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sábado, 2 de febrero de 2019

Crónicas de la Primera Independencia de Cartagena de Indias


   LOS ANTECEDENTES REMOTOS 
  DE LA RESISTENCIA POPULAR

       

Por Ubaldo Elles Quintana

  

                                                Crónica Uno

Las acciones de resistencia y libertarias de los cartageneros frente a la dominación colonial española tienen sus antecedentes más remotos en los hechos protagonizados por los indios Caribe - Yurbaco en el año 1510, cuando derrotaron a la expedición conquistadora de Alonso de Ojeda en la cual perdió la vida el geógrafo Juan De la Cosa, a manos de indios flecheros cuya reputación era muy conocida en estos ámbitos.  
Así mismo, es importante la resistencia indo americana, cuando décadas más tarde, las huestes conquistadoras de Pedro de Heredia son rechazadas también por los yurbacos, quienes sufren el incendio de la población ante la imposibilidad de ser derrotados con los instrumentos de guerra tradicionales de los invasores europeos, como eran las armas de fuego y los caballos, los más temidos de todos por los indígenas.  
Significativa es también la resistencia de los Caribes en la isla de Carex (hoy Tierra Bomba), cuando después de la conquista de Calamarí (centro histórico de Cartagena de Indias), Heredia y sus hombres vencen la heroica resistencia en el episodio que la historia local conoce como la “Guazabara” (guerra) de Carex en la cual centenares de indígenas son masacrados, pese al heroísmo de los defensores, liderados por los caciques Piorex y Curirix.  
Vencida la resistencia amerindia, se da la conquista del territorio Caribe de Cartagena de Indias y sus cercanías, e inicia la dominación colonial española.  
El 1 de junio de 1533, Heredia y sus huestes fundan a Cartagena de Indias; de esta manera la población indígena de Cartagena quedó sometida al dominio de los invasores. Los indígenas sobrevivientes en su mayoría murieron víctimas del maltrato y la esclavitud real a la que fueron sometidos en las encomiendas.  
Al establecerse el colonialismo Cartagena es incorporada a la órbita mundial del capitalismo mercantilista, el nuevo modo de producción que se desarrollaba en Europa, en la cual España era uno de los territorios (nación en formación) más atrasados. El capitalismo se abría paso ante el viejo régimen feudal predominante.  
La posición geopolítica de la ciudad, la importancia que adquiere como puerto marítimo y comercial, el carácter de “Llave de las Indias” y antemural del Reino del Perú, para la defensa militar de las posesiones españolas, y la abundancia y fama del oro del “Zinú”, la convierten, desde los inicios de la época colonial, en el territorio más importante de la “Tierra Firme” (sur América) y en zona codiciada por aventureros y corsarios, piratas y bucaneros europeos, y de manera especial por las potencias imperialistas colonialistas, rivales de España, como Inglaterra y Francia.  
En el marco de este nuevo modo de producción que exterminó, casi por completo, a la población Caribe, es decir, sus gentes, cultura, economía política y sociedad, en… “los años 1550 – 1600 Cartagena de Indias se convierte en el primer centro de esclavos negros de las colonias españolas, y se establece el denominado triángulo de la esclavitud: África, (la fuente proveedora) Europa y América.  
15 millones de africanos fueron arrancados violentamente de su tierra natal. Traficantes españoles, luego portugueses, franceses, holandeses e ingleses introdujeron negros procedentes de territorios africanos en pleno desarrollo, desigual y combinado, como Gambia, Senegal, Sierra Leona, Costa de Marfil, Costa de Oro, Golfo de Biafra, Angola y Mozambique.  
Más la resistencia a la opresión y la esclavitud no dio espera; desde las naves de transporte, algunas de las cuales eran llamadas “Tumbeiros” se dieron los suicidios como resistencia pasiva, las sublevaciones y amotinamientos violentos y libertarios.  
En Cartagena de Indias, y en todas las colonias formadas por españoles, a lo largo y ancho del territorio de la actual Colombia, donde quiera que se dio la esclavitud negra, ahí estuvo presente la resistencia de los ahora, nuevos afro americanos.  
En los siglos XVI, XVII, y XVIII, la rebelión y la lucha por la libertad fue la constante; primero se inicia el movimiento de los “cimarrones” y con posterioridad surgen formas superiores de lucha y una nueva forma de organización social libre e independiente del gobierno y la sociedad colonial establecida por los españoles: el “Palenque, primer pueblo libre de América” como lo denominó el historiador cartagenero Roberto Arrazola en su obra homónima.  
Así, Arrázola (1986) afirma: “fueron los palenques… pueblos que permanecieron segregados, exentos de impuestos reales y apartados del resto de la colonia española de Cartagena por centenares de años y cuyos habitantes, habiendo de darse sus propios jefes para su gobierno, constituyeron una comunidad libre y desde luego, soberana de sus propios destinos todo el tiempo que se confrontó esta insurrección.  
En Cartagena de Indias y sus cercanías, fueron varios los palenques existentes, destacándose los de Tabacal, Matudere, Matuna y San Basilio; cuya libertad fue reconocida a principios del siglo XVIII. Domingo Biojó y Benkos Biojo son algunos de los líderes más reconocidos quienes comandaron la rebelión y algunos ataques al gobierno de Cartagena. La importancia de los palenques como expresión de resistencia y libertad salta a la vista:  
“Así, hay que convenir en que tanto por su permanencia, a través de 300 años del coloniaje, como por su inmanencia a través de las generaciones negras que sucedieron durante aquellos tres siglos, el de los negros cimarrones, de los palenques, de los arcabucos, de Cartagena de Indias, es el único movimiento verdaderamente libertario hasta la independencia de Colombia misma, cuyo espíritu precipitó la propia declaración de Independencia de Cartagena el 11 de noviembre de 1811” (Arrázola (1986) p.p. 11, 12).  
Debe reconocerse como otro valioso antecedente de la revolución de Independencia de Cartagena, en el contexto de la Nueva Granada, la insurrección de los comuneros en los años 1780 y 1781.  
La insurrección se inició en Simacota, Mogotes y Charalá ; en El Socorro encontró el mayor liderazgo con Manuela Beltrán el 16 de marzo de 1781 a la cabeza del pueblo desposeído y de pequeños propietarios y cultivadores de tabaco, quienes protestaban contra el mal gobierno y el impuesto de la Armada de Barlovento, o impuesto a las ventas, es decir, las masas reclamaban contra las nuevas imposiciones fiscales, que establecía la política de los reyes de la dinastía de los Borbones desde 1700, que en la coyuntura, pretendían financiar la guerra contra Inglaterra, uno de cuyos episodios cruciales en las Indias y el Caribe se realizó en Cartagena en 1741, dejando como saldo la derrota de la Armada Inglesa al mando del Almirante Sir Edward Vernon. 
La insurrección se extendió por el oriente de Colombia, Popayán, Neiva, Tumaco, Casanare, Antioquia y Tolima, y alcanzó su versión más radical con el liderazgo de José Antonio Galán, Isidro Molina, Lorenzo Alcantúz y Manuel Ortiz, cuando al ser desconocidas las “Capitulaciones de Zipaquirá por el Virrey Manuel Antonio Flórez, los comuneros, intentaron de nuevo tomarse la capital del virreinato: Santa Fe de Bogotá.  
En su accionar Galán y los comuneros no solo enfrentaron al régimen colonial y el ejército, sino que también liberaron esclavos de las minas en Mariquita, Tolima; de igual manera indígenas, como el Cacique Ambrosio Prisco y en general el movimiento indígena beligerante reivindicaron la dignidad de los amerindios y el derecho a las tierras arrebatadas a la fuerza y explotadas por chapetones y criollos; un sector importante de estos reivindicó el derecho de los americanos a ocupar con preferencia frente a los españoles, los cargos de gobierno que hasta la presente le negaban el régimen y las autoridades coloniales.  
De esta forma la insurrección de los comuneros se tornó en una fallida revolución política y social que terminó con la represión violenta del Estado español contra quienes participaron en la gesta de este capítulo de la resistencia de los oprimidos.  
        
