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jueves, 17 de diciembre de 2015

La Espinaca y la Academia
de los Animales del Mohán

Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Los animales de «La Casa en lo Alto» conocían  el relato histórico de lo ocurrido en el Cerro de la Popa, donde el Cacique Canapote había anudado el grito de Buziraco sobre las hojas de Espinaca que florecían todo el año en el lugar.  
Los secretos de Buziraco fueron recibidos por el último descendiente del Mohán del río Yuma, revelaciones que tenían mucha relación con las bondades de la Espinaca, panacea buscada por Efraín en su  deambular por las selvas del Occidente Colombiano.  
La Espinaca  era el vegetal que por razones mitológicas, como el hecho de haber sido una de las plantas preferidas por la reina Circe, sus infusiones infundían un hálito de placentera paz  y además  podía sanar los quebrantos de salud de la débil María. Esto último recogido en los cantos del aedo que había recorrido las selvas chocoanas y las rancherías de los arhuacos. 
             
                                                                                                
      
       ODA A LA ESPINACA*

Panacea buscada por Efraín
Su núcleo de magnesio se podía
mutar en el fierro que necesitaba María
 
folios que guardaban la esperanza de Efraín
¡Oh planta generadora de rojas diademas!
 
Has encontrado el nido protegido por
Cancerberos de proverbios y canciones
de Tamboras, Pajaritos y Chandés…
 
El Mohán de la calle Jorge Isaacs,
ha plantado espinacas y taruyas
que fortalecen la voz del saurio
en los recuerdos del río Yuma.
 
La Espinaca se brinda a los venidos
del Palenque de San Basilio,
 
rompen el cuero por la fortaleza
de la savia de la planta
 
el son de la Tambora calma las voces
de los guardianes de la Espinaca
       
                                                                           
El  descendiente del Mohán había construido  su casa de cal y cemento en una de las laderas del Cerro de la Popa. 
La casa estaba rodeada por una depresión, donde se juntaban  los vientos venidos del Caño de Juan Angola  portando los mensajes del Cacique Canapote. 
La tierra era feraz, rica en  Magnesio, Hierro, Silicio, Calcio, Carbono, Zinc, Manganeso y Cobre… 
Florecían la Guinda, la Cereza, la Guayaba, el Limón, el Coco pero la reina de aquel vergel era la Espinaca, planta de abundante clorofila, que podía utilizarse para la obtención del Magnesio, quizás aquí era donde residía la bondad de la espinaca para volver o restablecer la alegría en María, quien  ataba los sueños de Efraín y lo sometía a la tristeza, semejante a la de Odiseo por la  ausencia de Penélope. 
El vergel del patio de «La Casa en lo Alto» estaba vigilado por doce perros, un saurio, una tortuga y un loro. Animales traídos de las riberas del Yuma, en la parte superior de la cabeza tenían el símbolo de los Chimilas. Los perros, seis machos  y seis hembras, correspondían a los Titanes, hijos de Urano y Gea y se llamaban: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto, Cronos, Tetis, Tía, Temis, Mnemosine, Febe y   Rea. 
Podían anular las ondas sonoras de la Diosa Eco, en especial cuando eran vibraciones estridentes que impedían la audición de los cantos de «Pajarito» y «Tambora» que tanto le gustaba escuchar al descendiente del Mohán del rio Yuma. Esa cualidad  las utilizaban para quebrar e inhibir las voces de la Champeta, cuando se extralimitaban hasta altas horas de la madrugada impidiendo conciliar el sueño; el descendiente del Mohán llamaba a sus titanes, los ponía de rodillas en el pretil de la casa para que los ladridos de bajos decibeles acallaran  los sones de la madrugada. 
El  saurio fue  bautizado con el nombre de Escila, por el antagonismo ante la mansedumbre y bondad  manifiestas, dejaba que el Titán más pequeño montara en su lomo y jugara con  el cristal de sus ojos, justo cuando la luz se refractaba en sus lágrimas de sufrimiento por el río Yuma. 
La Tortuga era de un caparazón con surcos profundos, donde el descendiente del Mohán encontraba la explicación de gran parte de la historia de los Chimilas,   deduciendo de ello los buenos tiempos para las cosechas del arroz en las tierras de la Mojana. En  uno de los  cuadros del caparazón pudo descifrar las voces de sus antepasados próximos a la llegada de los españoles. Este Quelonio sabía cómo calmar la ira de su amo, a través de vibraciones especiales se ponía en contacto con los latidos del corazón  e  infundía un remanso de paz  permitiendo renacer la alegría por la vida. Le puso por nombre Irene, por la paz que inspiraba. 
El Loro tenía cierta fealdad marcada en su cuerpo, un ala caída y sus patas completamente torcidas, pero poseía un don de intelectualidad que lo hacía ser el  consultor de los niños del barrio, su nombre era Vulcano o Hefesto, no perdía oportunidad para manifestarle su amor a una linda gallina de la vecina llamada Afrodita. 
Estos seres del Vergel habían adquirido dones de mucha intelectualidad, lo cual guardaba una estrecha relación  con los tiempos de recesión económica. El Descendiente del Mohán, maestro en la enseñanza oficial, era un escritor de reconocida trayectoria en la extensión del rio Yuma y las tres cordilleras del territorio nacional. Además de no ser muy buenos los estipendios, se llegó a una situación  en que el salario del periódico fue cancelado con gran parte de los archivos y  la labor docente con  cajas de  licor. 
     
Juan V Gutiérrez Magallanes. Docente y Escritor       
Las condiciones se tornaron precarias y el alimento para los animales escaso, la ración alimenticia se reducía a una resma de papel periódico por cada animal,  forma de alimento con celulosa prensada y letras de molde, esto fue durante un año, al final, se había agotado el archivo. 
Lo que dio como consecuencia unos seres de formación académica, que competían intelectualmente  con el autor de esta crónica.  

 




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