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sábado, 13 de diciembre de 2014

EN EL CIELO DE SANTA BÁRBARA DE COVEÑAS

 Los pelícanos y el Bautismo de Pacho

Rodrigo José Hernández Vuelbas

El cielo de Santa Bárbara de Coveñas, había amanecido con trazos  solferinos  nacarados, las nubes traían a la costa una gélida brisa, lo cual hacía que los pelícanos erraran en su zambullida, saliendo sin un pescado en el pico. 
Los pelicanos son embusteros, si presienten que alguien los está observando, fingen que no los ven y, al salir sin la presa la mueca como si estuvieran tragándose un suculento bocado de sardina, burel o cojinuda. 
Aquel día de pelicanos era especial pues se iba a realizar un bautismo múltiple. El acto lo celebraría el pastor Ulises Hernández, se bautizaría Pacho Paternina, ciudadano dicharachero, gustador de la parranda, amante del licor y de la vida muelle, trabajador operario de maquinarias pesadas de Tolcemento, empresa que lo había pensionado con un salario digno. 
Por aquellos días, había sido convencido por el pastor y su séquito, que esa vida licenciosa, no le proporcionaba nada bueno y que, si seguía así, iba a terminar mal y peor: que llegaría a la olla del infierno. 
Debido a que algunos compañeros de zafarrancho se habían abandonado en la fe católica y convertido al protestantismo, él optó por acompañarlos a las pláticas religiosas. 
Luego de cierto tiempo… ¡el hombre por fin cayó! 
Ya convencido, un viernes 23 de marzo, día de Santo Toribio de Mogrovejo, debía presentar los votos de la nueva religión a profesar. 
Fue todo un acontecimiento. Pacho con sus amigos: Toño Banqué, El Kike Atencia y Juancho Villalobos, se presentaron temprano, bañados y perfumados y estrenando cada cual su muda de ropa: camisa blanca mangas largas, pantalones de caqui y abarcas de charol. 
El solemne acto se llevó a cabo en la orilla de la playa, en cercanías a «Punta de Piedra»,  donde varios niños practicaban «el snorkel». 
Las aguas cálidas de un color verde cristalino hermoseaban el lugar, los iniciados debieron quitarse las abarcas y arremangarse los pantalones para adentrase en el mar, entonces al igual que San Juan Bautista, Ulises fue echando agua en la cabeza, de cada cual mientras pronunciaba una ensarta de palabras ininteligibles,  a sotto voce. 
Al poco rato, el pastor concluyó: 
—Vayan ahora con Alá, ya son ovejas del redil. Viajad por el mundo y seguid predicando su palabra. 
Los cuatro amigos, luego de los abrazos efusivos, sonrientes, abordaron la buseta hacia Santiago de Tolú, una vez allí y al descender, como es  costumbre en la religión católica, Pacho dijo a sus amigos: 
—Bueno, esto hay que festejarlo, por lo alto. Vamos adonde Mayo a celebrar el bautismo. 
En el estanquillo de Mayo, empezaron a tomar y a echar cuentos, festejando y despotricando contra el mundo. 
No faltó quien los viera y  fuera con el chisme al pastor Ulises. 
—En  la esquina de  Mayo, están bebiendo Pacho y sus amigos—le expresaron. 
El pastor de inmediato fue a comprobar la veracidad de los hechos que consideró serios y graves. 
 En efecto, en la Esquina de Mayo los encontró empinando el codo. 
No había llegado muy bien, cuando con humildad manifestado a Pacho: 
—No te dejes tentar por el demonio, amigo mío. 
—Tentar por el demonio—exclamó Pacho con los ojos vidriosos—… Qué va…No está viendo que el vergajo lo que me tiene es abrazao. 



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