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jueves, 10 de marzo de 2016

Cuatro elementos de Ciudad
CARTAGENA, CAPITAL TURÍSTICA DE COLOMBIA

Por R.A Yepes-Blanquicett

A pesar de las circunstancias adversas y múltiples problemas que la aquejan, varios son los factores que hacen de Cartagena de Indias, «la Ciudad Amurallada», el destino turístico preferido por los colombianos y extranjeros que anualmente la visitan, entre los cuales destacamos:   
1. El sector turístico y hotelero, integrado por los barrios Bocagrande, Castillogrande y El Laguito, que con sus grandes avenidas, lujosos hoteles y amplias playas, se asemeja mucho a la Gran Miami en el estado de la Florida, Estados Unidos de América, sector este que se extiende hasta los corregimientos de La Boquilla y Manzanillo del Mar, en la hoy exclusiva Zona Norte, pasando por los barrios El Cabrero, Marbella y Crespo.  
2. El sector histórico-colonial conformado por los barrios San Diego, Centro y Getsemaní, dentro del cordón amurallado, el cual ofrece gran actividad diurna y nocturna con sus cafés, restaurantes, bares, discotecas y los románticos paseos en coche por sus estrechas callejuelas, las del «Tuerto» López, que lo han convertido en el sitio por excelencia para toda clase de eventos sociales y empresariales.  
3. La calidez y espontaneidad de su gente, siempre amable con los turistas, que hacen de «El Corralito de Piedra» un lugar acogedor al que todo el mundo quiere regresar para volver a disfrutar de sus encantos a la orilla del mar o, simplemente, caminando por sus calles bajo la luz de la luna y su gran manto de estrellas.  
4. Su clima la mayor parte de verano la convierten en un sitio para toda clase de diversiones y deportes náuticos. 
Por estas razones, Cartagena la Bella, se ha ganado el honroso título de «Capital Turística de Colombia».
                                                                                                                     
   R.E YEPES-BLANQUICETT                                                                                                                                                                    
 

miércoles, 9 de marzo de 2016

TODOS A APAGAR LAS LUCES A LAS SEIS DE LA TARDE

DE MAMPARA EN MAMPARA Y NO PASA NADA


Por Álvaro Morales


Hace mención el diccionario de la Real Academia de la Lengua que Mampara se refiere a un tabique movible y plegable que sirve para proteger del frío o para ocultar una cosa. 
Es sobre esta última acepción que me referiré. 
Muchas son las acciones y decisiones del gobierno utilizadas como Mamparas para ocultar la verdad de las cosas. 
Ha renunciado el Ministro de Minas y Energía, Tomás González, bajo el «supuesto», o bajo la Mampara, de la crisis energética, cuando la razón verdadera son las investigaciones que en su contra ha abierto la Procuraduría General de la Nación por las contrataciones millonarias que la firma Connecta S.A.S., hoy de su esposa, y de la cual él hizo parte antes de ser Ministro, suscribió con el gobierno Santos. 
¡Increíble que el Señor Presidente no estuviera al tanto de esto! 
Ahora aparece el alto gobierno con la Mampara de apagar las luces de las oficinas públicas a partir de las seis de la tarde, dizque para ahorrar energía. Otra Mampara para justificar la ineficiencia y la imprevisión en el Gobierno, que ha venido defendiendo Juan Manuel Santos. 
A esta forma de ocultar la verdad no escapa la gran estafa a Reficar. La Mampara ha consistido en la justificación que de ella hace el Señor Presidente cuando dice descaradamente que los responsables incurrieron en el sobrecosto, dizque por falta de planeación. ¡Cuánto irrespeto! 
Aún, en nuestro ámbito local, los slogans y supuestas magnánimas acciones de gobierno, no son más que otro estilo de Mamparas usados para disfrazar verdaderos entuertos. 
Entonces, ¿qué ganó Bolívar en el gobierno anterior, avanzará en el de Dumek Turbay cuando los diagnósticos de la calidad del agua del 2015, según la Defensoría del Pueblo «rankean» a Norosí y Hatillo de Loba, como dos, de los siete municipios colombianos declarados inviables sanitariamente?  San Jacinto, Tiquisio y Rio Viejo han sido declarados en alto riesgo. 
Es obvio deducir entonces que lo de Ganador, así como los millonarios pagos que en publicidad han salido de la Secretaría de Agua Potable de Bolívar, no son más que una Mampara para ocultar el verdadero estado sanitario del agua que consumen los bolivarenses. 
         
     Álvaro Morales
Para cerrar, otra forma de Mamparas son las intervenciones administrativas que hace la Superintendencia del Subsidio Familiar, como la que actualmente existe en Comfamiliar – Bolívar. 
Esta otrora ejemplar Caja de Compensación se halla envuelta en la corrupción y saqueo al servicio de politiqueros empoderados para hacer y deshacer, y si el ciudadano no despierta pueden llevarla a la quiebra. 
Y como siempre: más tarde  el remedio puede ser peor que la enfermedad.

martes, 8 de marzo de 2016

          EL 8 DE MARZO Y LA REIVINDICACIÓN              
 MUJER
            Por Paula Adriana Espíndola Villegas* 

                                                                             
                                                                     
Bendito ser que Dios puso en la tierra
con la fragilidad de una flor
y la fortaleza de un árbol,
cuyas fértiles semillas, ​
se arraigan a la fuerza del amor
y en su esencia llevan la ternura,
el vigor y el milagro de la vida.

