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sábado, 6 de septiembre de 2014

LOS CIEN AÑOS DEL NATALICIO DE JULIO CORTÁZAR

Rayuela: un libro que es muchos libros
ENTRE FAMAS, CRONOPIOS Y ESPERANZAS

Por Rafael E Yepes Blanquicett
El cronopio más viejo del mundo nació hace cien años en Bruselas, la «Ville de San Miguel Arcángel» y dejó de existir hace treinta, en París, «La Ciudad Luz».
Entre famas, cronopios y esperanzas, Julio Florencio Cortázar Descotte, más conocido como Julio Cortázar, nació un 26 de agosto de 1914 en la localidad de Ixelles, a la sazón, un suburbio ubicado al sur de Bruselas, gracias a un «accidente diplomático»: su padre era agregado comercial de la Embajada Argentina en la capital belga. Más adelante, el mismo Cortázar siempre diría que su nacimiento fue «producto del turismo diplomático», ese al que se dedica la mayoría de los funcionarios de las diferentes embajadas, consulados y «oficinas de negocios» de los distintos países del mundo.

En ese entonces, la «ville» estaba tomada por los nazis, con ocasión de la Primera Guerra Mundial que había estallado unos meses atrás, por lo que la familia Cortázar Descotte se vio obligada a abandonarla, refugiándose en Suiza, primero, y después en España. De allí, regresaron a Argentina cuando «Julito» tenía cuatro años, estableciéndose de nuevo en su país de origen, en donde Cortázar realizó los estudios primarios, secundarios y universitarios. Por su inconformidad con el régimen peronista, siendo ya un hombre de 37 años, regresó a Europa, residiendo temporalmente en Italia, España y Suiza, hasta establecerse definitivamente en París en 1951, hasta su muerte el 12 de febrero de 1984.

A Cortázar, como a todos los grandes artistas y escritores, se le recuerda por su obra más reconocida, Rayuela, escrita en 1963: «La historia del protagonista, Horacio Oliveira, y su relación con 'La Maga', es narrada de un modo tal que juega con la subjetividad del lector. A esta obra suele llamársele la 'antinovela', aunque el mismo Cortázar prefería denominarla 'contranovela'. La obra ofrece diferentes lecturas, de modo que es 'un libro que es muchos libros', pero sobre todo, dos. El primero se lee desde el principio y termina en el capítulo 56. El segundo se comienza a leer en el capítulo 73 y al final de cada capítulo se indica dónde continuar la lectura».

Al «cronopio más viejo del mundo» suele considerársele como uno de los escritores más sobresalientes del «boom latinoamericano» de los años 60, 70 y 80, al lado de sus paisanos, Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, formando parte del más preciado imaginario de América Latina que desencadenó ese mundo que pueblan los «cronopios sentimentales» y los «fama triunfadores», junto con las «entrañables esperanzas» que están a medio camino entre unos y otros, según Andrés Pinzón Sinuco1.

Su inmensa obra está compuesta por siete novelas, dos prosas breves, nueve cuentos, cinco misceláneas, dos obras de teatro, tres poesías, siete cartas, trece ensayos y artículos y cinco traducciones, entre las que sobresalen, además de Rayuela, Historias de cronopios y famas, Bestiario, La vuelta al día en ochenta mundos, Los reyes, Presencia, Cartas a los Jonquières y La urna griega en la poesía de John Keats, en el orden señalado anteriormente.

Para finalizar, citemos las palabras del propio Cortázar para referirse a su obra y su interés por los libros:

«Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba. En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas».

Referencias ciberbibliográficas:

1. El cronopio más viejo del mundo, articulo del periodista Andrés Pinzón Sinuco, publicado en la sección Domingo de El Universal, pág. 33, del domingo 31 de agosto de 2014.

