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domingo, 8 de junio de 2014

Y DE LAS LEYES PARA QUÉ


«HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA».
Por Orlando Periñán Lombana 
Recomiendo a los ciudadanos hacer un análisis serio de lo que esta sucediendo  con la justicia colombiana. 
Cuando estudié el bachillerato me enseñaron en la clase de Cívica, ahora Democracia, que era la Rama Judicial, la encargada de actuar sobre los hechos delictivos cometidos por los ciudadanos. 
Además, es un hecho real que estamos gobernados por la lógica de la trampa y esto se corrobora cuando hasta el común del pueblo volvió refrán aquello que dice: «Hecha la ley, hecha la trampa». 
Es sabido que con la trampa trabaja la clase política corrupta. Recuerden el otro decir que hizo carrera entre estos personajes singulares: «No podemos meter en la cárcel a nuestros amigos corruptos». 
También sabemos que cuando una persona se le acusa de algo lo mejor y más sano es contar la verdad para que la opinión pública quede libre de suposiciones y ubique a los acusados en el lugar que ellos se merecen. 
Ahora que los colombianos tienen conocimiento de las presuntas irregularidades que involucran a los candidatos a la Presidencia de Colombia. Me pregunto: ¿Por qué no exigir a la Justicia celeridad en las investigaciones y los fallos en las mismas? 
A la justicia, uno podría pensar que solo le quedan siete días para pronunciarse sobre las irregularidades que han salpicado las campañas de Óscar Iván Zuluaga y el candidato-Presidente, Juan Manuel Santos. 
En la actual contienda política ha reinado el odio como premisa general filtrándose en las dos concentraciones, quizás porque algunos piensan que los discursos con connotaciones siniestras son los que llevan al primer puesto de la nación a quien mejor sepa hacer uso de ellos. 
Claro que el odio es libre de sentirse, porque es un sentimiento, una pasión que forma parte del arsenal emotivo y destructor de un ser amargado; dispuesto en todo momento a descalificar las propuestas del otro, esperando fomentar la división urdida por el engaño y la mentira. 
Un triunfo presidencial se debe conseguir con confrontación civilizada esbozada por los líderes en la plaza públicas. Y tal parece que esto es lo que han olvidado los candidatos. 
Así que, por las anteriores consideraciones, mi voto será en «blanco», dejando libre mi conciencia que no acolita con los planteamientos hechos por Óscar Iván Zuluaga y el candidato-Presidente Juan Manuel Santos que parece que fueran invisibles e intocables para la justicia colombiana.

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