Mujer emprendedora, tenaz y decidida,
que con sutil firmeza afrontas cada reto,
disuelves las sombras, resuelves conflictos
y en tu mirada portas la luz que pacifica.

Compañera inseparable, confidente, soñadora,
a tus hijos levantas
y construyes en ellos su valía moral
Al trabajo acudes brillante y meritoria,
justa y honesta, no paras de luchar.

Como esposa, cuán hermosa!
compartiendo las horas grises
y las horas de felicidad.

Con tu apoyo renuevas corazones fallidos
y con tu sonrisa colmas el alma
de sublime saciedad!

Tienes en tu naturaleza la gloria de los ángeles
y de la Virgen la dulce mirada que ilumina el caminar
En tu corazón retoñan sin falta las esperanzas
y los sueños que siempre nos han de abrazar

Qué Dios bendiga tu existencia,
tu feminidad, tu aire dulce
y tu fino actuar

Que triunfes siempre y que coseches
de tu tierra el fruto que embellece al mundo
Sin ti la vida no sería igual!
                                                                                                              
        Paula A Espíndola V                                                                                                                                                        

jueves, 3 de marzo de 2016

OVEJAS, NO ERA MÁS DE LO QUE ES AHORA
PACHO LLIRENE Y LOS CAMINOS DEL TIEMPO

Por José Ramón Mercado
            
             I            
Ovejas, no era más de lo que es ahora. Algunos hechos han sucedido, sin embargo, que nos sacuden la piel y nos mudan la razón, hacia zonas de lo imposible y lo inexplicable.
Nadie podría creerlo si nuestra memoria no lo hubiese fijado como un hecho lógico y natural. Al pueblo se encontraba por las cuatro puntas de pañuelo que tenía en ese entonces: por la sabana del pavo, cuando se venía del Carmen. Por los cortes, cuando se llegaba de Sincelejo. De Chalán, de Colosó o Naranjal, por los lados de Callenueva. El flanco del oriente estaba expedito a los caminos que venían de La Peña. Flor del Monte. Canutal. Canutalito. Oso y Loma del Banco. Hoy está perforado de vías, como nudo que es de los caminantes que van y vienen del mar y de los caminos de la tierra. No hay un camino que no conduzca a Ovejas, gracias a Dios. 
En ovejas, antes, las cosas caminaban despacio. Por ejemplo, la luz eléctrica era de don Héctor, los postes eran de madera, traídos del Canadá. Las calles de barro y arena. Los naranjuelos, adornaban la playa. Los sitios más frescos de los callejones y los patios amplios a donde llegaban los más sinnúmeros pájaros, de plumas y cantos más variados de la tierra. 
Había casa consistorial, con su aljibe, su cárcel y su árbol de grosellas a donde venían los niños y los pájaros a comer. 
        
