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domingo, 8 de abril de 2018

Si Edmund Burke Viviera…


Bozales Disfrazados de Pautas Publicitarias

Por Álvaro Morales
Bastante deshonrado se encuentra el oficio que con el digno calificativo “Cuarto Poder” exaltó en el año 1787 el parlamentario inglés, Edmund Burke, reconociendo la importancia e influencia que para la época ejercían los medios de comunicación sobre la comunidad, la opinión pública y los gobiernos.  
El respetable epíteto “Cuarto Poder” asignado para distinguir a la prensa obedeció no sólo a la ocupación de ese cuarto espacio o escaños reservados para los comunicadores en el recinto del Parlamento, sino además, por la manera seria, noble y honrada como se consideraba el ejercicio periodístico al cual se le empoderó como un poder adicional a los tres representados en la Cámara de los Comunes por la Iglesia; la Nobleza y los Políticos.  
Sin embargo, hoy, y a pesar que la preciada distinción se extendió a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; lejos ha quedado esta distinción con la que el Inglés ennobleció a los respetados informadores.  
Pocos son los que en Colombia recuerdan cómo un Presidente de Colombia cayó por denuncias que desde Estados Unidos hizo la prensa de ese país al conocer de un negociado en la compra de una barcaza para la Armada Nacional, cosa diferente ha ocurrido con el recuerdo que persiste de la renuncia que en 1974 se vio obligado a presentar el entonces presidente estadounidense Richard Nixon, como producto de las contundentes denuncias que con base en serias investigaciones dieron a conocer periodistas del Washington Post en el famoso caso “Watergate”, en el que develaron el espionaje que Republicanos al servicio del Presidente realizaron en la sede de los Demócratas.  
        
Edmund-Burke y El Cuarto Poder         
Hoy, en Colombia, se vive una situación en la que pocos son los comunicadores que se arriesgan a hacer denuncias por hechos de corrupción; quienes lo hacen y sobreviven, los han tratado de callar poniéndoles el bozal del destierro, eliminándolos, o aún, tratando de comprarles la conciencia para que desistan de dar a conocer los innumerables hechos de corrupción, pan de cada día en el país.  
Pero en el espectro del periodismo en Colombia, no todos, desafortunadamente, asumen con ética y moral el ejercicio del oficio. Muchos son los que sucumben y deponen sus principios ante el bozal que representado en una pauta publicitaria del sector público o privado se dejan imponer.  
En nuestro polarizado y convulsionado país muchos son los asesinatos, desapariciones y amenazas que se conocen contra periodistas así como los auto-exilios al que también se han visto obligados muchos de ellos.  
Entre las recientes víctimas de persecución y amenazas tratándolos de “embozalar”, conocidos son los casos del periodista Daniel Coronel y del caricaturista “Matador”.  
En lo parroquiano, en una perversa forma de gobierno se ha convertido el imponer mordaza o bozal a la Prensa a través de disfrazados contratos de publicidad que el sector oficial, especialmente, le ha impuesto a no pocos medios de comunicación y muchos operadores del periodismo para que no divulguen las irregularidades.  
¡No más bozales a la prensa, por favor! 
Alvaro Morales


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