2. Wikipedia, La Enciclopedia Libre, es.wikipedia.org/wiki/Julio_Cortázar.














domingo, 31 de agosto de 2014

EL VIEJO ANTONIO CARLOS DE CHAMBACÚ

SINGLE MIJO WHISKY DE CHAMBACÚ
Juan V Gutiérrez Magallanes
Ahora entiendo por qué el viejo Antonio Carlos bebía con santa fruición el ron que sólo él preparaba y consumía para entrar en un mundo de canciones que calmaban la ira del inspector de Sandiego. 
Era un hombre de imbricado cruce entre padre asiático y madre escocesa, que vino a menos y llegó a Cartagena en una goleta proveniente de Panamá, para finalmente terminar viviendo en una de las casas de madera del Boquetillo, allí enamoró con sus canciones de tenor a Alejandrina, con la que se casó y arrulló toda la vida bajo los encantos de lo que él tomaba,  Aqua vitae, lo cual nunca fuimos capaces de darle un correcto significado, y que con el pasar del tiempo llegamos a entender: Agua de vida. 
Cuando estaba bien bebido explicaba el porqué tomaba, y en medio de la alocución revelaba  detalles para la elaboración de su ron, hacía una descripción del proceso de destilación, al que sometía el mijo o millo (por esto llegó a establecer amistad con las palenqueras, que le suministraban el millo, con el cual elaboraban las  alegrías). 
Decía que el trago era considerado  por sus antepasados como el Single Mijo Whisky, éste nada tenía que envidiarle al Single Malt, porque tan bien elaborado era éste como el de Mijo, pues su madre le había explicado la forma cómo sus antepasados escoceses  fermentaban la malta y, algunas veces incursionaban en el occidente de África, en busca del Mijo, ya que la malta o el centeno escaseaban por las variaciones del clima. 
Antonio Carlos «Millo Whisky», con voz envalentonada de tenor ofendido,  anunciaba una canción celta, lo que para él era un contrasentido, pues la música celta sublimaba los espíritus, hasta trasladarlos a un mundo de ensoñación. Lo que él interpretaba en aquel estado de «santa ebriedad», como él bien lo decía, era una melodía donde predominaban los acordes de una flauta, un violín y un arpa, que interpretaba con los movimientos temblorosos de sus labios. 
Sólo un nieto de Antonio Carlos, logró desentrañar los secretos de su abuelo, arcanidad que pudo descifrar a través de una de las canciones más favoritas del anciano, quien la cantaba evocando los recuerdos de su madre escocesa, coleccionista de poesías de poetas populares. Como «Hace mucho tiempo», del poeta Robert Burns, entonada con voces de tenores haciendo de su vida un permanente recuerdo: 
¿Deberían olvidarse las mejores amistades
         y nunca recordarse? 
¿Deberían olvidarse las viejas amistades 
y los mejores tiempos? 
Por los viejos tiempos, amigo mío 
Por los viejos tiempos 
Tomemos una copa de cordialidad 
Por los viejos tiempos, 
los dos hemos vadeado las corrientes 
del medio día hasta la cena 
pero anchos mares han rugido entre nosotros 
desde los viejos tiempos 
y he aquí un fiel amigo…   
Antonio Carlos, en sus andanzas de sediento tenor, aceptó que su nieto compartiera los secretos de su  Agua de vida, en aras de catar los licores del Viejo Abraham*, lo que varió el  aroma por los rones del viejo alambique de cobre, perdiéndose la calidad del Single Mijo que tenía el «clarito» del Viejo Antonio,  sin que por esto no llegara a ser exportada la materia prima obtenida del Mijo de San Basilio para que luego de un sofisticado proceso de fermentación y destilación,  fuera  introducido por el Puerto de Cartagena, como El Single  Malt, escocés. 
¡Así es la Vida, nos da  Sorpresas! , Viejo Enrique. 
*Abraham: Viejo pionero de  las Mochilas del barrio Espinal de Cartagena
   

LO QUE EL LECTOR DEBE SABER

HA MUERTO AMÉRICALATINA

                      «Era la perra del Liceo que paría sin contención alguna»
 Juan V Gutiérrez Magallanes
Ha muerto el más sublime de los Cancerberos, descendiente de la Dálmata, cánida legendaria que retuvo en su olfato los humores del inspector «Pinochet». Esa que supo mutar en sus ubres «el polvo» dejado por los seminaristas ocultadores del resabio masturbador  en las páginas del corroído misal. 
Lo que ahora es el recinto del Liceo había sido el Seminario, en los tiempos del uso de las Higueretas, empleada para sosegar las calenturas del bajo vientre por los ardores de la lívido. Se caminaba bajo la mirada de  Monseñor López Umaña. La sed se calmaba con la chicha del zumo de limón con cereza y el sabor del pescado se eliminaba con el dulce de hicaco. 
Con el deceso de «Americalatina», se observa un lamento burlón con miradas de risas socarronas por la partida de la guardiana de la «Vacaloba de trece tetas»*. 
Muchos asistentes al santo sepelio elevaron plegarias por el descanso del sordo ladrido de la que  nunca pudo negar su regazo de afecto.La llamaban «Americalatina» por su incontinencia para parir y su tranquilidad revestida de andar franciscano. 
Esa mañana del  viernes 21 de marzo de mil novecientos setenta y ocho, se mostró fría, envuelta en un extraño olor a cadaverina exhalado por  las flores del árbol  en el centro del patio, aquel hedor era  utilizado por  los estudiantes para hacer que los profesores interrumpieran las clases. 
Algunas veces la fetidez, se confundía con la emanada por la muerte de peces en el Caño de Juan Angola. 
Los estudiantes que iban llegando esa mañana al Liceo, miraban el cartel invitando al sepelio de «Americalatina». Había fiesta de casualidades, los hombres en su hacer de entes religiosos, daban acción de gracia por la aparición de la imagen de la Virgen en medio del follaje de la bonga en el patio del Liceo, y a la vez pedían por el descanso de la perra: 
«Ha Muerto Americalatina», se escuchaba por doquier. 
Ahora los estudiantes del viejo Liceo, en otra época eco de los quebrantos sociales de la ciudad y del país,  parecen estar entrando en el sueño de los indiferentes, las clases de filosofía contestataria han quedado en el olvido. No importó la muerte de Americalatina. 
*El Liceo se convirtió en un organismo donde muchos llegaron con la intención de «mamar» de sus grandes ubres.


  