         PANORÁMICA DE OVEJAS, SUCRE
Había pozos de brocal a donde se iba a escanciar la sed y desde donde llegaba el agua hasta las tinajeras de las mismas casas, como un acueducto móvil que tenía su encanto, igual que el tropel de las bandadas de baldes que caían en el fondo, y que se cobraban con hicos y cantos de cabuyas que se templaban en el día y la noche, lo mismo que un loco concierto de astucias, estrategias y esperanzas en la concavidad complacida de los arroyos, coronados de caracolíes corpulentos, arizales florecidos, hobos aromosos, cerezos encendidos, uvitos plateados a pleno medio día, y mamoncillos, guanaconos, camajones, guácimos y ceibos lechozos que hacían el camino sombreado y menos sediento el verano. 
La iglesia de Francisco, siempre ha ocupado ese sitio discreto de la plaza. Aunque, a decir verdad, hoy, hacen falta aquellas gentes buenas que venían los domingos a misa de ocho con lentos bastones, sombreros de la región, ropa limpia, fragante a naftalina y abanicos de cola de pavo real. Cuántas cosas habría en esa época que ya no las recuerdo. 
El almacén de Don Tavo, donde había desde un botón, polvo iris para teñir la ropa, clavos martillos, grapas, maíz, panela, azúcar, vino jéréz, agua mineral de Walter Carrol, estampitas del niño Jesús de Praga, bolitas de cristal, arropillas. Bacalao Guivar. Wampole. Cabirol. Ok Gómez Plata. Píldoras de vida del Dr. Ross, esterillas, cabuyas, tabaco, bagre, leche, suero, queso, cubierto de mesa, tela de mantel, encajes, letin, telas de flores, gloria, otomana coltejer, ropa extranjera, papel crespón y de estrasa y de barriletes y todo lo que nosotros pudiéramos imaginar en esa época. 
Cuántas cosas habría en esa época que ya no las recuerdo: la tienda de la niña Elodia. El ventorro de la niña Cata. Las colitas heladas, de las Mendocitas, los helados de Thermos de las Pizarrito. Las bolitas de leche de la niña Ramonita Teherán. El almacén Variedades, de la niña Elvira. Los kioscos de madera con techos de zinc, bellamente pintados con trompos y gallos de lata en la cúspide. El padre García, de humilde condición franciscana. La escuela de la niña Pacha. Las borracheras de Alejo Rivero, que decía que, «el presente es nada y el porvenir es poco». Todo me llega como un claro manantial, como un surtidor de aguas que avivan el recuerdo. El cororo, despernancando su voz en las madrugadas, advirtiendo que, «en el cementerio las calaveras son ñatas: soy cororo toda la vida y tengo más plata  que un banco».
II
Por supuesto, Pablo Llirene, era un hombre bueno. Tenía la estatura de un hombre normal. Abultado de pecho. Cabeza redonda de pelo enredado. Brazos de macho. Manos de tamborilero, «todo poderosas para la algarabía». Cara grande de pómulos anchos. Era arisco como el viento que va saltando entre las miasmas de los arroyos y el copete de los cerros. Los ojos, como la cera de las gaitas nocherniegas, vivaces y centrifugados. 
Se diría que tenía los ojos como una pigua. Ojos de gavilán jabao. De bujío nocturno, bebiéndose una montaña líquida de ron blanco. Tenía un andar monero y zaramullo. Sereno y asentado. Los brazos largos y robustos le habrían dado una mejor disposición anatómica para golpear el centro y el canto del tambor, en el galope del ritmo, en la mitad de los silencios melodiosos. En la loca carrera de los golpes sobre el cuero. Cuando acuñaba roncos sonidos, como los bramidos de los monos en los árboles, con ritmos líricos, entrelazados como pujidos de hembra pariendo macho. Clavaba entonces, los ojos en el suelo. Acomodaba la cabeza, a medio lado. 
Y como si fuera estableciendo una exacta correlación de compases, acompañaba el torso, con el cuerpo del tambor. Los brazos con la turbulencia de las aguas que se despeñan. Los codos, con la altura del tambor y del ritmo. Las manos callosas, de dedos redondos de guineo manzano «todopoderosas para la algarabía» repujaban el brillo de grupa reluciente, de la noche infernal «metida en ron costeño». Como dijera Jorge Artel. Incluso, el sudor grueso y perlado de su cuerpo ardiendo, buscaba la comba del mismo trago que destilaba la noche. 
Ya hubiera querido Papá Montero, haberlo conocido. Juntos, hubieran asesinado todas las madrugadas en el solar insolente de la plaza. En los recovecos de los callejones sin luz. En los largos carnavales de Ovejas, que dejaron sin vida a Ubaldo Racine, en mitad de una selva lujuriosa de infinitos deseos, mientras era Nicanor González, el que mandaba a traer el ron ñeque, en cántaras de vidrio que venían de los lados de Chengue. 
Roncoco, ñeque puro, que vendía picapica, envasado en calabazos que metía debajo de la tierra, según el decir atávico de las gentes. 
Todos lo conocimos. Tomando ron con nosotros. Nadie sabía su edad, ahora creo que no era necesario. Tal vez venía rodando con el siglo. Tal vez. Un poco más acá tal vez. 
Pero venía por ahí el condenado Pacho Llire. Porque traía el fuego de los veranos ardientes de la época del ruido. El amor y el embrujo que se había venido metiendo en estas tierras desde los tiempos del cólera, en que había la necesidad de que todo hombre tuviera media docena de mujeres, como un santo mandato de Dios y de la época, para poder botar el caletre de fuego que madrugaba en la ingle de aquella buena época del tiempo viejo. 
Si María Varilla lo hubiera conocido.
¡Ay! ¡María Varilla! ¡Ah! ¡María Varilla!
Qué gusto te hubieras dado
Desde el talón hasta las rodillas
Desde las caderas aceitadas y epilépticas
Hasta las trenzas, María Varilla. 
Porque Pacho, se venía grueso como un trueno. Después, bajaba, bajito. «Bajito, pero bien bajito» como en una conversación callada con las gaitas. Cóncavas las manos. Planas las palmas endurecidas. Frágiles. Temblorosos los dedos gruesos de las manos ágiles. Golpeaba el cuero y con las mandíbulas mascaba el ritmo galopante. Currucuteaba bajito y esperaba que el llamador asesante y las gaitas lánguidas resucitaran la noche. 
Entonces Pacho, venía y cruzaba el ritmo, igual que si tuviera tejiendo una garabatera con bejuco de cadena o malibú. Restregaba el cuero y levantaba el fondillo al tambor, como el miembro crecido y prehistórico de entre las piernas, buscando que el tambor acunara el eco y la tierra retumbara con el eco de su tambor. Así mismo lo recuerdo. Pujando como una hembra su tambor macho y alegre. Pujando como un tigre en la montaña. De adentro. De su entraña. De los hijares, de los jamelgos, de los sobacos, de los brazos, de las manos, de los dedos, de bien adentro, de la sangre, venía bajando su ritmo hasta la boca de su tambor. 
Que ahora no me digan, que por las noches y en el corazón de los velorios, le quitaba el cuero al tambor y le ponía un trapo rojo y que el tambor se oía más lejos. Que no me digan eso de Pacho Llire. Que eso sería volverlo de mentira. Pues yo mismo doy fe. Y muchos, que están aquí conmigo, también lo conocieron, y vieron su tambor encendido en las noches de cumbiamba, como un vendaval de fuego, como lenguas de candela, lava de volcán erupcionando, quemando el corpiño de las mujeres. 
Aglutinando una babazón en la garganta de los hombres, las ingles inflamadas. Los pezones calientes. La luna concupiscente. La noche, el ron, la rueda del fandango, la plaza en penumbra, la esperma chorreando. Pacho y su tambor y el ritmo, como un potro galopando por los infiernos. Por el mismo cielo de la cumbia. Por los callejones torcidos de Ovejas. Clavando el son de la vida hasta en las espuelas que calzaba a los gallos los domingos. 
Pacho domando los potros salvajes, tascándoles el freno. Pacho tocando el tambor por los lados de almagra. Peluquero en los alares de La cuadra. Pacho tumbando la palma de los caserones viejos, por una moneda de cobre y un trago de ron blanco. Pacho en madrugada con un golpe de perros  ladrándole en los talones. 
       
