Translate

La Donación de nuestros Lectores nos motivan a seguir hacia adelante. ¡Gracias!

miércoles, 29 de julio de 2020

*El Indio Rómulo o «El Campesino Boyacense»


Una Obra Que Acusa Con Fortaleza 
El Accionar Del Político Inescrupuloso


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes 


Desde su época escolar en su pueblo natal y en Bogotá, así como durante su paso por el servicio militar, Rómulo Mora se destacó por sus intervenciones artísticas como autor y declamador de poesía rústica campesina.
Tras retirarse del Ejército inició formalmente su carrera artística adoptando el nombre de «El Campesino Boyacense». El 5 de mayo de 2013 recibió el premio Vida de Palabras, en homenaje a sus más de cincuenta años de vida artística en la radio, el cine, la prensa y la televisión nacional.  
Falleció la madrugada del 24 de julio de 2020 a los 89 años tras haber estado 10 días en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Colombia en Bogotá. 
El Indio Rómulo describe con sapiencia y maestría la forma cómo se realiza la vida del político en las diferentes regiones del suelo colombiano, esta poesía, está viva y en ella se plasma toda una tragedia del hacer del gamonal. Podríamos decir que la poesía costumbrista del indio, es la expresión de un trabajador social o veedor que denuncia el hacer del político actual y paga con su vida. El indio ha muerto dejando una obra que acusa con fortaleza el accionar del político inescrupuloso. 
Rómulo, nace un 23 de abril, fecha muy reconocida a nivel universal, ya que un 23 de abril de 1564, nació William Shakespeare. Rómulo, nace con el don de la humildad para cantar con la poesía a sus coterráneos, mostrando con la mayor sinceridad toda la tragedia de los campesinos de su noble tierra. Su poesía terrígena se hace contestataria, porque en ella va mostrando el trato desdeñoso hacia sus coterráneos. Su poesía es un grito acusatorio que se profundiza en las raíces del pueblo boyacense, se universaliza, trasciende y se une al poema de Zalamea: El Sueño de las Escalinatas.  
Rómulo ha muerto para llevar su poesía a la eternidad y, mostrar vivencias que aún se dan en nuestra Colombia. Tanto lo querían que su pueblo, Monguí, siempre lo quiso tener de alcalde de manera vitalicia, porque gobernaba con las flores de la bondad que se cultivaban en su corazón. Seguro estoy que la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, abrirá un espacio para brindarle todos los honores que este boyacense se merece.

                                                                                             
           Los Políticos
Ya toy cansao de toitas las promesas  de esos doctores  
que por aquí aparecen  dos ó tres meses antes de las elecciones. 
Que tan solo mentiras nos ofrecen 
Y van diciendo que es que son los redentores de los que están sin pan, 
sin techo  y sin abrigo ... 
Y valga la verdad... 
Nadie  ha ganado con que me echen el brazo por la espalda, 
Me den palmaditas, 
Me hablen ahí con unas gracias que naiden las comprenden, 
Armados en los balcones de las casas grandes, haciendas de los ricos. 
Y siempre con la misma cantaleta, 
Con el mismo mentir de muchos años. 
¿ On´ta la escuela pa´mis tripiverdes? 
 A ver.. 
Pa´que leiigan,  se estruigan. 
Pa´que apriendan  a rasguñar su nombre, 
Pa´con eso más tarde no los engañen como a yo. 
Ni tengan que decirle a todos  
“Ao tiro mi patrón, mo doctor, su mercecito” 
Toi cansao de ser arrendatario  ¡Qué carajo¡ 
¡Toy cansao de servirle  al gamonal! 
¿On' ta la tierra pa que yo cultive? A ver… ¿On' ta? 
¿On' ta un terrón que sea mi propiedad? 
¿On' ta el pan que mi sudor se gana si mi amito, el doctor, naita me da? 
Toito es de mi doctor y cual me veo pa' tan siquiera tener un animal. 
Toy cansao de serles un esclavo como les fueron mis taitas, mis abuelos... 
¡Como mis hijos muy pronto lo serán! 
¡Toy cansao de jo der me con la yunta de bueyces, la pica, la garlanche, el asarón… 
Pa' que toito el fruto de mis esfuerzos se vaya derechito al bolsillo del que ha sido por siempre mi patrón! 
Toy cansao que el hijo de mi patrón y sus amigos busquen a mis hijas pa' calmar la liebre 
A las malas, a ellos se les a cues ten como si fueran mujeres de la calle, 
como si fueran esclavas pa' mercar. ¡A ver doctores ¿On' ta la justicia? 
Ta naina fuera, pa' jo der lo a uno, ¡Ahí sí!  
Si alego a mi patrón por mis derechos, pa' la calle, en la inopia, voy derecho. 
Si contradigo al juez, salgo multao y eso que le estruje a un sarabiao.  
Si voy donde el alcalde a contestar demanda, y no le llevo también su sarabio,  
pues pa' la cárcel me zampan a empujones, sin tener derecho de decir ni miao. 
¿On' ta doctores la justicia? 
Ta naina fuera pa'  jo der lo a uno ¡Ahí si! 
¿On' ta la paz? 
¡Si fueron ustedes mismos los que se inventaron estos dos colores, 
pa' que nosotros, los de mismo pueblo, ya liberales, ya conservadores, 
hagamos temblar nuestras manos el cuchillo, el machete o el bordón 
pa' soplárselo a aquel que aunque sea bueno, pertenezca a los del otro color! 
¡Toy cansao de toitas estas vainas, qué carajo! 
Y ahora si les diré ¡No mi doctor, ya no voto por ninguno 
de ustedes para que después me jueguen a traición! 
¡Ya tuve suficiente! 
Aquí me quedo 
De hoy en adelante yo les hago dedo 
Mas bien me voy diciendo ¡Vivan las fiestas! 
¡Vivan los lico res! ¡Viva la mozedad! 
¡Allá déjenme quieto y no me jodan más!"
*/Rómulo Augusto Mora Sáenz (Monguí, Boyacá, 23 de abril de 1931 -Bogotá 24 de julio de 2020) fue un poeta  costumbrista colombiano, más conocido como El indio Rómulo.
Juan V Gutiérrez M, Escritor