sábado, 30 de agosto de 2014

UN HOMBRE HUMANO, DEMASIADO HUMANO

       JOSÉ RAMÓN MERCADO:CRONISTA DE GUERRA Y DE LOS DEPORTES

Por Hernando Pareja L
José Ramón Mercado anuncia la publicación de un volumen  con sus más recientes narraciones. Sin necesidad de volver sobre el texto me viene a la memoria los cuentos sobre «Kid Dunlop», el «Rocky Valdés» y los titulados «El Cerco» y «Perros de Presa». 
Son temas de especial interés para él el deporte y el conflicto armado. 
En los dos primeros hace un despliegue admirable de técnica narrativa y conocimientos de pugilismo. Ambas cosas son inherentes al oficio de narrador, el escritor debe escribir sobre lo que  sabe, aparte de dominar su propio arte. 
José Ramón se siente atraído por la gente que en su vida se ve abocada a la realización de esfuerzos supremos para el logro de sus objetivos: los deportistas y los guerreros. 
Se identifica con ellos, vibra con ellos, se coloca en su situación, su trabajo literario es un ejercicio de la más auténtica empatía, son escritos de fronteras, de situaciones extremas, en los que el hombre se ve puesto en encrucijadas de vida o muerte y sólo cuenta consigo mismo para no perecer, o cae, pero esta lucha es la prueba de su valor. 
Mercado es un hombre del pueblo, conoce las necesidades de la gente, ha estado inmerso en la pobreza, consiguió educarse con grandes esfuerzos. 
«Yo arrié el agua con que construyeron los aljibes de Ovejas/ Yo vendí pan en la última década del medio siglo/ Yo repartí el periódico/ Con las noticias más frescas del mundo/ Yo grité frente a todas las casas la suerte de cada fracción de la lotería/», escribe, pregonando a los cuatro vientos la modestia de su origen, provisto de un gran desprendimiento y sentido de fraternidad que le hace interesarse por la situación de otros como si fuera la propia, sufre el dolor de otros, pero al mismo tiempo se regocija de sus triunfos, es muy humano, demasiado humano. 
Pero Mercado no es un cultor incondicional del héroe, le llama la atención el fenómeno y quiere saber lo que hay detrás de todo, es un observador demasiado perspicaz del comportamiento humano para dejarse llevar por las apariencias, examina de cerca a las glorias del deporte de todos los tiempos, rastrea sus pasos, sabe que están hechos de carne y hueso, como cualquiera, recoge sus palabras, adivina sus intenciones, por lo que dicen o callan, descubre que aún los peleadores más rudos si pudieran evitarlo nunca expusieran el pellejo, es muy fuerte el apego a la vida, no tiene nada de ingenuo, interroga, indaga, adelanta pesquisas, cuando reúne suficiente evidencia, da su versión de los hechos poniendo al descubierto alguna anomalía donde parecían prevalecer relaciones idílicas. 
Como habitante de una región rural en su infancia y primera juventud fue testigo directo de aquellos atropellos perpetrados por la tropa que llegaba con la misión de proteger a la población civil, fuereños que el sol de las llanuras de la costa ponía rojos como tomates, perros de presa. 
Pero su testimonio no se reduce al recuento escueto de la crónica periodística, tampoco se trata de un aprovechamiento calculado de los padecimientos de las víctimas inocentes de agresiones por parte de agentes armados, antes que todo se propone plasmar la experiencia de su vida a través de la palabra escrita como una necesidad visceral inaplazable. 
En una época en que la literatura se ha hecho aséptica, la denuncia se ha desacreditado, a nadie le interesa que se expongan las flaquezas del sistema, cuando la alternativa propuesta ha resultado más perversa que la cacareada explotación capitalista, el arte no debe emplearse con fines de propaganda política, argumentan quienes señalan a los autores que tratan problemas sociales en sus obras, este no es más que un recurso de incapaces que no se cansan de repetir las trilladas fórmulas del discurso populista, alegan pero, ¿no se emplea el arte en el capitalismo más que todo con fines de propaganda social y promoción de las libertades burguesas que suponen la supresión de las libertades de la gran mayoría de desposeídos?
La cotidianidad de Ovejas ha influido en el poeta José Ramón Mercado
Los escritos de Mercado son una muestra palpable de que la propuesta social no es incompatible con la realización artística, su estilo es parco y exigido, las figuras aunque no abundan, se usan con acierto y espontaneidad, además de poseer un don especial para captar  la sabiduría y belleza del dicho popular. 
Como intelectual comprometido, sostiene la validez de la combinación de todas las formas de lucha. 
En los avatares de la vida y como investigador al acecho de información fidedigna, ha tenido la oportunidad de entrevistar personas involucradas en la acción directa, de otra forma no se explica la minuciosidad de sus descripciones de tomas guerrilleras de poblados y emboscadas a unidades del Ejército Nacional. 
