CHAMBACÚ Y
LAS PARADOJAS MÁS
SIMPÁTICAS
DE LA LITERATURA POPULAR
«Isla,
que en un principio fue propiedad de Doña Soledad Román de Núñez, quien lo
cedió a su cochero en pago por los sudores de su trabajo»
Por Juan V Gutiérrez Magallanes
Era un barrio pintado en la cara bonita de Cartagena de Indias, ocupaba el espacio que en un principio era una isla rodeada por el Caño de Juan Angola y la Ciénaga del Cabrero.
En aquella tierra pantanosa habitada por tangas. Garzas, Chorlitos, mariamulatas, pipones, guabinos, medusas, cangrejos y jaibas. Se habían construido unas pocas casas de tipo republicano por parte del médico José Brieva. Después se fue habitando por familias venidas de los pueblos de las islas cercanas a la bahía, otras que habían sido desalojadas del Boquetillo, Pekín y Pueblo Nuevo. Eran personas muy pobres, artesanos y toderos para el rebusque diario, ya fuera en el mercado de Getsemaní o en las residencias de Manga, Bocagrande y el Centro.
Eran gente buena con el único «Inri»: ser pobre.
El barrio permaneció como tal hasta los años comprendidos entre la Década de los Setenta del Siglo pasado, al final de ésta se originó la diáspora hacia la periferia: Chiquinquirá, Las Lomas, República de Venezuela, San Francisco y otros sectores cercanos a Olaya Herrera.
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Bernardo Caraballo, Boxeador |
Chambacú por estar tatuado en el rostro del «Corralito de Piedra» lo miraban como un lunar de patología cancerígena, y había que extirparlo. Nunca pensaron en mejorar las condiciones de salubridad, solo se pensaba que era un tugurio y había que erradicarlo sin pensar en las personas que allí residían y se sentían privilegiadas por la ubicación de éste.
Chambacú estaba cercano a lugares que hacían parte de la vida: el Hospital Santa Clara; el Mercado Público de Getsemaní; el Centro de la ciudad; el Cementerio de Manga y la Cárcel de San Diego, esta última comandada por el Sargento Aguirre, residente de Chambacú.
El barrio tenía una alacena-piscina en el Caño de Juan Angola, donde se podían apreciar todas las variedades de peces y crustáceos del mar Caribe, sin ningún impedimento, los residentes se recreaban contemplando el vuelo de los alcatraces y las gaviotas, sabían diferenciar el canto de las diferentes aves que llegaban a las orillas del Caño, podían mirar los movimientos del Mero Guasa que vivía entre los bajos del puente.
Hoy son muchas las razones que llevan a no olvidar la existencia de aquel barrio de aspecto tugurial, en él todos se conocían o sabían «quién era quién», podían reunirse en una esquina para escuchar el partido de béisbol que se jugaba en el Estadio Once de Noviembre.
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Antonio Cervantes, Icono del Boxeo Mundial |
Ahora el barrio continúa en el imaginario de los chambaculeros, así como El Grito de Independencia de los cartageneros, vivo en la mente de los getsemanicenses. Hoy el nombre de Chambacú, se ha sublimado para ponerlo en las marquesinas de almacenes y restaurantes.
En aquel Chambacú, se originaron las paradojas más simpáticas de la condición barrial que entran a hacer parte de la Literatura Popular: Un Papa que cantaba los boleros más triste del cancionero popular, Un Mama de majestuosa estatura que derribó a Don Pedro de Heredia, Un Sargento que fue Comandante de la única cárcel de la ciudad, Un hombre que engendró a uno de los Once Alcaldes que tuvo la ciudad durante siete años en pleno Siglo XXI, Un Emeterio Torres, cantautor de boleros, un hojalatero que colmaba la alegría de los niños con los juguetes que elaboraba, una modista que confeccionaba las corbatas «Made in Italia», boxeadores como Caraballo y Pambelé, glorias del deporte colombiano y un poeta como Luis Barcos (F) , quien le narró poemas a la ciudad.
Todas esas vivencias quedaron cinceladas en las mentes de los que están y de los que se fueron a contarla a la otra dimensión. Por eso ne se puede olvidar a Chambacú, porque además hace parte de la Historia Contemporánea de Cartagena de Indias.
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Grandes Gestores y Profesionales de Chambacú, Entre ellos el Autor de Este Texto |
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