         Ubaldo E. Quintana, Historiador
Galán y los demás líderes radicales fueron ahorcados, descuartizados y las partes de sus cuerpos expuestas en estacas en las plazas de las poblaciones insurrectas, los hogares fueron destruidos, los bienes confiscados y la descendencia declarada infame; miles de campesinos fueron deportados a las selvas de Panamá y otros dirigentes participantes sufrieron encarcelamiento, destierro al África, y latigazos en las plazas.  
Sin embargo, la resistencia comunera no fue en vano; la semilla libertaria continuaría germinando en su dialéctica, 20 años después para poner fin a la opresión política del imperio español.  
Finalmente, se resalta que la insurrección comunera (1780-1781) con sus reivindicaciones de igualdad social, política y económica se da antes que la revolución francesa (1789); las proclamas de los comuneros no estaban lejos de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que luego fueron emitidos en esta. (www.wikipedia.com agosto 6 de 2009). 

martes, 15 de enero de 2019

De un descendiente de Nostradamus


…Y LOS CUERPOS DE AGUA SE SECARÁN
«Nostradamus, es indiscutiblemente aquel que, post mortem, mayor cantidad de tinta ha hecho correr, sobre todo en el siglo XX, objeto esencial de su visión profética». Jean- Charles de Fontbrune.
 Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

En manuscrito de letra corrida por manos de Juan Gómez, leían los pobladores de Chambacú por los años de 1945, un relato de uno de los descendientes de César Nostradamus, hijo de Michel Nostradamus, de quien se desprendieron varias generaciones, entre una de estas, estuvo Marcial Belmonte, quien vino como marino en una de las embarcaciones que trajo el Barón De Pointis, en 1697, cuando el pirata atacó a Cartagena y ésta estaba defendida por Don Sancho Jimeno.  
Marcial, logró refugiarse en uno de los asentamientos cercanos a la isla de Tierra Bomba, gobernada por el cacique Karex, en aquel asentamiento se enamoró de una de las descendientes del cacique, llamada Antonia, de esta unión nacieron tres hijos, uno de estos logró entrar a la ciudad que había sido tomada por su ascendiente como marino del Barón De Pointis. Este descendiente de Nostradamus, llevaba el nombre de Luis Calvin, quien hacía un relato maravilloso de su ascendencia y para justificarla, hacía uso de «cuartetas» (La obra que dio fama a Nostradamus es una colección de enigmas y profecías en verso, publicadas en cuatro «centurias» o volúmenes de cien cuartetas cada uno. Wikipedia). Calvin se atrevía a vaticinar algunos pronósticos que con el paso de los años se dieron, como aquel donde dice:                                                                                             

                              «De la Isla Elba saldrán,
                                       hombres de cuello blanco
                                       con falsedad la ocuparán
                                       Y a la Periferia volverán».