Aunque a veces no es fácil distinguir lo que es ficción y realidad en las narraciones de José Ramón, cuando pensamos que describe acontecimientos que llegan a su conocimiento en forma directa o indirecta, él mismo nos aclara que se trata de variaciones igualmente verosímiles de los hechos que pueden cada una de ellas suplantar a la realidad, cuando no se trata de transcripciones del imaginario colectivo. La obra de arte goza de licencias que no son permitidas a otras disciplinas como la historia o la sociología. 
Una toma de posición tan clara puede retrasar el conocimiento de José Ramón como autor representativo de la nueva narrativa colombiana por parte de los árbitros de la cultura, pero no ha sido su objetivo obtener un éxito rápido escribiendo soporíferos fárragos sensacionalistas o doctorales, sus entregas en prosa han sido hasta el momento pocas y breves, ha sido poeta más prolífico, pero aquellas se han constituido en muestras significativas de una obra literaria de gran calidad, que apunta más hacía la consagración definitiva que hacía un triunfo fácil pero efímero conseguido a través de la complacencia de un público que encuentra en la literatura un medio de superficiales gratificaciones y el connubio con los poderes establecidos. 
José Ramón es un cronista de guerra por interés personal en los acontecimientos de la política librada por otros medios, como Lenín define a la guerra, no por encargo u obligación. Esto lo hace más atento y penetrante, es consiente que su contribución al proceso revolucionario como hombre de letras no puede quedar por debajo del aporte del combatiente dispuesto a inmolarse por la causa de la liberación. Él escogió las armas que más estaban de acuerdo con su temperamento e inclinaciones, pero en todo momento se muestra solidario con las luchas populares. 
Hace un par de semanas me encontré con el poeta José Ramón Mercado en la tertulia de la librería Bitácora que dirige Pedro Blas Julio. 
Es un hombre de mediana estatura, regordete, ojos grandes que miran suplicantes, una espesa cabellera negra un poco salpicada de canas, un bigotito recortado en forma de yunque que podía ser tan abundante como él quisiera, su perfil aquilino y tez morena me hace pensar en los culíes de la India y vestido de liquiliqui me recuerda al pandit Neru, también tiene esa reserva típica de los hindúes, quizás contagiados de la flema de sus amos ingleses, sahibs, en la Época Colonial, que lo hace prácticamente inabordable, es casi imposible dirigirle la palabra si no cuenta uno con su consentimiento, había coincidido con él en otras reuniones y se había mostrado distante, esquivo, diría que hasta francamente cortante, sólo hasta que nos presentaron un día frente a la Universidad de Cartagena y me invitó a tomar café, charlamos hasta que agotamos todos los temas que abordamos y por fin se despidió haciéndome saber que se encontraba complacido de conocerme y dejando entrever que estaría gustoso de intercambiar ideas conmigo en otra ocasión pero sin dar el menor indicio de cuándo o dónde podría ser el encuentro. 
El Festival de Gaitas, pilar en la vida del Poeta Mercado 
Esa vez me leyó una poesía dedicada a Cartagena que incluye en su próximo libro, me pareció que aún se hallaba en obra negra, aparecía allí como un sobreviviente de una catástrofe ecológica, lo encontré un poco retórico y acomodaticio, leyó la última versión de este último trabajo en la tertulia, había logrado hacer algo más comprometido, ahora se presentaba más inundado de emoción, poseído de un auténtico delirio.
Mercado es una persona que siente reverencia por la palabra, con un sentido del pudor que algunos podrían encontrar excesivo, pero de ninguna manera se le podría considerar pacato, es irreverente pero demasiado exigente consigo mismo para recurrir a la imprecación o al escarnio para conseguir el favor del público de la plaza, usando una metáfora suya, «No le gusta jugar para las graderías», para él la poesía es todo un ceremonial de entrega e íntima comunión, un verdadero sustituto de la religión, rinde culto a la belleza, con todas las exigencias de la devoción, pero ocupándose de las cosas de este mundo, sin evadirse y libre de toda su misión a poderes de cualquier índole, después de jubilarse del magisterio se encuentra satisfecho de disfrutar una libertad sin límites que no está dispuesto a sacrificar ante ningún ídolo. 
José Ramón no ha disfrutado de ningún exilio dorado, sus historias son recogidas en los barrios de las ciudades donde le ha tocado vivir, movido por su afición al deporte y el interés que le suscita todo cuanto tiene que ver con la lucha por la sobrevivencia en condiciones desventajosas, no se ha extrañado de su país, ni es un emigrante interior, su vida no ha transcurrido en salones, aunque participa con entusiasmo en tertulias en las que concurren personas de gran ilustración, ama el saber y lo cultiva con devoción, su método es el de la confrontación de la realidad, asistido de un profundo sentido de valoración de las acciones humanas y gran fuerza expresiva, más próximo a Juan Rulfo y José Felix Fuenmayor, que a Gabriel García Márquez, evitando la retórica, dando su versión de los hechos con rigor y exactitud , sin evasivas, en forma directa, pero con agilidad y dando cuenta del ambiente físico y emocional con soltura e imaginación.              

