LA HISTORIA DE LAS MUJERES
OLVIDADAS
POR EL ARTE
Por Ivonne Ojeda de La Torre
En una ocasión entrevisté, con motivo de un estudio sobre la participación de las mujeres en espacios museísticos a varias de ellas.
Las respuestas en lugar de alentarme, me invitaron a dejarlo por el enfoque que tenía, pues para ellas era como afirmar que las mujeres están desplazadas del arte.
Aquel estudio molestó a más de una, pues mi enfoque lo consideraron mentira, ya que a lo largo de sus trabajos habían visto cómo gradualmente se sumaban cada vez más mujeres a las disciplinas artísticas.
Afirmar que no hay equidad y, que incluso, en
algunos casos se discrimina, era para ellas radical y estúpido, la aproximación
más inteligente fue la optimista que consideró que en unos años la segregación
desaparecería, es más, no existe, es solo mito feminista.
Sin
embargo, ni sus historias de éxito, ni el optimista panorama que tuvieran del
tema me ayudaba a cambiar la realidad, ni siquiera a sentirme un poquito mejor
acerca de mi experiencia en el arte. No podía dejar de ver los muros, techos y
puertas de cristal que me encuentro en el camino, tampoco la imagen de las
coberturas que realicé como fotoperiodista, donde casi todos los fotógrafos
eran hombres y, por supuesto, me querían fuera del oficio.
Nada de ese progreso del que hablaban me
ayudaba, ni a cambiar la existencia ni la depresión causada por el
desplazamiento del que soy objeto como fotógrafa.
Forzada a analizar mi postura y revisarla a profundidad,
me di cuenta que no soy ni me hago la víctima, no soy pesimista, mucho menos
radical, lo que hago es hablar desde la
perspectiva que tengo con honestidad pues callarnos tampoco ayuda mucho.
LA EXCLUSIÓN DE LA MUJER EN LA
HISTORIA DEL ARTE
. |
Gerda Taro, Fotografa de Guerra |
Imagina que has dedicado esfuerzo y tus
mejores años a realizar algo que resulta una obra maestra, pero sólo por el sexo
te ignoran y te olvidan para siempre.
Ha sido la Cultura Occidental la que ha
predominado en la perspectiva de la Historia Universal, la jerarquización y selección de datos ha estado sujeta al nivel de participación e influencia
social de la persona, grupo social o acontecimientos que integran los relatos
históricos.
En el desplazamiento que han padecido las
mujeres, se involucran causales que van más allá del género, que definen el rol
al ser integradas u omitidas por la historia.
Argumentos justificativos de dominación que
han emergido en el orden social occidental y que convergen en lo que Butler (1990)
define como una economía significante
masculinista, que se constituye de poder rebasando el género y nutriéndose,
además, de otros argumentos de supresión, en la cultura, la raza y la
influencia política- económica-militar.
Construidos desde la imposición imperialista, estos
argumentos justifican la apropiación o supresión de las mujeres en el arte, desde
diversos ejes que exceden la exaltación
masculinista y atraviesan la cultura,
la raza y la influencia política.
Sin embargo, no es la historia la que ha
excluido a las mujeres, tampoco el lenguaje, pues ambos han sido empleados como
herramientas para mantener y alimentar con rigor prácticas misóginas y de
dominación que se entretejen y cruzan en la historia de las mujeres olvidadas
por el arte.
LA FOTOGRAFÍA: HERRAMIENTA DE LO
DOMINANTE
La fotografía ha servido también como
instrumento ratificador de estas prácticas. No será difícil encontrar en una
librería un tomo sobre fotografía antropológica, o las primeras fotografías
etnográficas tomadas a grupos de indígenas, cuyo objetivo era documentar al otro, al que pertenece al exterior, a lo
lejano, visto y entendido como un ser humano pero a la vez retratado desde una
perspectiva colonizadora.
Imágenes de indígenas retratados junto a
instrumentos de medición, como especímenes desde un enfoque enteramente racial,
fueron las primeras aproximaciones de la fotografía como documento etnográfico.
