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sábado, 29 de junio de 2013

LA COLUMNA DE EL GATO

MI CASO Y EL SUYO NO ES SU CASO
EL ASESINATO DEL AGENTE DE LA DEA EN COLOMBIA
Por Orlando Periñán Lombana
         
       Orlando Periñán Lombana
Vean lo rápido y fácil que es robar y perder la vida en Cartagena de Indias. El  17 de noviembre de 2010, fui objeto del llamado «fleteo». Todo ocurrió en menos de 120 segundos. Y en ese espacio de tiempo fui atacado y despojado de $3.200,000, que en una hora y quince minutos antes, h  abía retirado de una entidad bancaria, asómbrense lo sucedido en la mera Calle Principal del barrio La Castellana; ante la vista gorda de los transeúntes, quienes imposibilitados de ayudarme, por las temerarias amenazas del revólver  38 con que el pillo los intimidaba nada hacían, no querían interponerse a la vandálica acción, acompañada de las amenazas del motorizado cómplice del  hurto. 
Ahora, ¿por qué ocurrió? Recuerdo que mi hijo mayor me llamó por el celular solicitándome con urgencia que retirara la cantidad arriba señalada, pues había una «oferta especial» de material actualizado de códigos jurídicos por la Empresa Legis y que había que aprovechar.
«Hay errores y consecuencias cuando las cosas salen mal»-me dijo un amigo,-«Debes tener cuidado». 
Y lo tuve, porque después del retiro en la entidad bancaria, duré dando vueltas y vueltas dentro del centro comercial, aproximadamente una hora y diez minutos, tratando de despistar a los bandidos, pero el despistado y atracado fui yo. 
Amigos de La Calvaria Literatura correr riesgos innecesarios por un poco más de dinero de lo normal, no es prudente. La muerte acecha en todas partes. La vida vale más que cualquier cantidad de dinero, por eso en mi interior no iba a poner resistencia, pero eso pensaba yo, pero los pillos en estos casos actúan nerviosos y por impulsos. 
«Los fleteros» pensando que yo iba a reaccionar debido al movimiento de acomodar la bolsa en la mano derecha, me dieron un cachazo en la cabeza acompañado de la frase, «hijo de puta, te vas a dejar matar malparido». Como si ellos fueran dueños de nuestra vida  terrena. ¡Qué cosa! Posteriormente fui auxiliado por los vecinos quienes trataban de pararme la abundante sangre de la herida en la cabeza, pero cuál fue la sorpresa y asombro, tarde como siempre aparecieron los policías, oigan bien, siempre llegan luego del suceso y con el sólo interés de preguntar: 
­­­-Amigo, ¿cuánto fue el dinero? ¿Todo era en efectivo? ¿De qué denominación eran los billetes? 
Advertí que las preguntas tenían que ver con el dinero robado, la parte humana y  protectora, «cero huevitos, cero pollitos». Huí, qué maravillas de autoridad tenemos.Ahora les pregunto: 
-¿Por qué tanto interés en saber lo del dinero? «Averígualo, Vargas…»Pasado casi tres años; la acción del fleteo continúa vivita y coleando en La Castellana con «la complacencia del 100% de la policía ya que no capturan a nadie», afirmaría un curioso. Qué ironía con el caso del Agente de la DEA, yo puse la demanda en la SIJÍN y a mí nunca me llamaron, lo mío quedó en archivo muerto, escrito en papel mojado. 
Así que, me abanderé del tema de la presente columna, al observar lo diligente y «eficientísima» labor investigativa de los Organismos del Estado colombiano sobre el caso del Agente de la DEA, que no sólo contento con la acción súper rápida desplegada, ahora allá ellos quieren violar nuestra Soberanía Nacional al querer enviar a su jurisdicción a los implicados en el crimen. 
No estoy de acuerdo con proteger a los bandidos, estoy defendiendo como ciudadano colombiano la potestad constitucional de juzgar a nuestros ciudadanos dentro de nuestro territorio. 
Muchos creemos que estamos viviendo en la «Edad de la Libertad», y pensamos que la Soberanía Nacional existe en Colombia. 
Tenemos que abrir bien los ojos, ver la condición actual de nuestro entorno.  
Necesitamos un despertar de conciencia para hacer valer nuestra Soberanía Nacional.­
LC

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