viernes, 29 de agosto de 2014

CUENTOS POEMAS POEMAS CUENTOS

Prólogo a La Luz de La Lámpara en la Tiranta
JOAQUÍN POLO ANDRADE: ARMA UN MUNDO EN UN POEMA

Por Joce G Daniels

Cuando Joaquín Polo Andrade me pidió el favor de que le escribiera una nota de presentación  para sus cuentos y poemas, tuve un raro presentimiento,  pues a pesar de que le había escuchado ciertas frases de corte poético y otras con una marcada orientación de prosa poética, no pensaba que detrás de ese amable y espontáneo caballero hubiera un prodigioso poeta que jugara con las imágenes y con la música de los versos y que además escribiera cuentos tan largos que para un lector mediano de pronto invitara a no leerlos.
He ahí uno de los grandes problemas que enfrentamos quienes trajinamos entre los vericuetos de la palabra y por la senda de las musas, pues a veces andamos tan desprevenidos que no llegamos a comprender la valía de quienes nos rodean y sobre todo de quienes tienen innato el sentido el estro de la imaginación.
Con el profesor Polo Andrade, a quien conozco desde hace muchos años y a quien he visto hablar mil y una vez, me he llevado una grata sorpresa, pues sus cuentos, a veces apocalípticos y otras veces tradicionales, revisten todos los elementos que son dables para la buena y amena literatura, lo mismo que sus poemas, llenos de música y de imágenes y por donde discurren las influencias de los simbolistas, pero sobre todo del gran Julio Flórez, no obstante; conserva su propio estilo, el estilo de quien conoce el oficio, de quien arma un mundo en un poema, de quien entrelaza las palabras y vierte lentamente frases sonoras que son agradables al oído, es como si fuéramos nosotros mismos quienes estuviésemos hablando con lo desconocido.
Polo Andrade se ha salido con la suya, ha escrito dos cuentos impecables: «La Permisión» y «Willdo», en donde presenta dos argumentos totalmente diferentes, pero salidos ambos de la magia caribeña, de lo real maravilloso que todos los días nos atropella con sus enigmas. «Don Lesmes», «Petrona Regalada», «Gratiniana Antonia Arroyo», «Udosia Herrera», «Telmo Padilla», «Altajerjes Soto Arroyo», son otros muchos de los onomásticos que dan una idea de ese acervo literario que se esconde en cada uno de los renglones del cuento «La Permisión».
Un cuento medio filosófico, el principio medio tradicional, medio costumbrista, que habla de un pueblo cuya vida transcurre en torno a la personalidad de un patriarca: Don Lesmes León Almanza, a quien, cuando andaba con Rafael Antonio Cárdenas y Altajerjes Soto Arroyo, la lluvia nunca los mojaba y tampoco el sol los sofocaba, además «convertían la sal en azúcar» y «hacían billetes de banco con hojas de totumo».
Santa Rosa para esa época era un pueblo desconfiado, hasta el punto de que la gente se había acostumbrado siempre a ver «las mismas caras, el mismo sol, el mismo día, la misma noche y el mismo amanecer», era como si el tiempo se hubiera detenido en esa población cuya vida transcurría entre el chisme, las intrigas, las costumbres y todo cuanto puede acontecer en un pueblo del Caribe colombiano.
En «Willdo», el otro largo cuento del libro, nos topamos con un escritor que depura y es cuidadoso con lo que escribe.
Aquí también discurren los nombres cargados de un profundo sentido semántico «Célimo Cicerón Julio Juliao», «Doña Débora», «Dídimo», «Willdo Rafael Urueta Torres» que todo en la vida lo había aprendido por su agudísima observación, la buena memoria, la perseverancia y la acción empírica», en fin, una narración llena de frases grandilocuentes, campesinos filósofos, obreros que recitan de memoria párrafos de escritores famosos, personajes que le maman gallo a la vida, que se burlan de sus amigos, que «se hace el muerto» para resucitar veinticuatro horas después, todo eso es el elemento que circuye a lo largo de las páginas del cuento que tiene todos los ingredientes para ser una novela.
«Willdo», el personaje, se convierte en epicentro de la vida de aquel pueblo caribeño, pero es famoso es por su perfecta fealdad, la que a veces comparan con los feos personajes de las películas que de tiempo en tiempo presentaban en la sala de cine de Augusto del Río.
Joce Daniels G, Escritor
El mundo del cuento parece sacado de la realidad, pues sus personajes, tales como Aristófanes de Arnedo, César Fayat, Luis Ricaurte Garrido, las dedicatorias, las canciones, las serenatas, Ilusión Castro Moscote, la desdichada que se mete a monja pero no logra superar las pasiones sentidas por Célimo Cicerón y se ve en la necesidad de desnudarse de sus hábitos, todo cuanto acontece no es sino producto de una realidad que se alimenta de la magia que deambula en cada rincón de nuestros pueblos.
No obstante, Joaquín Polo Andrade, demuestra que conoce el oficio, muy a pesar de la urdimbre que teje y teje hasta formar una madeja inextricable, al fusionar nombres y más nombres de familias y de personajes, muchas veces ajenos a la propia realidad y a la ficción y donde rescata parte de la riqueza idiomática convertida hoy día en fósiles de nuestra propia literatura. El lenguaje sencillo y ameno, los diálogos y los pensamientos, todos se sumergen en un baño de intelectualidad y de filosofía.
Es como si en el pueblo todos hubiesen leído a los grandes clásicos de las letras universales.
Con respecto a «La Luz de la Lámpara en la Tiranta», nombre poético y llamativo que nos remonta a la vida de los ancestros, a medida que nos adentramos a ese cúmulo de versos y más versos, de imágenes y más imágenes, de música y más música, llenos de metáforas y de símiles, descubrimos un poeta en ciernes, vivo y moderno.
El propio juego de ideas en las paradojas:
«Te percibo más cerca
cuando estás ausente»

O en las metáforas:

«Mis lágrimas en tus senos
tu silueta fundida en su cristal»  
«¿Es que acaso tu aposento
ya no es lugar apropiado
para pensar en mi ausencia?»

O este bello símil:

«En la elocuencia de tu silencio
con claridad meridiana
está inmersa la respuesta»
      
O la propia epanadiplosis:

«La noche que la noche me habló
porque era diáfana la noche»

Colgado de las influencias de nuestros poetas simbolistas y modernistas. Polo Andrade conjuga sus versos de una manera viril, amena y sin la rimbombancia de otros poetas de nuestro tiempo.

Es una poesía ilustrada en donde el poeta sabe qué busca y qué quiere expresar, no son versos sueltos y tirados a la vera del camino, son versos con un sentido social, comprometidos con nuestra realidad histórica, pero sin salirse del marco trazado para todo poeta: «Escribir cosas que deleiten el espíritu del hombre y eso es lo que ha hecho nuestro ilustre amigo: escribir cuentos y poesías que llegan al alma, al corazón y que tienen un profundo sentido social».

Pienso que el profesor Polo Andrade, a quien he visto desde hace muchos años, es más poeta que cuentista, aunque sus cuentos se pueden leer en cualquier momento y a cualquier hora, los poemas son de una contextura perfecta, sin tripas y sin estopas que llevan inmersos el ritmo de las olas del mar Caribe, que llegan y se van lenta y paulatinamente, versos de música agradable, de frases sonoras y de medida perfecta.

Con este libro creo que ha dado el primer paso para escalar a la cúspide de los poetas colombianos, de los poetas bolivarenses y sobre todo que se han apartado del facilismo que muchas veces invade a los poetas que transitan por la senda de la nueva y moderna poesía.

En Polo, gracias a Dios y a Erato, no se ha dado este caso: dos cuentos largos, pero no cansones y muchos poemas llenos de delicada musicalidad que a medida en que nos adentramos a esa fantasía pródiga en imágenes nos vamos compenetrando con el autor. He aquí pues un nuevo escritor que entra a formar parte de la pléyade de escritores colombianos.

Quieran las musas y el numen de su creatividad que algún día lo encontremos en algún lugar del inalcanzable Parnaso de Escritores Colombianos.


