LAS PARADOJAS DEL GRAN ENTRAMADO MUNDIAL
Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
Un país asentado sobre un piélago de petróleo—el más vasto del planeta— cuyos habitantes, paradójicamente, mueren de hambre. En Venezuela, simplemente, no hay qué comer.
Un país que, según algunos, fue escogido por Dios desde el Génesis, con una historia anclada en los grandes patriarcas del cristianismo. Hoy, sin embargo, arrasa a naciones vecinas sin reparar en la vida de ancianos ni de niños. Ese país se llama Israel.
Una nación que hizo su revolución en nombre del proletariado mundial, con la promesa de erradicar las desigualdades sociales. Hoy está gobernada por un multimillonario que se burla de la clase trabajadora. Su nombre: Vladímir Putin, presidente de Rusia.
Una gran nación. Alguna vez se consideró la tierra del Gran Sueño Americano, donde confluirían personas de todos los rincones del planeta. Un país forjado por inmigrantes, como lo fue el propio presidente, descendiente de europeos. Hoy, ese mismo mandatario busca erradicar a los inmigrantes de su territorio. Hablamos de los Estados Unidos de América: una nación multiétnica, gobernada por el volátil Donald Trump, quien en su delirio podría incluso jugar a la guerra.
Y aquella otra, en su momento exaltada por un dictador que impulsó una Revolución Cultural con la intención de abolir las clases sociales. Hoy, sin pudor, juega en el mismo tablero del capitalismo global. ¡Oh, aquella China de Mao!
Frente a todas estas paradojas que atraviesa el mundo, resuena en la memoria el tango Cambalache de Discépolo, que decía:
«Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé...».
Paradójicamente, quien dirige y somete a los actores de este gran entramado mundial es la potencia más poderosa del planeta, en manos del “loquito anaranjado” de Disneylandia.
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