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miércoles, 8 de julio de 2015


 La reciente novela de Antonio Prada Fortul
KANÚ, EL HIJO DE LA SELVA PROFUNDA
  Por Joce G Daniels G*                 
Al intervenir en este acto solemne por invitación expresa de Don Antonio Prada Fortul, mi hermano a mucho honor, en el que se le da Partida de Bautismo a la obra Kanú, el niño africano que nació en la aldea de Tambacounda a orillas del río Casamance, en el hogar formado por el valiente guerrero Mole y por Masú, hija de Yemayá, quiero felicitarlo, porque esta obra se suma a otras del mismo corte como son «Benkos, las alas de un Cimarrón», «Orika, gacela de la madrugada», «Las Arenas de Elegua».
Antes de hacer un recorrido por las 189 páginas de Kanú, en el yoruba remoto, el hijo de la selva profunda, que es una especie de Epopeya, en donde el autor es espléndido con la mitología, la religión y el conocimiento de la pieza más mínima que compone la estructura de una Nao o Galeón o se explaya en la Talasocracia, o conocimiento de los pensamientos de las aguas de los mares y océanos, haré una rápida explicación del papel de presentar un libro y de los riesgos que corre cuando su apreciación no está de acuerdo con lo que quiere el autor. 
Antonio Prada Fadul, Escritor
El primer problema que enfrentamos los escritores cuando nos llega un libro, sea cual fuere la materia, literatura o historia, ensayos o poesías, prosa o investigación, es leerlo, analizarlo, criticarlo e identificar cada uno de los elementos que nos permitan por lo menos introducirnos en el currículo oculto o en los códigos secretos que encierra cada obra de arte, pues ésta en grado sumo también depende de ciertos elementos que le son adláteres al autor. 
Ese análisis, por muy sencillo que sea nos lleva a identificar si la obra se encuentra entre los linderos de la aventura, en el interior del hombre, el hombre en la historia, lo cotidiano, lo irracional, el tiempo pasado, los mitos, los hados que dirigen nuestros pasos, el tiempo presente o el tiempo futuro, como síntesis intelectual, como la fusión de sueños y realidades o en el último de los casos, como los ripios que a lo largo de nuestra vida nos han dejado las muchas experiencias vividas. 
También la obra literaria, debemos analizarla desde diferentes perspectivas, teniendo como fundamento la época, las costumbres, las tradiciones, el ambiente y todo cuanto puede moldear a un escritor, pues nada que se relacione con la historia de la sociedad, por más insignificante que sea, puede estar fuera del campo literario. Es necesario anotar que tanto la historia como los factores ambientales contribuyen a la formación de una obra de arte, pero el principal problema lo enfrentamos cuando valoramos, comparamos y aislamos los distintos factores que se supone inserta el autor de la obra. 
La mayoría de estudiosos de las obras literarias, según su criterio, según su perspectiva, según la óptica que le impriman, aíslan con las pinzas de su entendimiento acciones y creaciones humanas y le atribuyen ciertas influencias literarias determinantes a la obra que analizan.Y un segundo problema y más serio quizás, es que muchas veces el autor de la obra, espera del presentador los mejores epítetos, los más grandes elogios, toda una salva de aplausos, o en el último caso los mejores calificativos para la obra que presenta en sociedad. 
Kanú, título del libro que esta noche nos concentra, dividido en 14 capítulos y un Glosario explicativos de los muchos términos yorubas, es por decirlo de alguna manera un homenaje a la diáspora africana, a las etnias bantúes y zulúes esclavizadas, un reconocimiento al heroico pueblo africano, una denuncia contra la trata de negros esclavizados por el reino lusitano, desde que el Papa Alejandro VI expidió la Bula en 1493 en donde entregó el mundo, un hemisferio para el reino de Castilla y otro para el reno lusitano, pero especialmente Kanú, es una muestra contundente de la grandeza de la mitología y de la magia africana. 
En nuestro país, la escritura afroamericana se inició en el siglo XIX con Juan José Nieto (Yngermina o la Hija de Calamar) y continuada por Candelario Obeso (1849-1884), poeta mompoxino autor del poemario «Cantos Populares de mi Tierra» y la novela «La Familia Pigmalión», corriente que continuarían en el siglo XX, Jorge Artel (Cartagena, 1909- Malambo, 1995), autor de varios poemarios entre ellos «Tambores en la Noche»; Pedro Blas Julio Romero, poeta cartagenero, autor de «Poemas de Calle Lomba», Sebastián Salgado, autor de «Bajo un Son de Tambores» y naturalmente Manuel Zapata Olivella, narrador que le daría Partida de Bautismo con sus obras «Chambacú, corral de Negros» y «Changó, el gran putas», esta última podría calificarse como la saga de los africanos esclavizados en América. 
Muchos de los escritores afroamericanos abrevan en las fuentes historiales, especialmente en aquellas obras que han investigado hasta la saciedad la trata de africanos esclavizados, como Roberto Arrázola Caicedo, autor del libro «Palenque, primer pueblo libre de América»  y «La trata de Negros por Cartagena de Indias», del historiador Jorge Palacios Preciado. Muchos de los temas abordados o explorados por los escritores afroamericanos revelan el papel de los afrodescendientes dentro de la sociedad colombiana, la cultura afroamericana, la religión, el racismo, la esclavitud, y la desigualdad social. Pero quizás uno de los más importantes es el libro «Esclavos Negros en Cartagena y sus aportes léxicos» de Nicolás del Castillo Mathieu. 
Kanú, como en las antiguas mitologías, mesopotámicas, asirias, egipcia, griega y latina, es un héroe de origen divino, pues Masú, su madre es hija de Yemayá. Eran de origen divino Perseo, Teseo, Hércules, los faraones eran hijos de Horus. Huye de un galeón cuyo capitán, Emiliano Lorenzo De Rocha de Cintra, es un navegante consumado, sin embargo Kanú huye de su nao, protegido por los dioses. 
La historia de la salvaje esclavitud adquiere vida en el libro, pues allí surgen Cartagena, la de Indias, Portobelo, en Panamá y Veracruz, en México, que fueron los tres puertos que en tiempos de la Colonia sirvieron para la trata de negros esclavizados. 
El narrador es generoso en mostrar el nombre de cada pieza de la nao, hasta menciona los astilleros de Euskadi en San Sebastián, donde se construían para la época los galeones de la piratería. También el origen de las cimitarras toledanas. 
En fin podría seguir metiéndome en los vericuetos de los orishas, de Yemayá y Orungán, Changó y Obatalá, Elegguá, Babalú Ayé y Olodumare, Ochún y Oyá y Oggún, o narrando los consejos de los griot, pero es mejor que ustedes se adentren a las páginas del libro y descubran las peripecias de Kanú, no el jugador, sino el protegido de los dioses, que logra escapar de un galeón de tratantes de esclavos cuando venía hacinado a la ciudad de Cartagena de Indias. 
Joce G Daniels, Escritor
Por último, la obra que sigue la ruta marcada por otras obras del mismo autor, desde el punto de vista literario se deja leer, es amena, ilustrativa, narrada en un lenguaje sencillo, y con enseñanzas sobre la historia, la fatídica historia de la esclavitud. Es un libro lleno de informaciones históricas y mitologías que sirven de alfombra a la epopeya de Kanú, el hijo de la selva profunda, y nieto de Yemayá.  Muchas gracias.
Palabras de presentación de la novela Kanú, el hijo de la selva profunda en la Alianza Colombo Francesa el 25 de julio de 2015



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