«LOS CARTAGENEROS SE AGLOMERAN
RECORDANDO LA NIÑEZ DE TIEMPOS IDOS»
Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
El evento se llevó a cabo el 2 de febrero del año en curso. Allí, en los amplios terrenos del legendario barrio de Chambacú, cuna forjadora de grandes deportistas, se celebró el Festival Del Frito en homenaje a la Virgen de la Candelaria. En aquel entorno, se congregaron las fritangueras con sus altares para rendir con sus manos de veteranas, tejedoras del maíz, honores a la Virgen de la Candelaria. Aquellas percusionadoras de la masa de maíz, lo hacen llevando el ritmo de la cumbia surgida de la gaita del descendiente de Juancho Sierra.Todo es armonía en los compases de las cumbiamberas, ellas, con gestos majestuosos, coquetean a los parejos que buscan enamorarlas con el ritmo de sus extremidades. La musicalidad de la cumbia, deja un espacio sonoro para el anuncio de una empanada portadora del mensaje de los dioses gastronómicos, a través de filetes de camarones, pulpos, caracol y chipichipi. Todo en competición frente a otras empanadas heráldicas de dioses eróticos con el mensaje de «resucitar muertos».Hay un ambiente colmado de alegría a donde se ha ido a cumplir una promesa. O a recordar los sabores pretéritos escondidos en la infancia. Como anunciaban algunas nostálgicas matronas: «Para volver a degustar un buñuelo de frijol cabeza negra». Hoy, tristemente, dejado de elaborar por las distintas fases que conlleva su preparación.La Cumbia hace honores a la Virgen de la Candelaria. Parejas de distintas edades participan en el concurso de «La Mejor Pareja» bailadora de la Cumbia. En aquel ambiente de fraternidad, se escuchan los variados nombres de las empanadas que compiten en las diferentes mesas—los altares de fritos— «allí donde las clases sociales se igualan gracias al milagro del Festival del Frito en honor a la virgen de la Candelaria».Todos los cartageneros se aglomeran y recuerdan la niñez de tiempos idos.
1 comentario:
Excelente artículo de Juancho Gutierrez sobre el festival del frito. Hay que agregarle a ese festival unas bonitas de ajonjolí molido.
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