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jueves, 24 de diciembre de 2015

DE LOS MUÑECOS QUEMADOS         
EN AÑO VIEJOEN CHAMBACÚ...     
Por Juan V Gutiérrez Magallanes    


La tradición de la Quema del Muñeco de Año Viejo está unida en sus orígenes al mundo hispánico. 
Se buscaba a través de la incineración exterminar a los posibles causantes de males y situaciones perversas. 
Los convocados al potencial holocausto se ubicaban en un renglón de malos comportamientos y conductas, que iban desde el constante maltrato a la mujer, el mal encarado en su relación con sus semejantes y hasta el gobernante violador o el infame tirano.
Todos quedaban condenados a ser quemados en la búsqueda de purificar a los espíritus malvados. 
En Chambacú cierto grupo de mujeres generaron una costumbre de reunirse tres días antes del 31 de diciembre para deliberar sobre qué personajes deberían ser quemados a las doce de la noche justo cuando expirara el Año Viejo. 
Era una verdadera asamblea en la que todas podían deliberar en igualdad de tiempo, condiciones y circunstancias. 
Muchas veces la incineración era acompañada con rimas de mujeres que aludían a las travesuras del muñeco:
Este que hoy prendemos
ha de pagar sus culpas,
como bien lo sabemos
bebiendo envenenadas copas

Los primeros sometidos al juicio eran los maridos de aquellas señoras, entre las cuales había una de porte doncellezco que en sus años primaverales había sido la mejor bailadora de pasillo y tango en el cabaret «Aires Cubanos» en el sector de «Los Dardanelos» del barrio Torices, era conocida con el remoquete «La Bola de Oro», ella entre sus anécdotas contaba que había conocido a «La Pie Peluo», la misma que fuera inmortalizada por el músico Pedro Laza  y sus Pelayeros. 
Entre los maridos enjuiciados por el tribunal de las damas, hubo uno que siempre ganaba el premio de ser llevado a la hoguera, pues su mujer ya se había acostumbrado al consuelo que le  producía aquel acto, en venganza por los malos momentos ocasionados por su pareja. Algunas señoras se convertían en falsas plañideras para expresar la maledicencia del marido condenado a la hoguera. 
Pasada la singular elección, luego se procedía a elegir al más grosero del barrio, elección que recaía siempre en el vendedor de verduras y bastimentos. Era un hombre encarado, de mirada lujuriosa y palabras altisonantes que dejaban un eco de vibraciones y erizaban la piel de las señoras que se acercaban a su carretilla. Era una cita obligatoria por las mañanas, pues además de ser la única venta rodante en Chambacú, portaba  la yuca y el mejor ñame harinoso. 
Ninguna de las damas se atrevía contar a su marido, las groserías del carretillero contando chistes verdes que causaban hilaridad entre los señores y ciertas mujeres riéndose estruendosamente y golpeando con la palma de la mano el muslo de la pierna derecha incitando a la  lujuriosa verborragia del vendedor, quien respondía al nombre de José Guaca.
Has de arder  en los infiernos
con fuertes dolores de corazón
con llantos y sufrimientos eternos
por tu maldad en toda ocasión

Las señoras que festejaban los chistes del pregonero, nunca asistían a la asamblea del mes de diciembre. Preparaban una muñeca con cara seria y vestida con harapos de fique, como simbología del sometimiento a la vida ordenada, y la incineraban en una esquina de la calle Del Toro con mucha diversión y  jolgorio. 
Había un muñeco representante del tendero cicatero y  falsario en el correcto pesaje, representado con  una giba, sobre ella le hincaban una leyenda explicando la forma en que acumulaba sus ganancias fraudulentas, los niños gozaban viendo la representación del tendero, pues era difícil que concediera la «ñapa» por la compra de cualquier artículo.
Arde tendero sin corazón
de ruindad, comedor de «zarapas»
escondido en viejo rincón
para negar las pequeñas  «ñapas»

De esta manera se buscaba  eliminar lo que más había mortificado a los ciudadanos en el año que estaba por terminar.Quemarlo era pues la mejor forma de purificar el espíritu para que encontrara paz en el ultramundo. Era, de igual manera, incineración para exterminar  los causantes de los pesares de la comunidad. 
Un caso especial era el conformado por tres señoras de oración y comunión diarias. Desde los primeros días de noviembre comenzaban a confeccionar el muñeco. Lo hilvanaban con recortes de telas  que botaban en la Loma del Vidrio. Representaba los días calamitosos del año, el muñeco era  bañado con agua de mar y puesto a secar en  los días de la Novena del Niño Dios. La intención de las señoras era eliminar los malos momentos de la comunidad, tenían fe ciega en acabar con ello lo calamitoso de los días. 
Juan V Gutiérrez Magallanes, Docente y Escritor
El 31 de diciembre a las doce de la noche, por lo general, en los sectores deprimidos se quemaban a los  causantes de males y entuertos. Muñecos elaborados con  trapos viejos, periódicos de noticias olvidadas y virutas de madera que alegraban las llamas de la hoguera, algunas veces le introducían detonantes de juegos artificiales.


Vete año viejo tormentoso
deja que venga el nuevo
feliz y venturoso.
Hoy aquí me atrevo
ha quemarte año viejo
con risas y  mucha gritería
que  se oigan a todo lo lejos
en esta noche de sana algarabía.

            Cartagena de Indias,  diciembre 21 de 2015.

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