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sábado, 30 de agosto de 2014

UN HOMBRE HUMANO, DEMASIADO HUMANO

       JOSÉ RAMÓN MERCADO:CRONISTA DE GUERRA Y DE LOS DEPORTES

Por Hernando Pareja L
José Ramón Mercado anuncia la publicación de un volumen  con sus más recientes narraciones. Sin necesidad de volver sobre el texto me viene a la memoria los cuentos sobre «Kid Dunlop», el «Rocky Valdés» y los titulados «El Cerco» y «Perros de Presa». 
Son temas de especial interés para él el deporte y el conflicto armado. 
En los dos primeros hace un despliegue admirable de técnica narrativa y conocimientos de pugilismo. Ambas cosas son inherentes al oficio de narrador, el escritor debe escribir sobre lo que  sabe, aparte de dominar su propio arte. 
José Ramón se siente atraído por la gente que en su vida se ve abocada a la realización de esfuerzos supremos para el logro de sus objetivos: los deportistas y los guerreros. 
Se identifica con ellos, vibra con ellos, se coloca en su situación, su trabajo literario es un ejercicio de la más auténtica empatía, son escritos de fronteras, de situaciones extremas, en los que el hombre se ve puesto en encrucijadas de vida o muerte y sólo cuenta consigo mismo para no perecer, o cae, pero esta lucha es la prueba de su valor. 
Mercado es un hombre del pueblo, conoce las necesidades de la gente, ha estado inmerso en la pobreza, consiguió educarse con grandes esfuerzos. 
«Yo arrié el agua con que construyeron los aljibes de Ovejas/ Yo vendí pan en la última década del medio siglo/ Yo repartí el periódico/ Con las noticias más frescas del mundo/ Yo grité frente a todas las casas la suerte de cada fracción de la lotería/», escribe, pregonando a los cuatro vientos la modestia de su origen, provisto de un gran desprendimiento y sentido de fraternidad que le hace interesarse por la situación de otros como si fuera la propia, sufre el dolor de otros, pero al mismo tiempo se regocija de sus triunfos, es muy humano, demasiado humano. 
Pero Mercado no es un cultor incondicional del héroe, le llama la atención el fenómeno y quiere saber lo que hay detrás de todo, es un observador demasiado perspicaz del comportamiento humano para dejarse llevar por las apariencias, examina de cerca a las glorias del deporte de todos los tiempos, rastrea sus pasos, sabe que están hechos de carne y hueso, como cualquiera, recoge sus palabras, adivina sus intenciones, por lo que dicen o callan, descubre que aún los peleadores más rudos si pudieran evitarlo nunca expusieran el pellejo, es muy fuerte el apego a la vida, no tiene nada de ingenuo, interroga, indaga, adelanta pesquisas, cuando reúne suficiente evidencia, da su versión de los hechos poniendo al descubierto alguna anomalía donde parecían prevalecer relaciones idílicas. 
Como habitante de una región rural en su infancia y primera juventud fue testigo directo de aquellos atropellos perpetrados por la tropa que llegaba con la misión de proteger a la población civil, fuereños que el sol de las llanuras de la costa ponía rojos como tomates, perros de presa. 
Pero su testimonio no se reduce al recuento escueto de la crónica periodística, tampoco se trata de un aprovechamiento calculado de los padecimientos de las víctimas inocentes de agresiones por parte de agentes armados, antes que todo se propone plasmar la experiencia de su vida a través de la palabra escrita como una necesidad visceral inaplazable. 
En una época en que la literatura se ha hecho aséptica, la denuncia se ha desacreditado, a nadie le interesa que se expongan las flaquezas del sistema, cuando la alternativa propuesta ha resultado más perversa que la cacareada explotación capitalista, el arte no debe emplearse con fines de propaganda política, argumentan quienes señalan a los autores que tratan problemas sociales en sus obras, este no es más que un recurso de incapaces que no se cansan de repetir las trilladas fórmulas del discurso populista, alegan pero, ¿no se emplea el arte en el capitalismo más que todo con fines de propaganda social y promoción de las libertades burguesas que suponen la supresión de las libertades de la gran mayoría de desposeídos?
La cotidianidad de Ovejas ha influido en el poeta José Ramón Mercado
Los escritos de Mercado son una muestra palpable de que la propuesta social no es incompatible con la realización artística, su estilo es parco y exigido, las figuras aunque no abundan, se usan con acierto y espontaneidad, además de poseer un don especial para captar  la sabiduría y belleza del dicho popular. 
Como intelectual comprometido, sostiene la validez de la combinación de todas las formas de lucha. 
En los avatares de la vida y como investigador al acecho de información fidedigna, ha tenido la oportunidad de entrevistar personas involucradas en la acción directa, de otra forma no se explica la minuciosidad de sus descripciones de tomas guerrilleras de poblados y emboscadas a unidades del Ejército Nacional. 