      José Ramon Mercado, Poeta
Pacho resucitado y redivivo en las embelequerías emocionadas de Toño Cabrera. En la garganta de turpia y de lavandera de pozo de Nacho Paredes. Pacho recordado de todos. 
En el día en que las gaitas de la región van a empezar un largo concierto de cera dulce y de cuero repujado. En este mismo instante del día y de la noche, ya habrá descolgado su tambor, como un sábado por la tarde, en que lanzaba su ritmo al viento, por las cuatro puntas del pueblo. 
Ovejas, Octubre 3 de 1985 
EL MODELO DE TRANSPORTE EN EL QUE NOS EMBARCÓ EL GOBIERNO NACIONAL
¿Y SI TRANSCARIBE FALLA?
Por Álvaro Morales


Los últimos acontecimientos relacionados con las averías sufridas por los buses de Transcaribe, unidos a los rumores sobre la forma cómo fueron adquiridos, no dejan de convertirse en preocupación para los cartageneros. 
Si la «apariencia» de los articulados refleja buen estado, los daños mecánicos ocurridos en escasos tres meses de funcionamiento, reflejan lo contrario. 
La suspicacia de los ciudadanos, así como los traumas y desaciertos en el Proyecto, contribuye a que se crea que los buses sean usados,  o «de segunda», o que por haber sido rechazados en otras ciudades han permanecido largo tiempo sin funcionar, incorporándose luego a Transcaribe. 
Si los desperfectos mecánicos preocupan a usuarios y ciudadanos, los hechos ocurridos en el sector de Bazurto, no sólo produjeron pánico entre los pasajeros sino en los residentes de la zona. Los fuertes olores a material quemado llevaron a pensar que el articulado se estaba prendiendo y que por ende explotaría. 
Preocupa que Cartagena siendo una ciudad caracterizada por dejar al garete sus obras opte por similar conducta frente  a TRANSCARIBE, poniendo en entre dicho la movilidad de los cartageneros. 
No es desconocido el abandono al que han sido sometidas muchas obras, entre las que podemos nombrar, la canalización y saneamiento de caños y lagunas, la inconclusa vía perimetral, el traslado del Mercado de Bazurto, el puente Romero Aguirre, el que une a Crespo con Canapote; las escenarios deportivos de los Juegos Centroamericanos, etc. 
Hay que andarse con cuidado sobre todo cuando se observa el caos del Transmilenio en Bogotá, es decir, la insuficiencia de un sistema que le quedó pequeño a la demanda de los bogotanos, originando estas deficiencias protestas y bloqueos . 
         
