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sábado, 14 de marzo de 2015

Manuel Zapata Olivella: 
La Huella de Los Ancestros

Por Enrique Luis Muñoz Vélez*

Auténtico rastreador de caminos y andanzas musicales, Manuel Zapata Olivella escarbó infatigablemente en el acervo afro colombiano, buscando con olfato antropológico el ethos de lo que somos como pueblo y cultura. Abrió los ojos a la luz del saber para indagar sobre su pasado y la proyección de su estirpe esquilmada y negada por siglos para darle estatura a su presencia y linaje. 
Su aporte es denso y complejo por la hermosura y contundencia de su análisis y discurso, de manera preferente en el campo cultural donde la música oficia en voz alta. 
«El corazón y la sangre consumiéndose en la hoguera de la nostalgia», escribió para referirse al mundo costeño asentado en Bogotá en la década del 40 del Siglo XX, donde éramos vistos como una especie simiesca estridente y de vestir escandaloso. Cuando el porro, el fandango y la cumbia arrastraban el lastre descalificatorio de ser música de las negradas inferiores. 
Pues bien, la labor intelectual y divulgativa de Zapata Olivella le mostraba a los Andes que éramos diferentes desde la dimensión humana, con otra cosmovisión de mundo y de hacer música. 
Música caliente para que el organismo configure visualmente una estética placentera del cuerpo estremecido en la rítmica de la percusión. El disfrute gozoso de los sentidos en el despertar orgásmico de lo que el cuerpo posibilita como placer, bello y de honda hermosura en las caderas de hembras mulatas y negras que bailan la vida como respuesta a la voz del llamado ancestral. 
Insistió siempre en el componente étnico de la Nación lo que hoy, el antropólogo Mauricio Pardo, al mencionar a los afrodescendientes llama vector imprescindible en lo composicional del pueblo colombiano. 
Zapata Olivella dio a sus contribuciones antropológicas el valor del Caribe en su diversidad cultural, a través del mestizaje y dinámica social de enseñar y educar desde la diferencia étnica. Para mostrar con argumentos consistidos en la ciencia lo que somos, un vario pinto mundo donde la música permea una manera de ser en el universo costeño y en su pluralidad,  lo que hoy la física llama el multiverso. 
José Barros, Compositor de La Piragua
Con lenguaje maestro, Zapata Olivella describe el mundo costeño en la fría Bogotá de 1941 y 1942 en el trasplante festivo del 11 de noviembre y en las expresiones musicales danzarias del antiguo carnaval cartagenero, para alegrarle la vida de manera entusiasta a la colonia del Caribe colombiano. 
«Los cafés hervían de entusiasmo atestado por toda la colonia, que parecía haberse puesto cita, mientras que una corneta importada, solamente un cornetista samario, hacía retumbar los átomos con las notas calientes de porros y fandangos. En esas noches hubo de todo: hombres empiyamados, blancura y colores de arlequín, bongó, maracas, armónicas y la luz zigzagueante de un buscapiés extrañado de sí mismo, precedía a la murga desenfrenada  como un río, en el cauce silencioso de la carrera Séptima». 
Como era de esperarse—señala Zapata Olivella—el entusiasmo febriciente recibió una ducha de la sobria y nunca sonriente policía. Entonces sufrimos la trascendencia de nuestras fiestas y nuestra tierra. Era el alto precio de una sociedad incapaz de ver las diferencias étnicas y culturales, perdiéndose ella, por supuesto, de una invalorable riqueza de saberes ancestrales. 
Interesado en desmontar prejuicios étnicos culturales se dio a la tarea de hacer pedagogía con base en el folclor costeño y llevó muestras del saber ancestral musical danzario de nuestra región. Cabe destacar que, en el oficio divulgativo del saber costeño jugaron un importante papel Antolín Díaz y Gnecco Rangel para completar una trilogía de pensadores de nuestra arena del Caribe. 
Ellos sembraron el valor a la comprensión de ser vistos como los otros en la diversidad de la unidad Nacional. 
Dedicó espléndidas páginas a los orquestadores del Caribe, entre otros, a José Pianeta Pitalúa y sus logros fonográficos para la Casa RCA Víctor, a través de la Orquesta A No.1, donde quedó impresa la música del Bolívar Grande. 
Y se preguntaba, hasta cuándo iba a permanecer ignorado nuestro folclor musical que se extiende más allá del pentagrama—Señala—, esa música que es fiel espejo de nuestra alma, debe ser conocida por nuestras jóvenes y hermanas naciones. Compositores de la región Caribe como José Joaquín Marrugo Muñoz, Santos Pérez y Lucho Bermúdez (Apuntes de 1942) La referencia es a los músicos bolivarense. 