Este pronóstico, se cumplió, cuando entre los años 1968 y 1971, salen los chambaculeros de la isla y más tarde estos terrenos son usurpados por un sector de la élite cartagenera. 
Calvin, quedaba admirado de ver cómo los relatos que había escuchado de su abuelo en Tierra Bomba, oralidades que pronosticaban como en la urbe de Karamairi, se morirían los cuerpos de agua y edificarían pequeñas moles que impedirán el juego del viento con el vuelo de los alcatraces, las palmeras se cubrirán de sales y parirán frutos secos que se abrirán para mostrar sus corazones carbonizados. 
Calvin preguntaba por la ciénaga de las tortugas que salían en las noches a recorrer los alrededores del baluarte de San Miguel de Chambacú. Ahora aquello que fue un cuerpo de agua, llamado Matuna, se convirtió en un campo de arena. En las noches se escuchaban aleteos de peces y llantos de tortugas calcinadas por el sol.
Los descendientes de los españoles, llamados criollos, habían resecado muchos cuerpos de agua. Estaba próxima a cumplirse uno de los vaticinios de Luis Calvín, quien contaba que al cumplirse cinco siglos con dieciséis años del nacimiento de su ascendiente Michel Nostradamus, «los principales Cuerpos de agua de la ciudad que acogiera a uno de sus descendientes se secarían y el hombre de báculo de oro, levantaría grandes moles». 
Estamos expuestos a que se cumpla la profecía, pues Michel nació el 14 de diciembre de 1503, y en este año de 2019, se cumplen los 516 años de su nacimiento. Calvín, hacía énfasis en sus narraciones sobre la corriente de agua que atravesaba el sector de Chambacú y se unía a la Ciénaga de la Virgen y al mar que bordeaba a la ciudad. Su argumento era muy válido cuando recordaba lo que había sucedido con La Matuna y el secamiento de las aguas (Caño de San Anastasio) que circulaban por el frente de las puertas que daban entrada al centro amurallado, hoy llamado Boca del Puente. 
Calvín, decía que: «Las autoridades harán oído sordo a las voces que dará un hombre preocupado por los Cuerpos de Agua». 
Han pasado muchos años, y así como se muestra el avance de la desecación del Caño Juan Angola, creo que se va a cumplir el vaticinio presentado por Calvín, y el poco aprecio de las advertencias que hace el ecologista cartagenero. 

«Era el Caño Juan Angola
fuente de jureles y meros
así lo dice el canto de Lola
secado por los cartageneros»

Juan V Gutiérrez Magallanes
Es importante la conservación de los Cuerpos de agua y del mar, por la existencia de la flora en sus senos, donde se realiza el fenómeno de la fotosíntesis, el cual suministra la mayor cantidad de oxígeno que tomamos los seres vivos. Pero desgraciadamente los cartageneros, damos muestras de odiar a los cuerpos de agua, los invadimos con objetos de plástico, siendo este compuesto químico el mayor enemigo de la vida orgánica.
El hombre está agotando el proceso de desarrollo y conservación de la vida que posee el mar. En las Instituciones Educativas, debe existir la Cátedra sobre el Mar o al menos una unidad que sea fundamental para la aprobación de la ética humana. En el Mar se originó la vida (Oparín).
   