martes, 28 de julio de 2020

Narrativa Colombiana


Canción Para Una Bienvenida De Ángeles

Por Gilberto García Mercado

En medio de esta pandemia del coronavirus a la gente se le va horadando la esperanza. Por donde se ande hay presencia del maldito virus como una cruz de Cristo que cargamos los hombres frágiles de todas las naciones en un planeta amenazado por la desgracia. Al menos los jóvenes no tenemos miedo porque el covid-19 es tan cobarde que solo ataca a los ancianos. (Bueno, aunque también nos lanza sus zarpazos a nosotros los adolescentes y trata también de intimidarnos, pero no le tenemos miedo, «ya eso es valentía y optimismo», decimos entre las aglomeraciones de muchachos anhelantes de los juegos perdidos). Se mimetiza entre las multitudes, se adhiere en cualquier parte, se esconde en calles y avenidas y, así invisible para el viejo Carlos y la señora Alfonsina, se colará por debajo de la puerta en briznas de polvo y saliva de algún contagiado y, dejará su huella de mortandad quince días después en la casa del viejo Carlos y la señora Alfonsina.  
No tuvo piedad la enfermedad y en un dos por tres la pareja de ancianos dejó la calle ausente de sus rostros tiernos que era por lo cual muchos adolescentes visitábamos el lugar.  
Por donde se vaya, hay una ciudad confusa, es un óleo de un pintor capturando en el cuadro a una urbe recién bombardeada por una nave en plena Segunda Guerra Mundial.  
Te vas por el Centro Antiguo de Cartagena de Indias un domingo caluroso y aunque no hay destrozos por bombardeo alguno no hace falta imaginación para observar la destrucción que el covid deja en el espíritu.  
Creo que cada quien busca el alma de la ciudad en cada esquina, en cada parque, debajo de los centenarios almendros, en los espectros deambulando por las calles desiertas, extrañados por la desaparición de norteamericanos y españoles que les traían noticias de Ernest Hemingway y García Lorca. 
«Y, ahora, ¿quiénes nos contarán las historias de otras tierras?», se interrogan los fantasmas a punto de explotar en sollozos al observar a una ciudad doblegada.  
Una urbe vacía es la que irrumpe ante el drama de la confinación y la tristeza. Pero es agosto y el sol brilla en el Cerro de la Popa igual a la ciudad de antes, aquella que conocí ociosa y atrevida, con mil coqueterías en las sonrisas de princesas y nativas que acompañaban el ajuar de Nuestro Señor a todas partes. Andaba uno enamorado de las chicas hasta en los autobuses que abordábamos intentando desentrañar los misterios de la mítica Cartagena de Indias. Era como devolver el tiempo atrás y, contemplar en el teatro más grande de la tierra, los secretos de la Inquisición, las hordas de indígenas diezmados por los conquistadores españoles, sin ningún miedo que nos abrumara porque con muchachas como Matilde para qué miedo, pensaba complacido. Y mil y otras historias esperando ser develadas por la pluma prodigiosa de un escritor incipiente.  
Cuatro meses y parece que fueran cuatrocientos años de una condena urdida por seres microscópicos y que han puesto en jaque a los mandatarios de todo el mundo. No sabemos qué irá a ocurrir con esta cuarentena que se repite, cuando creemos que todo vuelve a la normalidad, otra vez pequeños pelotones de esas huestes del mal irrumpen en la China y los Estados Unidos y, atacan envueltos en sus corazas de atmósferas invisibles y le dan un golpe a Donald Trump y a Xi Jinping y, los hacen recular tragándose sus orgullos de príncipes de un reino caído en la mayor desgracia desde que se tenga conocimiento.  
Por lo pronto he de ignorar a esos seres que mientras atacan se van a las tabernas de Bocagrande y el Laguito y celebran hasta el amanecer jactándose de la debilidad humana. No sé con qué licor celebrarán, si están acostumbrados a viajar de galaxia en galaxia a dañar la vida de la gente. Quizás se engañaron ante el egoísmo de una tierra para ellos solos, quizás se enamoraron por la piel tersa de una Eva en el papel de una Infanta de Borbón. Quizás sean los mayores codiciosos de unas criaturas del espacio y quieran hartar su gula hasta volverse obesos y enfermar. 
En este mar de suposiciones navego casi siempre que busco el alma de la ciudad en el puerto. Matilde, la chica de mis ensueños ya no sale por orden de sus padres que se han parapetado detrás de unas murallas de prohibiciones derivadas como ya es evidente del toque de queda impuesto contra los seres microscópicos.  
—Hola, Matilde—le digo cuando he podido intervenir su teléfono y agarra mi llamada— ¿Vienes al Puerto?  
—No, Efraím—me dice desconsolada—Hay toque de queda y ya conoces a mis padres…  
         
