La
reciente novela de Antonio Prada Fortul
KANÚ,
EL HIJO DE LA SELVA PROFUNDA
Por Joce G Daniels G*
Al intervenir en este acto
solemne por invitación expresa de Don Antonio Prada Fortul, mi hermano a mucho
honor, en el que se le da Partida de Bautismo a la obra Kanú, el niño africano
que nació en la aldea de Tambacounda a orillas del río Casamance, en el hogar
formado por el valiente guerrero Mole y por Masú, hija de Yemayá, quiero
felicitarlo, porque esta obra se suma a otras del mismo corte como son «Benkos,
las alas de un Cimarrón», «Orika, gacela de la madrugada», «Las Arenas de
Elegua».
Antes de hacer un
recorrido por las 189 páginas de Kanú, en el yoruba remoto, el hijo de la selva
profunda, que es una especie de Epopeya, en donde el autor es espléndido con la
mitología, la religión y el conocimiento de la pieza más mínima que compone la
estructura de una Nao o Galeón o se explaya en la Talasocracia, o conocimiento
de los pensamientos de las aguas de los mares y océanos, haré una rápida explicación
del papel de presentar un libro y de los riesgos que corre cuando su
apreciación no está de acuerdo con lo que quiere el autor.
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Antonio Prada Fadul, Escritor |
El primer problema que enfrentamos los escritores cuando nos llega un libro,
sea cual fuere la materia, literatura o historia, ensayos o poesías, prosa o
investigación, es leerlo, analizarlo, criticarlo e identificar cada uno de los
elementos que nos permitan por lo menos introducirnos en el currículo oculto o
en los códigos secretos que encierra cada obra de arte, pues ésta en grado sumo
también depende de ciertos elementos que le son adláteres al autor.
Ese análisis, por muy
sencillo que sea nos lleva a identificar si la obra se encuentra entre los
linderos de la aventura, en el interior del hombre, el hombre en la historia,
lo cotidiano, lo irracional, el tiempo pasado, los mitos, los hados que dirigen
nuestros pasos, el tiempo presente o el tiempo futuro, como síntesis
intelectual, como la fusión de sueños y realidades o en el último de los casos,
como los ripios que a lo largo de nuestra vida nos han dejado las muchas
experiencias vividas.
También la obra literaria,
debemos analizarla desde diferentes perspectivas, teniendo como fundamento la
época, las costumbres, las tradiciones, el ambiente y todo cuanto puede moldear
a un escritor, pues nada que se relacione con la historia de la sociedad, por
más insignificante que sea, puede estar fuera del campo literario. Es necesario
anotar que tanto la historia como los factores ambientales contribuyen a la
formación de una obra de arte, pero el principal problema lo enfrentamos cuando
valoramos, comparamos y aislamos los distintos factores que se supone inserta
el autor de la obra.
La mayoría de estudiosos
de las obras literarias, según su criterio, según su perspectiva, según la
óptica que le impriman, aíslan con las pinzas de su entendimiento acciones y
creaciones humanas y le atribuyen ciertas influencias literarias determinantes
a la obra que analizan.Y un segundo problema y
más serio quizás, es que muchas veces el autor de la obra, espera del
presentador los mejores epítetos, los más grandes elogios, toda una salva de
aplausos, o en el último caso los mejores calificativos para la obra que
presenta en sociedad.
Kanú, título del libro que
esta noche nos concentra, dividido en 14 capítulos y un Glosario explicativos
de los muchos términos yorubas, es por decirlo de alguna manera un homenaje a
la diáspora africana, a las etnias bantúes y zulúes esclavizadas, un
reconocimiento al heroico pueblo africano, una denuncia contra la trata de
negros esclavizados por el reino lusitano, desde que el Papa Alejandro VI
expidió la Bula en 1493 en donde entregó el mundo, un hemisferio para el reino
de Castilla y otro para el reno lusitano, pero especialmente Kanú, es una
muestra contundente de la grandeza de la mitología y de la magia africana.