En clara referencia al porro dice: «Aún cuando los sociólogos quieran ignorarlo, el porro, como rasgo protuberante de la migración mulata hacia la capital, tiene una gran significación. 
Ha contribuido al enriquecimiento de nuestro folclor, amasándolo y dándole un contenido más unitario, nacional. También juega un gran papel en la afluencia de músicos, turistas ya en la movilización de no pocos capitales que aprovechan el esnobismo para transformar la melancolía indígena de esta señora de las brumas. 
Bogotá ha despertado al oír el tamborileo de los bongoes, el aullido de las maracas y el verso pícaro, desnudo de rubores, de la puya y el vallenato costeño. El Caribe deja escuchar sus cantares impregnado de algarabía africana en los picachos andinos». 
Zapata Olivella olisquea la necesidad de la articulación de la región Caribe en el mapa cultural de Colombia, además ya habla de vallenato para connotar la música del Magdalena Grande en la década de 1940. 
Equipado de un acopio documental como fuentes primarias y secundarias, trabajo de campo, fue reuniendo un material valioso hasta ir depurando con ojo crítico los aportes de África en suelo de Colombia. 
Lucho Bermúdez, Maestro de la Composicion
En él se dio una mirada estimativa y crítica de ver un contexto social e histórico más complejo, lo negro (la huella de la afrodescendencia convertida en resorte para estudiar de manera juiciosa, seria y reposada la influencia de aquella ancestralidad de saberes que impuso la trata esclavista en América). 
El africano fue dejando con su trabajo y la sangre de su maltrato la siembra de sus saberes múltiples de fino contenido estético. 
Apuntó de manera de lamento quejumbroso, casi un canto desgarrado de dolor profundo que en el Caribe colombiano han desaparecido el ojo de agua de tradiciones de hondo calado africano, que de haber sido estimulada hoy dieran mayor homogeneidad a este despertar de lo negro en términos de cultura. 
Menciona la pérdida de los bailes congos (parte de ellos se pueden apreciar de manera decantada en el Carnaval barranquillero) y los Cabildos de Negros y de Lengua de la Cartagena colonial que pervivieron en los albores del Siglo XX en la rancia ciudad asiento de la trata esclavista. 
Mira a los fandangos de la sabana como expresiones agónicas donde se diluye los cruces interétnicos donde lo negro fue un vivo capital cultural. 
Reconoce en el porro el matrimonio de las gaitas indígenas con los tambores africanos, trabazón sincrética de la manera cómo se fue configurando el complejo genérico del porro y la contribución de las bandas militares y las contradanzas europeas. 
Afirma el triunfo del porro en la fría Bogotá tras una larga lucha de negaciones y exclusiones y que le perdonen el sacrilegio de penetrar a una cultura fría que con la rítmica negra se va adentrando en Argentina y México, gracias a músicos como Cristóbal Barrios (El Negrito, cantante cartagenero), las barranquilleras: Carmencita Pernett, Estercita Forero, Luis Carlos Meyer, José Barros, Pacho Galán, Antonio María Peñaloza y Lucho Bermúdez. Entre el ardor africano, la gracia aborigen y los aportes de Europa, la música costeña dio la textura y el color para hablar de música colombiana en el mundo. 
El folclor costeño se sobrepone al desprecio andino, hoy puede decirse, sin equívoco alguno, que la música de Colombia trae en su barrunto lo negro e indiano del suelo caribeño. 
El aporte sustantivo en el inventario no puede dejar al margen los estudios folclóricos del antropólogo Manuel Zapata Olivella. 
Esther Forero, La Novia de Barranquilla
Y desde el Caribe colombiano se revitaliza el saber ancestral del Pacífico con propuestas musicales de extraordinaria belleza, elasticidad y plasticidad en sus bailes caliente, donde ya, unos músicos talentosos del interior del país exploran en el pasillo, bambucos y otras tonadas andinas la diversidad de la Nación, donde lo negro ha sido un vector configurante en la historia cultural de Colombia. 
La cultura del Caribe y en general la colombiana está en deuda con el antropólogo y escritor Manuel Zapata Olivella, en un país donde la flaca desmemoria es peste, volver a los trabajos de campo y escritos del ilustre pensador es de cierta manera, reconciliarnos con la vida alegre y académica, para el fortalecimiento de nuestras identidades étnicas y culturales para acercarnos de manera decidida y ejemplarizante con el mundo físico del multiverso.
Tomado de Magazin del Caribe. Año IX. No. 47. Noviembre-Diciembre de 2014. Bogotá Colombia
      
