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martes, 22 de mayo de 2018

El Legendario y Olvidado General Hermogenes Maza


«Quiero Una Cama, Vengo a morir. 
Ahí Les Dejo Su Mundo de M…».

 Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Era un día, 20 de abril de 1792, en que el frío intenso de la noche había colmado de neblina las calles del barrio de Las Nieves de Santa Fe de Bogotá. 
En una de las grandes casas coloniales de propiedad del castellano Felipe de la Maza. Su esposa, doña Rosalía Loboguerrero, daba a luz un niño de piel blanca con cabellos de tinte aurífero, su llanto salía con fuerza, tal vez anunciaba la impronta que dejaría en el duro humor de un santafereño. A quien muchas veces, por sus ácidas mamaderas de gallo, lo creían costeño, pero  estaban equivocados, había salido del centro de Santa Fe, formado durante la niñez en la Escuela de don Juan Sordo, español adherido a Fernando VII, en esta institución se iniciaban los hijos de las principales familias de Santa Fe, al entrar a la adolescencia inicia sus estudios en el Colegio  Mayor de Nuestra Señora del Rosario, era un permanente lector. 
En esta institución educativa, se encuentra con jóvenes de las diferentes regiones de la Nueva Granada, donde se distingue por la  forma de exponer sus ideas, de manera clara y sin tapujos, lo que le valió el título de «El Colegial». Se organizan entonces las Tertulias de Maza, donde se trataban temas diferentes, que tenían que ver con los problemas sociales. 
En aquel colegio, se encuentra con otros jóvenes que disertan sobre la libertad y algunos otros aspectos de la cultura, entre ellos Atanasio Girardot, Manuel Rodríguez Torices, quienes tenían conocimiento de la labor desarrollada por Antonio Nariño, de quien se dice que ha traducido los «Derechos del hombre y del Ciudadano». 
Una mañana del 20 de julio de 1810, Hermógenes con varios compañeros, salieron a responder favorablemente al grito de «Abajo los Chapetones», se unieron al enfrentamiento que el pueblo hacía a un pelotón de fusileros, en aquella escaramuza también participó Manuela Maza, hermana de Hermógenes, ella más tarde fue perseguida por el Pacificador Morillo. Esa misma noche, Hermógenes se alistó en el Batallón «Auxiliar». De allí en adelante se convirtió en el Soldado entregado a darlo todo por la patria sin importarle su vida. Hace parte de un batallón que trasciende las cordilleras y avanza por las llanuras del río Magdalena, enfrentándose a veteranos españoles. Maza está a las órdenes de Bolívar, ya para el 1813, los estudiantes neogranadinos conforman el «Batallón  4° de la Unión» y quedan bajo el mando de Girardot. 
En estos momentos, donde la actitud de Maza, era la de la confrontación caballeresca en la guerra, lo sorprende la Declaración de guerra a muerte. Pero Maza estaba allí para la guerra y, ésta le iba diezmando a sus compañeros, tales como a Girardot caído en la Colina del Bárbula. 
Hermógenes Maza en uno de los combates, se extrema en su arrojo y valentía, lo que le vale ser ascendido a teniente-coronel.Llegan a Caracas y ésta  es tomada, donde también se destaca Maza, Bolívar queda admirado por la valentía del neogranadino de cabellos plateados, lo nombra  Gobernador Militar de Caracas.
Continúan las confrontaciones ante un defensor de los chapetones, Tomás Boves, quien superaba en combatientes a los del teniente Maza, pero el coraje de éste se engrandecía. Lo que no fue suficiente en una de las tantas batallas, Maza es apresado  en la guerra de Urica, donde Bolívar, tuvo que darse en retirada, lo cual no pudo hacer el temerario Maza. 
Engrillado, recluido en una miserable celda, de ésta lo trasladan a otra con signos de muerte, por último lo encierran en una que tenía clavada en la puerta un cruz negra, a donde llevaban los condenados a muerte. 
Maza es sometido a doscientos latigazos, castigo que quedaba disminuido ante el acoso sicológico de las salidas y sentadas en el banquillo de los condenados que debían fusilar en la madrugada. Los latigazos eran ordenados por el sargento de apellido Brito. Orden cumplida por José Luis Moreno, quien con el paso del tiempo, llega a establecer una relación de amistad, con la comprensión de Maza, de que Luis, solo cumplía órdenes, y estaba allí por no poder salir a otros lugares. Todo lo anterior contribuye para que Maza convenza al obligado carcelero a huir con él, lo cual es aceptado por Luis. Maza, respira profundo, busca descargar su alma del rencor acumulado, un lastre que de allí en adelante jamás saldría, solo lo lograría aliviar con las gotas de cualquier soporífero, como fue el aguardiente. 
Maza y Moreno, salieron en la oscuridad, rompiendo la bruma y silenciando las voces de los animales que encontraban en el camino, llegaron a la casa de doña Dolores Curvelo de Rochedal, viuda de un hombre que había luchado por la independencia de América, allí pasaron la noche y se prepararon para salir disfrazados de campesinos, lograron evadir varios puestos de guardia de los españoles, pero en uno de esos, Moreno fue identificado y de inmediato fue puesto preso, tres días después fue fusilado en Caracas, igual ejecución se le dio a Dolores Curvelo. 
Para Maza fueron dieciocho meses de cárcel con latigazos, ayunos y traumas sicológicos en asomo de muerte. El camino por las trochas venezolanas, parecía acentuar sus deseos de venganza, aunque deseaba poder olvidar. 
Tuvieron que pasar tres años para volver a Santa Fe, al divisar a la ciudad de su infancia. Miró hacia el norte y hacia el sur, meditó tratando de buscar recuerdos, se dirigió al barrio de Egipto, buscando a una humilde mujer que había laborado en su casa, desde aquellos cerros podía mirar la ciudad y por la condición sumisa de aquel barrio, el Virrey don Juan Sámano , no miraba hacia allá. 
Maza, llenó su corazón de ira y tristeza, cuando se enteró de la mutilación y exposición de los cuerpos de Camilo Torres, Manuel Rodríguez  y José María Dávila. 
«Por odio, estrategia, o ambas, Morillo mató selectivamente a la élite intelectual detrás de la Independencia, el soporte ideológico de la nueva república». 
¿Por qué la mayoría de los historiadores han sido bastante injustos en el aprecio a Hermógenes Maza Loboguerrero? 
Escrutando la vida de Hermógenes Maza y observando los cruentos hechos sufridos por parte de los realistas y en especial por Pablo Morillo, donde el escritor Carlos Delgado Nieto, dice lo siguiente: «era el riego para la planta del odio que tan crecida estaba ya en su corazón. Se acendraba la personalidad que más tarde había de inducir a Maza a llamarse a sí mismo «el encargado de la venganza de la patria». 
Hay poca razón para mirar a Maza, como lo encontramos en textos del historiador Jorge Núñez Sánchez: «un heraldo negro de la libertad, una herramienta cruel de la historia, a quien le correspondió vengar, odio por odio  y sangre por sangre, a las víctimas de los realistas. Los historiadores se ensañan con el epíteto: «Ángel exterminador de los españoles». No se podía pedir contemplación, cuando debía hacerle frente a la crueldad de Pablo Morillo, a Tomás Boves, al sargento Brito y la malévola astucia del Virrey Sámano. Estoy de acuerdo que se llame: «León de la Serranía»; «Jaguar de los Andes», porque fue «un guerrero formidable  y héroe de la Campaña Admirable en Venezuela».  