En nuestro país, la
escritura afroamericana se inició en el siglo XIX con Juan José Nieto
(Yngermina o la Hija de Calamar) y continuada por Candelario Obeso (1849-1884),
poeta mompoxino autor del poemario «Cantos Populares de mi Tierra» y la novela «La
Familia Pigmalión», corriente que continuarían en el siglo XX, Jorge Artel
(Cartagena, 1909- Malambo, 1995), autor de varios poemarios entre ellos «Tambores
en la Noche»; Pedro Blas Julio Romero, poeta cartagenero, autor de «Poemas de
Calle Lomba», Sebastián Salgado, autor de «Bajo un Son de Tambores» y naturalmente
Manuel Zapata Olivella, narrador que le daría Partida de Bautismo con sus obras
«Chambacú, corral de Negros» y «Changó, el gran putas», esta última podría
calificarse como la saga de los africanos esclavizados en América.
Muchos de
los escritores afroamericanos abrevan en las fuentes historiales, especialmente
en aquellas obras que han investigado hasta la saciedad la trata de africanos
esclavizados, como Roberto Arrázola Caicedo, autor del libro «Palenque, primer
pueblo libre de América» y «La trata de
Negros por Cartagena de Indias», del historiador Jorge Palacios Preciado.
Muchos de los temas abordados o explorados por los escritores afroamericanos revelan
el papel de los afrodescendientes dentro de la sociedad colombiana, la
cultura afroamericana, la religión, el racismo, la esclavitud, y la desigualdad
social. Pero quizás uno de los más importantes es el libro «Esclavos Negros en Cartagena
y sus aportes léxicos» de Nicolás del Castillo Mathieu.
Kanú, como en las antiguas
mitologías, mesopotámicas, asirias, egipcia, griega y latina, es un héroe de
origen divino, pues Masú, su madre es hija de Yemayá. Eran de origen divino
Perseo, Teseo, Hércules, los faraones eran hijos de Horus. Huye de un galeón
cuyo capitán, Emiliano Lorenzo De Rocha de Cintra, es un navegante consumado,
sin embargo Kanú huye de su nao, protegido por los dioses.
La historia de la salvaje
esclavitud adquiere vida en el libro, pues allí surgen Cartagena, la de Indias,
Portobelo, en Panamá y Veracruz, en México, que fueron los tres puertos que en
tiempos de la Colonia sirvieron para la trata de negros esclavizados.
El narrador es generoso en mostrar el nombre de cada pieza de la nao, hasta
menciona los astilleros de Euskadi en San Sebastián, donde se construían para
la época los galeones de la piratería. También el origen de las cimitarras
toledanas.
En fin podría seguir
metiéndome en los vericuetos de los orishas, de Yemayá y Orungán, Changó y
Obatalá, Elegguá, Babalú Ayé y Olodumare, Ochún y Oyá y Oggún, o narrando los
consejos de los griot, pero es mejor que ustedes se adentren a las páginas del
libro y descubran las peripecias de Kanú, no el jugador, sino el protegido de
los dioses, que logra escapar de un galeón de tratantes de esclavos cuando
venía hacinado a la ciudad de Cartagena de Indias.
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Joce G Daniels, Escritor |
Por último, la obra que
sigue la ruta marcada por otras obras del mismo autor, desde el punto de vista literario
se deja leer, es amena, ilustrativa, narrada en un lenguaje sencillo, y con
enseñanzas sobre la historia, la fatídica historia de la esclavitud. Es un
libro lleno de informaciones históricas y mitologías que sirven de alfombra a
la epopeya de Kanú, el hijo de la selva profunda, y nieto de Yemayá.
Muchas gracias.
Palabras de presentación de la novela Kanú, el hijo de la selva profunda en la Alianza Colombo Francesa el 25 de julio de 2015
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