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viernes, 21 de agosto de 2015

Rafael Uribe Uribe, en El Carmen de Bolívar

«Lo único abundante aquí es la cosecha de desengaños»


Por  Moisés Eduardo Morantes Narváez


General Rafael Uribe Uribe
Rafael Uribe Uribe, el caudillo del pueblo estuvo en dos ocasiones en esta Villa Meritoria, durante los aciagos días de la Guerra de los Mil Días, confrontación bipartidista que terminó con la pérdida de Panamá luego de los convenios de Neerlandia y del Buque de guerra Wisconsin. 
De su primera visita, queda una carta fechada el 30 de Agosto de 1.900 enviada a Don Antonino Madrid, en la cual con tono enérgico llama la atención sobre la lentitud con que se manejan las cosas por estos lares y, le recrimina, el no haber cumplido a cabalidad una orden por él impartida; menciona en la carta al médico Leopoldo Angulo y a Arturo Martínez Carrascal, y termina la corta misiva con una frase lapidaria que aún sigue vigente en nuestros días: «Estoy viendo que lo único abundante por aquí es la cosecha de desengaños». 
Esta carta la conserva el Archivo de las Memorias de El Carmen, gracias a la gentileza del Doctor Víctor Ramiro Angulo Baños, cuya familia la había guardado por un siglo (la cual permanece legible en un 85 %), quien nos la cedió con la indicación y el celo que guardan los vigilantes por nuestro patrimonio. 
Dice Sebastián Mesa Merlano, «en la Canzona instaló el general Rafael Uribe Uribe  su campamento; allí restauró sus fuerzas y dijo a sus compatriotas de Antioquia, que si de veras ambicionaban la tierra prometida, tendrían que venir a los bosques de El Carmen a plantar sus toldas de trabajo». 
Durante su estadía, en el cerro de Peralonzo de la Canzona, debió extraviar una primorosa daga, (que fue desenterrada hace 5 años y que hasta el momento permanece intacta en nuestro Archivo). Podríamos afirmar que es la misma daga por algunos grabados como el «triángulo con el ojo en el centro» que aparece en el billete de un dólar de los Estados Unidos, grabado en su empuñadura. Y el hecho histórico de que nuestro copartidario era masón, y que llegó a ascender hasta el Grado 33, que deducimos por la rosa, símbolo de la masonería y alguna que otra filosofía  que fundamenta nuestra teoría. 
La Carta Escrita por el General   
Por esas calendas conoce y degusta el café de la Canzona, recordado en su libro «Por la América del Sur» en el que afirma que la calidad de dicho producto no tiene nada que envidiar al café de Caldas, referencia similar hace sobre el algodón. 
El poeta e historiador carmero Rafael Redondo Mendoza, recoge en «Daguerrotipos Liberales» las agridulces biografías de guerrilleros, exclusivamente bolivarenses que pelearon en la Guerra de los Mil Días. 
Con su estilo bravo, su fuerza vernácula, su vanguardia literaria y su profunda capacidad psicológica, nos deja en su estudio los más interesantes trazos de los más ignotos héroes del combate y la fiereza; también lo asevera Aníbal Esquivia Vásquez (AVE) en el prólogo de la obra en el que se describe a Ignacio Mendoza Bermúdez, Jesús María Lugo, Joaquín Mercado Robles, Porfirio Puerta, Manuel Córdoba, Eneas Herazo, Oscar Augusto Domínguez, Enrique Watts y Filadelfo Urueta.  
Durante la confrontación vinieron gentes del Interior del país y dejaron prole, tales como los Cortés, entre los cuales alguien ostentaba el título de Mariscal y, que en la Niña Montes, oriunda de Caracolí, hallamos sus raíces genéticas. 
También los genes del general se regaron por estos lares, cuando un primo de él tuvo un hijo con Sara Baena —Luís Uribe— y este a su vez engendró a Cielo Uribe que fue poetisa. 
Sara Baena además tuvo a Joche Jiménez y a la niña Elvira de Romero, esposa de Sebastián Romero que oficiaba la herrería. 