Hermógenes Maza, amaba tanto la patria, que el dolor de la muerte de sus familiares, como Manuela Maza en la lucha por la Independencia, lo consideraba como un tributo por la libertad de América , y la vida le presentaba situaciones para descargar su dolor, y es así, como una mañana del 9 de agosto de 1819, sale por las  calles de Santa Fe con una lanza en la mano, en la búsqueda del último español y se encuentra con el sargento realista Brito, quien se le constituía en una constante pesadilla en tantas noches sin poder dormir, hasta cuando el aguardiente lo rendía. 
Allí estaba frente a él, su ex verdugo. Le dijo: «Párate, vas a morir». Y su lanza finalizó los latidos del corazón de Brito. 
El  Teniente Coronel Maza, dio todo por la patria, por ella actuaba con desprendimiento extremo, como lo demuestra cuando facilita en calidad de préstamo, sin ninguna garantía , todo el dinero recibido de su herencia . «El ejército que había obtenido el triunfo de Boyacá, carecía de dinero, tanto para la alimentación de los los patriotas como el sostenimiento de la campaña del batallón que se dirigía a Honda». 
Deuda que nunca se canceló, muy a pesar de que Santander, como Presidente autorizó su cancelación, el tesorero de aquel momento cuando ya la República estaba en breve calma, no cumplió con el pago de la deuda. Era el momento en que el general Maza, atravesaba grandes dificultades económicas, por la escasa pensión que recibía de la República.En aquella campaña en la travesía el río Magdalena, pasando por la población de Honda, el general Maza inició un exterminio de cuanto español, encontraba en su camino, hasta su llegada a la ciudad de Mompós, donde, con el paso del tiempo, terminaría sus últimos días. 
Para el mes de junio de 1820, se  unieron los jefes patriotas Carmona, Lara y Maza, donde este último sobresalió como siempre, por su valentía en las confrontaciones que se dieron en las cercanías del río Magdalena; Queseras del Medio; Gamarra y  El Peñón, para Maza no importaba el poder del armamento del contrario, le bastaba la estrategia que emprendía, como lo hizo frente a la flotilla de los españoles en ese sitio de  El Peñón. 
Aunque, quizás su  hazaña de mayor contundencia fue la de Tenerife, donde se enfrentó a once buques de guerra con solo siete canoas equipada de macheteros forjados en el río Magdalena, con prácticas de derribar un árbol con cinco golpes de machete. En aquella guerra la sangre derramada cubría la tierra y las aguas del río se enrojecieron con visos plateados por la cabellera del general Maza. El efecto del alcohol y los crueles recuerdos de la oscura cárcel de Caracas, nublaban la razón del general, quien blandía su espada ante cualquier seseo de pronunciación ibérica. Solamente se adelgazó su ira y se incrementaron los recuerdos de la niñez, cuando escuchó la voz temblorosa y llorosa de un anciano que decía: «Yo soy su padrino y fui su maestro, yo lo tuve cuando niño. ¡No me mate! Soy Juan Sordo, quien te enseñó las primeras letras en la Escuela de las Nieves. El General cambió el terror de su rostro y dijo: «Déjenlo ir». Había perdonado a su maestro. 
Después de aquella hazaña, donde el héroe había sido Hermógenes Maza Loboguerrero, no se le dio el mérito que se le brindó a otros que no habían tenido la participación y valentía de Maza, como hicieron con Córdoba a quien distinguieron y continuó siendo  jefe de Maza como mayor, solo a este último lo reconocieron como Coronel. La historia y la justicia hecha por los humano se ensañaba contra Maza, lo que no disminuía su amor por la patria y la libertad. 
«Bolívar, tuvo siempre una idea un poco disminuida, cuando no adversa del Mono Maza, se refería a él como un niño pesado santafereño».  
Quizás todo aquello, porque Maza, «mataba españoles, hacía chistes  y bebía, mucho alcohol». Maza, nunca aceptó la compasión, era un hombre de profundos recuerdos para no olvidar los agravios, él era masón, formado con las élites santafereñas, hasta los últimos días de su adolescencia, cuando sale de las aulas Rosaristas, para alistarse en el Batallón Auxiliar, donde se iniciaría como un combatiente valiente y aguerrido. 
Parte Maza hacia Santa Marta, ciudad donde se refugiaron los realistas, se encuentra con el almirante Padilla, Maza comandaba el Batallón Girardot, lograron entrar en la ciudad con poca resistencia, ya que la mayoría de los españoles habían huido . En esta ciudad, los sanos amores escondidos de Maza, se soltaron de los amarres de su corazón y se dejó cautivar por la buena mestiza Manuelita Conde, alegre costeña de cuerpo bien tallado. 
Eran los años de 1820, en que Maza celebró esponsales con Manuelita Conde, de aquel matrimonio nació una niña. Pero estos amores no fueron tan fuertes como el compromiso con la guerra, y no hubo tiempo para una Luna de Miel duradera. 
El General Maza continuó su recorrido por diferentes pueblos de la región Caribe, haciendo justicia con su espada, con desesperación por librarse del lastre que le había dejado la cárcel de Caracas y la orden de Bolívar: «Guerra a Muerte», a todo esto se unía el desgarramiento que había ocasionado  Pablo Morillo. Maza no tenía miedo, era un hombre valiente de quien Bolívar no hacía justa apreciación, siempre lo miraba como el niño neogranadino de pilatunas y rabietas y llega a expresarse en aquellos días de la manera siguiente: «el ciudadano Hermógenes Maza», sin ningún título militar, todos ganados en el campo de la lucha por una Patria Libre». 
Hermógenes Maza Loboguerrero, era un ácido «mamadordegallo», condición incompatible con la dureza de la guerra, pero, en él estaba el hombre dispuesto a servirle a la patria. «Con la espada libraba una guerra, con su ingenio hacía otra. El, como ninguno otro, continuaba fiel a la consigna de guerra a muerte». 
Con el paso del tiempo las guerras eran más frecuentes y por supuesto más ingería aguardiente y su risa se disminuía, las heridas habían inutilizado uno de sus brazos, lo que no impedía, gritar con toda su fuerza, después de cumplir una misión, y  sabiendo que lo enviaban para probar su valentía, expresaba: 
– La posición está tomada, y «aun vive maza». 
El historiador, Carlos Delgado Nieto, se pregunta, ¿No había entregado acaso a esa empresa (la guerra) su dinero, su juventud, su inteligencia y su corazón? No tuvo tiempo para su esposa ni ternura para su hija Cruz. Era su guerra, la guerra de toda sangre. Llegado  el término de la guerra, en su corazón anidaba un desconsuelo y una gota amarga del no reconocimiento de su amor por la patria. Veía cómo compañeros con menos méritos eran ascendidos y nombrados en misiones diplomáticas al exterior. Mientras a él el título de General, le llega tarde con una miserable pensión que no le permitía vivir con dignidad, condición que lo inclinó con mayor rapidez al alcoholismo. La lúgubre y fría habitación que ocupa en el barrio Santa Fé, acentúa más los recuerdos de Manuelita Conde, su esposa y su hija Cruz, en esas noches de ebriedad por el efecto del aguardiente, se abre en su mente un destello del camino hacia Mompós, ya no soportaba los intensos fríos de la sabana. 
 Volvió a buscar al río de la Magdalena, al río Yuma, aguas que en sus tantas batallas, había variado su color por los desenfrenos de su espada. Ahora se dirigía a la ciudad de los Gutiérrez de Piñeres, patriotas que habían combatido a los realistas de Fernando VII. En aquella travesía volvía a mostrar la fortaleza de su corazón, iba con poco dinero, pero con el corazón henchido de esperanza, por el aprecio que le habían ofrecido sus amigos Gutiérrez de Piñeres. 
Al llegar a Mompós, «buscó una pequeña casa en la Calle de Atrás, contigua al templo de Santo Domingo y al Colegio Pinillos, casi en la desembocadura de una curiosa calle en forma de escuadra que se llama Callejón de la Faldriquera». 
         
         Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
El General Hermógenes, ya establecido en la ciudad, salía todas las tarde a visitar ciertos excombatientes que evocaban los recuerdos de contiendas pretéritas, luego pasaba por la cantina donde lo alcanzaba la noche bajo lo efectos del aguardiente, donde casi siempre no cancelaba la cuenta porque usaba como estrategia  tratar de desenvainar su espada, ya que guardaba el dinero en el interior de la vaina. El Cantinero al ver aquella actitud, le decía que todo estaba cancelado, y así continuaba en una permanente libación para olvidar. Hasta cuando un día de Junio del año 1847, la cirrosis hepática hizo crisis y lo llevó a permanecer en cama, acompañado por amigos y una noble mujer que se había unido a la fama del general en el ocaso.  
Y un día de ese mismo año, se levantó de la cama de su casa y se dirigió al hospital, con la valentía y el carácter de siempre, dijo: «Quiero una cama, vengo a morir. Ahí les dejo su mundo de mierda». Y murió el 13 de julio. 
*Este trabajo es una breve síntesis de la obra del historiador Carlos Delgado Nieto. 
 
   



miércoles, 16 de mayo de 2018

En Exclusiva, En La Calvaria, Primer Capitulo.

Todas Las Flores Son Pocas Para Sandra

La Novela de La Humanidad

Capitulo 1
Y de nuevo veía a la niña. Se movía de aquí para allá, en la pequeña terraza de la casa de enfrente. Años después, cuando le preguntaran por qué la mató, él respondería lo mismo: «Porque la amaba más que nadie en el mundo». Suceso muy singular si se advierte que el barco del amor se quedó encallado en un puerto escondido. «Y el amor no existe...», frase o estribillo, regla que se aprende en los colegios, se predica en las universidades. Y los periódicos la han hecho su bandera induciéndosela a sus lectores. Sin embargo, toda regla tiene su excepción. (Y aunque el mundo es cada día más pequeño, detrás de la belleza, de la máscara que lo deforma, hay hombres batallando por no desaparecer, quienes se deslumbran por una puesta de sol, o lluvia en verano, y que, inclusive, se jugarían hasta la propia vida por alcanzar a la mujer de sus sueñosSon los bellos-feos. Los Rodrigo Barnés, la excepción a la regla). Y aunque el hombre repita en la memoria, escenas de una historia, tal vez casual—trivial y absurda—bueno sería que el lector la conozca. ¿Por qué la Humanidad incierta y alarmada ha llegado a semejante declaración? «Y el amor no existe…» 
** 
El joven la observaba con detenimiento. Se había convertido en la muchacha más bella de Las Acacias. El cabello sobre los hombros, y sus pechos saltando—tenues—cuando algo alteraba su respiración, era la obra maestra de Dios. Sólo que ella parecía ignorarlo. En su fisonomía se advertía un aire desprevenido, sin expectativas. Los muchachos que en la calle jugaban fútbol permanecían indiferentes hacia aquella beldad descolgada de un país remoto y lejano.  Continuaban tras de la pelota, distanciados, como si no necesitaran de una mujer en quien apoyarse para poder continuar la historia… «Qué bella amaneciste, Sandra. Qué ojos negros y profundos. Nena, por Dios, escúchanos, conmuévete para que tu silencio no destruya la vida», le gritaba entonces Rodrigo Barnés. (Porque había que decirle lo que nunca nadie le dijo. Había que iniciarla en el tránsito del amor como uno se inicia en el camino de la vida. Había que decirle eso…) 
** 
La mujer contempló sus senos grandes pero marchitos, y comprobó que su vida se le había ido a través de sus hijos que cada amanecer la interrogaban al marcharse para el trabajo. No era fácil, lo sabía. Sacar cinco hijos adelante con un padre irresponsable, y que dormía donde lo cogiera la noche de sus tantas mujeres, era tarea ardua. Sin embargo, María La Fuerte, no decaía. Sola, aunque el padre de los muchachos la estuviera lastimando cuando la poseía, con rabia de macho atormentado—como ahora—sabía que se encontraba sola. Al amanecer, Alejandro Escalante se marcharía antes que los vecinos le vieran. «Siempre he sido el segundo en tu vida», agregaba con ironía.
Era alto, cabello apretado, se rasuraba todos los días pero conservaba el bigote—su orgullo—que en cierta forma lo relacionaba con lo bueno que era Escalante a la hora de llevar una mujer a la cama. De nuevo descansó la boca apestosa a licor sobre sus pezones grandes pero marchitos. No reclamaba nada, en cierta forma era la maldición. Ella no fue la primera en su vida. Fue el traspié de aquella pareja bendecida por el sacerdote que juró amarse hasta la muerte. María La Fuerte se atravesó en el bendecido camino, y cuando el cura exhortó a la pareja para que se besaran, María La Fuerte sintió en la otra que Alejandro Escalante la besaba a ella. La cosa marchó hasta cuando comprendió que ni siquiera cinco hijos significaban nada para el hombre. Por fin la dejaba quieta pero precedida de un placer bestial cuando llegaban al orgasmo, y el hombre atenazando en el último suspiro sus pechos fláccidos pero grandes. «Qué animal», pensaba siempre, «Cualquier día me va a desprender las tetas». Todo temblaba para la mujer, la casa amenazaba con desplomarse, el silencio se agrietaba, y las cortinas se agitaban sin una causa aparente. Sólo la volvía a la vida la frase singular de Sandra: «Ya, déjalo mamá, no es tuyo». Y, en seguida, aparecía en escena, la bendita soledad… 
—Qué padre privilegiado eres—rezongaba Sandra cuando le veía marchar—Dormir donde te sorprenda la noche de tus tantas mujeres… 
«Sandra es dulce y amarga», pensaba entre tanto, enérgica, María La Fuerte, «Una especie de protección contra esta soledad y aislamiento…». 
Pero veía a Alejandro Escalante, bello y felino, con una extremada delgadez, treinta y tres años, y un brillo singular en sus ojos cafés. Que muchos años después cuando escuchara: «Todo pasa, y no nos damos cuenta, qué es la vida, y si en verdad la vivimos», las reverberaciones urdidas por la nostalgia, la castigarían. Se volvía poco a poco, como si el espíritu le pesara, como un gozne sin aceite, y posando sus ojos en Sandra, manifestaba: «Qué muchacha atractiva, qué senos broncíneos. Pero ojalá que no se le ocurra mirar hacia atrás». Y luego, como viajera en el tiempo, auguraba: «Un día se casará, tendrá hijos como yo, o estudiará una carrera. Pero lo fundamental es que no se descuide, que no vaya a mirar hacia atrás, porque entonces la maldición caerá sobre ella, será el estribillo de la canción:
«/…Y todo pasa, tra la la/
/nada será para siempre, tra la la/,
/todo será momentáneo, tra la la/
/...si miras hacia atrás, tra la la/».
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Gilberto García Mercado, Escritor

domingo, 6 de mayo de 2018

De Lo Ético y Lo Moral

¿POR QUIÉN VOTAR PARA LA PRESIDENCIA?