 Oportunidad Para Escritores Hispanos Desde la Argentina
II CERTAMEN DE VERANO 2015
Cuento Corto  Micro Cuento  Cuento Largo o Relato


El II Certamen de Verano es un evento realizado por La «Organización Cultural La Hora del Cuento» de Argentina en que escritores de habla hispana pueden participar y publicar sus obras ya sea en libro impreso o digital.  La convocatoria está abierta hasta el 17 de abril de 2015 y puedes participar en los géneros de Cuento Corto, Micro Cuento, Cuento Largo o Relato. 
Es una oportunidad para que los escritores se den a conocer en otras latitudes y sus obras se difundan en «un verano esperanzador». Así que la tierra de Jorge Luis Borges espera tu participación. La Literatura no tiene límites ni fronteras, ella es universal, establecer lazos de hermandad entre la gran cofradía de escritores es otro paso para lograr la reconciliación de los pueblos a través de los libros. 
               Bases                 
1. Pueden participar escritores mayores de 18 años de cualquier nacionalidad de habla hispana. 
2. La temática en todos los géneros es libre. 
3. Si participas en el Certamen de Cuento Corto se podrán enviar hasta dos (2) trabajos con una extensión mínima de una (1) carilla y máxima de dos (2) carillas en hoja A-4, a doble espacio en tipo de letra Times New Roman de tamaño 12 puntos, con márgenes superior e inferior de 2,5 cm y márgenes izquierdo y derecho de 3 cm (dichas medidas corresponden a los márgenes prefijados en Microsoft Word). 
Si participas en el Certamen de Cuento Largo o Relato se podrán enviar hasta dos (2) trabajos (dos cuentos largos ó dos relatos ó bien un cuento largo y un relato) con una extensión mínima de tres (3) carillas y máxima de ocho (8) carillas en hoja A-4, a doble espacio en tipo de letra Times New Roman de tamaño 12 puntos, con márgenes superior e inferior de 2,5 cm y márgenes izquierdo y derecho de 3 cm (dichas medidas corresponden a los márgenes prefijados en Microsoft Word).  
Si participas en el Certamen de Micro cuentos se podrán enviar hasta dos (2) micro cuentos con una extensión máxima de cincuenta (50) palabras sin incluir el título. 
4. Cada trabajo deberá ser firmado con seudónimo (en caso de enviar dos trabajos utilizar el mismo seudónimo en ambos). 
Ernesto Sábato, Escritor
5. Los trabajos enviados deberán ser inéditos y no premiados con anterioridad.                   
6. El material deberá enviarse por correo electrónico como archivo adjunto, debiendo incluir en el mismo correo un segundo archivo con los datos correspondientes a la plica siendo estos: 


