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domingo, 4 de octubre de 2020

(Primera Entrega)

La Huella Socio Educativa De Los Zapata Olivella1


Por Carlos Manuel Zapata Carrascal


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Manuel Zapata Olivella
Quienes han leído la biografía de Manuel Zapata Olivella y en ella identifican el rol formativo determinante ejercido por su padre Antonio María Zapata Vásquez, reconocen que este fundó en Lorica y luego radicó en Cartagena, un establecimiento educativo de orientación filosófica Positivista, grueso hilo de pensamiento vanguardista para la época que hilvanó las visiones de mundo y prácticas sociales de sus hijos.

El Positivismo, asimilado por Antonio María Zapata Vásquez como la búsqueda en el Saber Científico de las explicaciones sobre el mundo, devino en el Anticlericalismo que practicó él mismo y selló gran parte de los protagonismos académicos, sociales y artísticos de su prole.

El oscurantismo religioso hacia más mella en las mentes sinuanas y su antídoto: el conocimiento científico, teniendo a la Escuela como medio para inyectarse en los que quisieran, fue identificado por Antonio María Zapata Vásquez y gran parte de sus hijos como alternativa para contraponerlo al contagio transpuesto en esta región por Curas doctrinarios que heredaron los dogmas medievales traídos por los invasores hispanos. 

El padre de los Zapata Olivella sabía muy bien que, de acuerdo con Augusto Comte, las ciencias positivas tenían la capacidad de erradicar los famosos ídolos o prejuicios, esos conjuntos de creencias sin fundamentación en la investigación científica y la objetividad con las cuales las personas deben conducir sus relaciones sociales. 

Sin embargo, en la decantación de las influencias paternas, sus hijos, en especial Manuel, como resultado de la triangulación entre herencia formativo familiar, el interés personal a partir de las lecturas y las enseñanzas de las realidades socio-culturales donde estuvo inmerso, se hizo a nuevos aprendizajes y visiones de mundo que irían a contraponerse a las de Antonio María Zapata Vásquez.

Una muestra de ese aprendizaje en el libro de la vida, a contrapelo de la tendencia filosófica paterna, es lo que expresa el Manuel de «Levántate Mulato»:

«Para él la superstición, sinónimo de la noche negra de la esclavitud, debía ser sustituida por la verdad científica. Obsesionado por la búsqueda y la prédica de esa verdad, jamás meditó en que no todo en la tradición de su raza era producto de la tradición esclavista, que ella también expresaba, viva, aunque desdibujada, la sabiduría milenaria de los pueblos de África».

Esa depuración en la visión de mundo de Manuel, por supuesto que se fortaleció en la interacción con la vida misma, de lo cual vale traer a colación una anécdota que el Maestro William Fortich escuchó del Ekobio mayor.

Dice el distinguido investigador e historiador del Folclor musical cordobés, que, en una ocasión, en desempeño de funciones como visitador médico en el Sinú, Manuel observó a una mujer verter en la tinaja agua sin filtrar y que había recogido en un pozo cercano. El recién graduado médico se asombró y consideró desde su autoridad científica recomendar sacar lo que contenía el líquido, ante lo cual la joven ama de casa campesina respondió que si sacaba eso ¿entonces que vamos a comer docto? 

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Familia Zapata Olivella

Pocos por fuera de San Bernardo del Viento, incluyendo sus nuevas generaciones, distinguen que, en esa población del actual departamento de Córdoba, antes y hasta mediados del siglo XX perteneciente al Bolívar Grande, la tradición naturalista, humanista y libertaria del Padre de los Zapata Olivella, germinó en el plantel dirigido por uno de sus hijos homónimo, Antonio María.

Tal vez por eso se confunde en el conjunto del itinerario y presencia de los Zapata Olivella en el Caribe colombiano, las palabras Fraternidad y Universidad, las cuales son asociadas al mismo objeto educativo en donde Padre e hijo se complementaron desde espacios diferentes (Lorica y Cartagena, por un lado; San Bernardo del Viento y Moñitos por otro) con un estilo singular de proyectarse al contexto desde la escolaridad.  

Fraternidad, uno de los conceptos fundamentales de la Revolución Francesa a tono con el Movimiento Filosófico de la Ilustración, fue la denominación de lo que, en aquella época, cuando aún no se había acuñado en las Políticas educativas el rótulo Institución, lo fue de verdad el plantel que el Padre de los Zapata Olivella creó en Lorica y más adelante instalara como modelo en el barrio Getsemaní de Cartagena, «la barriada de mayor población negra y mulata de esa ciudad».

En la práctica, tratar de ser fiel al discurso Positivista, condujo a Antonio María padre, a liderar una cruzada en contra de la ortodoxia católica esgrimiendo el humanismo con rostro fraternal en contra de la inclinación de las elites religiosas hacia los poderosos hacendados. Se trató entonces de una doble opción alternativa que enfrentaba al dogmatismo mítico-mágico religioso desde la trinchera de los conocimientos científicos, pero también la deshumanización clerical protectora de los intereses de quienes tenían los poderes económicos (Tierra y Comercio) y políticos en sus manos.

Esa vena contestaría, iría a nutrir el pensamiento de sus hijos, tanto así, que no por azar, Manuel Zapata Olivella se inclinó por la Antropología y haciendo visible la influencia positivista desmitificadora de prejuicios en el imaginario colectivo, escribió obras literarias como En Chimá Nace Un Santo, en donde aborda el tema de investigar los trasfondos e implicaciones de las creencias y concepciones mito-mágicas religiosas   

La Universidad, hace alusión a una famosa denominación popular que los residentes en San Bernardo del Viento, y es obvio el por qué, le asignaron merecidamente al plantel dirigido por el hermano de Manuel, Antonio María, por la Alta calidad académica, formativa y de extensión hacia la Comunidad.