          Gilberto Garcia Mercado, Editor
Ni modo, es verano, agosto y, a la ciudad la tengo para mí solo. Me encanta entonces pensar en que el Mesías de esos seres de otro mundo, en segundos aparecerá y que después de anunciar las maldades de un Lucifer microscópico, Jesús, él también diminuto les sacará los trapitos al sol y, como fiel redentor de ese otro micro universo, también será crucificado. Solo para que el maldito virus desaparezca y yo pueda volver con Matilde entre los arbustos de Chambacú para la Honra y la Gloria del alma de la ciudad. Entonces todos los mártires que se arrojaron desde los edificios más altos de la urbe, desde el Cerro de la Popa, desde todas las construcciones antiguas, todos aquellos que se sacrificaron en la Guerra contra las invasoras plagas, ya no serán más. Porque el covid 19 solo fue historia olvidada en medio de este viaje que emprendo hacia el optimismo y la esperanza. Las campanas están doblando por alguien. Un cielo azul y diáfano asoma de alguna parte en esta bienvenida de ángeles. 
Imagen de Comfreak en Pixabay 
Imagen de omer yousief en Pixabay 
            Cartagena de indias, julio 28 2020 En Tiempos de la Pandemia

domingo, 26 de julio de 2020

Así Se Forma Un Corrupto

Lecciones Equivocadas Desde El Hogar

«La Corrupción se aprende, desde la Casa-Escuela hasta la vida pública»
  

 Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes             

En aquel ambiente familiar, en el que las conversaciones tienen un toque de lecciones que van formando un conjunto de principios anecdotarios que hacen parte del Libro Mental que va a marcar la vida de los que allí se están formando. El padre lanza frases que son como sentencias educativas: «No, mija, quien tiene mano coge», esto para justificar la toma de algún objeto, que no es suyo, por parte de un niño o uno de los hijos, y responde de tal manera cuando le van a informar lo que ha hecho su hijo. 

Ese pensamiento del padre se incrementa con otras manifestaciones, como: «A mí que me pongan donde haya, ya oyó hijo, esto también va para usted, cuando lo pongan a trabajar en un medio donde haya, aproveche, no sea pendejo». De tal manera que el niño o adolescente se va formando una mentalidad confusa, en la que elabora actitudes de una falsa moral con respecto al derecho, sin distinguir lo que le corresponde como propio y lo que es ajeno. El niño no entiende hasta dónde llegan sus derechos y dónde comienzan los del otro.
El muchacho se va formando un mundo extenso de arbitrariedades, que el padre lo concibe como un universo de «vivezas», y saca como conclusión que su hijo está preparado para hacer parte de un sistema que adopta el principio que ya ha hecho carrera: «Papaya puesta papaya cogida». Este muchacho no concibe el respeto por los objetos que no tienen el dueño al lado, porque los ve como una papaya que hay que tomar para sí. 

Recuerda al padre cuando expresaba sin ningún reparo sobre los bienes que estaban para el uso de los ciudadano, una frase que era muy común en el medio en que se levantaba o criaba : «Eso es del gobierno, tú no tienes que ver, porque eso no es tuyo», una expresión cotidiana, especialmente en los sectores populares, donde se puede destruir el parque porque éste es del Estado, se roban los elementos de la escuela porque ésta no les pertenece, lo que tiene como fundamento, la negación del sentido de Pertenencia . 