*Seudónimo 
*Nombre de la/s obra 
*Nombre y apellido del escritor 
*DNI*Fecha de nacimiento
*Domicilio completo 
*Número de teléfono 
*Dirección de correo electrónico 
7. La fecha de participación vence el día 17 de Abril de 2015 y los trabajos deben enviarse a: editorial@lahoradelcuentoBM.com
8. La entrega de los premios y certificados será el día 16 de Mayo de 2015 en el marco del XI Encuentro Hispanohablante de Narrativa y Poesía «Letras de Otoño» que se realizarán en la localidad de Bialet Massé, Córdoba, Argentina (lugar y hora se indicarán posteriormente). 
9. El jurado seleccionará el 1°, 2° y 3° puesto, otorgando tantas menciones de honor como estime convenientes, no pudiendo declarar los certámenes desiertos. 
Los trabajos del 1º, 2º y 3º premio serán publicados tanto en la antología digital como en la antología en formato papel del Encuentro de Escritores previamente citado y se hará entrega de dos (2) ejemplares a cada ganador junto con el correspondiente certificado. 
Julio Cortázar, El Creador de Rayuela
El escritor que no pueda estar presente en el acto de entrega, se le hará llegar los ejemplares que le corresponden por medio de Correo Argentino previo pago del costo de envío. Los libros serán conservados en guarda durante tres (3) meses a partir de la fecha de entrega, vencido dicho plazo, si no fueran retirados serán donados a instituciones públicas.                   
10. Para participar se deberá abonar una inscripción de $ 90,00 (noventa pesos moneda argentina o su equivalente en dólares para escritores extranjeros), por cada género en el que desee participar, este valor podrá abonarse de las siguientes formas: 
* Cupón de Rapipago o Pago Fácil. 
*Depósito o transferencia en cuenta bancaria. El número de operación o el cupón de depósito escaneado debe enviarse junto con el material a concursar. 
Western Unión para escritores extranjeros. 
Solicitar cupón o datos a: lahoradelcuentoBM@lahoradelcuentoBM.com 
11. Los resultados de los Certámenes se darán a conocer el día 2 de mayo de 2015 por medio de Facebook Oficial:
          www.facebook.com/lahoradelcuentobm
        Google+ Oficial: google.com/+OrganizaciónCulturalLaHoradelCuentoBM
Website Oficial: www.lahoradelcuentobm.blogspot.com
También será enviado un correo electrónico a cada participante con el listado de los ganadores y las menciones de honor a la casilla de correo que el participante indique en su plica. 
Con la inscripción a cualquiera de los Certámenes de Verano «La Hora del Cuento» ha dispuesto que cada escritor participe gratuitamente con un trabajo dentro de una Antología Digital; la cual se registrará (ISBN) para garantizar a perpetuidad la Propiedad Intelectual y los Derechos de Autor de la obra. 
Todo escritor que haya abonado su inscripción participará de la antología digital siempre que cumpla los siguientes requisitos: 
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura
En caso que el escritor participe enviando dos (2) obras para un certamen, sólo se publicará una (1) de las obras enviadas, no pudiendo ser sustituida por otra y quedando a criterio de la Organización Cultural «La Hora del Cuento» la elección de la misma. 
Se publicarán tantas obras como en certámenes se haya inscrito el escritor. 
Los trabajos que por no cumplir con las exigencias pautadas en las bases sean descalificados No Serán Publicados en la antología digital. 
La Antología podrá descargarse a partir del día 8 de Junio de 2015 en los siguientes formatos: AZW3, MOBI, EPUB y PDF desde nuestro website oficial: www.lahoradelcuentoBM.com   

miércoles, 11 de marzo de 2015


EL ESCÁNDALO QUE REBOSÓ LA COPA
DE UNA JUSTICIA COMPRADA Y LA SAL QUE SE CORROMPE…!SÁLVENNOS¡
Por Rafael E Yepes Blanquicett  

Los recientes acontecimientos ocurridos en la Corte Constitucional, la «Corte de Cortes», a la que «se le confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución», según el artículo 241 de la Constitución Política, y de la que depende la seguridad jurídica del país, ponen de presente que en Colombia la Justicia siempre ha estado comprada y que lo sucedido ahora es apenas la «punta del iceberg» de lo que se esconde debajo del «sagrado manto» de la corrupción en las altas cortes, los tribunales y los juzgados de la nación. 
Se sabe que no todos los jueces, magistrados y abogados son corruptos, pero el alto número de casos en los que se pone en juego la credibilidad de los colombianos en la justicia de este país del «Sagrado Corazón de Jesús» y del «Divino Niño», hace dudar de que, efectivamente, los jueces, en sus providencias, solo estén sometidos al imperio de la ley, como lo establece el inciso primero del artículo 230 de la Carta Política.  
La investigación en contra del magistrado Jorge Pretelt, presidente de la Corte Constitucional, y otros involucrados en el escándalo, apenas comienza, pero como ya se tiene la experiencia del ultra famosísimo «Proceso 8000», en el que el ex presidente Ernesto Samper fue absuelto de todo cargo porque no se dio cuenta del «elefante blanco» que cruzó a sus espaldas, la mayoría de los connacionales dudamos de que el proceso que lleva a cabo la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes llegue a feliz término, es decir, que los responsables de tamaño delito sean juzgados y condenados conforme a la Constitución y la ley. 
Amanecerá y veremos, reza el dicho popular.

