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miércoles, 6 de enero de 2016



JORGE ELIÉCER GAITÁN
La Dimensión Humana de un Líder

Por Roberto Sanabria Gómez*

Hace 67 años fue asesinado el dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán. Hoy todavía resuena su voz enfebrecida proclamando unos postulados sociales que mantienen su vigencia. Su pensamiento político permanece y su dimensión humana ciclópea.
Todos los domingos, hacía las 10 A.M., un señor de mediana estatura, moreno y muy aindiado; paseaba por el Parque Nacional, con una linda niña. Era el líder con su hija Gloria. A diferencia de la gran mayoría de los hombres, él había anhelado con locura una primogénita. Una bella niña que fuera el vivo retrato de su madre; de aquella maestra de escuela de Cucunuba, que había sufrido mucho para darle todo cuanto él era. Por ello Gaitán la mencionaba en algunos de sus discursos. Como el que pronunció al tomar posesión en el Ministerio de Educación, en el que dijo: «Y si algo me faltara, ahí está lo primero, la sombra de quien fue mi todo, aquella humilde maestra de escuela que me enseñó que lo imposible no es sino lo difícil mirado por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza».
Los días pasaban en el hogar Gaitán y la niña no llegaba. Pero impaciente ya Jorge Eliécer le había comprado un coche y en una oportunidad fue sorprendido por su esposa, paseando el coche vacío por el corredor de la casa; meditabundo y ansioso.
—¿Te estás volviendo loco Jorge Eliécer?
—No, solo quiero que tengamos una hija.
El jefe caminaba pausadamente con su niña. La ilustraba, la convidaba a comer crispetas. Comprábale bombas y oían La Banda del Parque Nacional.
—Tienes que ser la mejor en todo, la más culta, la mejor atleta, la mujer más moral de esta tierra. (Solía decirle).
Gloria estudiaba en un colegio de niñas de clase media, pero su madre quería que estudiara inglés. Entonces, tomaron la determinación de ponerla en un colegio de niñas aristocráticas: El Mary Month. Justamente el 8 de abril Glorita llegó cabizbaja donde su padre. Lloraba mucho, Gaitán estaba estudiando el expediente del teniente Cortés. Pero los llantos lo interrumpieron.
—¿Qué te pasa hija?
—Es que una niña Samper me dijo que ojalá te mataran.
No obstante haber insistido el líder en que su hija debía sobreponerse a los sufrimientos…ese día, se llenó la copa; cambiaron de colegio a la niña.

EL HOMBRE PÚBLICO

Esa tarde un grupo de gaitanistas se entrevistaron con él. Los ánimos estaban muy tensionados, debido a la violencia bipartidista que vivía el país. Ospina Pérez esperaba pacientemente el desarrollo de los acontecimientos. Los gaitanistas acudieron a la oficina de Jorge Eliécer—pienso hacer una marcha del silencio, una marcha de la paz, les dijo. Allí (dicen algunos), fue cuando Gaitán firmó su sentencia de muerte. Los adherentes al movimiento, debían organizar una gran marcha, cada persona tenía que portar una antorcha. Un río de gente iluminada, se veía en las calles de Bogotá. El jefe iba a pronunciar uno de sus más elocuentes discursos. Pero nadie podía aplaudir, los hombres enmudecieron, los niños ahogaron su llanto. Solamente se oía su voz, la voz del hombre que seguía cautivando multitudes con sus famosas consignas: «El pueblo es superior a sus dirigentes», «Existe un país político y un país nacional», «Yo no soy un hombre, yo soy un pueblo».
La marcha del silencio fue un rotundo éxito, ese día se enseñoreó de gloria el hombre público, pues se vio, que sin duda alguna el próximo presidente de Colombia tenía un nombre propio: Jorge Eliécer Gaitán.

EL JURISTA

Un muchacho nacido en Cucunubá, de la clase más humilde, tenía muchas ilusiones…que fueron lentamente alimentadas por su madre. Fue así, como se doctoró en Derecho en la Universidad Libre. Y se fue a Italia donde tuvo como profesor al maestro Ferri.

Brillante alumno; hizo su tesis de grado  sobre el socialismo en Colombia. Este hombre estaba predestinado a ser el político más popular de la República.
El 8 de abril de 1948, él lo calificó como un día de grandes triunfos profesionales, pues el teniente Jesús Cortés fue absuelto. Cortés había matado a un periodista llamado Galarza Ossa, pues éste había insultado al ejército, Cortés lo mató defendiendo el honor militar. Esa fue la tesis que esgrimió Gaitán. Tesis innovadora para el derecho penal de la época. La audiencia fue transmitida por la radio. Y los gaitanistas lloraron de emoción al conocer el veredicto: Cortés es absuelto.
Esa tarde fue sacado en hombros, cambió impresiones con su gente y arribó a su casa a las 4 A:M., lleno de dicha. Su esposa le esperaba con angustia, pues, había soñado con su muerte. Pero no le quiso comentar nada. A las 11 A.M., la señora de Gaitán llamó a la secretaria para dejarle una razón: «Dígale a Jorge, que tenga mucho cuidado con los Plinios».
Hacia a las 12 A.M., llegaron Jorge Padilla, Eliseo Cruz, Plinio Mendoza Neira. Todos los felicitaron efusivamente por el triunfo de ese día. Sostuvieron una charla muy animada sobre derecho penal. Plinio Mendoza los invitó a todos a almorzar. Antes de salir Gaitán comentó jocosamente: «Te advierto Plinio, que yo soy muy costoso».
Bajaron por el ascensor, cuando este se abrió, Plinio siguió adelante con el doctor Gaitán. Alcanzando la calle lo tomó del brazo. En ese momento sonaron los disparos. El caudillo se desplomó, Mendoza Neira y los otros amigos corrieron y…el asesino tuvo tiempo de  retroceder. Plinio Mendoza se reincorporó…trató de seguir al asesino pero este lo apuntó y le hizo el último disparo al doctor Gaitán. En cuestión de segundos lo metieron a un taxi, lo llevaron a la Clínica Central. Allí varios médicos lo atendieron, duró vivo unos quince minutos.
Entre tanto, los gaitanistas estaban esperando la recuperación de su gran hombre. Era como si el pueblo al unísono repitiera esas frases que Sancho decía al Quijote cuando este moría: «No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más..»

Texto tomado de la extinta revista Coralibe, Edición 52.

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