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domingo, 6 de mayo de 2018

De Lo Ético y Lo Moral

¿POR QUIÉN VOTAR PARA LA PRESIDENCIA?

Por Gilberto García Mercado

Asombra la cantidad de barbaridades que se dicen en las redes sociales en estos momentos en que Colombia elegirá el 27 de mayo el próximo Presidente que regirá los destinos de la nación durante el periodo 2018-2022.  
Cada quien defiende los principios de un partido, su ideología, sus posturas pero también sus intereses.  
Quienes observamos desde la otra orilla, como simples espectadores que votaremos no porque el poder y la riqueza se concentren en unos pocos, sino con el ánimo de que la Sociedad Colombiana aprenda a vivir en paz, sin cuestionarse en todo momento, ni querer desquitarse contra su adversario una vez obtenido la victoria, nos preguntamos: ¿Hasta dónde llegará el ciudadano colombiano con tal de obtener el poder?  
Asistimos a la puesta en escena de la sátira más indignante de la humanidad, en las correrías de los señores candidatos hay tanta retórica y demagogia, tanto servilismo por quienes vitorean al aspirante, tanto endiosamiento por los «alucinados seguidores» que uno no sabe si reír o llorar, cuando una vez elegido el candidato como Presidente, éste, una vez gobernando y ante el requerimiento de su secretaria de que en su despacho se halla uno de aquellos ciudadanos que contribuyó a su elección, el Señor Presidente ni corto ni perezoso, manifiesta a su subalterna, «Dígale, que su excelencia acaba de salir…»  
No hay duda que entre estos presidenciables hay grandes mentes, oradores que hipnotizan y tienen la capacidad de idiotizar a medio pueblo, han estudiado en las mejores universidades, no les tiembla la mano para mover de una cuenta a otra grandes sumas de dinero, más sin embargo, todos adolecen de lo esencial en un hombre público: el amor por el pueblo, el preocuparse en su administración por el bienestar de la nación.  
Si estas mentes brillantes compitieran en igualdad de condiciones, sin los prejuicios ni oscuros intereses que vemos desfilar en los discursos de los presidenciables, que se debatiera con altura sus programas y reformas, que la corrupción se erradicara de raíz de la «vida cotidiana», que lo ético y lo moral estuviera siempre presente en los senderos rumbo a la Presidencia, otro país sería. 
Pero no, la nación colombiana asiste a la debacle de la información, grandes periodistas, grandes medios, escritores de renombre, empresarios de lo público y privado han cedido ante la tentación, que, en otra época sin internet se hubieran muerto por el oprobio, asistimos a una guerra de difamación justo ahora en que la humanidad arde en el progreso. Ateos lanzan arengas contra los cristianos, los homosexuales reclaman a la naturaleza lo que no son, se pretende humanizar a los fumadores de marihuana, que parejas de ambos sexos puedan adoptar, y mil polarizaciones más que lo único que contribuye es que el resentimiento y la amargura y el descontento sean el legado que los padres dejen a sus hijos. 
Y hay tal dedicación, tal empeño en ganar la Presidencia que pareciera una obsesión, una enfermedad que se nota en los rostros sin dormir de los candidatos. Incluso, hay algunos que arriesgan su propia integridad, con tal de verse sentados en la Casa de Nariño.  
A veces, cuando revisando face book veo los discursos de los presidenciables, creo ver una especie de aureolas sobre sus cabezas, grandes señores que no saben vivir sin los aplausos, ese ego que les alimenta las ideas y los vuelve herméticos ante el rife y rafe de parte y parte.  
Y el candidato puede hablar bonito, tener las mejores ideas, convencer al electorado y hasta es posible que gane la Presidencia. 
Pero como vivimos en Colombia y en política todo se puede esperar, ¿quién garantiza que una vez en el poder el más probo y recatado dirigente, no se «tuerza» y, en vez de progreso lo que traiga para el pueblo sea pobreza y ruina?  
Porque ejemplos hay muchos, Santos se le torció a Uribe, Correa en Ecuador lo experimentó, en Nicaragua el pueblo ya está cansado de un Daniel Ortega eterno en el poder. En el Brasil, quién iba a pensar que Lula Da Silva hoy esté preso por corrupción. En política como en el cuento, los lobos se disfrazan de corderos. ¡Vaya usted a saber! Al buen ciudadano solo le queda desconfiar, no firmar documento alguno que estos señores con el ánimo de beneficiarte exijan que firmes.  
         
           Gilberto García M
Soy de los que cree que en ningún país del mundo habría de existir  la Derecha e Izquierda, ni Centro, ni Centro Izquierda ni Centro Derecha. Los gobiernos deberían enrumbarse en lograr un equilibrio en la sociedad, una competencia sana por preservar y hacer más agradable la vida del ciudadano, ¿qué se gana con enriquecer una nación explotando sus cuencas hidrográficas con minerías legales y abundancia de petróleo si lo primordial en la humanidad es su supervivencia?  
Asistimos a la debacle del calentamiento global.  
Los candidatos a la Presidencia de Colombia tienen la palabra





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