Por Gilberto García Mercado

Asombra la cantidad de barbaridades que se dicen en las redes sociales en estos momentos en que Colombia elegirá el 27 de mayo el próximo Presidente que regirá los destinos de la nación durante el periodo 2018-2022.  
Cada quien defiende los principios de un partido, su ideología, sus posturas pero también sus intereses.  
Quienes observamos desde la otra orilla, como simples espectadores que votaremos no porque el poder y la riqueza se concentren en unos pocos, sino con el ánimo de que la Sociedad Colombiana aprenda a vivir en paz, sin cuestionarse en todo momento, ni querer desquitarse contra su adversario una vez obtenido la victoria, nos preguntamos: ¿Hasta dónde llegará el ciudadano colombiano con tal de obtener el poder?  
Asistimos a la puesta en escena de la sátira más indignante de la humanidad, en las correrías de los señores candidatos hay tanta retórica y demagogia, tanto servilismo por quienes vitorean al aspirante, tanto endiosamiento por los «alucinados seguidores» que uno no sabe si reír o llorar, cuando una vez elegido el candidato como Presidente, éste, una vez gobernando y ante el requerimiento de su secretaria de que en su despacho se halla uno de aquellos ciudadanos que contribuyó a su elección, el Señor Presidente ni corto ni perezoso, manifiesta a su subalterna, «Dígale, que su excelencia acaba de salir…»  
No hay duda que entre estos presidenciables hay grandes mentes, oradores que hipnotizan y tienen la capacidad de idiotizar a medio pueblo, han estudiado en las mejores universidades, no les tiembla la mano para mover de una cuenta a otra grandes sumas de dinero, más sin embargo, todos adolecen de lo esencial en un hombre público: el amor por el pueblo, el preocuparse en su administración por el bienestar de la nación.  
Si estas mentes brillantes compitieran en igualdad de condiciones, sin los prejuicios ni oscuros intereses que vemos desfilar en los discursos de los presidenciables, que se debatiera con altura sus programas y reformas, que la corrupción se erradicara de raíz de la «vida cotidiana», que lo ético y lo moral estuviera siempre presente en los senderos rumbo a la Presidencia, otro país sería. 
Pero no, la nación colombiana asiste a la debacle de la información, grandes periodistas, grandes medios, escritores de renombre, empresarios de lo público y privado han cedido ante la tentación, que, en otra época sin internet se hubieran muerto por el oprobio, asistimos a una guerra de difamación justo ahora en que la humanidad arde en el progreso. Ateos lanzan arengas contra los cristianos, los homosexuales reclaman a la naturaleza lo que no son, se pretende humanizar a los fumadores de marihuana, que parejas de ambos sexos puedan adoptar, y mil polarizaciones más que lo único que contribuye es que el resentimiento y la amargura y el descontento sean el legado que los padres dejen a sus hijos. 
Y hay tal dedicación, tal empeño en ganar la Presidencia que pareciera una obsesión, una enfermedad que se nota en los rostros sin dormir de los candidatos. Incluso, hay algunos que arriesgan su propia integridad, con tal de verse sentados en la Casa de Nariño.  
A veces, cuando revisando face book veo los discursos de los presidenciables, creo ver una especie de aureolas sobre sus cabezas, grandes señores que no saben vivir sin los aplausos, ese ego que les alimenta las ideas y los vuelve herméticos ante el rife y rafe de parte y parte.  
Y el candidato puede hablar bonito, tener las mejores ideas, convencer al electorado y hasta es posible que gane la Presidencia. 
Pero como vivimos en Colombia y en política todo se puede esperar, ¿quién garantiza que una vez en el poder el más probo y recatado dirigente, no se «tuerza» y, en vez de progreso lo que traiga para el pueblo sea pobreza y ruina?  
Porque ejemplos hay muchos, Santos se le torció a Uribe, Correa en Ecuador lo experimentó, en Nicaragua el pueblo ya está cansado de un Daniel Ortega eterno en el poder. En el Brasil, quién iba a pensar que Lula Da Silva hoy esté preso por corrupción. En política como en el cuento, los lobos se disfrazan de corderos. ¡Vaya usted a saber! Al buen ciudadano solo le queda desconfiar, no firmar documento alguno que estos señores con el ánimo de beneficiarte exijan que firmes.  
         
           Gilberto García M
Soy de los que cree que en ningún país del mundo habría de existir  la Derecha e Izquierda, ni Centro, ni Centro Izquierda ni Centro Derecha. Los gobiernos deberían enrumbarse en lograr un equilibrio en la sociedad, una competencia sana por preservar y hacer más agradable la vida del ciudadano, ¿qué se gana con enriquecer una nación explotando sus cuencas hidrográficas con minerías legales y abundancia de petróleo si lo primordial en la humanidad es su supervivencia?  
Asistimos a la debacle del calentamiento global.  
Los candidatos a la Presidencia de Colombia tienen la palabra





viernes, 4 de mayo de 2018

Siguen Esperando Indemnización


EL CASO DEL TRISTE Y CÉLEBRE CLAN DE LA INFAMIA
Por Rafael E Yepes Blanquicett

El pasado viernes 27 de abril se cumplió un año de la tragedia que enlutó a Cartagena en su historia más reciente, y que dejó un saldo de 21 muertos y 22 heridos, todos, humildes trabajadores de la construcción que se ganaban honestamente el pan de cada día por un mísero salario que hasta demoraban en pagárselo. 
Los responsables de este execrable hecho pertenecen a la tristemente célebre familia conocida como "el Clan Quiroz", que, más bien, debería llamársele "el Clan de la Infamia", por la gravedad de los hechos ocurridos en la fatídica mañana del jueves 27 de abril de 2017, cuando el edificio, Portales de Blas de Lezo II, se desplomó, cual castillo de naipes o de arena, ante la mirada atónita de los vecinos de la edificación que no podían creer lo estaba sucediendo. 

Trecientos sesenta y cinco días después del abominable crimen, las víctimas aún siguen esperando la indemnización a que tienen derecho por los daños causados, gracias a la acción irresponsable de los integrantes de este clan familiar que, junto con la complicidad de algunos allegados y varios funcionarios del Distrito, entre los que se cuentan curadores urbanos, alcaldes menores y concejales, apoyados por particulares, construyeron alrededor de 20 edificios, incluyendo el que se derrumbó, sin el cumplimiento de los requisitos legales, con licencias falsas, materiales de baja calidad y otras argucias, que tienen en riesgo a las familias residentes en esos inmuebles, quienes invirtieron los ahorros de toda su vida para adquirir vivienda propia en condiciones dignas de habitar. 

La ciudad y el país entero, están a la espera de que sobre ellos recaiga todo el peso de la ley como debe ser. 
         