sábado, 7 de marzo de 2015

LOS SICARIOS CAEN COMO PIEDRAS AL ABISMO

         Poemas de 
José Ramón Mercado                   

       SICARIOS I

                                                       


Entre el follaje que deja el humo en el aire
Hay sombras de luces muertas
Sangres aplastadas por el sol

Se carcome el tiempo
El día se pudre   se muere la noche
El sonido de la vida

Todos los días
Los sicarios asumen su rol de matarifes

Siembran muerte entre acrobacias

Luego se refugian en la oscuridad
De su sangre sin memoria

A veces mueren en la praxis

Los que se salvan en la película
No mueren de miedo

Colapsa el viento comen los buitres
Los traficantes de muerte se persignan
Al epílogo nace otra sombra acribillada
Los jueces los absuelven a la luz

¿Se mancha el sol?

¿Una lluvia de sombre oscurece su alma?

Los sicarios caen como piedras al abismo 

         SICARIOS II                                     

                                                                                                             

Ráfagas de vagabundos con rol de asesinos
Nunca recuperan la luz
Visten de prisa

Cabalgan sus máquinas de alto cilindraje

La ley oxigena sus gatillos

Nunca evocan el torrente de desasosiego
Ni la tremolina de la Urbe
Ni la pesadumbre del muerto
Ni las buganvillias florecidas en verano

Han pasado dos mil diez años
En que aquel ejemplo lapidario
De las manos lavadas frente a la horda
Quedara impune

¿La ley es así?

Ahoga esta agua amarga
Un rastro de sangre surca la memoria
No hay un epíteto que cuaje un elogio
El poema sangra el espíritu
El dolor escarba la conciencia

No enseñé bien la lección a los discípulos

No seduce enterrar a los muertos
En la luz de la memoria

Los sicarios no son asesinos sonámbulos

Los sicarios en cada crimen dejan un holocausto

              SICARIOS III

                                                                                                                                                 
                                      
Los sicarios cobran caro el desangramiento

De las almas que entierran
Hay vueltas que cobran sus sicarios

Son poco longevos en el oficio
Los sicarios no tienen un rostro tierno

Ni orgasmo sosegado
Siempre huelen a sudor fosilizado

Jinetes arrojados de las tinieblas
No tienen tetas dulces de padres amorosos
Matan un hombre lo mismo que roban una gallina

El silencio se les vuelve rencor  semilla de desastre
Agua de muerte    recuerdo marchito

Escombros sin almas  estiércol de sangre
Sólo hienas carroñeras  buitres de alcantarillas
Voces gangrenadas   peor que la gonorrea
Fariseos  no matan por hambre
Eunucos de alma
Matan a alguien demasiado fácil

Difícil es soportar el peso de la conciencia

Los sicarios son el Sida del Siglo XXI

-Raza extraña
Donde el gusto por la violencia
Se vuelve una forma de vida-

             SICARIOS IV          
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
  
-Los sicarios son una plaga peor que la gonorrea-

La infamia se les vuelve pesadilla
Los carcome un rencor invisible

La sangre manchada les corroe el sueño

El espíritu del muerto les enreda
Los hilos del sosiego

No los mata el tráfago de la noche
Ni el rocío del alba

Los hijos son el puñal a su regreso
Su amargura irreversible

No los asiste el silencio que los decapita

La sangre de los muertos rezuma sus pesadillas
Tapona sus ojos  represa sus voces

Una mugre de intestinos sus palabras
Los hijos ven los muertos en sus ojos

Los sicarios asustan por el retrovisor

De la calle abierta
El cruce de la cuadra y la comuna
Los hace impunes

Los anfiteatros acogen el desenfreno de los sicarios


            SICARIOS V


                                                                                                                          
                      