San Sebastián de Calamarí, 23 de diciembre de 1997.

domingo, 24 de agosto de 2014

DOS DISCIPLINAS, DOS REALIDADES

LITERATURA Y DERECHO: PUNTOS DE VISTA
«La poesía -como la vida, como el amor- quisiera la gracia, no la ley; ella narra la existencia en lugar de juzgarla, como en la sentencia evangélica: Nolite judicare (Es reprochable juzgar con precipitación)»                                                                                                                                                                                                   CLAUDIO MAGRIS.

Por Rafael E Yepes Blanquicett 
Aparentemente, la Literatura y el Derecho no tendrían nada en común por tratarse de disciplinas que abordan la realidad desde puntos de vista diferentes. Mientras que para la Literatura la ficción es la  «verdadera» realidad, la «única realidad», para el Derecho la «verdadera» realidad, «la única», es la realidad jurídica, es decir, la que queda registrada en los expedientes judiciales y que en numerosas ocasiones difiere totalmente de los hechos que la originaron. 
Sin embargo, en el trasfondo del asunto, la Literatura y el Derecho se relacionan mucho más de lo que nos parece. 
Si nos fijamos, por ejemplo, en la redacción de un escrito judicial, llámese demanda, denuncia, querella, sentencia, auto o fallo, encontramos que se utilizan algunas figuras literarias como la metáfora, la parábola y la paráfrasis, con el propósito de darle un sentido más claro o amplio, «latu sensu», o simplemente para adornarlo y que no luzca tan árido. 
Es muy común entre los operadores judiciales el uso de estas figuras retóricas, sobre todo, en la Jurisprudencia de las Altas Cortes y de los tribunales municipales, distritales y departamentales. 
De la misma manera, en la Literatura, como tal, abundan ejemplos de novelas, cuentos, tragedias, poemas y ensayos que tratan de temas jurídicos o de derecho. Uno de los ejemplos más precisos del entrelazamiento de la Literatura con el Derecho, es ese extraordinario relato de Franz Kafka denominado «El Proceso», en donde el protagonista, llevado por la insolente pretensión de no querer terminar «enlodado por el fango de la vida» y por la avidez de alcanzar «la perfecta inocencia y pureza», se queda condenado para siempre ante las puertas de la Ley, «a defenderse hasta el final», víctima de su obsesión por la defensa legal. 
En «Antígona», a la inicua ley del Estado, que es una ley positiva, codificada, creada y promulgada por Creonte, Antígona le contrapone «las leyes no escritas de los dioses», que no están codificadas por ser consuetudinarias, esto es, avaladas por la costumbre, y que son transmitidas por la pietas (devoción, virtud o piedad filial) y por la auctoritas (autoridad) de la tradición, convirtiéndose en las depositarias de lo Universal, de la Ley natural, que está muy por encima de la Ley positiva.  
Claudio Magris*, en su texto Literatura y Derecho ante la Ley**, sostiene que «La obra maestra de Sófocles es una trágica expresión del conflicto entre lo humano y la ley, que también es un conflicto entre el Derecho y la Ley", y uno de los más claros ejemplos de la estrecha relación existente entre la Literatura y el Derecho, agregamos nosotros. 
Otras «fuentes» de la conexión entre la Literatura y el Derecho son los libros sagrados de las religiones organizadas de la antigüedad y de nuestra época, tales como el Código de Manu, el Código de Hamurabi, la Ley Mosaica, el Corán y la Biblia de los cristianos y judíos. 
En el Antiguo Testamento de la Biblia, por ejemplo, aparecen los «Diez Mandamientos de la Ley de Dios» atribuidos a Moisés, que fueron el código civil, religioso y político de la cultura occidental católica durante muchos siglos, todavía hoy vigente en muchas legislaciones civiles del mundo. 
Otro tanto se puede decir del Corán entre los árabes, para quienes la ley Dios -Alá, para ellos- revelada por su profeta Mahoma, constituye el código civil, religioso y político por el que se deben seguir todos sus fieles. 
Grandes obras de la Literatura Árabe así lo demuestran, siendo el caso de «Las mil y una noches», en la que se destaca la historia de Aladino y su lámpara maravillosa que simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal, la ley y su contraparte, la no-ley, a través del poder, la fuerza y la traición. 
Finalizamos citando nuevamente a Magris: «La poesía -como la vida, como el amor- quisiera la gracia, no la ley; ella narra la existencia en lugar de juzgarla, como en la sentencia evangélica: Nolite judicare (Es reprochable juzgar con precipitación). En realidad, el arte juzga, pero reduce el juicio en la narración, sin condenar ni emitir veredictos, sino mostrando concretamente lo que significan, abatidos y fusionados en lo vivido, el bien y el mal". 
BIBLIOGRaFIA: 
MAGRIS, Claudio, Literatura y derecho ante la ley, con prólogo de Fernando Savater, Sexto Piso, Madrid, 2008. 
*Claudio Magris, narrador, ensayista y traductor, es una de las figuras más sobresalientes de la literatura italiana actual. Es autor de una vasta y diversa obra, entre las que se destacan sus novelas Danubio, Otro mar y Microcosmos, El anillo de Clarisse y Utopía y desencanto. 
**Literatura y Derecho ante la Ley, es una conferencia magistral del mismo nombre, dictada en la Universidad Complutense de Madrid, en enero de 2006, publicada en el periódico español ABC y en el periódico italiano Corriere della Sera. (N. del A.)
        