Rafael E Yepes Blanquicett          
Es lo que menos se puede esperar de la loable investigación que adelantan la Fiscalía General de la Nación y otros entes de control del Estado, para acabar con la mafia local que se ha apoderado de los recursos de la ciudad y pretenden seguir haciéndolo, de cristalizarse la llegada a la Silla de la Aduana del candidato apoyado por la maquinaria politiquera más aberrante de los últimos años. 

lunes, 23 de abril de 2018

El Señor De Las Etnias


Tras el Rastro de Zapata Olivella, 
En Chambacú

Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Fue un hombre que abrió caminos

Tú que horadaste
el suelo chambaculero
Buscaste los últimos ayes
de tus ancestros
Dejaste en el regazo de tu abuela
la promesa de un canto
Amasaste el barro para una efigie
del negro visitante.


Manuel, hijo de Santa Cruz de Lorica (1920-2004). Forjado por las simientes de Antonio María y Edelmira, para bien de la humanidad, porque además de médico, fue antropólogo, escritor y cincelador constante en la fomentación de la identidad étnica en el hombre afro caribe colombiano. 
Desde la década comprendida entre 1950 y 60, en las vacaciones hacía incursiones en los terrenos archipielosos de Chambacú, donde iba marcando variadas estaciones, que le permitían algunas veces transformarse en el niño ávido de cuentos y leyendas de viejos ancianos, otras veces en el contador de historias que dejaban descubiertas verdades añoradas por los oyentes. 
Después de atravesar el puente de madera, donde era muy frecuente detenerse para hablar con los pescadores de cordeles, ya fuera para intercambiar las características de determinados peces en la fuerza que manifestaban al ser atrapados con el anzuelo y la forma cómo se debía mantener aquella lucha entre el pez y el pescador. 
Bajaba el Puente y otro encuentro con el dueño del quiosco de la esquina de la primera calle del barrio, generalmente hablaban sobre la música que en ese momento se estaba oyendo, aunque siempre dirigía la conversación hacia la música cubana, envuelta en una nostalgia por las películas mejicanas, que ya iban disminuyendo en su presentación, para Manuel, Miguelito Valdez: Babalú, era su cantante de toda la vida, ya que éste era un santero consagrado a un Orisha. 
         
Manuel Zapata Olivella, Poeta y Escritor          
Continuaba Manuel y se enfrentaba a la mesa de fritos de Gregoria, degustaba sabores que lo regresaban a los recuerdos de la Plaza de la Trinidad del barrio de Getsemaní, donde las orfebres de la masa de maíz oficiaban en ese altar de la culinaria caribe. 
Se desprendía de aquel encuentro para saludar a una paisana  loriquera, Ana Isabel Taylor, de mucha alegría, organizaba bailes con lujo y esplendor. 
Las mujeres asistían con vestidos semejantes a los usados por la cantante mejicana María Victoria. Allí, sólo bailaban boleros, especialmente de Agustín Lara y Rafael Hernández. 
Manuel se detenía, para escuchar los vuelos pretéritos de aquella mariposa en reposo. 
Después de este encuentro, se veía con Sindulfo Álvarez, el mestizo nacido en uno de los pueblos de las Sabanas de Bolívar, quien había llegado a Chambacú a la edad de cinco años, con un solo brazo desarrollado, pues el otro había quedado adherido al tronco, se le conocía con el epíteto del «Mocho Sindo», lo que no le impidió aprender a leer y a convertirse en un lector permanente de los periódicos de la ciudad y de las Selecciones de Reader's Digest, cualidad que lo hacía buen escucha y sabio conversador. 
Cuando se encontraba con Manuel, adoptaba esta última cualidad. Manuel sabía que uno de los temas más fascinantes para Sindulfo era el origen de los negros en Chambacú y en especial en América. 
Ambos se sentaban en taburetes que les facilitaba «El Turbanero», músico de la Banda Departamental del municipio de Cartagena. Manuel, esa vez, con el recuerdo de los olores de las alegrías de millo que elaboraba la palenquera Cata, tía de Pambelé, a la bajada del Puente, en una casa grande de madera, donde se concentraban los palenqueros llegados al barrio. 
Manuel evocaba el nombre de Benkos Biohó, esclavizado,  capturado en la Región Biohó de Guinea Bissau del África Occidental, de aquella región fue sustraído por el portugués Pedro Gómez Reynel, pasando por varios amos, hasta llegar a caer en manos del español Alonso del Campo. Benkos, nunca aceptó su condición de esclavo, argumentaba: «No poder ser esclavo, por no ser ganado en guerra». 
Manuel con sabia pedagogía continuaba en su narración: «Benkos, vivía pensando en la libertad, lo que lo llevó a convertirse en un negro cimarrón, un negro escapado, fugado del dominio del amo». 
«Funda los primeros palenques en el territorio de la Nueva Granada, entre esos el de San Basilio, cercano a Cartagena, de donde nunca lo pudieron sacar, muy a pesar de los ataques permanentes por parte del gobernador de la ciudad, siempre, estos fueron repelidos por los guerreros comandados por Benkos». 
        
           Benkos Biohó, Precursor de la Libertad
Hasta cuando, fue llamado a pactar la paz con el gobernador Suazo, éste se había convencido de la imposibilidad de vencer a este guerrero, que nunca pensó como esclavo.
 La paz propuesta por Suazo, era una estrategia en contra de Benkos: 
«Y una noche de descuido, en 1621, al acercarse Benkos a la puerta del predio, en Cartagena, Benkos, fue sorprendido  por la guardia de la muralla. Sus compañeros fueron muertos y a él se le puso preso. El gobernador de entonces, don García Girón, dio la orden de ahorcarlo y descuartizarlo». 16 de marzo de 1621. 
Así como Benkos, hubo otros negros que lucharon por ser libres: 
Alonso de Illescas – 1528 al 1585-(apellido tomado del amo), nació en Cabo Verde, fue llevado como esclavo a España a la edad de 7 años, más tarde fue traído como esclavo a la región ecuatoriana, donde se convirtió en líder cimarrón de los esclavizados en el Ecuador.  
El Negro Falucho, su nombre era Antonio Ruiz. Nacido en Argentina, participó en el ejército del general San Martín. Este negro es un héroe de la Independencia Argentina, fue fusilado en 1828, con el grito: «Viva Buenos Aires».   
Manuel termina la charla con Sindulfo, reafirmando la necesidad de la educación, como elemento liberador del hombre, lo que le da una comprensión mayor de su condición humana, apartándose de concepciones erradas fundamentadas en el falso concepto de la raza, para lo cual hace claridad sobre lo que son las  «etnias», grupos de personas que poseen una misma cultura, lengua, religión, música, raza y valores ancestrales. Es por esto que el término raza es muy limitado. 
Manuel avanza saltando sobre piedras, hasta llegar a la Escuela Amor a Cartagena, que dirige otra loriquera, Carmen Pérez González, tía de Gustavo Díaz Naar, esa  casa,  desde donde Gustavo observaba los ademanes y las jitanjáforas de los chambaculeros para verterlas a su contertulio David Sánchez Juliao, allí, a la escuela, entraba Manuel con la efusividad de su risa y sus ademanes de buen conversador, era breve en su intervención con los niños, enfatizaba en la necesidad de estudiar para crecer como hombres libres y trabajadores. 
Ahora Manuel entra en una calle de casas enmohecidas por la  humedad, toca en la casa del carpintero Núñez y pregunta por su salud, este señor había conocido al padre de  Manuel Antonio María, cuando éste era profesor de la Facultad de Bachillerato en la Universidad de Cartagena. 
         