El niño observa cómo el padre expone sin ambages la apreciación que tiene de su compadre: «Mi compadre, es un tonto, lo pusieron de gerente de una cooperativa y salió limpio». Hace la crítica porque el compadre fue honesto en el manejo de los asuntos de la cooperativa, no se robó un centavo. 

Allí en la casa se han fomentado una serie de valores que van en contra de la organización de una sociedad justa, donde se justifica al político que «roba pero hace», sin pensar que aquel político tiene como misión realizar obras en bien de la comunidad. 
Ese político, corrupto del momento se formó en un ambiente, donde era muy válida la expresión de su padre: «Mira cómo es de vivo este muchacho, apenas tiene cuatro años y ya les roba los lápices a los compañeritos». Nada es extraño para este corrupto formado en un ambiente de trapisondas.
Al adulto corrupto de hoy hay que buscarle la «Casa -Escuela», en la que se formó y se podrá deducir el origen de tales personajes.  
Y de esta manera, hoy tenemos una pléyade de hombres formados con estos terribles principios, personas que hacen parte de la dirigencia de organismos que tienen que ver con la marcha de la nación y, no es especulación porque en los anales de tratados judiciales aparecen las denuncias de los múltiples casos de corrupción.  
En un buen libro, León Valencia (de los Andes, Antioquia, escritor y analista político), expone con lujo de detalles «Los Clanes Políticos que Mandan en Colombia», la forma cómo la corrupción ha hecho metástasis en todos los departamentos de la nación, desde la Costa Caribe hasta los Llanos y el sur del país. 

En este texto no hay falsedades, porque los artículos están fundamentados con datos bibliográficos que aparecen sentados en oficinas públicas de la nación. 

La única forma como podemos salvar a Colombia, es con una educación verdadera desde la casa hasta la escuela con la coordinación de dirigentes y maestros integrales y honestos. 

La enseñanza de la Historia Patria y de la Instrucción Cívica, son asignaturas muy necesarias para la formación del Principio del Sentido de Pertenencia, para así formar hombres que amen su nación. 

Textos como el de Valencia, abren los ojos y dejan mirar lo que debemos hacer para lograr un país de hombres honestos que puedan fomentar una verdadera Democracia.
Juan Vicente Gutiérrez Magallanes



sábado, 25 de julio de 2020

La Mala Hora De Tasajera

Historias Que Tristemente Salen 
A la Luz Luego de Una Desgracia

Por Rafael Eduardo Yepes Blanquicett

Tasajera es un pequeño y empobrecido corregimiento del municipio de Puebloviejo, en el departamento del Magdalena, olvidado e ignorado por todos, desde las autoridades locales, municipales, departamentales y nacionales, hasta las de las más altas esferas del Estado, incluyendo a los politiqueros corruptos de siempre, que solo se acuerdan del pueblo, asentado en la Isla de Salamanca, otrora una rica división entre el Mar Caribe y la Ciénaga Grande, en épocas de elecciones para aprovecharse de su ignorancia política y de la pobreza extrema de sus habitantes, quienes, de la noche a la mañana, se volvieron tristemente célebres por el volcamiento de un camión cisterna, repleto de gasolina, que estalló en llamas en medio de una turba enardecida que irresponsablemente saqueaba al camión, en un fatal intento por apoderarse del combustible fatídico. 

Alberto Neira, editor político del diario El Tiempo, anota lo siguiente: «Al mediodía, en busca de la sombra que alivie el calor, los pobladores de Tasajera suelen refugiarse en sus casas carcomidas por el tiempo y la pobreza. No hay agua potable que calme la sed que provoca el sol de esa hora. En ese instante, el tiempo parece detenido. Cuando no se va luz, lo cual es frecuente, se escucha el ronroneo de los viejos ventiladores y el zumbido de las moscas entre las basuras. El servicio de alcantarillado es una proeza extraviada, como la ilusión de ver resucitar a la Ciénaga Grande de Santa Marta». 
Este crudo relato refleja la triste realidad de los tasajeros, quienes, llevados por la pobreza, la imprudencia y el afán por conseguir algún ingreso para su subsistencia diaria, arriesgaron su vida para obtener un mísero beneficio, lo que, a muchos de ellos, todavía jóvenes, les costó la vida o quedaron con secuelas en el cuerpo para siempre. 
La noticia de la explosión del carrotanque se volvió viral en las redes sociales y en otros medios de comunicación, en especial, la televisión, en los que los comentarios iban y venían: que era una mala costumbre de los pobladores, que se trataba de un puñado de delincuentes que ponían barreras o trampas en la vía para que los vehículos se accidentaran, que cuanto auto se varaba en el camino era asaltado y saqueado, etcétera, etcétera, y que todo eso ocurría a escasos metros del peaje de la población, en donde, a diario, había agentes de la Policía Nacional en servicio.
Dígase lo que se diga, la realidad es que el volcamiento del camión cisterna y su posterior explosión, puso al descubierto una terrible realidad que, para muchos, era completamente desconocida, tal y como lo relata Neira. 
Uno de sus habitantes, entrevistado por un medio local, se expresó así, a propósito del trágico suceso: «Nos catalogan de revoltosos porque protestamos y bloqueamos la carretera, pero, es que solo de esta forma nos escuchan; es así como nos desahogamos por causa de esta miseria que nos ha secado hasta el alma». 
Quiera el Altísimo que este horrible suceso sirva como ejemplo para que, de ahora en adelante, no se repitan hechos bochornosos que pongan en entredicho la dignidad de los pobladores de este olvidado pueblo. Mientras tanto, Tasajera sigue viviendo, en medio de la pobreza absoluta, el sueño de su propia desgracia: la de su mala y miserable hora.
Rafael E Yepes Blanquicett

