que trasciende las cordilleras y avanza por las llanuras del río Magdalena, enfrentándose a veteranos españoles. Maza está a las órdenes de Bolívar, ya para el 1813, los estudiantes neogranadinos conforman el «Batallón  4° de la Unión» y quedan bajo el mando de Girardot. 
En estos momentos, donde la actitud de Maza, era la de la confrontación caballeresca en la guerra, lo sorprende la Declaración de guerra a muerte. Pero Maza estaba allí para la guerra y, ésta le iba diezmando a sus compañeros, tales como a Girardot caído en la Colina del Bárbula. 
Hermógenes Maza en uno de los combates, se extrema en su arrojo y valentía, lo que le vale ser ascendido a teniente-coronel.Llegan a Caracas y ésta  es tomada, donde también se destaca Maza, Bolívar queda admirado por la valentía del neogranadino de cabellos plateados, lo nombra  Gobernador Militar de Caracas.
Continúan las confrontaciones ante un defensor de los chapetones, Tomás Boves, quien superaba en combatientes a los del teniente Maza, pero el coraje de éste se engrandecía. Lo que no fue suficiente en una de las tantas batallas, Maza es apresado  en la guerra de Urica, donde Bolívar, tuvo que darse en retirada, lo cual no pudo hacer el temerario Maza. 
Engrillado, recluido en una miserable celda, de ésta lo trasladan a otra con signos de muerte, por último lo encierran en una que tenía clavada en la puerta un cruz negra, a donde llevaban los condenados a muerte. 
Maza es sometido a doscientos latigazos, castigo que quedaba disminuido ante el acoso sicológico de las salidas y sentadas en el banquillo de los condenados que debían fusilar en la madrugada. Los latigazos eran ordenados por el sargento de apellido Brito. Orden cumplida por José Luis Moreno, quien con el paso del tiempo, llega a establecer una relación de amistad, con la comprensión de Maza, de que Luis, solo cumplía órdenes, y estaba allí por no poder salir a otros lugares. Todo lo anterior contribuye para que Maza convenza al obligado carcelero a huir con él, lo cual es aceptado por Luis. Maza, respira profundo, busca descargar su alma del rencor acumulado, un lastre que de allí en adelante jamás saldría, solo lo lograría aliviar con las gotas de cualquier soporífero, como fue el aguardiente. 
Maza y Moreno, salieron en la oscuridad, rompiendo la bruma y silenciando las voces de los animales que encontraban en el camino, llegaron a la casa de doña Dolores Curvelo de Rochedal, viuda de un hombre que había luchado por la independencia de América, allí pasaron la noche y se prepararon para salir disfrazados de campesinos, lograron evadir varios puestos de guardia de los españoles, pero en uno de esos, Moreno fue identificado y de inmediato fue puesto preso, tres días después fue fusilado en Caracas, igual ejecución se le dio a Dolores Curvelo. 
Para Maza fueron dieciocho meses de cárcel con latigazos, ayunos y traumas sicológicos en asomo de muerte. El camino por las trochas venezolanas, parecía acentuar sus deseos de venganza, aunque deseaba poder olvidar. 
Tuvieron que pasar tres años para volver a Santa Fe, al divisar a la ciudad de su infancia. Miró hacia el norte y hacia el sur, meditó tratando de buscar recuerdos, se dirigió al barrio de Egipto, buscando a una humilde mujer que había laborado en su casa, desde aquellos cerros podía mirar la ciudad y por la condición sumisa de aquel barrio, el Virrey don Juan Sámano , no miraba hacia allá. 
Maza, llenó su corazón de ira y tristeza, cuando se enteró de la mutilación y exposición de los cuerpos de Camilo Torres, Manuel Rodríguez  y José María Dávila. 
«Por odio, estrategia, o ambas, Morillo mató selectivamente a la élite intelectual detrás de la Independencia, el soporte ideológico de la nueva república». 
¿Por qué la mayoría de los historiadores han sido bastante injustos en el aprecio a Hermógenes Maza Loboguerrero? 
Escrutando la vida de Hermógenes Maza y observando los cruentos hechos sufridos por parte de los realistas y en especial por Pablo Morillo, donde el escritor Carlos Delgado Nieto, dice lo siguiente: «era el riego para la planta del odio que tan crecida estaba ya en su corazón. Se acendraba la personalidad que más tarde había de inducir a Maza a llamarse a sí mismo «el encargado de la venganza de la patria». 
Hay poca razón para mirar a Maza, como lo encontramos en textos del historiador Jorge Núñez Sánchez: «un heraldo negro de la libertad, una herramienta cruel de la historia, a quien le correspondió vengar, odio por odio  y sangre por sangre, a las víctimas de los realistas. Los historiadores se ensañan con el epíteto: «Ángel exterminador de los españoles». No se podía pedir contemplación, cuando debía hacerle frente a la crueldad de Pablo Morillo, a Tomás Boves, al sargento Brito y la malévola astucia del Virrey Sámano. Estoy de acuerdo que se llame: «León de la Serranía»; «Jaguar de los Andes», porque fue «un guerrero formidable  y héroe de la Campaña Admirable en Venezuela».  
Hermógenes Maza, amaba tanto la patria, que el dolor de la muerte de sus familiares, como Manuela Maza en la lucha por la Independencia, lo consideraba como un tributo por la libertad de América , y la vida le presentaba situaciones para descargar su dolor, y es así, como una mañana del 9 de agosto de 1819, sale por las  calles de Santa Fe con una lanza en la mano, en la búsqueda del último español y se encuentra con el sargento realista Brito, quien se le constituía en una constante pesadilla en tantas noches sin poder dormir, hasta cuando el aguardiente lo rendía. 
Allí estaba frente a él, su ex verdugo. Le dijo: «Párate, vas a morir». Y su lanza finalizó los latidos del corazón de Brito. 
El  Teniente Coronel Maza, dio todo por la patria, por ella actuaba con desprendimiento extremo, como lo demuestra cuando facilita en calidad de préstamo, sin ninguna garantía , todo el dinero recibido de su herencia . «El ejército que había obtenido el triunfo de Boyacá, carecía de dinero, tanto para la alimentación de los los patriotas como el sostenimiento de la campaña del batallón que se dirigía a Honda». 
Deuda que nunca se canceló, muy a pesar de que Santander, como Presidente autorizó su cancelación, el tesorero de aquel momento cuando ya la República estaba en breve calma, no cumplió con el pago de la deuda. Era el momento en que el general Maza, atravesaba grandes dificultades económicas, por la escasa pensión que recibía de la República.En aquella campaña en la travesía el río Magdalena, pasando por la población de Honda, el general Maza inició un exterminio de cuanto español, encontraba en su camino, hasta su llegada a la ciudad de Mompós, donde, con el paso del tiempo, terminaría sus últimos días. 