lunes, 14 de enero de 2019

Un Ciudadano del Planeta Tierra



PRESERVAR LA VIDA Y LA PAZ: UTOPÍAS DEL 2019



Por Ubaldo José Elles Quintana


Decenas de utopías por construir, sueños múltiples por realizar, olvido de los malos recuerdos y luchas miles por salir de la crisis global, es la opción que nos toca a los optimistas, a aquellos quienes en medio de la problemática social miramos con optimismo el presente que deseamos transformar y el futuro que queremos construir para un mejor bienestar de la Humanidad, Colombia y Cartagena de Indias. 
Es desde mi opción de cartagenero y ciudadano del Planeta Tierra, que hoy esbozo algunas de las utopías a lograr en este 2019, acompañado de las bendiciones de Dios y de la sabiduría que sobre nuestras acciones derrame Jesús, El Mesías. 
Sin lugar a dudas, los dos bienes y valores sagrados que debe preservar la Humanidad son el de la vida y la paz haciendo un pare definitivo a los conflictos, deponiendo las armas y procurando el bienestar de las mayorías, logrando la equidad, la justicia social, y la tolerancia entre los humildes y los demás estrato sociales. 
De esta manera, nada es más importante en este momento histórico que acabar con la guerra Palestino-israelí, la guerra en Siria, Líbano, Yemen, y los graves conflictos políticos y sociales de Venezuela, Nicaragua y Colombia, donde debe consolidarse el proceso de paz, iniciado en el 2016, sin que el Estado siga interponiéndose en las negociaciones y no se dé al traste con los logros alcanzados, entre ellos:la disminución del índice de mortalidad  por razones políticas. 
Así estaríamos preservando la integridad del ciudadano, el de la flora y la fauna, a la par del patrimonio cultural material e inmaterial que se transforma en “nada” con la desaparición de monumentos, comunidades, e individuos. 
De forma  idéntica, nada es más necesario que salvar el Planeta Tierra amenazado por el cambio climático, la pobreza, la reactivada amenaza de una guerra nuclear, la contaminación del agua, la atmósfera, la corteza terrestre, los alimentos, los animales y las plantas en este punto de nuestro universo en expansión, en la hipotética compañía  de uno o varios universos paralelos al nuestro. 
Mas el compromiso, no es sólo de gobernantes y políticos o entidades protectoras del medio ambiente; es de cada uno de nosotros, los terrícolas, hacer nuestro aporte individual y colectivo, procurando vivir de una manera amigable con la Tierra y convertirnos en ciudadanos del planeta. 
Lo  anterior implica que  cada  una de nuestras acciones, deben estar orientadas hacia la recuperación y conservación de los ecosistemas, (la movilización social de las comunidades que promueven el cambio hacia la sostenibilidad, a través de acciones que se conviertan en ejemplos de vida y exijan de manera pacífica al Estado el respeto y la garantía de los Derechos Humanos y los Derechos de la Tierra). 
En el ámbito patrimonial cartagenero son válidas las utopías mencionadas con anterioridad, más las que se enuncian a continuación: 
*La salvación del Cerro de La Popa y del convento de Nuestra Señora de la Candelaria, acompañada de los proyectos de reubicación digna de los habitantes, de acuerdo con los fallos judiciales. 
*La implementación de la Cátedra de Historia de Cartagena de Indias, aprobada por el Decreto Distrital 0596 de 1990, bajo la administración del fallecido exalcalde Nicolás Curí Vergara. 
Esta, es una obligación en mora de la Secretaría de Educación Distrital, la cual debe ser ejecutada por iniciativa propia sin que se tenga que acudir a una acción de cumplimiento por parte de los dolientes del Proyecto. 
*La pronta recuperación del  Paseo de La Media Luna, cuyo proceso de rehabilitación se  desarrolla de una manera demasiado lenta. 
*La pronta ejecución  del proyecto de “Protección Costera” antes que las olas del mar Caribe, decidan recuperar de una vez por todas, los espacios que el proceso de desarrollo urbanístico de la ciudad, le arrebató. 
*La salvación de la Ciénaga  de La Virgen y del Caño Juan de Angola, hoy, obstruido por diversas invasiones. 
*La reforestación de  la ciudad con árboles frutales con el objetivo de producir oxígeno, alimentos, sombra, disminución de la temperatura, ambiente y refugio para las aves. 
*La implementación de un plan de recuperación y conservación  de la avifauna canora del Distrito, acompañado de un plan de educación ambiental, que posibilite la concientización  comunitaria sobre la necesidad de estas prácticas y la importancia de las aves en la vida cotidiana de las personas. 
*La recuperación del patrimonio cultural material (monumentos) de Tierrabomba, Bocachica y Barú, cuya historia está ligada a  la geopolítica internacional  de las potencias imperialistas en la lucha por mantener y apoderarse  de las colonias americanas, durante el siglo XVIII. 
*La recuperación de la memoria histórica y cultural de las comunidades insulares y costeras del Distrito, como mecanismo que permita conservar sus tradiciones y prácticas culturales que promuevan el desarrollo sostenible, entre sus habitantes. 
*Descontaminar la bahía de Cartagena, liberándola de la presencia del mortal mercurio y de 36 contaminantes más que arrojan empresas estatales y privadas que funcionan en su área de influencia. 
*El traslado del mercado de Bazurto para salvar la Ciénaga de Las Quintas, y la definición  a favor del patrimonio, del  conflicto con el conjunto residencial Aquarela. 
*Reducir la intolerancia y la violencia delincuencial que acaba la vida de nuestros jóvenes. 
*Erradicar, de una vez por todas la corrupción en los entes estatales que devora los dineros que aportamos los ciudadanos con nuestros impuestos y, condena  a los menores a padecer la falta de alimentos en las escuelas, a los enfermos morirse por la falta de atención y medicamentos y, a la ciudad, a padecer por falta de obras de infraestructura en el peor de los casos, y en el mejor a disponer de obras inservibles, entre otros males. 
Son estas las principales utopías que debemos apropiarnos los cartageneros en el presente año; algunas son de corto plazo y otras de mediana y larga duración; algunas implican mayores dificultades que otras, más ninguna es imposible de realizar sino con los recursos propios del Distrito, del gobierno nacional y la cooperación internacional.  
Además de la participación ciudadana debe darse la voluntad política de los gobernantes para materializar las utopías referenciadas; aunque es la parte más difícil, debe ser catalizada por la movilización social, la fuerza que transforma la historia y que de manera ineludible nos conducirá a una Cartagena sostenible.Email: uellesq@hotmail.com
Ubaldo José Elles Quintana

 