domingo, 19 de julio de 2020

Al Rescate De Cartagena de Indias


El Libro Blanco de William Dau
Chamatt No es Un Hecho Fortuito 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes 

Después de estudiar detenidamente el diagnóstico que hace el historiador Ubaldo Elles en su artículo:«Una ciudad en cuidados intensivos». El Universal de Cartagena de 2017-04-19. El historiador entre muchos males señala los siguientes: 

1. El saqueo de los bienes materiales, secuestro, esclavización y venta de los indios Caribes de Tierra Bomba en 1503 por los navegantes y traficantes españoles Luis y Cristóbal Guerra. 

2. El exterminio de la población nativa a partir de 1533, cuando las huestes conquistadoras de Heredia y otras no menos perversas que las de él se asientan en la aldea de Karmairí (Hoy Centro Histórico) con su política de «sangre y fuego».  
4. Los numerosos ataques, asedios y tomas de la ciudad por piratas, corsarios y armadas reales de los enemigos de España durante los siglos XVI, XVII y XVIII. 

5. El genocidio del 30% de la población cartagenera en 1815, cuando el sitio del sanguinario general español Pablo Morillo y sus tropas convirtió a la ciudad en el más grande cementerio conocido en la Época Colonial Latinoamericana. 

6. La ruina económica y social de la ciudad, como consecuencia de las luchas libertarias (1810-1821) de la población, a partir de la segunda década del siglo XIX. 

6. Los sitios de potencias extranjeras imperialistas como Inglaterra, Francia e Italia en el siglo XIX, por motivos económicos y políticos.
7. Los sitios de las tropas de varios generales de la República a raíz de las guerras civiles que asolaron la nación colombiana durante el siglo XIX, por razones de la lucha partidista por la conquista del caótico Estado nacional de ese entonces.

MÁS LA ACTUAL COYUNTURA SOCIAL
1. La pobreza y la exclusión social. 2. La corrupción en varios entes estatales. 3. La informalidad de la economía. 4. La inseguridad. 5. La movilidad 6. El desempleo. 7. La discriminación racial y social. 8. La violencia en sus múltiples manifestaciones. 9. La crisis de la salud. 
10. El desempleo. 11. La drogadicción y el tráfico de drogas ilícitas. 12. La crisis de la vivienda. 13. Las zonas tuguriales. 14. Los desagües pluviales. 15. La crisis de la educación. 16. El cambio climático. 17. Las inundaciones. 18. La deforestación. 19. La pérdida de la Biodiversidad. 20. El maltrato animal.  
21. La crisis ambiental y social de La Popa y de otros cerros. 22. La Erosión costera. 23. La contaminación de la bahía con mercurio y otros metales pesados. 24. La crisis de los cuerpos de agua internos. 25. La recepción de los desplazados por la violencia. 26. Las invasiones internas. 27. La contaminación atmosférica. 28. Las inundaciones. 29. La poca cobertura y mala calidad de algunos servicios públicos. 30. La crisis del saneamiento básico. 
32. Los homicidios. 33. La prostitución. 34. La carestía de la canasta familiar y los medicamentos. 35. La crisis de la seguridad alimentaria y del mercado de Bazurto. 36. La apatía, la falta de voluntad política y la incapacidad de un grueso número de gobernantes y funcionarios para afrontar y solucionar la crisis global de la ciudad, manifiesta en múltiples variables, de las cuales, las arriba referenciadas son algunas de las más sobresalientes. 

Males, donde me atrevo a dar por verdad «La Pandemia de la Corrupción» que carcome el Erario del Distrito, lo que convierte a la ciudad en «Cartagena la Iguanada», al compararla con la conocida iguana, animal que le extraen los ovarios, dejándola exhausta y luego la abandonan a la desolación, de esta forma actúan la mayoría de los que llegan a su administración, esquilman el erario y dejan a la ciudad en extrema situación de iliquidez en su presupuesto. 

