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viernes, 20 de noviembre de 2015

IN MEMÓRIAM DE CALIXTO OCHOA 
«Allí en esas playas marinas donde el amor 
comenzó paso a paso…»

Por José Núñez Aldana
Ha muerto el maestro Calixto Ochoa, pero su música será gratamente recordada por haberle cantado a la vida, a la naturaleza, a la mujer, al campo y a las vivencias de la Región Caribe colombiana. 
No soy experto en musicología, pero esta situación no me limita a opinar sobre tantas canciones que en mi juventud marcaron derroteros, florecieron romances y abrieron los sentidos para querer, admirar y conservar nuestro entorno paisajístico y nuestra cultura campestre. 
Cuántos no recordamos aquel inolvidable sábado en la tarde en la que conocimos a nuestra Marily, la mujer amada, que a cada minuto nos llenaba de recuerdos y desesperación y aunque a veces nos vieran cantando no era por alegría sino disipando el guayabo que manteníamos noche y día, porque aquella mujer a nuestro lado nunca se sintió feliz; sin embargo por esa dama guardábamos un cariñito en un rincón del pecho. Escuchando la canción me transporto al año 1970 y me siento bailándola en la plaza de El Pirú, en Valencia (Córdoba), mientras llegaban los músicos de banda enredados en sus instrumentos. 
Muchas veces creemos tener el amor controlado como ese lirio rojo bien adornado con una rosita blanca muy aparente, pero dejamos de alimentarlo y se marchita y echamos la culpa a la mala suerte y entonces vivimos desconsolados porque nos dejaron solos soportando martirios y terribles cosas. 
Nos volvemos nostálgicos cuando llegan las horas de la tarde y nos encontramos solos y lejos de la mujer amada y provoca volver a los guayabales y aquellos sabanales donde la conocimos. 
Ante la imposibilidad física vamos pintando, con el pensamiento, aquellos paisajes sabaneros tan exactos como son, empezando por el árbol del patio donde ella reposa cuando calienta el sol. 
Acaso no recordamos las notas melodiosas que brotaban de su acordeón y llevaban el son de la Charanga Campesina, esa bonita inspiración, donde muchachas y viejas bailaban y gozaban entusiasmadas, con medio mundo, el ritmo de la costa. 
Cuántas veces nos hemos transportado a las playas marinas, testigos de frases que abrieron senderos en el corazón, donde se siente tanta dulzura y aunque el sol sea más caliente el amor lo convierte en un fresco inigualable. Allí en esas playas marinas donde el amor comenzó paso a paso. 
Muchos bailamos los ritmos de Pirulino, aquel hombre que tenía una sola camisa y pantalón, que se pegó una borrachera en la casa de Aquilino el Preguntón y, otros, los más jóvenes, imitaron a Pedro El Escamoso en su versión moderna. 
Hemos prometido «todo lo que trabaje será para ella» y más cuando la muchacha tiene unos pensamientos que la matan, mientras se nos parte el alma cuando la miramos y abrazándola decimos «eres mi sol, soy tu sombra, tu calor y tu esperanza, cada paso que doy estaré contigo porque soy de buen corazón». 
Pero también hemos sido rechazados y muchas se han portado groseras, sin embargo la nobleza del alma permite decirles «perdona nuestra gran equivocación», mientras afirmamos que nuestro color moreno no destiñe. 
José Nuñez Aldana
Ahora que el «Negro Cali» murió hemos sentido al difunto, su acordeón queda de luto. Y todo el mundo comenta lo bueno que fue el difunto. Y su clamor a la muerte, en ese sueño triste se cumplió porque lo dejó vivir muchos años más. Pero no sólo el Valle queda de luto sino la Región Caribe y un país que goza con sus canciones. 
Lo que no hemos podido descifrar de su copiosa producción musical, más de 1.300 canciones, es «por qué el Negro está rabioso, y quiere pelear con la negra, la destapa cuando está arropada, si ella se acuesta tranquila…» 
No hemos podido descifrar qué será lo que quiere el Negro…

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