No soy la indicada pero me pesa tanto este pasado fotográfico que quisiera
pedir perdón por este antecedente en mi profesión.
La fotografía se ha empleado como herramienta
de imposición ideológica, no sólo desde la fotografía etnográfica, sino también
a partir de la hiper-erotización progresiva y sostenida, desde la segunda mitad
del siglo XX. No me refiero a lo pornográfico que merece un análisis aparte, sino
al empleo de la mujer como objeto sexual, cuyo cuerpo es difundido como objeto
a través de la publicidad, el cine, y la programación televisiva y recientemente
la internet, con el objetivo de vender y llamar la atención sobre cualquier
cosa.En un contexto en que la fotografía es
empleada para justificar la dominación, cómo podrían las mujeres sobresalir en
la historia de lo fotográfico como autoras y no como sujetos del retrato, víctimas
u objetos sexuales. Las posibilidades de que eso sucediera han sido reducidas.
LA FOTOGRAFÍA ES POR SI MISMA HISTORIA
Afortunadamente la fotografía guarda una
garantía de preservación, por su propia naturaleza documental el retratista y
el retratado siempre tienen la posibilidad de preservarse en el tiempo no sólo
desde la imagen sino también desde la historia. Ese es el gran poder de lo
documental en la fotografía. Hace falta interés de los historiadores por
recuperar la historia de la fotografía, incluyendo a sus actores.
A través de diferentes plataformas se ha
recuperado la historia de fotógrafas occidentales. Comienzan a surgir algunas
alternativa en artículos y plataformas como Wikipedia, que están recuperando
los nombres perdidos por siglos.
Durante décadas ignoramos que Constance Fox
Talbot, fue la primera mujer en disparar una placa fotográfica en el siglo XIX,
la pregunta sería si ahora este dato tiene alguna relevancia para los
historiadores, o para los fotógrafos, o para la sociedad; si es o no importante.
¿Cuál es el motivo de que aún exista la
necesidad de olvidarse de ella?
Será importante saber que el llamado padre del
fotoperiodismo, el renombrado fotógrafo de Magnum, que cubrió la guerra civil
española, en realidad era un seudónimo de un equipo de dos profesionales, uno
de los cuales fue Gerda Taro o Gerta Pohorylle, mujer que
tras acordar que su compañero se apropiara de la marca Robert Capa, se perdió
en la historia por décadas; ¿por qué olvidamos una historia trascendental, incluso
fascinante, por qué nos olvidamos de Taro?
Hay cientos de mujeres olvidadas de la
historia fotográfica, y que aún tienen el camino escarpado al reconocimiento. Aquellas,
las otras, las no occidentales como
la africana, difícilmente pueden llegar a ser reconocidas a la par del club bang
bang, como la labor de Kevin Carter en aquel continente.
Las otras
como Homai Vyarawalla, primer mujer
fotoperiodista de la India, que realizó una notable labor durante la década de
los 30s. Aun estando cerca del hemisferio occidental, me pregunto si en una
ciudad como Guadalajara en México, recibirían con el mismo entusiasmo que a
David La Chapelle, a Angèle Etoundi Essamba, camerunesa, cuyo tema central es
la mujer africana, y que goza del reconocimiento europeo; ¿se le daría el mismo
reconocimiento en aquella ciudad o en cualquier otra?
 |
Ivonne Ojeda De La Torre, Fotoperiodista |
La comparación permite dimensionar dos
trayectorias que no cuentan con el mismo reconocimiento; no alcanza los niveles
de sus homólogos masculinos. Es políticamente incorrecto pero políticamente necesario.
La próxima vez que su interés por la fotografía,
lo lleve a una librería, y vea en el anaquel los libros de Manuel Álvarez
Bravo, e Ignacio López recopilando asombrosas fotografías, solicite que también
se ofrezca la obra de María Cristina Orive, fotógrafa guatemalteca renombrada.
Ciudad de México, 28 de abril del 2017
Referencia
-Judith Butler. (1990) El género en disputa. Estados Unidos: Routledge.
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