viernes, 4 de enero de 2019

La Fábula de Mildonio



LA LETRA CON BONDAD ENTRA

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Mildonio, vivía en el centro de aquel trajinado Chambacú, donde el tiempo era más extenso que el mar que mirábamos desde la Punta de la Tenaza, pero  a él no le alcanzaba el día y parte de la noche para jugar con quienes le regalaban horas de ocio, porque le regalaban momentos muy cortos, lo que le impedía jugar a la Libertad, pues esta actividad recreativa requería mucho tiempo, inclusive, podía durar seis o siete horas. 
Mildonio nunca tuvo las horas necesarias para terminar este solaz pasatiempo, los mandados y los oficios de la casa lo mantenían ocupado. Lo veíamos caminar por las calles enlodadas con la alegría en su cara, por la canción que llevaba a flor de lengua, tenía un temperamento de hombre que había vencido las más grandes adversidades, cuando solo contaba con ocho años. Pero, para vivir la vida le había rendido lo suficiente, para darle espacio a la sonrisa de su cara y a las palabras de aliento que él se daba cuando era maltratado por una de sus tías. Aquellas, eran dos señoras, buenas en parte y acosadoras en el momento de portarse como maestras, en especial una más que otra. 
Mildonio, no había podido aprender a leer, muy a pesar de que  ellas, usaban el libro Alegría de Leer, ese que con solo ojear sus páginas, las buenas maestras lograban enseñar con la facilidad de los grandes maestros y fabulistas de los tiempos de la clásica Atenas. Pero Mildonio, no contaba con aquella buena suerte de los antiguos alumnos, con maestras como la difunta Gabriela Mistral ni la “Seño” Carmen, esta última vecina de sus tías. A él no lo llevaron a la escuela de la “Seño”, porque el tiempo de la escuela era muy extenso para los quehaceres de Mildonio. Esa era una de las razones por las que tenía que soportar la dureza del magisterio de sus bondadosas tías. 
La hora de la lección, se convertía en el martirio, de la ida al calvario, entre pequeños golpes y palabras amargas terminaba la lección, con duros recuerdos que le taladraban para el olvido lo que hubiese podido aprender. 
Algo que Mildonio no entendía, quizás por su corta edad. ¿Cómo era que aquellas tías, buenas para bailar un bolero y sacar muchos pases en el danzar una guaracha, no tuvieran paciencia para enseñarle a leer?  Muy a pesar de su corta edad, hacía muchas elucubraciones que terminaban con la tristeza asomada en su rostro  añorando el poco tiempo que estuvo en la población de Loro, donde los ayudantes de los botes que hacían el recorrido por la isla ganaban lo suficiente para sostenerse. En aquella isla podía contarle a la luna sus aspiraciones sin el temor de las tías, cada vez que le mostraban el libro de pasta enmohecida, ese  que para muchas personas mayores  les traía muchos recuerdos agradables y repetían con efusión sus lecciones. 
El señor Diego, carpintero de buena madera, por lo que lo catalogaban como Ebanista, era tío de Mildonio, pero éste nunca logró comprender por qué sus hermanas trataban con dureza a Mildonio, a la hora de las lecciones, él no entendía aquello, porque había aprendido a leer con aquel libro que ahora en este tiempo usaban para Mildonio, recordaba muchas de aquellas lecciones : “El Enano Bebe”, “Paco le toca la Cola a la vaca”, “Elena Tapa la Tina”. Iba hilvanando en su memoria las lecciones y los recuerdos de su maestra, cuando lo acercaba a su lado para enseñarle el deletreo de las lecciones. 
Diego, argumentaba que aprendió la paciencia de su maestra, para ahora, ponerla en práctica cuando le tocaba aserrar grandes troncos de madera que traía de los montes de la población de Rocha, o cuando pulía la madera y la barnizaba para más tarde tallarla con dibujos de flores que aromatizaban las camas de matrimonio que salían de su taller de carpintería. 
Mildonio, en el breve tiempo que le quedaba miraba el brillo de los muebles y la forma cómo el carpintero acariciaba la textura de la madera antes de aserrarla. 
Mildonio era muy conocido en todo el sector de la Loma de Vidrio de Chambacú, entre sus múltiples actividades se le mandaba a distribuir los bollos que hacían sus tías, tenían fama de ser muy buenos y eran los acompañantes permanentes del desayuno de las familias del barrio. 
Conocían cuando llegaba Mildonio, era muy frecuente una canción salida de sus labios,  esta característica, parecía ser un don especial de su  madre, quien tenía buena voz para cantar los boleros de Daniel Santos y los de Agustín Lara, ella dejó de cantar por una afección en la garganta, debido a un resfriado mal cuidado, que había cogido, cuando después de planchar noventa camisas de cuello duro en la casa de las Fuentes del barrio de Sandiego, tuvo que salir en la noche, para llegar a su casa en Chambacú, cuando fue sorprendida por un leve sereno, lo que le afectó los bronquios y desde esa vez dejó de cantar. 
Los vecinos retenían a Mildonio, para que les cantara un fragmento de una de las canciones que le había enseñado su madre antes de morir. Entonces salía corriendo para llegar a donde sus tías y no notaran la tardanza. 
Un día primero de mayo, Mildonio se demoró un poco mirando la manifestación de los obreros que pasaba frente al Puente de Chambacú, admirado por las canciones que entonaban, aquello lo hacía olvidar la cita que tenía con una de sus tías, para dar la lección del día, al llegar a la casa buscó el libro “Alegría de Leer” y abrió la página, donde aparecía un hombre esquilando una oveja. La tía dijo: “Mildonio, lee lo que dice” . Pero él no pudo leer la frase: “Olano Une la Lona”. Mildonio no lograba entender aquello, nunca en su vida había oído  ni visto aquellas palabras: Olano y Une. Pasó toda la mañana y Mildonio no pudo aprender aquellos galimatías. A la una de la tarde, Mildonio  resolvió huir, irse para Loro, ya  era suficiente el dolor que le producían las lecciones de aquel libro en las manos de sus tías. 
          
Juan V Gutiérrez Magallanes         
Llegó al mercado de Getsemaní, a la playa del Arsenal y se acercó a los botes que salían para Loro, habló con un pariente de su difunta madre y le solicitó un cupo en la canoa, el dueño le dio el permiso para viajar, desde el momento en que subió al bote, se le olvidaron los pesares y miró cómo las aguas de la bahía le sonreían y lo invitaban a cantar una canción de José Barros, se extasiaba contemplando el vuelo de los alcatraces y el salto de los jureles. Ahora quedaba libre de las lecciones amargadas por la forma de enseñar de sus tías, porque aquel libro, tenía la bondad de las buenas maestras. 
Mildonio, allí en Loro labró su vida como un buen trabajador, se unió a la mujer que había conocido cuando niño, en las vacaciones en que viajaba con su madre. Mildonio aprendió a leer, después de casado con Matilde, tuvieron cuatro hijos que se hicieron profesionales, sin el método de “La Letra con Sangre entra”, sino que aprendieron con la dulzura de la  maestra Eufrasia y la bondad del maestro Valeriano. Mildonio ha olvidado las duras lecciones y recuerda con alegría los consejos del viejo Núñez y las grandes atarrayas que tejía el viejo Magalla. 
Cartagena de Indias, enero 4 de 2019
  

viernes, 28 de diciembre de 2018

Honestidad y Transparencia


Odebrech, Al Mejor Estilo De «Shark Tank
Colombia, Negociando con Tiburones»