CONCURSO DE MICRORRELATOS

PARA FIGURAR EN EL MUSEO DE LA PALABRA: 20 MIL DOLARES AL MICRORRELATO GANADOR
Por Gilberto García Mercado 
El Museo de la Palabra, Cerca de Madrid
No hay duda de que los españoles marchan a la vanguardia en todo lo que tenga que ver con la literatura. Si se aventura en la red, el cibernauta encontrará que cada Municipalidad o ayuntamiento goza de uno que otro concurso de novela, cuento, poesía o ensayo. De lo que uno deduce que los españoles leen y se preocupan por cultivar los géneros de la Literatura arriba mencionados. 
Con la crisis en su economía, estos premios se han vuelto poco atractivos en cuanto a la dotación económica. Las organizaciones públicas o privadas, las fundaciones sin ánimo de lucro han recortado los rublos a los concursos aclarando que lo hacen sólo para no desaparecer que sería ya un "mal mayor".

Y continúan a cuenta gotas el sendero de la cultura.

Admirable que desde hace cuatro o cinco años se hayan inventado el Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra que apoya y fomenta el diálogo entre las distintas culturas, ideas, religiones y sensibilidades.

«El resultado y la existencia de este diálogo son en sí una pieza museística, y lo configuran como un lugar de encuentro, el único museo virtual del mundo en el que no se expone nada, y que pervive en la red, realizando y trasladando sus actividades culturales desde esa plataforma, a todo el mundo», manifiestan los organizadores.

El Museo de la Palabra es la principal herramienta o patrimonio que tiene la Fundación César Egido Serrano «para el logro de sus fines, una fundación privada sin ánimo de lucro, de carácter cultural, no confesional, y absolutamente independiente, que no solicita ni recibe subvenciones ni ayudas de ninguna Institución Pública o Privada. Se financia con sus propios recursos».

«Situado en pleno corazón de la geografía cervantina -a algo más de una hora de Madrid-, cuenta con las infraestructuras adecuadas para el cumplimiento de sus fines. En el Museo de la Palabra nada se expone. La verdadera obra museística será aquella que se concrete como fruto de la comunicación de personas de diferentes culturas, ideas y creencias».

«Pero lo más interesante es el lema que reza: «La palabra es el vínculo entre los pueblos y el lenguaje es la estructura que nos une y nos singulariza como seres humanos».

«La palabra se transforma así en la principal herramienta de la cultura, del entendimiento y de la distensión. Mientras la palabra -el diálogo- sea la prioridad en las relaciones tendentes a superar los conflictos, la violencia será algo excepcional».

La Fundación César Egido Serrano ha convocado el IV Concurso Internacional de Microrrelatos, bajo el lema: «Mandela: Palabra y Concordia».

La dotación del premio —20.000 dólares al relato ganador— lo convierte en el premio mejor dotado por palabra del mundo, se concederán, así mismo, tres accésits de 2.000 dólares cada uno para los mejores relatos de cada una de las lenguas admitidas en el concurso, y que no hayan resultado ganadoras del premio absoluto.

En la tercera edición participaron en el certamen 22.571 obras provenientes de 119 países.

Además de la lengua española se podrán presentar los relatos en inglés árabe, y hebreo.

La convocatoria se enmarca dentro de las actividades que la Fundación lleva a cabo para alcanzar sus objetivos. 
Uno de los objetivos de la Fundación es poner en valor la capacidad que la palabra tiene para unir a los pueblos.

Si deseas participar ingresa a la web www.museodelapalabra.com

sábado, 23 de agosto de 2014

LITERATURA Y FÚTBOL, FÚTBOL Y LITERATURA

AHORA TODOS QUIEREN LLAMARSE «JAMES»
                         «El fútbol,  fuente de emociones populares, genera fama y poder»
                                                                                                                                    Eduardo Galeano.
       
Por Juan V Gutiérrez Magallanes
 
James Rodriguez, el goleador del Mundial Brasil 2014.  Esperanza del futbol colombiano
Una semana después de finalizado el Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014, los residentes del barrio «Olascoaga», especialmente los  niños, jóvenes y adultos, se congregaban en la esquina de la casa de la Tomasona, para comentar las «jugadas y posibles records establecidos por los jugadores». 
Pero toda conversación giraba en torno a la revelación del goleador del mundial: el colombiano James Rodríguez. Entre los personajes asiduos al encuentro de la esquina, estaba un  muchacho que estudia derecho en la Universidad San Gabriel, siempre  haciendo citaciones de un librito protegido bajo las axilas, escrito por Eduardo Galeano: «el fútbol, hermoso espectáculo, esta fiesta de los ojos, es también  un cochino negocio. No hay droga que mueva fortunas más inmensas  en los cuatro puntos cardinales del mundo. Un buen jugador es una muy valiosa mercancía, que se cotiza y se compra y se vende y se presta, según la Ley del Mercado y la voluntad de los mercaderes» 
Los contertulios, luego de permanecer expectantes, saltan con gestos de desacuerdo y alegremente exclaman: «¡Ochenta millones de euros! ¿Cuándo los vas a ver tú en tu vida?...¡Nunca! Nada más por eso mi hijo, se llamará «James», y de vaina no le  añado el Rodríguez». 
Desmembraban y desvestían a James, para «cotizarlo» con las mejores marcas de vestidos, electrodomésticos y automóviles. 
Se perdían en la infinitud de las ganancias.  El joven del librito argumentaba sobre la deshumanización de los empresarios y volvía a leerles: «El fútbol sudamericano es una industria de exportación que produce para otros. Nuestra región cumple funciones de sirvienta del mercado internacional. En el fútbol, como en todo lo demás, nuestros países han perdido el derecho de desarrollarse  hacia adentro» 
—Tú podrás decir lo que quieras—decía un interlocutor— Pero no podrás opacar la grandeza de James. 
—Oye, no estoy en contra, lo que te quiero decir—manifestaba el joven del librito—es que el triunfo de James no puede obnubilarnos frente a la corrupción. 
Nada, era imposible despertar a los  residentes del barrio «Olascoaga», estaban embebidos en el fútbol, se habían olvidado de  Nairo Quintana, de Rentería, de Teherán, de Catherine Ibargüen, de Cecilia Baena. 
Estaban navegando en un «piélago jamesino», no por el buen fútbol que jugaba sino por los «euros» que ganaría. 
Uno de los  asistentes, decía, que  siendo él, James, cubriría el interior de su casa con billetes de cincuenta mil pesos convirtiéndola en una caja fuerte, donde para entrar habría que manejar una combinación. Y así fueron plasmando sueños con el dinero de James y de la forma como, de serlo, variarían en sus costumbres. 
De la pequeña asamblea, se formó un comité, que debería elaborar los estatutos para crear el Club de James. Todo aquello daba para creer que estos parroquianos estaban enfermándose con la futbolmanía alrededor de James. En el barrio fueron apareciendo: Calles que se disputaban el nombre de James, platos típicos con el nombre de James, tiendas con ese nombre, buses, hospedajes y varios cantantes de champeta, grabaron canciones en homenaje a James, e incluso, llegaron a ganarle en sintonía al Serrucho, pues los niños bailaban la champeta dedicada a James.
Todo esto daba pie para afianzarse en lo expresado por Eduardo Galeano: «En estos tiempos de tanta duda, uno sigue creyendo que la tierra es redonda por lo mucho que se parece al balón  que gira, mágicamente, sobre el césped de los estadios».
 
