«LA DIOSA HIDRO ES MÁS IMPORTANTE QUE EL ORO»
«La poesía no es un privilegio de clase, nunca lo ha sido»
Henri Böll
Henri Böll
Juan V Gutiérrez Magallanes
El poeta tomó el mito y lo ubicó en el Olimpo, lo transformó en verdad para explicar el cosmos…
Y por el mito se origina la «poíesis» que es la poesía en la creatividad del hombre, y es por esto que Aristóteles, como buen discípulo de Platón, estudia la paradoja de su maestro con respecto a la poesía.
Porque con ella podía explicar el pensamiento del hombre…
Aquí citamos la unión mítica del mortal Oxígeno con la divinidad Hidrógeno para felicidad del hombre en el goce del equilibrio.
La diosa Hidro, originada por la «intervención» del andariego Oxígeno.
Travieso, poseía en su estructura el don de Nike, la victoria, simbolizando la felicidad y la diadema del triunfo que le permitía alcanzar las nobles miradas de Filia, divinidad de la amistad que corría por las praderas del Olimpo en sana competencia con la diosa Erinias, la furia, que siempre se refugiaba en el corazón de los Titanes, capaz de anidar también en los mortales para danzar con la turbia y enceguecedora Némesis, la venganza, la que se guardaba y permanecía escondida en las entrañas de los mortales, fácil de guiar por divinidades que caminaban por senderos escabrosos, llenos de alimañas, escogidos por los que guardaban las llaves del Hades.
Era fiel compañera de Eric, la discordia, ésta, que siempre pudo servir de mensajera de la divinidad Enio, la guerra.
Así estaba conformada la estructura síquica del mortal Oxígeno, quien antes del Caos soñó y alcanzó la unión con una divinidad del Olimpo, de aquel amor nació Penía, la pobreza, a quien Platón en su pensamiento mítico, consideraba madre de Eros, hijo concebido a través de la cópula con Poros, divinidad de la abundancia.
Eros a través del pensamiento de su madre Penía, alentó los deseos del mortal Oxígeno por la divinidad Hidrógeno, también fue ayudado por Tyje, la fortuna, esta última colmó de pasión el corazón de la sílfide Hidrógeno y se realizó el acto nupcial, propio del himeneo de las divinidades.
Como sublimidad del mito, de aquella unión, no hubo descendencia, sino fusión indisoluble de la diosa Hidro, agua, para que viviera eternamente ornada por las musas: Clio, la de la poesía épica, prestada siempre a los versificadores como Homero; Calíope, esa dueña de la poesía y la oratoria, quien prestó invaluable ayuda a Demóstenes: Erato, ella, la de poesía amorosa, anidó eternamente en el corazón del mismo Eros y tuvo compasión con Bécquer; Euterpe, de flauta musical, con la que el dios Pan, por su melodía, pudo olvidar a la bella y divina Siringa; Polimnia, musa de cantos e himnos, se quedó protegiendo con sus cánticos el lecho nupcial, ayudando con sus himnos para lograr el aprecio de la divinidad Lethe, la del olvido, esta era necesaria para borrar de los espíritus a las diosas perversas como Limos, el hambre y a Fthomos, la envidia, debían ser encerradas en los odres que guardaba el dios Eolo para desterrar a sus enemigos.
Ni tampoco debía permitir que llegase la divina Geras, la vejez, ésta, estaba llamada a reemplazar a Caronte en el Estigia. (Río que después en Colombia dejaba flotar los NN). El Concejo del Olimpo, sólo permitió que los poetas dieran vida al dios Momo, el de la burla para a través de ella retirar a Deimos, dios del espanto, que se mutaba en objeto manejable en los apéndices de los dominadores del poder y hacía posible la existencia de Fobos, divinidad del miedo, que no podía anidar en el corazón de la diosa Agua.
Sin embargo cuando la diosa Hidro, Agua, se salía de su lecho, parecía que recordara su origen, ese inicio a partir del mortal comburente, llamado Oxígeno, avivador del fuego para bien de Vulcano y de los hombres; el otro progenitor en sí, era el divino Hidrógeno, combustible, ardiente, que se incinera para mantener encendida las teas de las competencias de los dioses (premonición de las olimpiadas).
Todo aquello para ser contado por los poetas, quienes acudían a las musas: Temis, la justicia; Homónoia, la concordia y Metis, la prudencia, para envolver a la divinidad Hidro en el esplendor de Irene, la paz, y así poder brindarla a los hombres.
Pero Lethe no lo permitió, y ahora se hacen plegarias a los dioses que moran en el cieno de los ríos de Colombia, para alcanzar la mirada de Irene y decirle que aquí en Colombia en Santurbán (Santander del Sur), han erigido un monolítico, donde se lee: «La Diosa Hidro es más importante que el Oro»
juanvgutierrezm@yahoo.es
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