El Mítico Chambacú, Sus Memorias         
Seguía Manuel caminando con el cuidado de no enlodar el pantalón de paño y la camisa blanca que llevaba puestos, aunque sus manos estaban untadas de grasa por los fritos de Gregoria y el pescado  de Candé. 
Antes de entrar al Callejón del Esfuerzo, hacía una nueva estación en el rancho de María Carreazo, allí donde se tostaba el maní que vendía Lucho Pérez Cedrón (Lucho Argaín, el de la canción El Getsemanicense) en los teatros Variedades del barrio Torices. 
Manuel se sentaba y esperaba a Máximo Gómez Acosta, un viejo liberal que marcaba los solares para la invasión de los terrenos baldíos de la isla Elba-Chambacú.  
El conversar entre estos dos hombres, conocedores de los altos y bajos de la política colombiana y de los quehaceres de la ciudad, tenía en gran parte como eje central el asesinato de Gaitán, donde señalaban posibles causas y autores del crimen, siempre con una visión de unificación por el bien del país, planteaban la necesidad de una democracia con fundamento en un socialismo que velara por satisfacer las necesidades fundamentales, como era  el trabajo, la vivienda, la alimentación, la educación y la recreación, llegaban a caer en una especie de idealización, cuando tocaban los diferentes parámetros de la cultura, era en este último aspecto donde Manuel imprimía a la charla un tinte bastante antropológico, por las manifestaciones que se daban en el sector de Chambacú, donde eran múltiples los quehaceres del hombre que allí llegaba, de las diferentes regiones de la Costa Caribe. 
Manuel, por fin entraba  a la casa donde vivía su abuela, Ángela Vásquez, la casa de los Villa Vásquez… 
Buscaba el patio y se sentaba bajo un árbol de almendra, para escuchar, ahora él era el oyente de las vivencias del barrio, tomaba los hilos que le servirían para tejer a «Chambacú, corral de negros». 
Con el paso del tiempo, el maestro Villalobos de la Escuela de Bancos, que funcionaba en la calle del Lago, ha conservado el libro que compila la vida de Manuel Zapata Olivella: Un fragmento de la obra de Lucía Ortiz, «Chambacú, la historia la escribes tú» , donde se dice lo siguiente: «Manuel, ha incursionado en la cultura de los afrocolombianos por medio del ensayo, el teatro y la poesía, en varias de sus novelas ha sabido rescatar su historia con profundidad y la dedicación que no ha hecho ningún otro narrador colombiano. Ha sido invitado por varias Universidades de Norteamérica y varias veces delegado a conferencias mundiales de la UNESCO, sobre políticas culturales y problemáticas sociales. 
Su vasta obra literaria e intelectual la conforman novelas( Tierra Mojada, En Chimá nace un Santo  y Changó , el Gran Putas, entre otras) ; en ensayos ( Las claves mágicas de América, Nuestra Voz y El hombre Colombiano, entre otros; en dramas( Caronte liberado y Las tres monedas de oro, entre otros), cuentos, como El Galón Sumergido  y otros cuentos, libros de viajes , repletos de historias y anécdotas vividas».  
Manuel Zapata Olivella, uno de los pensadores latinoamericanos más importante en materia de etno-historia americana , versión que podemos apreciar en uno de sus últimos libros : La  Rebelión De Los Genes. El mestizaje americano en la sociedad futura. 
Manuel Zapata Olivella, en Levántate Mulato, «trasciende la historia del hombre colombiano conformado en el sincretismo étnico que conforma al nuestro, porque en este valioso ensayo escruta lo étnico y da una explicación amplia al hombre caribe colombiano».
 
Reiteraciones del Autor
         
Juan V Gutiérrez Magallanes           
Con respecto a Manuel Zapata Olivella, me he vuelto reiterativo, porque a él se le debe tener presente en el desarrollo pedagógico del hombre colombiano, debe hacerse visible su imagen, sin mezquindades, ya que es uno de los hombres participantes en el conocimiento de la historia verdadera, sin tapujos y con las más sanas intenciones de fomentar pertenencia por lo propio.
El conocimiento histórico -antropológico del hombre colombiano y en especial en la Región  Caribe, debe mucho a Manuel, y es triste cuando en Cartagena de Indias, una ciudad con una mayoría de negros , no se tenga un busto de Manuel y  además, en el Parque del Espíritu del Manglar, no se encuentra su efigie, cuando él fue uno de los primeros en proponer un Parque de las América, allí en esos terrenos de Chambacú. 
En Cartagena, solo han establecido un espacio todo contrahecho, como Plaza Manuel Zapata Olivella. Nosotros, conocedores del poder axiológico del pensamiento de este hijo de Olodumare(Jesucristo), ícono del hombre del Caribe colombiano. Se hace impositivo que Manuel, tenga un módulo permanente en la cátedra de Ciencias -Sociales.     

miércoles, 18 de abril de 2018

Exclusión Social



Los Rostros Humanos Y Las Patologías 
De Una Sociedad Enferma

Únete al baile de los que sobran       
        nadie nos va a echar de más        
Nadie nos quiso ayudar de verdad          
                            Los prisioneros                                      