                               
Todo termina en el percance de un sicario

El día siguiente inicia un juego sin reglas
Una investigación exhaustiva

La máquina de fuego ha roto la vida

Un hombre muerto ingresa a la historia
El paisaje construye sus babas

Crece la fiebre de mayoristas de noticias
Insumos mortuorios  miedos que decapitan

Mercadeos de lágrimas   sustancia del poema
Corrillo inferido de silencio

Abismos de sed  voces del muerto
Silencio que se desangra entre lágrimas

Se agitan las aguas del sollozo
Una ola de fuego calcina el recuerdo

Las mismas palabras disecadas ante el llanto
El cementerio deviene como el paraíso

Alguien recoge las flores en la noche
Y las vende al día siguiente

La tierra prometida  siglos de sombra

La luna se desplaza por el cielo
El sol amortigua el resto de silencio

Al día siguiente
Alguien desciende los abismos del sicario

¡Una lluvia de sombra oscurece su alma!

Los sicarios caen como piedras al abismo

JRM




domingo, 1 de marzo de 2015

LAS CRÓNICAS DE JOCE G DANIELS*

EL BASTÓN DEL POETA JORGE ARTEL

                                             Sábado 1 de marzo de 1997                                                                  

                      Al Dr Guillermo Ricaurte Fayad que fue cómplice de la parranda con el poeta en los feraces Campos de Chambacú