Antonio Zapata, Padre de Manuel

Algunos argumentan que el nombre Universidad fue una especie de ironía ideada por Antonio María Zapata Olivella, porque a diferencia de sus hermanos Manuel, Juan, Delia y Felipe, no llegó a un claustro universitario ni en Cartagena ni Bogotá, en donde sus parientes estuvieron vinculados en condición de estudiantes y/o catedráticos a centros de educación Superior.

Tampoco Antonio María, a diferencia de su Padre, se paseó con suficiencia académica por las Aulas del Alma Mater cartagenera en condición de catedrático todero, gracias al dominio sistémico de varias áreas del saber.

Esa visión holística, ese interés por el conocimiento múltiple e integral del mundo, carencia que en contrapartida es Una De Las Grandes Falencias Formativas de la Escuela colombiana contemporánea, influyó mucho en Manuel Zapata Olivella, aunque también es notable en el segundo Antonio María, quien asimilando la visión sistémica de su progenitor, ejerció una modalidad de docencia paralela con distintos niveles educativos, articulando contenidos de varios campos del saber, incursionó en la Literatura, periodismo, comercio y hasta tuvo tiempo para ejercer la actividad de prestamista.

En el campo de la narrativa, dice Manuel Zapata Olivella en Levántate Mulato, Antonio María, hijo, fue segundo premio en un concurso nacional, con la novela inédita Trivios Bajo El Sol. Fue galardonado en Chile en una competencia poética. También se hizo merecedor de una caléndula de oro en los fuegos florales de Cartagena.  

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Fraternidad y Universidad, tanto para el padre como para el hijo, en el fondo significaron lo mismo, es decir, oportunidad para que todos los que quisieran y necesitaban educarse, lo hicieran, aportando lo mejor de sus lecturas científico-naturales, artístico-teatrales y laico-anticlericales, así como las habilidades para hacer fijar los conocimientos. La gente del común, enriquecida intelectualmente por esa labor socio educativo, recompensaba con frutos de las cosechas campesinas, la dedicación altruista del primer Antonio María.

En Levántate Mulato, Manuel Zapata Olivella aporta información sobre el ambiente familiar lector que el padre prodigó a sus hijos y que sirve para comprender los soportes académicos de La Fraternidad y Universidad.

Delia Zapata Olivella

«El Colegio La Fraternidad, fundado en Lorica, más que una cátedra liberal se constituyó en una universidad abierta a todas las disciplinas del saber. La biblioteca adocenaba volúmenes sobre anatomía, física, matemática, historia, filosofía y literatura. El hambre enciclopedista de mi padre sólo era superada por su afán didáctico. Siempre que tuviera a su lado a una persona atenta, leía para ambos, deteniéndose en aquellos pasajes que requerían alguna explicación para hacer más claro su entendimiento»

Refiriéndose a la Cultura lectora asimilada por Antonio María Zapata Olivella, Manuel expresa que:

«Se leyó todas las novelas y libros de poesías que encontró en la biblioteca paterna; recitaba los poemas de Heine; releía a Lope de Vega y trasnochaba con las gruesas novelas de Hugo y Dumas».

Es muy diciente la influencia de ese contexto familiar a favor de la lectura, cuando Antonio María hijo le manifestó a su hermano, como justificación de la preferencia de aquel por la soledad y necesidad de alejarse del estrépito y la falsa civilización de la ciudad:

«En la madrugada cuando leo a la luz del candil, tengo la certeza que en leguas a la redonda soy el único que disfruta a Shakespeare».  

El interés educacional de los Zapata Olivella, fue sembrado en los hijos del viejo Antonio M Zapata Vásquez desde la época inicial de residencia en Lorica, en donde era habitual encontrar la casa visitada por personas provenientes de diferentes partes de la región, quienes regularmente participaban de charlas en donde aquel fungía, como los Griots africanos, de mediador entre el acumulado científico natural y social y la avidez de quienes apreciaban ese saber desconocido y contrastante con las enseñanzas y prejuicios existentes.

Contrastaba esa bondadosa actitud de Ilustrar, de multiplicar el Saber para contagiar a los interesados con el libre pensamiento y los logros de las Ciencias naturales, con la tendencia al adoctrinamiento católico-conservador soportado por los gobernantes de la época y grupos sociales que ostentaban el Poder económico y político en la zona. 

Esa vocación paterna para interactuar con la gente utilizando diversos canales de comunicación, desde la trasmisión oral hasta las representaciones dramáticas, pasando por el periodismo y la educación formal, se trasmutaría de diferentes formas en su prole, quienes asimilaron el legado y lo concretaron apoyados en la tecnología de la Imprenta (producción de textos literarios, encuadernación o empastes de materiales impresos), la Radiodifusión, la enseñanza, investigación, divulgación y puesta en escena de manifestaciones folclóricas objeto de la marginación y prejuicio que las élites dominantes daban a las tradiciones culturales inmateriales y materiales populares.

1. Escrito resultante de la indagación y diálogos efectuados en la Institución educativa San Francisco de Asís de San Bernardo del Viento en el año 2014 por jóvenes de noveno grado (Sandra M López, Luis D Ortega P, Angie Peña, María Fabra, María Arrieta, Mirledy Osorio); docentes ( Roberto Yances, Fulgencio Genes, Miladis Niño Bitar, Abel Angulo); Familiares de los Zapata Olivella ( Neftalí Zapata González) y el Poeta campesino Antenor de La Rosa; en el marco del proceso que condujo a la realización del Encuentro de estudiantes investigadores de la vida y obra de Manuel Zapata Olivella.

 

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