       Álvaro Morales
Si en algunas ciudades, el Sistema de Transporte Masivo ha entrado en crisis financiera y operativa, ¿por qué no pensar en el riesgo que correría la movilidad de los cartageneros si nuestro Transcaribe no responde a las expectativas esperadas? 
Por todo lo anterior invocamos a la sensatez a transportadores, autoridades distritales, directivos de Transcaribe, entes de control, veedurías, y a la ciudadanía en general para formar un frente común que no permita el fracaso en el modelo de transporte en el que nos ha embarcado el gobierno nacional.

viernes, 26 de febrero de 2016

PUGILATO EDILICIO
Y se echaron por la borda los reglamentos del Concejo
                                                                                                     
                                                                                            ¿Qué armonía tiene Cristo con belial?   
                                                                                                                                          2 Corintios 6:15
Por Álvaro Morales

Recientes noticias sobre el «Honorable Concejo Distrital de Cartagena» dan cuenta que en la sesión que redefinió la escogencia de la nueva Contralora no sólo hubo enfrentamientos verbales sino físicos entre el presidente de esta Corporación, Javier Curi Osorio, y el Concejal de la bancada del Partido de la Unidad Nacional (Partido de la U), César Pión González. 
«Echaron por la borda los reglamentos del Concejo», y se olvidaron los ediles que, además de ser «Honorables», sus reuniones se celebran en un recinto «Templo de la Democracia». 
Estoy casi convencido, y es probable, que la desafortunada «confrontación» entre estos coadministradores del gobierno distrital no fue más que la explosión de motivos muy diferentes a las propuestas en procura de beneficiar a los cartageneros. 
Algunos creen que se deba a desequilibrios en la repartición burocrática o al arrebatamiento en áreas o negocios comunes a ambos concejales. 
Con la actuación de los «Honorables» concejales en el Sagrado Recinto, tanto su presidente Curi Osorio, como su contrincante Pión González, no sólo se violaron los reglamentos sino que dejaron «mal paradas» las invocaciones religiosas que se hacen al inicio de cada sesión. 
Por un lado corresponde al Personero Distrital, a la Procuraduría y a las Oficinas de Control Disciplinario asumir de oficio los conocidos actos violatorios del propio Reglamento del Concejo de Cartagena en los que están incursos estos dos miembros de dicha Corporación, el cual define claramente en el ordinal 1 del artículo 141 que son faltas y violación a las normas de buena conducta por parte de los Concejales dentro del Recinto «El cometer actos de irrespeto verbal o físico contra miembros de la Corporación…» 
         
      Álvaro Morales
Por otro, y porque las invocaciones religiosas no han dado su fruto, corresponde a la concejal Duvinia Torres, autoproclamada líder espiritual de la Corporación, proponer convocatorias para ayunos, retiros, liberaciones, o «Noches de Milagros», y ver si es posible expulsar a belial del Edificio aleras. 
¡Qué contentos estarían los cartageneros si en vez de «agarrarse» a puños por la intolerancia, motivos personales y politiqueros, los Concejales se dedicaran a elaborar propuestas y debates que conduzcan a la solución de los problemas de la Urbe!