La esposa de Luís Uribe Baena fue Francia Volpe, quien al enviudar se comprometió con Armando Malo Catalán. 
El Hallazgo de la Daga de Uribe Uribe
Por esa época bajaron un muerto NN, militar al parecer de alto rango, hasta El Carmen desde la Canzona y, en el cementerio, donde inhumaron el cadáver construyeron un monumento al soldado desconocido: un cañón de ladrillo y cal situado verticalmente, como atestiguan los ancianos que lo conocieron. 
En su segunda visita del 15 de Noviembre de 1.902 se le brindó un agasajo en casa de Modesta Paredes de Angulo (vivienda que hoy corresponde a la Casa Cural), y se le sirvió el almuerzo en vajilla de porcelana, ese día ofició de padrino de bautismo acompañado por Doña Elena Malo de Madrid a la niña Matilde Arrieta Fernández (madre de Doña Albertina Leal esposa de Euclides Bejarano), quien naciera el 6 de Septiembre de 1.896 y cuyos abuelos maternos eran Dionisio Fernández y Rosalía Pareja. 
Cuando llegó a Corozal y le preguntaron: «¿Cómo le fue?», él en el acto respondió: «¡Muy bien, tanto, que comí con cuchara de oro!» 
Cuentan que en casa de los Madrid Malo, las tías tejían una bandera para regalársela al General Uribe Uribe y, que cuando llegaron las tropas gobiernistas comandadas por Salazar, la soldadesca puso la casa patas arriba y no lograron encontrar la susodicha bandera porque la habían escondido debajo de un moisés en el que dormía un niño. Lo único que respetaron, pues hasta los pianos fueron revisados a punta de bayoneta. 
Otra versión del desenlace lo encontramos en la obra teatral «La Bandera», de Néstor Madrid Malo, quien llegara a ocupar la gobernación del Atlántico y es que, una de las jóvenes que habitaban la casa se la colocó a guisa de falda y por ello los soldados no lograron encontrarla. 
Ejército o la soldadesca
Dicen que se suscitaban batallas entre la vivienda de dos pisos y las tropas resguardadas en la torre frontal de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, entre liberales y conservadores gobiernistas que desalojaban a los residentes de sus casas. 
Cierta vez desde la casa dispararon e hirieron a alguien en la torre de la iglesia, coincidiendo que el muerto era el padrastro de quien había disparado y que estaba en el bando opuesto. 
Escenas grotescas como aquellas ocurrían cuando llegaban las tropas del gobierno comandadas por el general Víctor M. Salazar, a las comunidades cuyos ciudadanos pertenecían al glorioso partido liberal, se producían atropellos y desmanes, en más de una ocasión prendían fuego a las casas de la población, era tanta la sevicia que una vez cuando construían la casa de Manuel Belisario Romero (en el extremo occidental de la Plaza de Molongo y que algunas veces sirvió de guarnición temporal) los obreros fueron arrojados en las zanjas de las bases, y sus cuerpos devorados por los goleros y los cerdos; cuenta Don Antonio Bustillo Gallo que en la esquina de la casa, hasta hace poco se veía en el piso la sombra de un cuerpo quemado por la negra servidumbre. El dueño de casa estaba huyendo para Calamar cuando esos hechos sucedieron y sus hijos los cuidaban los sirvientes. 
Doctor Moisés E Morantes Narváez
Si pudiésemos hacer un estudio arqueológico de las paredes de la casa Madrid Malo y de los cimientos de la vivienda referenciada podríamos corroborar los hechos. 
Uribe Uribe dejó una huella indeleble en la conciencia carmera. 
Años después de su asesinato, (el 15 de Octubre de 1.914), en Cartagena de Indias erigieron un monumento en su nombre, y el discurso de apertura estuvo a cargo del elocuente hombre de letras Genaro R. Martínez, autor del himno a los vencedores de la Batalla de Mancomoján.


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