Por Rafael Eduardo Yepes Blanquicett

«Shark Tank Colombia, Negociando con Tiburones», es un "reality show" de un canal internacional de televisión que transmite en español para América Latina, en el que unos empresarios exitosos presentan sus ideas a cinco "pesos pesados" o "tiburones" de la industria colombiana para que los ayuden a hacerlas realidad y en el que todos los concursantes, al final, terminan ganando. 
El caso de Odebrecht, en nuestro país, parece calcado de la realidad ficticia de dicho programa, en el que la multinacional brasileña de la construcción presentó sus propuestas a los "tiburones" de un poderoso grupo económico, uno de los tres clanes comerciales, bancarios y financieros más importantes del país, que aún en estos momentos son motivo de investigación por los supuestos sobornos de dicha empresa extranjera para lograr que le fuese adjudicado el contrato para la construcción de la autopista Ruta del Sol II.  
En el referido programa, los fundamentos éticos de empresarios y "tiburones" son los valores de la honestidad y la transparencia, sin los cuales no es posible el éxito personal y empresarial, según los "pesos pesados" participantes, algo que, en el caso de la empresa brasileña, no se dio, sino que ocurrió todo lo contrario: la compra de conciencias a través de coimas fue la constante en este truculento episodio de la vida política del país, el cual ya lleva encima tres asesinatos ligados al caso de la multinacional carioca de la construcción.   
         
Reality Show, en Canal Internacional      
Si hay algo positivo en este tipo de programas es que se puede comparar la realidad con la ficción y, de allí, llegar a conclusiones interesantes que, si bien no son la panacea de la moralidad y la ética, por lo menos sirven para formarse una idea de cómo serían las cosas si la mayoría de los que manejan los hilos del poder actuaran con base en esos dos sencillos y prácticos valores éticos profesionales. 
Por lo menos, la corrupción imperante estaría reducida a su mínima expresión. 
Rafael E Yepes Blanquicett
 
  

domingo, 23 de diciembre de 2018

Las Nostalgias Por Un Redondel


Los Mismos Regalos Por Navidad, en Chambacú

«Aparecía el pesebre de la Seño Carmen,como una nueva estrella»

Juan V Gutiérrez Magallanes

Desde la aurora del primer día de diciembre, las brisas traídas por las aguas de la ciénaga del Cabrero-Chambacú, nos brindaban una invitación a la alegría, las voces se daban con un acompañamiento cantarino que hacían remover el corazón, y escrutar los mejores recuerdos de Navidad, los vecinos del Puente se detenían para escuchar los villancicos que Tiburcio dejaba escapar en su picot de sones y boleros.
En Chambacú se abría el mundo para brindarle a su gente un espacio para el encuentro con los niños y sus juegos con el goce y el regocijo por la llegada de la noche del 24 y el nacimiento del Niño Dios.

Muy temprano, a la hora en que pasaba el señor que vendía la leche, allí en la bajada del Puente nos reuníamos en ese amanecer del 25 de Diciembre los niños de Chambacú para mostrar nuestros aguinaldos, no importaba que fuesen en su estructura los mismos regalos de años anteriores, pues llevaban en su superficie un nuevo color, y daban un brillo de alegría tocándonos el corazón y llenándonos de agradecimientos por haber recibido aquellos juguetes que entrarían a hacer parte de nuestros recuerdos. 
 
Juan mostraba su camión de madera pintado con los colores más llamativos, la parte delantera era roja y la posterior azul con franjas verdes y amarillas, todo su ropaje era diferente al año anterior, y a pesar de que era el mismo camión de la Navidad pasada, ninguno de los compañeros traía a colación aquello, quizás porque la Matraca de Luis era la misma del año pasado, solo que, ahora, estaba pintada de amarillo, y su sonido era más alegre: dejaba un eco que se mostraba en las ondas de la superficie de la ciénaga. Era una Matraca con cremallera de zinc, elaborada por Nemesito «El Hojalatero», quien la había fabricado diez años antes de haber nacido Luis. Aquel sonido de la Matraca, el abuelo de Luis lo utilizaba para espantar el canto de las lechuzas, pero a la vez atraía el cardumen de lebranches, que Magalla aprovechaba para lanzar su atarraya y atrapar muchos peces. 
El balón de Pedro, estaba pintado con franjas rojas en fondo blanco, mostraba su superficie reluciente, era el mismo balón de otros años, siempre, Pedro lo presentaba con un color diferente, y como no le raspaban los colores anteriores, las capas se iban acumulando una sobre otra, lo cual le iba disminuyendo elasticidad para rebotar. Pero no importaba, ese era el aguinaldo de nuestro compañero. 

Mayito con su hermana Carlota, hacían parte de aquel encuentro de aguinaldos, ellas mostraban sus muñecas, las mismas del año pasado pero con vestidos nuevos y con un nuevo lunar en sus caritas, su madre hacía artesanías y mostraba su maestría en la confección de vestidos para niñas y la elaboración de muñecas de trapo.

La curiosidad de todos se volcaba en el triciclo de Fernando, su armadura era un muestrario de colores, pues su padre lo había recibido como regalo navideño, ahora él lo hacía con su hijo. Todos los niños llevaban en sus hombros un pequeño tambor de hojalata, que les había regalado Nemesito, «El Hojalatero» de Chambacú. 
Se reunían en un redondel, en la mitad de aquel se paraba el niño Emeterio a cantar villancicos, que había aprendido en la única escuela de bancos de la Seño Carmen, los cánticos alegraban los corazones de los mayores, en especial de las vendedoras de cocá, suspiros y caramelos con figuritas de animales y frituras que llenaban el camioncito de Juan, los niños colmaban su alegría con los sabores de los dulces y fritos que les obsequiaban. En ese día, podían hacer toda la algarabía que quisieran con el toque de sus tambores y las matracas, el canto del niño Emeterio no cesaba, a él se unían las voces de las plañideras y rezanderas que en aquel día de diciembre, sus llantos y rezos se transformaban en cantos de alegría por la Navidad que había llegado. 
Juan V Gutiérrez Magallanes, Escritor


viernes, 21 de diciembre de 2018

Del libro La Otra Dimensión del Amor


La Maldición De Las Armas

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Por Gilberto García Mercado*    
  