lunes, 22 de febrero de 2016

Leer a Gilberto García Mercado
LAS ABUELAS NO SIEMPRE SON BUENAS*

Jamás imaginé que esto terminara así. Todavía lo recuerdo. Claritico. Mi madre se ha levantado. Y ha abierto las ventanas de la casa. Menos la de mi cuarto. De alguna manera la luz se la ha arreglado para penetrar en él. Es un día veraniego, pero eso poco importa. Porque desde que trajeron a la abuela, es el caos. Nosotros éramos felices. Sin ella, claro. Éramos una familia modelo. Pero apenas llegamos aquí­—a esta ciudad del mal— la familia sucumbió. Pero a pesar de todo, conservábamos la calma. 
En mi cuarto siempre anidaba el buen clima. No es que fuéramos ricos. Ni que viviéramos en la mayor opulencia. Pero uno es pobre, y como tal no debe vivir arrastrado. Hay que vivir en la pobreza, pero con dignidad. Fue así que antes de que trajeran a la abuela, toda la casa tenía acondicionadores de aire. Y no teníamos apuros económicos. 
Antes de mi abuela, dormíamos hasta las ocho. Y los sábados y domingos íbamos a misa. Después, un poco más tarde, la familia se descomponía. Y cada quien tomaba un rumbo distinto. 
Mi padre, quien gozaba de una pensión de la Empresa de Puertos, se iba a pescar con Teófilo Beltrán, amigos desde la infancia. Eran «dos gallos jugaos» como les llamaban sus amigos porque no revelaban sus secretos, para afrontar, sin dificultad, cualquier vicisitud de la vida. El deporte favorito, era subir de madrugada—todos los domingos—el Cerro de la Popa. Ambos hacían sus predicciones, para Año Nuevo. Y para finales de año las dos familias—la de mi padre y la de Teófilo Beltrán—apostaban sobre quién coronaría el alto del Cerro de la Popa. 
Mi madre, siempre dedicada al hogar, aprovechaba, los domingos, para visitar a sus amigas. Y siempre hablaban de telenovelas. De moda. De cuál o tal actor, era el más, o la más guapa. 
Yo me la daba de intelectual. Y ya me habían puesto un alias. Me decían «El Sabio», porque todos los temas—someramente pensaba yo—los dominaba: política, literatura, deportes, etc. 
Mis dos hermanos, Patricio y Jonás se iban a jugar fútbol, mientras Dayana tomaba sus clases de guitarra, en la Academia de la Calle San Juan de Dios, en el centro de la ciudad. Dayana era una muchacha tierna. Y nosotros la queríamos, porque era la única hermana. Aunque a veces nos revelábamos contra ella, porque decía que los futbolistas de nuestra familia jamás alcanzarían la gloria. Que era la de jugar en el Real Cartagena. De mí, encerrado casi siempre en mi cuarto, decía que era un iluso. Y que me pondría viejo buscando ganarme un concurso de cuentos. Que fuéramos realistas. Y que pensaran como ella. Y no viviéramos de grandezas. 
Dayana tenía ambiciones, pero sabía medir sus posibilidades. Quería ser cantante de baladas y componerlas ella misma. 
Todavía recuerdo. Claritico. 
A pesar de que mi madre no ha abierto la ventana, un rayo de luz— que entró no sé por dónde— acabó por espantarme el sueño. Entonces—de repente— nos hemos encontrado, todos, en la sala espaciosa de la casa. 
No han dormido en un siglo. Uno se acuesta y duerme feliz, si no hay ruidos. Cuando la abuela no estaba, nos levantábamos a las ocho. Y nos poníamos—después de desayunar— a estudiar, porque íbamos a la Universidad por las tardes. Eso era al principio. Porque ahora hemos sucumbido ante la abuela. Y ella es un Fidel Castro. Y nosotros el país de Cuba, a quien ella gobierna. 
Vino muerta de vejez: ochenta y siete años. Pero nos engañó a todos. 
Se ha sentado en esa poltrona—al principio— y no hubo poder alguno que la haya hecho parar de allí. Claro, nosotros no sabíamos. Ahora, hay que llevarla al baño, rodando la poltrona. Bañarla en la poltrona. Y sacarla en la poltrona. 
Pero de noche todo cambia. La casa ha sido invadida por fantasmas. De pronto sentíamos que alguien corre por los corredores. Violentan y abren con gran estropicio las puertas y ventanas. Y nosotros—presurosos—prendemos las luces, pero la casa está más sola que nunca. Corremos, afanados, hacia el cuarto de la abuela. Y ella duerme, apacible, como un angelito. Así han aprendido a vivir. Sin pegar los ojos. 
Dos meses, antes del desenlace, no pensé que esto terminara así. Durante los dos meses, la abuela mostró, una vitalidad asombrosa. Se levantó de la poltrona que la aprisionaba, y caminó ella sola al baño. Arrojó a un rincón de su cuarto el bastón obsoleto con el cual caminaba antes de llegar a la casa. Y recorrió los aposentos golpeando las puertas y ventanas. 
No dejaba dormir a nadie. 
—«Hay que llevarla al médico»—dijo mi madre—«Terminaremos locos, si no lo hacemos». 
Entonces la abuela sonreía. Y se perdía de la casa. Cuando ya la habíamos olvidado, resurgía con su estropicio de puertas y ventanas. Y riéndose a carcajadas y muchas veces tarareando canciones, de un tra, la, la desconocido. En la sala, todos nos hemos mirado a la cara. ¿Quién tiene la culpa de que tengan el rostro descompuesto y pálido—profundas ojeras por las noches de insomnio— y de que no seamos la familia de hacía poco? Ahí están mis padres. Y nosotros, menos Dayana, quien no quiso correr la misma suerte y se marchó adonde una amiga, hasta que pasara la borrasca. Y la abuela, sonriendo —feliz—porque era el preludio de que de toda esta familia, sólo quedaran vivos, Dayana y yo. 
Todavía recuerdo la escena. Todos mirándonos a la cara. Sin musitar una palabra. De pronto—con dolor en el alma—la abuela suelta la carcajada. Y, demente, ordena: «Suban todos a sus aposentos, carajo». Y suben todos, menos yo. La abuela agarra el bastón obsoleto de cualquier rincón de la casa, y me persigue por toda la vivienda, buscando golpearme con él. No sé por qué conmigo no funcionó su temperamento. 
Aquella noche no dormí en casa. Tengo que decir que a mí nunca me molestaron los estropicios de las puertas y ventanas. Tenía el sueño pesado. Y dormía como un lirón. 
Hoy, hace un mes que encontraron a la abuela, a mis padres y hermanos, pendiendo, del techo de cada cuarto—ahorcados— hoy, no logro comprender, quién era aquella anciana. Pues que yo sepa nunca escuché decir a mis padres si ellos tenían la madre viva o no. La que destrozó la vida de Dayana y la mía, por la que hoy—pasado cinco años— odiamos la palabra abuela. 
Y cuando una viejecita se nos acerca en alguna avenida de Cartagena y nos dice: «Joven, ¿me cruza la calle?». Entonces Dayana mira fijamente a la anciana. Y le dice: «Es que somos ciegos, abuela». La anciana extrañada los ve cruzar la acera. Y hace un comentario. Pero ya nosotros vamos lejos.
*Del Libro de Cuentos «La Otra Cara De Eva»
  

sábado, 20 de febrero de 2016


EN DEFENSA DE VICKY DÁVILA
«QUIEN ESTÉ LIBRE DE PECADO QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA»