       Por Dora Isabel Berdugo Iriarte

La sociedad global trajo consigo, mucho desarrollo y bienestar para algunos de sus miembros, pero a la vez que avanza, se vuelve más compleja y crea entre los grupos humanos mayores niveles de desigualdad y situaciones que generan formas más variadas de exclusión. El presente documento, tiene la finalidad de acercarnos al concepto de exclusión social, no sin antes hacer un recorrido histórico, para precisar su alcance y dimensión a lo largo del tiempo.  
Aunque la exclusión como proceso, ha estado presente en las sociedades humanas, si nos referimos al término, en concreto, podríamos señalar que gran parte de las aportaciones teóricas de la expresión, fueron desarrolladas por las clásicas figuras de la Sociología: Marx, Engels, Durkheim, Tönnies, Bourdieu y Parkin, cuando hacían sus análisis sobre las "clases sociales y los requisitos para estar dentro-fuera".  
Pero la atribución del término de exclusión social se la relaciona con René Lenoir (1974), en su obra Les exclus: Un Française sur dix.  
Así las cosas, se ha otorgado diferentes matices y significados al vocablo exclusión social, lo que implica la circunscripción del término a un mayor número de categorías y sectores sociales, sobre todo, acentuando aspectos como: el desempleo, el trabajo precario y con escasa remuneración, la dificultad de acceso a la vivienda y las transformaciones sociales a las que tiene que hacer frente el sistema educativo.  
Aunque en el diccionario y la literatura hay numerosas definiciones sobre el término exclusión social, no hay consenso sobre su definición en el ámbito académico científico, lo cierto es que todas coinciden en que es un proceso y que hoy como nunca es primordial, comprenderlo. Toda vez, que el concepto adquirió un papel relevante en los últimos tiempos, ya que, es multidimensional y mucho más complejo que la pobreza.  
Es de anotar, que la exclusión no tiene una única causa, ni se manifiesta de una única forma. Por tanto, es útil para analizar y encuadrar, todas aquellas situaciones en que se puede encontrar un grupo humano y que van más allá de una privación de lo económico, pues este es uno de los factores que la pueden generar, ya que, la carencia económica define la pobreza, pero se puede ser pobre y no ser excluido e igualmente puede suceder lo contrario. De otra parte, la gran heterogeneidad de las sociedades complejas, hace que sea un proceso dinámico que afecta a personas y grupos en general y no a personas o grupos en especial.  
De esta suerte, la exclusión se relaciona con: vulnerabilidad, imposibilidad de integración, marginación, carencias, inestabilidad, política, desempleo, migración, sociedad, inequidad, desigualdad, edad y género entre otros. Así mismo, se puede afirmar, que está estrictamente relacionada con los derechos sociales que afectan al individuo en relación con otros de su mismo contexto. 
Tomando como referente las características expuestas, la exclusión social se puede analizar y comprender: como un proceso multidimensional, que tiende a menudo a acumular, combinar y separar, tantos a individuos como a colectivos, de una serie de derechos sociales tales como el trabajo, la educación, la salud, la cultura, la economía y la política, a los que otros colectivos sí tienen acceso y que terminan por afectar el disfrute y la integración de los sujetos sociales, ciudadanía de la que hablaba Marshall.  
De lo anterior, se infiere, que hay un individuo o grupo humano que se encuentra integrado y otro u otros que no lo están, lo cual, significa que hay seres incluidos y otros excluidos, que hay quienes poseen y ejercen los derechos y deberes del ciudadano que tienen que ver con el bienestar de la persona (trabajo, salud, educación, formación, vivienda, calidad de vida, seguridad, desarrollo, cultura, género, edad, etc.) y otros que no. Por eso, el Estado debe procurar brindarles los medios que les permitan: la integración y el reconocimiento de una ciudadanía plena y propender por desaparecer o al menos disminuir en gran manera los factores de riesgo que los afectan como: la desestructuración familiar; las dificultades para el acceso y el aprendizaje de las nuevas tecnologías, entre otros.  
En la sociedad del riesgo y en el Estado de Bienestar, cualquiera puede ser excluido, pero no es menos cierto, que un factor de vulnerabilidad de gran significancia, es el de no poseer un empleo regular y bien pago, porque los beneficios del Estado Social, solo cobijan en principio a quien trabaja, ya que, el sistema se sustenta en el trabajo. De allí, que se le conozca como la sociedad del trabajo, quien no aporta, tampoco merece los beneficios de la redistribución de las riquezas. No obstante, hay situaciones que permiten, la convergencia de circunstancias desfavorables, fuertemente interrelacionadas, potenciadoras de procesos de exclusión, los cuales pueden hacer referencia: a la situación familiar, la dependencia física en caso de enfermedad o de edad avanzada, la pertenencia a una etnia, a un grupo religioso, poseer determinada identidad sexual.  
Así las cosas, la exclusión hoy es un fenómeno social y una cuestión política, económicamente detestable, socialmente dañina y políticamente inconveniente, que causa marginación y genera incertidumbre a quien la padece. El marginado puede estar en esa situación, por voluntad propia o circunstancias ajenas a él, por eso es de tener presente que vivimos en un mundo, en una sociedad que excluye. De allí, que los pobres, marginados y excluidos, sean los rostros humanos de las patologías de una sociedad enferma, que incluso ha globalizado sus alcances.  
Es de anotar, que las personas excluidas presentan diferencias relevantes, en cuanto a oportunidades vitales, en cuanto a sus condiciones y calidad de vida y están al margen del modo de vida habitual en sociedades avanzadas. De este modo, el grupo de los excluidos es heterogéneo, complejo, incierto y desconcertante, ya que, no es solo una determinada clase social la problemática que está claramente diferenciada, sino que se trata de un conjunto de sujetos que solo tienen en común: el haber quedado excluidos de todo beneficio del Estado Social, los cuales tienen una situación especial que emana de su historia personal. Por eso, para incluirlos, es necesario tener en cuenta este hecho y comprender las causas de su origen, con ocasión de cada individuo.  
         
Dora Berdugo Iriarte, Poetisa     
De lo anterior, podemos inferir que: la exclusión social es un proceso, multidimensional, de alcances globales, que refleja la fractura de las sociedades avanzadas y afecta a un grupo de humanos a quienes el Estado y la sociedad, no les puede brindar las garantías, que le concede a los ciudadanos que gozan de ciudadanía plena y cuya situación se basa en las lógicas de la globalización y la sociedad política, que en últimas son los que determinan quienes pueden estar, dentro y quienes deben estar fuera, por humanos que sean, con derechos reconocidos en las legislaciones de sus estados y en las unificadas universalmente.

Hechos y No Palabras


PROMETIENDO EL ORO Y EL MORO

      «Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…a algunos todo el
       tiempo…pero no a todo el mundo todo el tiempo.  Abraham Lincoln


                                         Por Álvaro Morales

La solemne frase, “ofrecer el oro y el moro”, de tiempo en tiempo, y en especial en el de elecciones, sí que cobra vigencia después de casi seiscientos años de haber sido expresada por un Rey de España. 

“Ofrecer el oro y el moro”, es desorbitar, exagerar o inflar promesas, que por supuesto, por ser tan difíciles de cumplir nunca se logran realizar, y que para muchos adeptos de quienes las pronuncian, a pesar de ser conscientes de la falsedad, no sólo las acolitan sino que terminan creyéndolas.. 

En Cartagena, últimamente, excesiva por demás y hasta saturantes, se han convertido los pregones de promesas irrealizables que espetan candidatos, promotores de consultas, y otros. 

Desde octubre de 2016 hemos acudido a las urnas convocados, primeramente para el Plebiscito por la Paz, recientemente para elegir Congresistas, y próximamente lo haremos para las atípicas de Cartagena y la primera vuelta Presidencial, y lo más seguro, para la segunda; todo esto sin contar con las recolecciones de firmas para derrocar a Manolo, otras para desmontar los peajes, y otras para los candidatos a los que les da vergüenza que los reconozcan como miembros de sus partidos políticos y se disfrazan de independientes; y sobreviniendo todos estos eventos, obviamente, prometiendo el “oro y el moro”, o sea, lo exagerado e imposible de cumplir, pero que a muchos les agrada escuchar. 

Pero concentrándonos en las Atípicas de Cartagena, la quinta en dieciocho años, dizque de ejercicio democrático, sí que son muy particulares, y lo son por los pletóricos ofrecimientos y compromisos difíciles de cumplir en el breve periodo de gobierno, máxime cuando el mismo, por motivo de elección Presidencial y locales en el 2019 será restringido en dos momentos que pueden llegar a ser de seis meses, como está dispuesto en la Ley 996 de 2005. 
Han prometido los candidatos acabar con la contratación a dedo, con las OPS para Concejales y Congresistas, rebajar los pasajes de Transcaribe, combatir la delincuencia, bajar la tasa de homicidios, atracos y fleteos, y el pandillismo, reorganizar la Policía, fortalecer la red de hospitales, mejorar la calidad y cobertura educativa, disminuir la informalidad laboral, mejorar la movilidad, organizar el mototaxismo e implementar el sistema acuático de Transcaribe, controlar la invasión del espacio público, respetar los Fondos Locales, dotar a las inspecciones de Policía de herramientas tecnológicas, e infinidad de promesas, que no son más que las mismas con los mismos, y que ninguna se cumple. 
Pero casi ninguno habla de cómo sanear y recuperar los cuerpos internos de agua, de la solución al mega problema del Mercado de Bazurto y el de Santa Rita; de crear una política seria para la recuperación del Cerro de la Popa, de cómo empezar a confrontar los altos niveles de pobreza, de cómo ponerle freno a las construcciones ilegales, y cómo establecer un plan para disminuir la corrupción, etc. etc. 
Por último, hubo un candidato a la Alcaldía, al que en una de sus reuniones de campaña alguien se atrevió a decirle que para cumplir sus promesas necesitaría por lo menos cinco periodos de gobierno; por eso, como decía “El Mono Franco” “Hechos y no Palabras”. 
Alvaro Morales
 


lunes, 16 de abril de 2018

Radiografía De Un Gobierno


“Lo Que Mal Empieza…, Mal Acaba” 

Por: José Félix Lafaurie Rivera

Todo empezó mal cuando Santos decidió que el fin de la paz justificaba todos los medios, y pagó con mermelada el costo de la “Unidad Nacional” que la impuso a pupitrazo, llevándose por delante la dignidad del Congreso, que fue el verdadero y altísimo costo.