Para el mes de junio de 1820, se  unieron los jefes patriotas Carmona, Lara y Maza, donde este último sobresalió como siempre, por su valentía en las confrontaciones que se dieron en las cercanías del río Magdalena; Queseras del Medio; Gamarra y  El Peñón, para Maza no importaba el poder del armamento del contrario, le bastaba la estrategia que emprendía, como lo hizo frente a la flotilla de los españoles en ese sitio de  El Peñón. 
Aunque, quizás su  hazaña de mayor contundencia fue la de Tenerife, donde se enfrentó a once buques de guerra con solo siete canoas equipada de macheteros forjados en el río Magdalena, con prácticas de derribar un árbol con cinco golpes de machete. En aquella guerra la sangre derramada cubría la tierra y las aguas del río se enrojecieron con visos plateados por la cabellera del general Maza. El efecto del alcohol y los crueles recuerdos de la oscura cárcel de Caracas, nublaban la razón del general, quien blandía su espada ante cualquier seseo de pronunciación ibérica. Solamente se adelgazó su ira y se incrementaron los recuerdos de la niñez, cuando escuchó la voz temblorosa y llorosa de un anciano que decía: «Yo soy su padrino y fui su maestro, yo lo tuve cuando niño. ¡No me mate! Soy Juan Sordo, quien te enseñó las primeras letras en la Escuela de las Nieves. El General cambió el terror de su rostro y dijo: «Déjenlo ir». Había perdonado a su maestro. 
Después de aquella hazaña, donde el héroe había sido Hermógenes Maza Loboguerrero, no se le dio el mérito que se le brindó a otros que no habían tenido la participación y valentía de Maza, como hicieron con Córdoba a quien distinguieron y continuó siendo  jefe de Maza como mayor, solo a este último lo reconocieron como Coronel. La historia y la justicia hecha por los humano se ensañaba contra Maza, lo que no disminuía su amor por la patria y la libertad. 
«Bolívar, tuvo siempre una idea un poco disminuida, cuando no adversa del Mono Maza, se refería a él como un niño pesado santafereño».  
Quizás todo aquello, porque Maza, «mataba españoles, hacía chistes  y bebía, mucho alcohol». Maza, nunca aceptó la compasión, era un hombre de profundos recuerdos para no olvidar los agravios, él era masón, formado con las élites santafereñas, hasta los últimos días de su adolescencia, cuando sale de las aulas Rosaristas, para alistarse en el Batallón Auxiliar, donde se iniciaría como un combatiente valiente y aguerrido. 
Parte Maza hacia Santa Marta, ciudad donde se refugiaron los realistas, se encuentra con el almirante Padilla, Maza comandaba el Batallón Girardot, lograron entrar en la ciudad con poca resistencia, ya que la mayoría de los españoles habían huido . En esta ciudad, los sanos amores escondidos de Maza, se soltaron de los amarres de su corazón y se dejó cautivar por la buena mestiza Manuelita Conde, alegre costeña de cuerpo bien tallado. 
Eran los años de 1820, en que Maza celebró esponsales con Manuelita Conde, de aquel matrimonio nació una niña. Pero estos amores no fueron tan fuertes como el compromiso con la guerra, y no hubo tiempo para una Luna de Miel duradera. 
El General Maza continuó su recorrido por diferentes pueblos de la región Caribe, haciendo justicia con su espada, con desesperación por librarse del lastre que le había dejado la cárcel de Caracas y la orden de Bolívar: «Guerra a Muerte», a todo esto se unía el desgarramiento que había ocasionado  Pablo Morillo. Maza no tenía miedo, era un hombre valiente de quien Bolívar no hacía justa apreciación, siempre lo miraba como el niño neogranadino de pilatunas y rabietas y llega a expresarse en aquellos días de la manera siguiente: «el ciudadano Hermógenes Maza», sin ningún título militar, todos ganados en el campo de la lucha por una Patria Libre». 
Hermógenes Maza Loboguerrero, era un ácido «mamadordegallo», condición incompatible con la dureza de la guerra, pero, en él estaba el hombre dispuesto a servirle a la patria. «Con la espada libraba una guerra, con su ingenio hacía otra. El, como ninguno otro, continuaba fiel a la consigna de guerra a muerte». 
Con el paso del tiempo las guerras eran más frecuentes y por supuesto más ingería aguardiente y su risa se disminuía, las heridas habían inutilizado uno de sus brazos, lo que no impedía, gritar con toda su fuerza, después de cumplir una misión, y  sabiendo que lo enviaban para probar su valentía, expresaba: 
– La posición está tomada, y «aun vive maza». 
El historiador, Carlos Delgado Nieto, se pregunta, ¿No había entregado acaso a esa empresa (la guerra) su dinero, su juventud, su inteligencia y su corazón? No tuvo tiempo para su esposa ni ternura para su hija Cruz. Era su guerra, la guerra de toda sangre. Llegado  el término de la guerra, en su corazón anidaba un desconsuelo y una gota amarga del no reconocimiento de su amor por la patria. Veía cómo compañeros con menos méritos eran ascendidos y nombrados en misiones diplomáticas al exterior. Mientras a él el título de General, le llega tarde con una miserable pensión que no le permitía vivir con dignidad, condición que lo inclinó con mayor rapidez al alcoholismo. La lúgubre y fría habitación que ocupa en el barrio Santa Fé, acentúa más los recuerdos de Manuelita Conde, su esposa y su hija Cruz, en esas noches de ebriedad por el efecto del aguardiente, se abre en su mente un destello del camino hacia Mompós, ya no soportaba los intensos fríos de la sabana. 
 Volvió a buscar al río de la Magdalena, al río Yuma, aguas que en sus tantas batallas, había variado su color por los desenfrenos de su espada. Ahora se dirigía a la ciudad de los Gutiérrez de Piñeres, patriotas que habían combatido a los realistas de Fernando VII. En aquella travesía volvía a mostrar la fortaleza de su corazón, iba con poco dinero, pero con el corazón henchido de esperanza, por el aprecio que le habían ofrecido sus amigos Gutiérrez de Piñeres. 
Al llegar a Mompós, «buscó una pequeña casa en la Calle de Atrás, contigua al templo de Santo Domingo y al Colegio Pinillos, casi en la desembocadura de una curiosa calle en forma de escuadra que se llama Callejón de la Faldriquera». 
         
         Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
El General Hermógenes, ya establecido en la ciudad, salía todas las tarde a visitar ciertos excombatientes que evocaban los recuerdos de contiendas pretéritas, luego pasaba por la cantina donde lo alcanzaba la noche bajo lo efectos del aguardiente, donde casi siempre no cancelaba la cuenta porque usaba como estrategia  tratar de desenvainar su espada, ya que guardaba el dinero en el interior de la vaina. El Cantinero al ver aquella actitud, le decía que todo estaba cancelado, y así continuaba en una permanente libación para olvidar. Hasta cuando un día de Junio del año 1847, la cirrosis hepática hizo crisis y lo llevó a permanecer en cama, acompañado por amigos y una noble mujer que se había unido a la fama del general en el ocaso.  
Y un día de ese mismo año, se levantó de la cama de su casa y se dirigió al hospital, con la valentía y el carácter de siempre, dijo: «Quiero una cama, vengo a morir. Ahí les dejo su mundo de mierda». Y murió el 13 de julio. 
*Este trabajo es una breve síntesis de la obra del historiador Carlos Delgado Nieto. 
 
   



3 comentarios:

javier dijo...

Excelente

vocaservicios@hotmail.com dijo...

Excelente trabajo histórico que de alguna manera rinde tributo al "General" Hermógenes Maza. Gracias

miguelangel dijo...

Excelente, en Venezuela no nos enseñan esta parte tan rica e interesante de nuestra historia

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