De aquí en adelante, los hijos nuestros que nazcan a partir de esta fecha, llevarán por nombre «James Rodríguez», sin importar que se dé motivos a los posibles  «fouls» en la paternidad de los pequeños James.   

martes, 19 de agosto de 2014

ESTILO PROPIO

   ECOS DEL XII PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES 

EL LIBRO IMPRESO CRUZA EL NIÁGARA EN BICICLETA

Por Orlando Periñán Lombana

Según el análisis del Foro en el Xll Parlamento Nacional de Escritores, realizado recientemente en Cartagena, el periodista magdalenense Gilberto García Mercado, en el cubrimiento del evento por este medio plasma varias opiniones, sinceras y objetivas, de panelistas como Alma Rosa Terán, poeta del departamento de Sucre, de Álvaro Maestre del Cesar y del poeta cartagenero Gonzalo Alvarino, donde ponen el grito en el cielo, por el mal trato del Gobierno Nacional, Departamental y Distrital, negando el apoyo a la Cultura en todas sus manifestaciones. 
Yo les digo a los ilustres escritores antes mencionados, que una vez le insinuaron y más tarde propusieron a Winston Churchill, durante la ll Guerra Mundial, que le quitara el Presupuesto asignado a la Cultura con el fin de utilizarlo para el sostenimiento de la guerra y él sabiamente respondió: «Señores, ¿entonces para qué luchar?», y continuó, «No olviden que en esta guerra no sólo está en juego la dignidad, la libertad, la soberanía, sino también la estabilidad de nuestra Cultura en general». 
Ahora hagan el ejercicio de comparar lo dicho por Winston, con el comportamiento de nuestros gobernantes… 
No obstante el análisis hecho en el Parlamento, y que deja mal parado a quienes deciden sobre la Cultura en Colombia, hay que seguir fomentándola, eliminando a los reconocidos «depredadores» de las pocas partidas asignadas al raquítico Presupuesto, defendiendo el uso de esos dineros en aras de la divulgación, para poder sacarla de la crisis en que está sumida. 
Nuestros dirigentes actúan en forma contraria a Winston Churchill, siempre tratan que el ridículo Presupuesto vaya disminuyendo hasta que llegue algún día a desaparecer. 
Por eso me uno al clamor de los escritores del Parlamento, al cual estoy seguro se unirán los ciudadanos que sienten a la cultura amenazada, en la «sala de cuidados intensivos», como consecuencia de la desidia de nuestros gobernantes. 
Paralelo a ello, el libro y la lectura están en alto riesgo, consecuencias de ello es el desempleo rampante, que afecta la capacidad de compra del lector. 
Se observa una gran competencia entre las editoriales tradicionales contra las empresas globales que se han posesionado en el mercado de los libros virtuales… 
Todas estas variables reducen la producción académica y científica, empobreciendo a los habituales lectores, no sólo en nuestra nación sino en el mundo. 
De las librerías virtuales, se sabe de ante mano, que es privada, ellas abren sus mercados basados en grandes despliegues publicitarios en busca de lucrarse. En cambio, cuando el Gobierno gira los recursos, estos están dirigidos a las asociaciones, fundaciones y demás que promueven el fomento, divulgación y promoción de la lectura, con el objetivo primordial de conseguir lectores. 
En los últimos tiempos el sector del libro impreso cruza el Niágara en bicicleta. Los libros cada día escriben en capítulos cortos su propio epitafio. Lo que se está viviendo ha retrasado el trabajo de años en los planteles educativos, y por el lado de los llamados «gestores culturales», cuando lo intentan por voluntad propia, corren el riesgo de fracasar, hasta en algunos casos deterioran su integridad física, con la aparición de alguna enfermedad terminal. 
A pesar de estos datos sombríos, y nadando contra la corriente tenemos una Asociación de Escritores dirigida por Joce Daniels, quien todos los años hace su Parlamento, aunque después lo anden buscando para que cancele «las culebras» que el buen hombre se echa encima. 
Sin embargo, no podemos permitir que sean «estos escritores sacrificados» quienes asuman la responsabilidad del Gobierno. 
Ojala este artículo no lo lea mi empleada del servicio, mi pobre y querida Clemencia…

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Hojas Extraviadas

El Anciano Detrás Del Cristal Por Gilberto García Mercado   Habíamos pasado por allí y, no nos habíamos dado cuenta. Era un camino con árbol...