Y había empezado mal con una traición: no tanto por haber negociado con las Farc, sino por el desmedido alcance y las consecuencias de las negociaciones al ritmo extorsivo de las armas. Se vulneró la democracia al desconocer la voluntad popular, se socavaron las instituciones, se descuidó la Seguridad Democrática, se perdieron 15 años de lucha contra el narcotráfico y se consagró la impunidad para las Farc en una justicia a su medida.

Lo único que le quedaba a Santos era la credibilidad externa del proceso, gracias al lobby internacional que, con alto costo para el país, le valió su espurio Nobel de Paz. Pero la cuestionable gestión de la ONU -cobra la bicoca de $135 mil millones-, los hallazgos de corrupción en los recursos para la paz, que incluyen a Marlon Marín, sobrino de Márquez, socio de Santrich en narcotráfico y también comisionista de proyectos con tarifa del 20 %; y para rematar, la captura del mismo Santrich, terminaron despertando recelo en la comunidad internacional.

Entretanto, cuando escribo estas líneas los noticieros dan cuenta de ocho policías asesinados en Urabá por el Clan del Golfo, y dos líderes sociales por el ELN, que en enero había demostrado de lo que es capaz para mantener al Gobierno sentado en la mesa de Quito: 7 policías muertos, 41 heridos, cuatro voladuras de oleoducto y hostigamientos a municipios indefensos.

En febrero, las disidencias de las Farc volaron una torre de energía y dejaron sin luz a San José del Guaviare, y en marzo volaron dos más y, por enésima vez, apagaron las luces y la esperanza de la sufrida Tumaco. El mismo día secuestraron a tres periodistas ecuatorianos, que terminaron asesinando en abril de manera infame. ¿Dónde quedó la paz de los comerciales del SÍ, la que florecería después del acuerdo?
Pero no es solo la seguridad lo que mal acaba. Aunque el Gobierno quiera decorar el escenario, en 2017 la economía creció apenas un lánguido 1,8 %; la industria se desplomó con crecimiento negativo de -0,6 %; el comercio, con IVA al 19 %, sufrió una caída de -0,9 % y con proyecciones pesimistas. El desempleo volvió a dos dígitos y la deuda externa, que Santos recibió en USD 64 mil 792 millones, llegó en 8 años hasta USD 124 mil 389 millones, equivalentes al ¡40,2 % del PIB!

Las vías 4G y los megaproyectos están semiparalizados porque la corrupción espantó a la banca local, mientras el Gobierno ofrece el oro y el moro a financiadores externos. Se les cayó el puente de Chirajara, el túnel de La Línea sigue de aplazamiento en aplazamiento, a la Ruta del Sol hasta el mismo sol se le está ocultado, y lo peor es que todos tan tranquilos, comenzando por las exministras de la adición ilegal (Parody – Álvarez) para la construcción también ilegal de la transversal Ocaña- Gamarra.

La corrupción fue la impronta del gobierno Santos, que hizo y dejó hacer. Reficar, Odebrecht, los carteles de los cuadernos, los pañales, la alimentación escolar, la hemofilia, el sida y hasta de los locos para desfalcar a Colpensiones, además del vergonzoso cartel de la toga. Parece que todos robaban y corrompían a todos, con el Gobierno en primera fila.

Lo que mal acaba…, cuando menos acaba. El sol saldrá para Colombia ‪el 27 de mayo, cuando elegiremos a Iván Duque. 
José Félix Lafaurie Rivera


domingo, 8 de abril de 2018

Si Edmund Burke Viviera…


Bozales Disfrazados de Pautas Publicitarias

Por Álvaro Morales
Bastante deshonrado se encuentra el oficio que con el digno calificativo “Cuarto Poder” exaltó en el año 1787 el parlamentario inglés, Edmund Burke, reconociendo la importancia e influencia que para la época ejercían los medios de comunicación sobre la comunidad, la opinión pública y los gobiernos.  
El respetable epíteto “Cuarto Poder” asignado para distinguir a la prensa obedeció no sólo a la ocupación de ese cuarto espacio o escaños reservados para los comunicadores en el recinto del Parlamento, sino además, por la manera seria, noble y honrada como se consideraba el ejercicio periodístico al cual se le empoderó como un poder adicional a los tres representados en la Cámara de los Comunes por la Iglesia; la Nobleza y los Políticos.  
Sin embargo, hoy, y a pesar que la preciada distinción se extendió a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; lejos ha quedado esta distinción con la que el Inglés ennobleció a los respetados informadores.  
Pocos son los que en Colombia recuerdan cómo un Presidente de Colombia cayó por denuncias que desde Estados Unidos hizo la prensa de ese país al conocer de un negociado en la compra de una barcaza para la Armada Nacional, cosa diferente ha ocurrido con el recuerdo que persiste de la renuncia que en 1974 se vio obligado a presentar el entonces presidente estadounidense Richard Nixon, como producto de las contundentes denuncias que con base en serias investigaciones dieron a conocer periodistas del Washington Post en el famoso caso “Watergate”, en el que develaron el espionaje que Republicanos al servicio del Presidente realizaron en la sede de los Demócratas.  
        
Edmund-Burke y El Cuarto Poder         
Hoy, en Colombia, se vive una situación en la que pocos son los comunicadores que se arriesgan a hacer denuncias por hechos de corrupción; quienes lo hacen y sobreviven, los han tratado de callar poniéndoles el bozal del destierro, eliminándolos, o aún, tratando de comprarles la conciencia para que desistan de dar a conocer los innumerables hechos de corrupción, pan de cada día en el país.  
Pero en el espectro del periodismo en Colombia, no todos, desafortunadamente, asumen con ética y moral el ejercicio del oficio. Muchos son los que sucumben y deponen sus principios ante el bozal que representado en una pauta publicitaria del sector público o privado se dejan imponer.  
En nuestro polarizado y convulsionado país muchos son los asesinatos, desapariciones y amenazas que se conocen contra periodistas así como los auto-exilios al que también se han visto obligados muchos de ellos.  
Entre las recientes víctimas de persecución y amenazas tratándolos de “embozalar”, conocidos son los casos del periodista Daniel Coronel y del caricaturista “Matador”.  
En lo parroquiano, en una perversa forma de gobierno se ha convertido el imponer mordaza o bozal a la Prensa a través de disfrazados contratos de publicidad que el sector oficial, especialmente, le ha impuesto a no pocos medios de comunicación y muchos operadores del periodismo para que no divulguen las irregularidades.  
¡No más bozales a la prensa, por favor! 
Alvaro Morales


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