La ciudad se ha desarrollado con parámetros o creencias fundamentadas en el «nulo sentido de pertenencia», donde se esgrime la estúpida frase: «Eso no es tuyo ni es mío, es del gobierno por tanto lo puedes destruir o llevártelo para tu casa», de esta forma se derivan o se anexan actuaciones como las que antes comentaban: «ese tipo fue pendejo, lo pusieron en un puesto de gobierno y salió limpio, sin un centavo», situación que pudo darse en tiempos muy remotos, porque hoy es difícil que se dé.
Con los informes del Libro Blanco, que está editando el alcalde William Dau Chamatt, se marca un hito en la historia de la ciudad, y nos lleva a recordar el libro de Julián Devís Echandía. «La Ciudad Vencida» 1937: «… es el paralelo acusador entre la ciudad antigua y la de hoy. Ambas con los tuétanos podridos. Hija la una de piratas que al menos tenían el gusto heroico de la hazaña; hija la otra de zambos degenerados. Los bisnietos de las hordas de Morgan y Drake llevan en la sangre el impulso de la rapiña…»…..Este libro lo recogieron y lo quemaron en la Plaza Pública. Quedaron algunos textos escondidos. 

Con el Libro Blanco del alcalde Dau Chamatt, se da a la vista pública los desafueros de gobernantes inescrupulosos, porque fueron incapaces de respetar y gobernar con la honestidad del dirigente justo. 

Aquí un fragmento de la carta enviada al Alcalde de Cartagena por el economista Donaldo Quintana Castilla: 

«Ante relevante directriz de presentar su Libro Blanco, respetuosamente y con mucha solidaridad, queremos expresarle como grupo de la Promoción de Bachilleres del año 1962 del Liceo de Bolívar, nuestro respaldo absoluto a este singular propósito, que catalogamos como una inédita y trascendental ejecutoria administrativa, que es dable efectuarla habida cuenta de su condición de primera autoridad, otorgada por el poder soberano del pueblo cartagenero».  
«Y lo hacemos un grupo de ciudadanos originarios de esta hermosa tierra cartagenera, residentes en diversas ciudades de Colombia, pero ajenos al ajetreo de la política detestable, que se ha entronizado en nuestro terruño, con visos de una rampante corrupción de larga vida, y frente a la que solo nos mueve el deseo de que sea derrocada de una vez por todas para redención de nuestra querida tierra». 

Es válido preguntarse qué han hecho los anteriores alcaldes a la dirigencia de Dau Chamatt, cuando observamos la situación escabrosa de las obras inconclusas que se muestran en el Libro Blanco presentado por el alcalde.
Gutiérrez Magallanes, Presidente AEC

 



sábado, 18 de julio de 2020

Aún No Es El Fin

SOMBRA

Por Edgar Allan Poe

"Sí, aunque marcho por el valle de la Sombra"
(Salmo de David, XXIII)


Vosotros los que leéis aún estáis entre los vivos; pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras. Pues en verdad ocurrirán muchas cosas, y se sabrán cosas secretas, y pasarán muchos siglos antes de que los hombres vean este escrito. Y, cuando lo hayan visto, habrá quienes no crean en él, y otros dudarán, mas unos pocos habrá que encuentren razones para meditar frente a los caracteres aquí grabados con un estilo de hierro.  
El año había sido un año de terror y de sentimientos más intensos que el terror, para los cuales no hay nombre sobre la tierra. Pues habían ocurrido muchos prodigios y señales, y a lo lejos y en todas partes, sobre el mar y la tierra, se cernían las negras alas de la peste. Para aquellos versados en la ciencia de las estrellas, los cielos revelaban una faz siniestra; y para mí, el griego Oinos, entre otros, era evidente que ya había llegado la alternación de aquel año 794, en el cual, a la entrada de Aries, el planeta Júpiter queda en conjunción con el anillo rojo del terrible Saturno. Si mucho no me equivoco, el especial espíritu del cielo no sólo se manifestaba en el globo físico de la tierra, sino en las almas, en la imaginación y en las meditaciones de la humanidad.  
En una sombría ciudad llamada Ptolemáis, en un noble palacio, nos hallábamos una noche siete de nosotros frente a los frascos del rojo vino de Chíos. Y no había otra entrada a nuestra cámara que una alta puerta de bronce; y aquella puerta había sido fundida por el artesano Corinnos, y, por ser de raro mérito, se la aseguraba desde dentro. En el sombrío aposento, negras colgaduras alejaban de nuestra vista la luna, las cárdenas estrellas y las desiertas calles; pero el presagio y el recuerdo del Mal no podían ser excluidos. 
Estábamos rodeados por cosas que no logro explicar distintamente; cosas materiales y espirituales, la pesadez de la atmósfera, un sentimiento de sofocación, de ansiedad; y por, sobre todo, ese terrible estado de la existencia que alcanzan los seres nerviosos cuando los sentidos están agudamente vivos y despiertos, mientras las facultades yacen amodorradas. Un peso muerto nos agobiaba. Caía sobre los cuerpos, los muebles, los vasos en que bebíamos; todo lo que nos rodeaba cedía a la depresión y se hundía; todo menos las llamas de las siete lámparas de hierro que iluminaban nuestra orgía. Alzándose en altas y esbeltas líneas de luz, continuaban ardiendo, pálidas e inmóviles; y en el espejo que su brillo engendraba en la redonda mesa de ébano a la cual nos sentábamos, cada uno veía la palidez de su propio rostro y el inquieto resplandor en las abatidas miradas de sus compañeros. Y, sin embargo, reíamos y nos alegrábamos a nuestro modo -lleno de histeria-, y cantábamos las canciones de Anacreonte -llenas de locura-, y bebíamos copiosamente, aunque el purpúreo vino nos recordaba la sangre. 
Porque en aquella cámara había otro de nosotros en la persona del joven Zoilo. Muerto y amortajado yacía tendido cuan largo era, genio y demonio de la escena. ¡Ay, no participaba de nuestro regocijo! Pero su rostro, convulsionado por la plaga, y sus ojos, donde la muerte sólo había apagado a medias el fuego de la pestilencia, parecían interesarse en nuestra alegría, como quizá los muertos se interesan en la alegría de los que van a morir. 
Mas aunque yo, Oinos, sentía que los ojos del muerto estaban fijos en mí, me obligaba a no percibir la amargura de su expresión, y mientras contemplaba fijamente las profundidades del espejo de ébano, cantaba en voz alta y sonora las canciones del hijo de Teos.