Otra vez los chicos están fumando sus porros. Lo supimos por el olor sutil que por las casas próximas a la ciénaga se fue esparciendo.Lamenté entonces que la policía hubiera arrestado a Elio Garcés, quien siempre se las ingeniaba para mantener a raya a los delincuentes. 
Samanta, la bella, continúa indiferente frotándome el ungüento que para no morirse de hambre, los sobrevivientes de la guerra comercializan en los autobuses. «Puras mentiras, esos remedios no tienen licencia», objetará alguien en el vehículo. Pero cuando el cuerpo duele, y se ha probado con todo tipo de analgésicos, y el dolor en vez de ceder, arrecia, entonces hay que arriesgarse con los ungüentos que las víctimas de la guerra para no morirse de hambre venden en los autobuses. «Porque es lo único para el dolor», gritarán. Y Samanta no cree en peroratas, su escepticismo es justificado, ¡sí en la vida la han engañado tantas veces! Ahora, en que el olor a cannabis persiste, no para de frotarme el ungüento en la espalda, mientras yo ahogo en la garganta un grito seco. 
Llegó a Campo Verde en un febrero ardiente, la gente bebía ron y cerveza con un entusiasmo desmedido, algunos aguardaban expectantes la noticia de que una Samanta por fin dijera que sí. Y era aquella una primicia que no podía quedarse dormida en nosotros. Teníamos, como una noche de carnaval que vestirla con colores y lentejuelas, rodarla como una bola de nieve que en definitiva aplastara el corazón. Las Samantas emergen de la ciénaga con la piel de cobre. Los chicos harían lo que fuera, con tal de poseer sus ardorosos amores. Por eso muchos residentes de Campo Verde, se fueron a vivir allí. Acostumbrado a la bulla de los pick-ups, el lugar era una Sodoma o Gomorra, y, Elio Garcés, nuestro ángel protector en contra de los delincuentes. 
En el Muro de las Lamentaciones, estábamos cayendo en un agujero negro. Antes de Elio, el olor a cannabis se adhería a uno, y las chicas del Centro se apartaban de nuestro camino. «Porque hueles a pura hierba», comentaban con ironía. 
La ciénaga en esta hora es guarnecida por el silencio. Cuando el sol va cayendo en el horizonte y ellos continúan liando sus tabacos, yo recuerdo aún más al muchacho. Estábamos acostumbrados a oírle gritar desde el silencio de su casa: «Carajo, de nuevo los vagos fumando la hierba». Acto seguido desenfundaba el cinturón de su jean apretado. Y sin clemencia alguna golpeaba a los jóvenes malvados. 
«Váyanse de aquí», les gritaba, «¿O es que quieren que nuestros muchachos se comporten de la misma manera?». 
En Campo Verde su vida iba a estar signada por la providencia. La maldad arraigada en quienes utilizaban estupefacientes lo llevarían a trazar un plan salvador: se alistaría en las fuerzas militares, aprendería todo cuanto hubiera que aprender, y regresaría a limpiar de delincuentes las calles. En los hostigamientos contra rebeldes y narcos, a él siempre confiaban la misión. «Piénselo bien», reiteraba el sargento Mejía, «Usted hará carrera en el ejército si se empecina en ello». Pero había culminado un proceso. «En tres años regreso para cambiarle el rostro a Campo Verde», recuerda que juró a Samanta el día de su partida. Y ahora había retornado a casa. En el intervalo que había desde la avenida Los Almirantes hasta su vivienda, su semblante lucía perdido y ausente. Como si el lugar no le interesara y solo estuviera de paso por allí. Los tres años que transcurrieron como una eternidad, develaron la evidencia que estaba más allá de los discursos presidenciales y las buenas intenciones. El barrio era habitado por espectros ocupados todo el tiempo en inhalar pasta de cocaína… 
La casa, envuelta en la penumbra parecía flotar sobre la ciénaga. Buscó a tientas el interruptor de la luz, y tropezó con un hueco en la pared. Quiso gritar, mencionar datos, nombres. Sus pies se embarraron de una sustancia pastosa y putrefacta y supo que eran las heces de los habitantes de la calle que la habían hecho su guarida. Tres años fuera, y en el lugar sólo persistía el silencio pesado de la ciénaga. No, no, la casa no era la culpable. Era la terrible maldición contra la cual luchara en el ejército nacional. El país estaba cayendo poco a poco en el vacío cenagoso de animal grande. Los hombres se ahogaban en su propia amargura. Las cárceles estaban sitiadas, y eran insuficientes. El país estaba enfermo como el psicópata que un año antes de ingresar Elio Garcés al ejército, confesara ante la opinión pública haber asesinado a centenares de niños, reconstruyendo sin remordimiento alguno, la ruta en donde había enterrado a los infantes, quienes hasta ahora retornaban a los cementerios de paz, en ataúdes dignos. Y no en bolsas plásticas en las que el psicópata los enterraba. 
«¿Qué pasa?», se escucharon voces huyendo por el patio cuando Elio tocó en la puerta, «¿Quién carajo es?». 
No, no eran voces ni rostros conocidos y el mundo en tres años se puede acabar. A pesar de no tener a nadie, pues había crecido en un orfanato, estaba convencido de haber tomado la mejor decisión. «Samanta», le había dicho aquella vez, «Me voy pero regresaré». (La joven se le había entregado en cuerpo y alma. Los rayos de la mañana la apartarían de sus caricias y abrazos. Ajena, la dama partiría, entraría por el patio escueto y se deslizaría hasta su habitación, en donde sus padres la imaginaban rendida por el sueño...) 
La casa de Samanta también se hallaba en ruinas. No conservaba el sendero franqueado por almendros y mangos que la envolvían en una atmósfera deslumbrante. (En otra época, los vallenatos se escuchaban a media cuadra inundando de paseos y sones tenues la calle). Advirtió el cannabis en la atmósfera densa y brumosa, creyó ser Dios a quien le habían profanado el templo, y a golpes arremetió contra los transgresores, quienes de repente caían del paraíso al infierno, en cuyos dominios estaba ese demonio llamado Elio Garcés. Alto, atlético y desencajado, con el cinturón ancho y hebilla gruesa, blandiéndolo, aquí y allá… 
Los sacrílegos salieron del templo, y él sometió a un minucioso reconocimiento la casa. Estaba seguro de que no iba a tener paz si no sacaba a Campo Verde de aquel hueco. Uno puede estar cagándose  por la diarrea, y tomarse una pastilla, y la diarrea cede, y ya no huele a mierda. Pero el que fuma cannabis está deteriorando su espíritu, y la cura es más cannabis, y el espíritu continúa su quebranto. 
Luego de indagar por el barrio, dedujo que no podía quedarse en la casa de sus sueños. Bastaron tres años para que la mayoría de las viviendas estuvieran completamente en ruinas. Pareció descansar de la amargura, y asomó el cuerpo a la penumbra del patio. Al fondo, en un pequeño promontorio de escombros, creyó observar un san Bernardo. Gritó, y como el animal no se moviera, llegó hasta los escombros. Su corazón se aturdió al sentir entre sus manos el esqueleto del animal. 
Ahora, con el cuerpo temblando por la fiebre todo se complica. Si al menos creyera en los mejunjes que Samanta me unta, no temiendo que el sobreviviente de la guerra me escuche, gritaría: «Eso es verídico, el ungüento es maravilloso». Ellos continúan fumando la hierba y nadie se atreve a enfrentarlos. Como se han adueñado de Campo Verde, la alegría duró muy poco. 
Apenas llegó, Elio fumigó las casas de él y Samanta, volvió a instalar la luz eléctrica, y enterró la osamenta del san Bernardo. Luego se dedicó a limpiar de indeseables la zona. Todos los jueves amanecían dos o tres tipos muertos en las calles. Y circuló el rumor de  que era el espíritu de Samanta quien los mataba, pues los salvajes una noche la degollaron, mataron a toda su familia, y no contento con esto, le prendieron fuego a la vivienda… 
         
