La Calvaria Confesión
«La Poesía es la Razón de mi Vida»:José Luis Díaz-Granados
Por Redacción MC*
¿Qué significa para ti, antes de cumplir los 70 años, publicar tus poesías completas?
Varías cosas. Primera: una sensación de incredulidad, al ver reunidos allí más de 600 poemas escritos durante 50 años, algunos desiguales, con diversidad de tonos, temáticas, ritmos, estructuras, con saltos bruscos, con ciclos carentes de rigor, con muchísimos textos brotados del fondo del alma, otros circunstanciales, otros de compromiso social, etc. Y en segundo lugar: una inmensa satisfacción en medio de tanto desorden, al ver convertida la producción poética de más de medio siglo en una edición que le da coherencia y sentido a la misma. La poesía es la razón de mi vida.
¿Cuándo escribiste la primera poesía?
Antes de cumplir mis 7 años escribí una estrofa que titulé «La Casa de Mayo», en donde trataba de imitar los poemas rimados de los autores modernistas que mi madre copiaba en un álbum. La noche del 13 de junio de 1953, a la misma hora en que el general Gustavo Rojas Pinilla se estaba tomando el poder, recité esos versos en el programa «La Hora Infantil» de la Radio Nacional, que, recuerdo, estaba completamente militarizada. En mayo de 1957 escribí unos «Versos Políticos» por la caída de Rojas Pinilla, que fueron publicados en Ecos de la Guajira, un periódico de Riohacha que dirigía Nássere Daos. Pero en realidad, mi primer poema formal, «Despertar» me lo publicó Eduardo Mendoza Varela en Lecturas Dominicales de El Tiempo, en enero de 1961.
Viendo en conjunto tu producción poética, ¿tendrías algún reparo que hacerle?
Los 3 tomos que reúnen mi Poesía Completa, suman 720 páginas. Si pudiera, conscientemente, las reduciría a 100 páginas. Si volviera a empezar sería más riguroso, más ordenado, más severo conmigo mismo.
¿Qué poetas hacen parte de tu formación?
De niño, me fascinaba escuchar a mi madre recitando «La cabeza del Rabí» de Rubén Darío, el «Nocturno» de Silva, «La magnolia» de José Santos Chocano, «Gloria de mi tierra» de Alfonso Reyes y todo el Romancero Gitano de García Lorca. En la adolescencia, mi primo Pepe Stevenson leía en voz alta poemas en francés de Aragón, Paul Elvard y Blaise Cendrars, en las célebres ediciones de Pierre Seghers. Luego descubrí a Neruda y me sumergí de manera total en su obra monumental. Llevo más de 45 años estudiándolo, lo mismo que a «los poetas de la primavera de los pueblos»: Whitman, Martí, Maiakovski, Alberti, Nicolás Guillen, Ritsos, Hikmet, Celaya, Nazor, Jorge Zalamea, Luis Vidales, Efráin Huerta, etc.
¿Algún libro o poema en particular?
Bueno, las obras completas de los antes citados. Pero tengo debilidad especial por algunos libros como Romeosoni de Yannis Ritsos, Residencia en la tierra, Tercera residencia, Canto general, Las uvas y el viento, los versos del capitán, Odas elementales, Estravagario y La barcarola, de Neruda; las poesías completas de Rafael Alberti y Poesía hasta hoy, obra reunida del ecuatoriano Jorge Enrique Adoum.
Además de poesías, tienes libros de narrativa, infantiles, de crónicas…¿dónde te sientes mejor?
Cada texto tiene su concreción, su concentración, su producción particular y su floración. De muy joven escribí cuentos. En 1959, Gonzalo González (GOG) me publicó uno titulado «Un día antes del viaje», dedicado «A Gabriel García Márquez», que resultó ser el primer texto en el mundo dedicado al futuro Nobel. Yo estaba convencido de que era mi género predilecto. Luego escribí proyectos de novela y relatos poemáticos. Posteriormente publiqué unas seis o siete novelas que acaban de aparecer reunidas en un volumen titulado Las puertas del infierno y otras novelas. Todas ellas agrupan mis exorcismos literarios y vitales. Y por ejemplo, me divierto muchísimo elaborando juegos de palabras y rimas para niños, lo mismo que cuentos de miedo y leyendas sorprendentes. No en vano Cuentos y leyendas de Colombia es mi libro más leído (por miles de niños en los colegios del país) y el más vendido.
Acabas de publicar tu primer libro de cuentos: Los papeles de Dionisio, ¿por qué hasta ahora y no antes?
Estaba tranquilo porque con ese título reuní 8 cuentos de juventud en la primera edición completa de mi poemario El laberinto, en 1984. No sentí la necesidad de reeditarlos porque me parecía que eran narraciones escritas para mí mismo. Pero ahora, gracias a mi gran amigo y admirado escritor Roberto Montes Mathieu, quien me instó a reunirlos y publicarlos, acaba de aparecer un volumen con mis relatos reunidos titulado Los papeles de Dionisio. Cuentos, 1968-2012.
¿Estos cuentos son anteriores a tus novelas?
Sí, son una especie de preámbulo de mis novelas, en cuanto al estilo (o antiestilo), los monólogos a veces inconexos, los personajes y la atmósfera. El barrio Palermo de Bogotá es casi el único escenario de mis novelas, con excepción de La noche anterior al otoño (2005), que si bien la mitad se desarrolla en Bogotá, la otra se vive y sueña en la Habana. Y Fulgor de la calle grande, que sólo se lleva a cabo en Santa Marta, mi ciudad natal.
Tus novelas son esencialmente eróticas, ¿cómo logras equilibrarlas con lo que escribes para los niños?
Cada cosa en su lugar. Y la verdad, no tengo problema. El erotismo y, si se quiere la pornografía y la obscenidad de mis novelas es fruto de mi propia vivencia y cuando no, de una ficción muy calcada de la realidad. A propósito, nunca he sabido si lo que he escrito son novelas o simplemente textos con personajes, edificios con cuartos lujosos y asquerosas letrinas, totalidad hechas de fragmentaciones, unidades construidas con pedazos de cosas, corpus multicolor, organismo en proceso, catedrales, relojerías, concentración de juegos y rigores, escritor escrito, suerte combinatoria, laboratorio idiomático infinito, o ¿qué?
¿Cómo es tu forma de trabajar?
Leo invariablemente de noche, cuando mis familiares y vecinos duermen. Y escribo a cualquier hora cuando estoy absolutamente solo, solo, «solo y mío», como decía León de Greiff.
*Tomado de Magazín del Caribe. Año X No. 51. Julio-Agosto de 2015. Bogotá, Colombia
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