Jorge Artel 
En una de las ambulantes cafeterías de refugiados de la ciudad, una mañana de brisa fresca el poeta Pedro Blas, el más ferviente y también el más cercano seguidor de la huella poética de Jorge Artel, me dijo asustado y tembloroso que el autor de «Tambores en la noche», la obra poética que le dio partida de bautismo a la distinguida poesía negra en Colombia, me había enviado cientos de recados con el fin de que le devolviera el bastón que una noche de parrandas me había regalado. 
El mismo mensaje me lo dio José Sarabia, el poeta del tiempo perdido, y el investigador Abel Ávila, una noche en que amanecimos bebiendo ron en un quiosco de mala muerte y comiendo sancocho de pescado en la población de Santa Ana, en el Magdalena. 
«Artel anda que echa chispa porque no le has devuelto el bastón», me dijeron. 
Artel, cuya memoria exaltó merecidamente el Congreso Nacional después de una fatigosa batalla contra la perniciosa burocracia, regresó de un exilio voluntario de casi cuarenta años a instancias de un grupo de intelectuales que presionó su venida con motivo de los 450 años de la fundación de Cartagena. 
«Las fiestas sin Artel no tienen sentido», fue la frase de batalla que se esgrimió entre quienes consideraban esencial su presencia en la magna efemérides. 
Y el poeta volvió y fue recibido con todos los honores, vino desde Panamá, pero antes había tenido un periplo por medio mundo, recorriendo las islas de las Antillas con su lira y sus versos, buscando sus raíces ancestrales, hasta que para un diciembre alegre aterrizó sin saber por qué y cómo, en la población de Santa Elena, una aldea de campesinos bonachones ubicada en las estribaciones de los cerros que rodean la ciudad de Medellín, y en la que por esas ironías del destino y de las condiciones económicas en que se debatía fue nombrado inspector de policía. 
De allí lo sacó Flash cuando en una de sus acostumbradas columnas de cositerías lo mató ante el mundo literario. 
«Ayer murió el poeta Artel, titulaba, y más adelante explicaba, en la más completa miseria falleció el autor de Tambores en la noche’ que ejercía de inspector de policía en el caserío de Santa Elena». 
Poeta Jorge Artel
Pero aunque la muerte de Artel, cuyo gran problema ‘no es la muerte, es el morir’, ocurrió apenas hace tres años, en Cartagena y sobre todo en Getsemaní, parece que hubiese transcurrido un siglo. Pocas personas lo recuerdan y muchas personas que andan en el cuento de la literatura no saben quién es ni tampoco lo que representa su obra grandiosa para las letras universales. 
Muchas personas que han participado en el Concurso de Poesía que lleva su nombre creen que Artel, es el nombre de algún prócer desconocido. 
Fue para el mes de noviembre del año 87 en que después de participar y degustar un espléndido y opíparo banquete en el apartamento del abogado Guillermo Ricaurte Fayad que brindaron sus padres, doña Margot y don Luis M, al poeta Artel, nos entusiasmamos tanto con el ron medieval que bebíamos en totuma y que tenían bien guardado y bien añejo el pródigo anfitrión en una damajuana que tenía un cuello tan largo que parecía una jirafa. 
Fue tan delirante y enloquecedora la parranda que de allí, con un temple sabroso que nos hacía cruzar los pies como un perro viejo, salimos y tomamos un coche de diez caballos con auriga vestido de librea, para que nos llevara al campo de Chambacú, donde se celebraban las fiestas profanas de noviembre y cuya reina popular sería, como realmente lo fue, coronada en el templete en el que días antes Su Santidad Juan Pablo II, ante miles de peregrinos, pronunció con su convincente y evangelizador una de las más notorias y sublimes homilías de cuantas se tenga noticias en el Nuevo Mundo. 
Artel, echaba piropos a las mujeres que nos lanzaban besos de cumplidos, saboreaba el ron tres esquinas como si estuviese bebiendo jugo, cantaba vallenatos, bailaba boleros, gritaba alegre como si fuera un niño. 
«Estoy alegre y feliz porque hace cuarenta y seis años no pasaba una fiesta en mi tierra», dijo con los ojos llenos de lágrimas por la emoción, mientras se bebía con ganas un trago y otro trago de ron. 
Esa noche, sentados en el templete, a él le reservamos la silla papal, y nosotros nos sentamos en el suelo, nos refirió anécdotas de su vida política, de su infancia en el arrabal de Getsemaní, de su amistad con José Morillo y de su salida intempestiva de la ciudad después del asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán. 
Esa noche cantó, bailó, declamó sus poemas a la reina popular y por último terminó llorando a cántaros en los brazos de una mulata cuarentona de tafanario ancho y pecho erguido, de rostro fino y ojos alegres que dijo lo había visto en una de las islas de las Antillas cuando andaba de bohemio empedernido entre versos y bachatas y siempre añoró darle un beso para saber a qué saben los labios del poeta. 
Esa noche recibió los aplausos en el sitio que él siempre quiso, y los recibió sin tantas arandelas, ni pergaminos, ni resoluciones. Fue la negrería que reconocía a su poeta y le tributaba el más elocuente de los homenajes. Estaba tan entusiasmado con el beso de la mulata y con los aplausos de su gente que no encontró otra manera de responder que agarrando mi gorra blanca de estilo escocés y la lanzó al público como un gesto de reciprocidad. 
Cochero y caballo que habían sido contratados para estar con nosotros toda la noche al final terminaron borrachos y dormidos uno abrazado al otro debajo de la sombra de un trupillo silvestre. Por el lado de Artel, que reconoció de inmediato su error de lanzar la cachucha al público, sólo me dijo "tenga marqués" y me dio su bastón, que según él mismo contó era un regalo que recibió de un príncipe zulú cuando anduvo entre los negros de África buscando los espíritus de sus ancestros. 
Por eso cuando recibí los recados que me dieron Abel Ávila, José Sarabia y Pedro Blas, me sorprendí tanto, pues habían pasado cinco años y el bastón que se lo había dado a papá Tomás, le servía como soporte y arma para espantar los caimanes y las babillas que en las mañanas se dormían con la jeta abierta debajo del amañador chinchorro. 
Joce G Daniels, Autor de esta crónica
Para muchas personas y en especial para los intelectuales, el mejor homenaje que le puede hacer la ciudad que lo vio nacer, además de lo expresado en la Ley de Honores, es la edición y difusión de su obra, estudio y análisis de su poesía y el rescate de su casa para que funcione allí el Instituto de Artes y Letras «Jorge Artel»  y erigirle una estatua grande y pedestre frente a la Torre del Reloj, aunque no le pongan el bastón que me regaló una noche de parrandas y bohemias cuando lloró como un niño al sentir que las gaitas que llevaba dentro del alma se le salían por la emoción de los  aplausos que le tributó la negrería cuando lo coronó como el más grande poeta negro de Colombia. 
          San Sebastian de Calamari
*Presidente fundador de la Asociación de Escritores de la Costa. Organizador del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia. Este texto forma parte del Libro "Mi tiempo en El Tiempo Caribe", recopilación de crónicas de cuando El Marques de la Taruya escribía una columna semanal en el gran diario colombiano.

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