 Por Paula Adriana Espindola Villegas

Señora Astrid González Nariño: Con todo el respeto, permítame comentar su «exhortación» a Vicky Dávila.  
Primero que todo, no todos los Periodistas ni todos los Colombianos compartimos su opinión respecto a lo que ... mi colega y gran periodista Vicky. 
Por lo tanto, Usted debería hablar en singular, a título propio y no a título de los demás ni en términos generales. 
El mayor compromiso ético de todo Comunicador, es -Decir la Verdad- y, la Verdad es un ente auténtico e inmodificable que no se debe maquillar ni editar porque la verdad es única. 
El hecho evidenciado no apunta a ningún cuestionamiento sobre la homosexualidad ni sobre la bisexualidad de ninguna persona. Esos son asuntos de cada quien, de acuerdo a su genética y/o a su crianza. 
El video que ella presentó, simple y llanamente, muestra el grado de corrupción al que han llegado nuestros Gobernantes, abusando de su alto rango institucional para presionar psicológicamente a otros, quienes no necesariamente, estén dispuestos a satisfacer los deseos sexuales de los «grandes» Representantes de las Instituciones de nuestra Patria, cuyo principal lema y Deber a seguir, es el HONOR. 
Usted cuestiona a Vicky Dávila, como si tuviera más autoridad moral que el resto del planeta, con un tono satírico que pretende minimizar los valores humanos y profesionales de una mujer que, si se ganó el Premio Nacional de Periodismo, no se lo ganó en una rifa, ni por «buena suerte», sino precisamente por sus valores éticos, morales y humanos, en todo el sentido de la palabra, por 17 años de lucha diaria, por su gran idoneidad, por su carisma, su lealtad a la Verdad y al Respeto que merecemos los ciudadanos, de informarnos de los hechos que ocurren en nuestro entorno. 
Los funcionarios públicos están en la obligación de moderar sus instintos y de no compartir con otros funcionarios, también institucionales, sus apetencias personales. 
En éste país, se le pide la renuncia a quienes son realmente Dignos y Honorables, y se les señala e insulta públicamente por haber dado a conocer una VERDAD, mientras que se le sigue llamando «Doctor», «Coronel» y «Honorable Senador» a quienes, sinceramente, sólo producen VERGÜENZA. 
Yo creo que quien debe recibir clases adicionales de Ética, Respeto y Lealtad a la Verdad es Usted, no Vicky Dávila. 
Como dice Jesucristo: «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra» y Usted, antes de apedrear públicamente a una persona íntegra, mejor revise su propio ojo porque no parece tener en su punto de vista una pluma sino una viga. 
Y, así mismo como Usted finaliza su «carta», agrego: «Sólo espero que haya entendido, ¿Será?...» 

viernes, 19 de febrero de 2016

DEL PAÍS DE LOS ESCÁNDALOS
NO FUE MÁS QUE VENDER 
EL SOFÁ POR CAUSA DE LA INFIDELIDAD

Por Álvaro Morales

Se ha vuelto costumbre preguntarse en los tertuliaderos, ¿cuál será el escándalo de la próxima semana?  
Parece ser interminable la seguidilla de escándalos que se destapan en el gobierno y que por ser de gran impacto, suelen con frecuencia distraernos de los propios, los de índole local.  
Incontables esos acontecimientos que gracias a los medios de comunicación ven la luz y hasta los que de manera sincrética describen algunas «pervertidas» relaciones sentimentales. 
Habiéndonos asombrado de las displicencias contra sus miembros por parte de la «pastora» Piraquive, pensábamos que habíamos llegado al límite del colmo, pero no; con la absurda venta de Isagen nos vinieron los líos amorosos que tumbaron al Defensor del Pueblo; y casi que hilvanados supimos del sobrecosto en la construcción de Reficar, de la cual medios de comunicación y congresistas ya venían descapotando las irregularidades en esta Planta de refinación. 
Los hechos relacionados con las muertes de los niños Wayúu por desnutrición, enfermedades, y falta de agua potable; por los cuales se responsabiliza al Estado y al contubernio entre las entidades estatales, políticos regionales y dirigentes del orden nacional no parecieron rebosar la copa. 
En el menú de los escándalos aparecen en la palestra los bochornosos hechos de corrupción denunciados contra la Policía Nacional, en especial contra su director, el general Rodolfo Palomino; que no solo lo vinculan con presunto enriquecimiento ilícito sino como importante miembro o eslabón de la «Comunidad del Anillo», red de prostitución masculina que venía operando dentro de la Policía Nacional en contubernio y participación con algunos políticos. 
           
