POEMAS DE JOSÉ RAMÓN MERCADO
PLAZA DE LA BASTILLA
Las vicisitudes iban lentas como alto
era el cielo
Sobre las calles iba el tiempo cayendo a
gotas
Y el alma de los arroyos traía cantando
el agua
También pasaba el viento alegre en La
Bastilla
Hubo también un tiempo bueno entre nosotros
En los patios dialogaban la noche y la
luna
La Bastilla era una plazuela alegre
inverosímil
Había un peluquero hechizado por las
brujas
La tienda alegre de Ignacio Manuel
Taboada
Los naranjuelos de sombras florecidas
El ventorrillo de la niña Mayo atestado
De frascos vacíos y telarañas antiguas
La casa de María Beatriz fluía en la
esquina
-Era la fiesta de los sábados por la
noche-
Cada día abrigábamos la luz habitable
La esperanza remisa de los días
inciertos
DESOLACIÓN
DESOLACIÓN
«Mi único reino ha sido
encontrarme
En mis siete sombras. En las migajas de
pan
Que le doy a los pájaros…»
Gustavo
Tatis Guerra
Mi vida era un tiempo desolado
Sin memoria en el asombro
Una noche encontré a Dios
Leyendo estos poemas
Dios es mi mejor lector
de poesía
El único lector que no
apaga la luz
Lee en silencio
Adivina las
horas
Supera el cansancio
Otros poetas dilapidan
estos versos
MI HERMANO
NUNCA REGRESÓ DEL MONTE
MI HERMANO
NUNCA REGRESÓ DEL MONTE
«De mis padres y de mi
familia poco tengo que decir»
Edgar Allan Poe
Mi hermano entre el
silencio y el miedo
Mi hermano ante la
avidez de la angustia
Mi hermano bajo el
régimen de la impudicia
Mi hermano enredado en
la soledad del monte
Mi hermano devorado
por recuerdos deshojados
Mi hermano encadenado
en chiqueros de iras
Mi hermano demudado en
el monte inhóspito
Mi hermano cercenado
de sus sueños
Mi hermano frente al
paredón de la muerte
Mi hermano
Tuvo sueños que
remontaron la esperanza
No hubo esperanza que
remontara la ignominia
Mi hermano en la fosa
sin mortaja
Mi hermano nunca
regresó del monte inhóspito
Ovejas, 2016
I
Nací en Naranjal el 18 de octubre de 1931
Me recibió la vieja
Nicolasa González ese día
Madre de Isidro Pérez
matarife de cerdos
Y de reses
Y pródigo de hijos
mansos
Y montaraces
Tengo el caletre de
las tierras y las manos
Espinadas
Estoy encorvado como
los árboles
Viejos del camino
Ya voy lento me
parezco a la tierra dura
He vivido concertado
al oficio de la tierra
Soy un obrero agrícola
sin tierra rotulada
No tengo nada las
palabras no me salen
Como antes
II
Fueron gruesas hebras
de sudor y agonías
Hechas ulceras
sufridas en silencio bajo el sol
Desde el vientre de
mamá Rebeca en naranjal
Empezaron los trabajos
y los días difíciles
Las faenas
atronantes
Entre amaneceres y
madrugadas desérticas
III
La tierra sabe ya mi
nombre de memoria
Aunque no fui a la
escuela jamás
Sé sembrar yuca y maíz
y carahutas y habichuelas
Y fríjoles y
berenjenas y tomates y ajíes
Y tabaco negro abundante
Uno se acostumbra a la
tierra y a la vida diaria
La tierra es adversa a
veces al fruto cosechado
El esfuerzo lo apaga
el cansancio del tiempo
El tiempo mezquino
La memoria
que se deshoja
Y los recuerdos que se
vuelven áridos
Inexpugnables
IV
En casa de mi tío
Ismael trabajé de mozo
Y comí 27 días
seguidos comida de berenjenas
Y yuca rucha en tiempo
ruin y malo de la violencia
-De
aquella época-
En el pueblo de Eladio
López comí queso salado
Y arroz guindando y
espiche de suero viche
-Cincuenta días-
Ciento cincuenta
comidas de queso salado
Y guineo manzano
marroso
Cada tarde de jornal
Por los lados áridos
de la Guajira arriba
-Donde el viento aleja
más las distancias-
Por cada lado por
donde uno anduviera
Andaba la violencia
matrera
V
Tuve quimeras con
nueve mujeres amantes
Y amadas
Cuatro primerizas y
cinco iniciadas ya cerreras
Todas me sumaron sus
amores nuevos
Carmen Suárez me dejó
un hijo con ella
Etelvina Cárdenas me
paró dos hijos muertos
Después vino Aura Pérez
y otro hijo vivo
Así llegó Carmen Ramírez
y otro hijo más
-Que se perdió en los
primeros años-
Esos bravos años de
estercoleros
Silvia Tovar me
trajo muchas noches
De catre y de puchero
y un hijo muerto
En el tiempo de la violencia
De los MontesdeMaría
La última que me quedó
fue Julia Lara
Tuve nueve hijos con
ella en el sopor del monte
Cinco hombres y
cuatro mujeres
Las otras me dejaron hacinado
en el olvido
Pero yo las
recuerdo a ellas
Hasta ahí llega mi
historia de hombre agrario
Ochenta y cuatro años
soportados y endurecidos
Todavía me quedan
penas leves y sueños muertos
Y algunas alegrías al garete
No me espantan los
años que me faltan
Vivo curvado como el
viento en los rastrojos
Encorvado como el
tronco de los árboles viejos
De vez en cuando no
dejo de mirar el cielo