Aunque a veces no es fácil distinguir lo que es ficción y realidad en las narraciones de José Ramón, cuando pensamos que describe acontecimientos que llegan a su conocimiento en forma directa o indirecta, él mismo nos aclara que se trata de variaciones igualmente verosímiles de los hechos que pueden cada una de ellas suplantar a la realidad, cuando no se trata de transcripciones del imaginario colectivo. La obra de arte goza de licencias que no son permitidas a otras disciplinas como la historia o la sociología. 
Una toma de posición tan clara puede retrasar el conocimiento de José Ramón como autor representativo de la nueva narrativa colombiana por parte de los árbitros de la cultura, pero no ha sido su objetivo obtener un éxito rápido escribiendo soporíferos fárragos sensacionalistas o doctorales, sus entregas en prosa han sido hasta el momento pocas y breves, ha sido poeta más prolífico, pero aquellas se han constituido en muestras significativas de una obra literaria de gran calidad, que apunta más hacía la consagración definitiva que hacía un triunfo fácil pero efímero conseguido a través de la complacencia de un público que encuentra en la literatura un medio de superficiales gratificaciones y el connubio con los poderes establecidos. 
José Ramón es un cronista de guerra por interés personal en los acontecimientos de la política librada por otros medios, como Lenín define a la guerra, no por encargo u obligación. Esto lo hace más atento y penetrante, es consiente que su contribución al proceso revolucionario como hombre de letras no puede quedar por debajo del aporte del combatiente dispuesto a inmolarse por la causa de la liberación. Él escogió las armas que más estaban de acuerdo con su temperamento e inclinaciones, pero en todo momento se muestra solidario con las luchas populares. 
Hace un par de semanas me encontré con el poeta José Ramón Mercado en la tertulia de la librería Bitácora que dirige Pedro Blas Julio. 
Es un hombre de mediana estatura, regordete, ojos grandes que miran suplicantes, una espesa cabellera negra un poco salpicada de canas, un bigotito recortado en forma de yunque que podía ser tan abundante como él quisiera, su perfil aquilino y tez morena me hace pensar en los culíes de la India y vestido de liquiliqui me recuerda al pandit Neru, también tiene esa reserva típica de los hindúes, quizás contagiados de la flema de sus amos ingleses, sahibs, en la Época Colonial, que lo hace prácticamente inabordable, es casi imposible dirigirle la palabra si no cuenta uno con su consentimiento, había coincidido con él en otras reuniones y se había mostrado distante, esquivo, diría que hasta francamente cortante, sólo hasta que nos presentaron un día frente a la Universidad de Cartagena y me invitó a tomar café, charlamos hasta que agotamos todos los temas que abordamos y por fin se despidió haciéndome saber que se encontraba complacido de conocerme y dejando entrever que estaría gustoso de intercambiar ideas conmigo en otra ocasión pero sin dar el menor indicio de cuándo o dónde podría ser el encuentro. 
El Festival de Gaitas, pilar en la vida del Poeta Mercado 
Esa vez me leyó una poesía dedicada a Cartagena que incluye en su próximo libro, me pareció que aún se hallaba en obra negra, aparecía allí como un sobreviviente de una catástrofe ecológica, lo encontré un poco retórico y acomodaticio, leyó la última versión de este último trabajo en la tertulia, había logrado hacer algo más comprometido, ahora se presentaba más inundado de emoción, poseído de un auténtico delirio.
Mercado es una persona que siente reverencia por la palabra, con un sentido del pudor que algunos podrían encontrar excesivo, pero de ninguna manera se le podría considerar pacato, es irreverente pero demasiado exigente consigo mismo para recurrir a la imprecación o al escarnio para conseguir el favor del público de la plaza, usando una metáfora suya, «No le gusta jugar para las graderías», para él la poesía es todo un ceremonial de entrega e íntima comunión, un verdadero sustituto de la religión, rinde culto a la belleza, con todas las exigencias de la devoción, pero ocupándose de las cosas de este mundo, sin evadirse y libre de toda su misión a poderes de cualquier índole, después de jubilarse del magisterio se encuentra satisfecho de disfrutar una libertad sin límites que no está dispuesto a sacrificar ante ningún ídolo. 
José Ramón no ha disfrutado de ningún exilio dorado, sus historias son recogidas en los barrios de las ciudades donde le ha tocado vivir, movido por su afición al deporte y el interés que le suscita todo cuanto tiene que ver con la lucha por la sobrevivencia en condiciones desventajosas, no se ha extrañado de su país, ni es un emigrante interior, su vida no ha transcurrido en salones, aunque participa con entusiasmo en tertulias en las que concurren personas de gran ilustración, ama el saber y lo cultiva con devoción, su método es el de la confrontación de la realidad, asistido de un profundo sentido de valoración de las acciones humanas y gran fuerza expresiva, más próximo a Juan Rulfo y José Felix Fuenmayor, que a Gabriel García Márquez, evitando la retórica, dando su versión de los hechos con rigor y exactitud , sin evasivas, en forma directa, pero con agilidad y dando cuenta del ambiente físico y emocional con soltura e imaginación.              

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