Poco a poco, sin embargo, mis canciones fueron callando y sus ecos, perdiéndose entre las tenebrosas colgaduras de la cámara, se debilitaron hasta volverse inaudibles y se apagaron del todo. Y he aquí que de aquellas tenebrosas colgaduras, donde se perdían los sonidos de la canción, se desprendió una profunda e indefinida sombra, una sombra como la que la luna, cuando está baja, podría extraer del cuerpo de un hombre; pero ésta no era la sombra de un hombre o de un dios, ni de ninguna cosa familiar. Y, después de temblar un instante, entre las colgaduras del aposento, quedó, por fin, a plena vista sobre la superficie de la puerta de bronce. Mas la sombra era vaga e informe, indefinida, y no era la sombra de un hombre o de un dios, ni un dios de Grecia, ni un dios de Caldea, ni un dios egipcio. 
         
        Edgar Allan Poe
Y la sombra se detuvo en la entrada de bronce, bajo el arco del entablamento de la puerta, y sin moverse, sin decir una palabra, permaneció inmóvil. Y la puerta donde estaba la sombra, si recuerdo bien, se alzaba frente a los pies del joven Zoilo amortajado. Mas nosotros, los siete allí congregados, al ver cómo la sombra avanzaba desde las colgaduras, no nos atrevimos a contemplarla de lleno, sino que bajamos los ojos y miramos fijamente las profundidades del espejo de ébano. Y al final yo, Oinos, hablando en voz muy baja, pregunté a la sombra cuál era su morada y su nombre. Y la sombra contestó: «Yo soy SOMBRA, y mi morada está al lado de las catacumbas de Ptolemáis, y cerca de las oscuras planicies de Clíseo, que bordean el impuro canal de Caronte.»
Y entonces los siete nos levantamos llenos de horror y permanecimos de pie temblando, estremecidos, pálidos; porque el tono de la voz de la sombra no era el tono de un solo ser, sino el de una multitud de seres, y, variando en sus cadencias de una sílaba a otra, penetraba oscuramente en nuestros oídos con los acentos familiares y harto recordados de mil y mil amigos muertos
Imagen de William Ehrendreich en Pixabay Imagen de ClaudiaWollesen en Pixabay

jueves, 16 de julio de 2020

Los Fecundó con su Pluma y Ahora son Grandes

Los Hijos Intelectuales de Eduardo Galeano


Por Juan V Gutiérrez Magallanes*


Los libros de Eduardo Galeano son panes que nos alimentan con la bondad del maná enviado por las divinidades. Desde «Las Venas Abiertas de América Latina», «Las Caras y las Máscaras», hasta su última obra «Los hijos de Los Días», en ésta podemos encontrar las paradojas de la Historia, hechos que se van dando en el transcurso de los días en un año de trescientos sesenta y seis episodios, deslumbran las acciones de los humanos, cuando van actuando con contradicciones que los ubican en escalas inferiores del zoo humano, desde los dictadores más retrógrados hasta los fanáticos intelectuales postrados por una religión oscurantista o por conceptos racistas, tal como se muestra un 24 de enero de 1919, en el que Winston Churchill, presidiendo El British Air Council, había ofrecido una de sus frecuentes lecciones del arte de la guerra. 
«No consigo entender tantos remilgos sobre el uso del gas. Yo estoy muy a favor del uso del gas venenoso contra las tribus incivilizadas. Eso tendría un buen efecto moral y difundiría un perdurable terror», dijo. 