       Álvaro Morales
Sobre este desvergonzado acontecimiento estamos a la espera de que se cumplan los 90 días que el presidente Santos le puso a la «Comisión de alto nivel» como plazo para que brinde un informe de lo que realmente pasó en esa Institución. 
No creemos en tal Comisión, tampoco que la decisión presidencial sea acabar con la Policía Nacional, como en pasadas ocasiones por motivos delictuosos acabaron con Conastil, el Fondo DRI, ETESA, Colpuertos, y últimamente con Caprecom, etc. 
No fue más que vender el sofá por causa de la infidelidad. 


lunes, 15 de febrero de 2016

CAMILO TORRES 
ENTRE HÁBITOS, SANTIDAD Y GUERRILLA

Por R. E. Yepes-Blanquicett

Este lunes 15 de febrero se cumplen 50 años de la muerte en combate del sacerdote Jorge Camilo Torres Restrepo, más conocido como «Camilo, el cura guerrillero», quien fue abatido en 1966 durante un enfrentamiento entre el ELN y tropas de la Quinta Brigada de Bucaramanga, en zona rural de Patio Cemento, Santander. 
Camilo, que se interesó desde muy joven por los problemas sociales, políticos y económicos del país, luego de terminar su bachillerato y, tras un breve paso por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá motivado por dos frailes dominicos franceses que despertaron su vocación religiosa, siendo ordenado sacerdote siete años después, en 1954.  
Al año siguiente, en 1955, se matriculó en la Facultad de Sociología de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, para especializarse en Sociología, obteniendo el título de Doctor en Sociología, cuatro años después. 
A su regreso al país, en 1959, se vinculó a la Universidad Nacional de Colombia como profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas y capellán de la Institución. Al año siguiente, fundó, junto con Orlando Fals Borda y otros catedráticos, la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, la primera de Colombia y de América Latina, de la que fue su profesor hasta que se retiró por orden del cardenal Concha Córdoba.  
R.E Yepes-Blanquicett
Su participación en numerosos movimientos sociales y políticos, su simpatía por la «Teología de la Liberación», de la que fue un gran impulsor, y su afinidad con la izquierda revolucionaria, le granjeó la antipatía del alto clero bogotano y de la alta clase capitalina de la que provenía por linaje familiar, abandonando definitivamente los hábitos en 1965 para vincularse a la guerrilla. Un costoso error político que acabó con su vida a muy temprana edad,  convirtiéndose, desde entonces, en el «mártir» oficial del ELN y en toda una leyenda, como le sucedió al «Che» Guevara al salir de Cuba para promover la revolución en el resto de América Latina, encontrando la muerte en las selvas bolivianas a manos de mercenarios norteamericanos infiltrados en las tropas del ejército de ese país. 



viernes, 12 de febrero de 2016

«Pito Y Plata»
El Lenguaje Cifrado de Los Agentes de Tránsito

Por Álvaro Morales

Es probable que usted crea que he errado al titular esta nota como «Pito y Plata» en vez de «Pico y Placa», el modelo de restricción vehícular. 
Pero no, no he errado, lo he escrito bien, y lo he hecho de tal manera porque pareciera que fuera este, el modelo «Pito y Plata», el sistema operativo que a principios de año se ha apoderado de manera descarada de los guardas de tránsito en Cartagena. 
Hace alusión este título a la «desviada manera» como no pocos agentes del tránsito en Cartagena, violando procedimientos educativos y preventivos contemplados en la ley 1310 de 2009, abordan de manera grosera y casi delincuencial, al conductor que de manera a veces involuntaria incurre en una infracción de tránsito, aunque sea de poca monta, significación o trascendencia. 
Se ha puesto de moda en los agentes de tránsito, esconderse o camuflarse entre árboles o edificaciones en las áreas próximas donde es probable que se puedan cometer faltas; dejando de ejercer con este comportamiento la misión de prevenir y educar. 
Después del ensordecedor sonido del pito lanzado contra el «atortolado» infractor, ordenándole que estacione el vehículo en la orilla de la carretera, lo primero que hace el agente de tránsito es no hacerle conocer al conductor la incursión en la falta, y por consiguiente la correspondiente multa, sino proponerle bajo «un lenguaje sofisticado», que el monto de la sanción equivale a un salario mínimo legal vigente, y que puede arreglarlo de «cincuenta mil maneras». Entendiéndose en este lenguaje cifrado que las «cincuenta mil maneras» de obviar la falta estarán condicionadas a que salga del bolsillo del conductor, la cifra que de manera disimulada ha pedido el agente en medio de la diligencia. 
Se dice que la razón de los «trancones» que se originan en Bazurto, se dan por los efectos «aliviantes» producidos en algunos agentes de tránsito, el «árnica» como ellos lo llaman, que les llega de las manos de los famosos «Sparrings». 
Alvaro Morales
En el imaginario de la gente se cree que tales situaciones se deban, y que se han exacerbado, por el no pago de los salarios a muchos de estos agentes de tránsito contratados a través de órdenes de prestación de servicios; o porque aún no han podido suscribir contrato con la actual administración. 
Porque nada justifica el comportamiento de los agentes de tránsito, hacemos un llamado al Alcalde Distrital, Manuel Vicente Duque, y a su Director de Tránsito y Transporte, para que solucionen estas irregularidades que desdibujan las buenas intenciones de un gobierno que apenas comienza.

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