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domingo, 31 de agosto de 2014

LO QUE EL LECTOR DEBE SABER

HA MUERTO AMÉRICALATINA

                      «Era la perra del Liceo que paría sin contención alguna»
 Juan V Gutiérrez Magallanes
Ha muerto el más sublime de los Cancerberos, descendiente de la Dálmata, cánida legendaria que retuvo en su olfato los humores del inspector «Pinochet». Esa que supo mutar en sus ubres «el polvo» dejado por los seminaristas ocultadores del resabio masturbador  en las páginas del corroído misal. 
Lo que ahora es el recinto del Liceo había sido el Seminario, en los tiempos del uso de las Higueretas, empleada para sosegar las calenturas del bajo vientre por los ardores de la lívido. Se caminaba bajo la mirada de  Monseñor López Umaña. La sed se calmaba con la chicha del zumo de limón con cereza y el sabor del pescado se eliminaba con el dulce de hicaco. 
Con el deceso de «Americalatina», se observa un lamento burlón con miradas de risas socarronas por la partida de la guardiana de la «Vacaloba de trece tetas»*. 
Muchos asistentes al santo sepelio elevaron plegarias por el descanso del sordo ladrido de la que  nunca pudo negar su regazo de afecto.La llamaban «Americalatina» por su incontinencia para parir y su tranquilidad revestida de andar franciscano. 
Esa mañana del  viernes 21 de marzo de mil novecientos setenta y ocho, se mostró fría, envuelta en un extraño olor a cadaverina exhalado por  las flores del árbol  en el centro del patio, aquel hedor era  utilizado por  los estudiantes para hacer que los profesores interrumpieran las clases. 
Algunas veces la fetidez, se confundía con la emanada por la muerte de peces en el Caño de Juan Angola. 
Los estudiantes que iban llegando esa mañana al Liceo, miraban el cartel invitando al sepelio de «Americalatina». Había fiesta de casualidades, los hombres en su hacer de entes religiosos, daban acción de gracia por la aparición de la imagen de la Virgen en medio del follaje de la bonga en el patio del Liceo, y a la vez pedían por el descanso de la perra: 
«Ha Muerto Americalatina», se escuchaba por doquier. 
Ahora los estudiantes del viejo Liceo, en otra época eco de los quebrantos sociales de la ciudad y del país,  parecen estar entrando en el sueño de los indiferentes, las clases de filosofía contestataria han quedado en el olvido. No importó la muerte de Americalatina. 
*El Liceo se convirtió en un organismo donde muchos llegaron con la intención de «mamar» de sus grandes ubres.


  

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