Ya en 1937, ante la Palestine Royal Commission, había ofrecido una de sus frecuentes lecciones de historia de la humanidad: 

«Yo no admito que se haya hecho nada malo a los pieles rojas de América ni a los negros de Australia, cuando una raza más fuerte, una raza de mayor calidad, llegó y ocupó su lugar». 

En cada página Galeano va descubriendo hechos que llenan de asombro y muestran cómo el hombre olvida la historia y profundiza en errores de lesa humanidad, en el año 33 de la Era Cristiana lo podemos apreciar: «Un día como hoy del año 33, día más, día menos, Jesús de Nazaret murió en la cruz. Sus jueces lo condenaron por incitación a la idolatría, blasfemias y superstición abominable».
Unos siglos después, los indios de las Américas y los herejes de Europa fueron condenados por esos mismos crímenes, exactamente los mismos, y en nombre de Jesús de Nazaret se les aplicó castigo de azote, horca o fuego. 

Encontramos en las hojas de Galeano las acciones de los déspotas que han gobernado como burdos capataces a las naciones de América. 

«En 1969, en plena dictadura militar, el comandante de la sexta región denunció por subversivos los poemas del poeta Gregorio de Matos, escritos en el año 1633. Allá en la ciudad de San Salvador de Bahía (Brasil), los sacó de la biblioteca y los arrojó a la hoguera». 

En 1984, la dictadura de Paraguay prohibió una obra que iba a estrenar el teatro Arlequín, por tratarse de, «un panfleto contra el orden, la disciplina, el soldado y la ley». 

Hacía veinticinco siglos que la obra, «Los Troyanos» había sido escrita por Eurípides. 

Me atrevo a afirmar que los libros escritos por Eduardo Galeano son un desafío a la Historia Oficial, se van descubriendo verdades refundidas y parece que olvidadas a propósito. 

Nos muestra cómo nos podemos dormir en el seno de la fama para crear verdades que poco fundamento tienen, de allí que Galeano afirma: «La Historia de la Literatura es una paradoja incesante. (pág. 137. Los Hijos de los Días). 

Platón nunca escribió su famosa frase: «Solo los muertos han visto cómo termina la guerra». 

Don Quijote de La Mancha nunca dijo: «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos». 

No fue dicha ni escrita por Voltaire su frase más conocida: «No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo». 

En ninguno de los libros ni panfletos, Lenin escribió: «El fin justifica los medios».  
Bertolt Brecht no fue el autor de su poema más celebrado. «Primero se llevaron a los comunistas / pero a mí no me importó / porque yo no era comunista». 
Jorge Luis Borges no fue el autor de su más difundido poema: «Si pudiera vivir nuevamente mi vida/trataría de cometer más errores»…. 

Eduardo Galeano, nació en Montevideo en 1940. Fue un hombre guerrero de la verdad, dispuesto a soportar exilios por enarbolar la bandera de la justicia ante el atropello de los déspotas, murió en 2015. 
Sus libros están llenos de lecciones escritas en gran parte por los aborígenes de América, lo podemos apreciar en «Las Caras y las Máscaras». 

«Junto a pastores y labriegos que Europa no ha matado de guerra, peste o hambre, viajan capitanes y mercaderes y pícaros y místicos y aventureros. Todos buscan el milagro. Al otro lado de la mar, mágica mar que lava sangre y transfigura destinos, se ofrece, abierta, la gran promesa de todos los tiempos. Allá se vengarán los mendigos. Allá se harán marqueses los pelagatos, santos los malandrines y fundadores los condenados a la horca. Se harán doncellas, de alta dote, las vendedoras de amor» (Pág. 5, bis) 
Eduardo Galeano, un esclarecedor de la historia, en especial de América, fundamentado en su espíritu de  investigador, en el que trasciende para esclarecer oscurantismos y dar a la humanidad una visión asida de la razón y por consiguiente de la ciencia. A Galeano hay que llevarlo a las aulas para exterminar mitos y falsas creencias. 
                                                     
                                                        Gutiérrez Magallanes, Presidente AEC
















Seguidores

HAY QUE LEER....LA MEJOR PÁGINA...HAY QUE LEER...

Hojas Extraviadas

El Anciano Detrás Del Cristal Por Gilberto García Mercado   Habíamos pasado por allí y, no nos habíamos dado cuenta. Era un camino con árbol...