Gilberto García Mercado, Escritor de Fundación            
Sí, él está en la cárcel, pero dicen que será por poco tiempo. La Justicia aunque cojea llega, y se muestra benevolente algunas veces. Tal vez este caso llegue a feliz término, porque todo el mundo sabe que el muchacho tuvo sus razones para actuar así. Como estamos en octubre, siempre que llueve un miércoles, amanece un delincuente muerto el jueves. Por eso, si mañana hay muerto en Campo Verde que no piensen que fue Elio Garcés, pues él está en la cárcel, y no habrá a quién echarle la culpa. Samanta continúa untándome el ungüento, sus manos diestras recorren mi espalda produciéndome un estado de inconsciencia, hasta que la bulla al día siguiente me despierta, porque han descubierto otro cadáver en la vecindad. Y como hoy es jueves por eso ha dejado de llover.
*Gilberto García Mercado. Fundación (Magdalena) Colombia. Acaba de publicar su segundo libro de cuentos La Otra dimensión del Amor. Ha publicado las novelas Todas Las Flores Son Pocas Para Sandra y un Peldaño Basta Para Subir Al Cielo, tiene inéditos Alondra o la Ilusión, cuentos y la novela  El Secreto de Los Desterrados. Toda su obra la puede adquirir en Amazom.com en el link:    https://www.amazon.com/dp/B07FVH7YGM 



  

lunes, 17 de diciembre de 2018

jueves, 13 de diciembre de 2018

Réquiem Por El Ex Presidente Betancourt

Se Retiró De La Política 
Y Se Dedicó A Escribir
 Por Rafael Eduardo Yepes Blanquicett

Falleció, a los 95 años de edad, el pasado 7 de diciembre, el expresidente conservador Belisario Betancourt Cuartas, quien, siendo de "la más pura extirpe godarria", gobernó como si fuera un liberal de "pura cepa", de tinte rebelde, por lo que su candidatura presidencial se apartó de los moldes tradicionales partidistas para convertirse en una candidatura nacional y, luego de su elección, en un gobierno de convergencia nacional.  
Le tocó afrontar dos trágicos hechos durante su mandato: la avalancha de Armero, que entristeció y enlutó al país entero, y la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, que algunos han dado en llamar "asalto terrorista, hecho que casi le cuesta la presidencia, por cuenta de un grupo de militares de extrema derecha que pretendieron darle una especie de "golpe de Estado subliminal".  
Coherente con sus convicciones políticas, sorprendió a todos al reconocer el carácter político del conflicto armado colombiano, la necesidad de iniciar un proceso de paz y de ejecutar una reforma política para realizar diálogos con los diferentes grupos armados ilegales, en busca de una solución negociada al conflicto, sentando las bases para posteriores procesos de paz, de los cuales se concretaron durante su gobierno el del EPL, que se convirtió en el partido político Unión Patriótica, UP, y el del M-19, que se desmovilizó en el gobierno de Virgilio Barco Vargas, transformándose en el partido político Acción Democrática M-19, AD-M-19, ambos, partidos políticos legales.  
Este aporte suyo a la paz en Colombia, es, quizás, el más relevante de todos en sus cuatro años de gobierno democrático y, al terminar su período presidencial, se retiró de la política, dedicándose por completo al hermoso oficio de escribir a través del periodismo, de la literatura y la docencia, pasiones estas que cultivó paralelamente a la de su actividad política.  Paz en su tumba, honorable expresidente.  
Rafael E Yepes Blanquicett

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