NADIE HA SIDO CAPAZ DE REGRESAR DE LA
MUERTE Y DECIR SI HAY O NO OTRA VIDA
Por Gilberto García Mercado
Si algo tenemos seguro los seres humanos es que al final de nuestros días nos espera con cara de pocos amigos, el espectro de la muerte. De ahí que, en esta vida terrenal, el hombre se ufane en conquistar todo aquello que le representa estabilidad económica, placeres, lujos y una vida confortable. Algunos estudiosos de la materia coinciden en que el individuo se sumerge en esa vida de lujos, conquistas y placeres para no tener que acordarse de la muerte. Y algo de razón deberán tener porque a nadie le gustaría morirse. Piense amable lector, yacer para siempre en un ataúd sin nadie con quien hablar, sin poder moverse si le pica la nariz...
Asombra entonces que el hombre tenga respuesta para todo menos para la muerte. A diario vemos los avances de la tecnología, los programas novedosos y las aplicaciones en la internet son el pan de cada día. No obstante, ante las muerte estamos en pañales, más solos que nunca en estas "infinitas" galaxias en donde nuestro sol apenas es un reflejo frente a otras estrellas y planetas. Creo comprender entonces la obsesión de todos esos políticos luchando a brazo partido por salir electos. No quieren acordarse de la muerte, frente a ella no vale la corrupción, ni los votos, ni los Odebrech, ni el Cartel de la Toga, ni la espectacular fuga de Aida Merlano de la cárcel. Frente a la problemática de la muerte la única opción que nos queda es seguir las enseñanzas de la biblia, pero, ¡válgame, Dios!, también el Evangelio constituye una esperanza al final de nuestros días...
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