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martes, 5 de julio de 2022

Memorias

DOUGLAS O EL OTRO POETA DE CHAMBACÚ

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 

En el borde de Chambacú, en la calle de las Flores, cantada por «El Tuerto» López, estaba la casa de Nausícrate Pérez, de donde se origina la familia materna de Douglas Alberto, quien, desde niño, se acostumbró a observar las vivencias de los chambaculeros. Se recreaba con los cuentos y narraciones de sus tíos y las canciones interpretadas, en especial, por su tío Lucho Pérez (Argaín).

Douglas supo escoger sus estudios de idiomas, los cuales le han permitido conocer las Rimas de Vicente Espinel y, con esto, disertar, diferentes obras literarias. Además, posee la ventaja de llevar consigo los recuerdos de su niñez, sin que esto le haya causado algún trauma psicológico. Puede hablar con mucha soltura de los personajes que realizaban toda clase de «juegos de mesa», desde el famoso «Arrancón», hasta el cotidiano y adictivo «Ludo». Hoy, cuando han pasado más de cincuenta años, se recrea en el canto de aquellas décimas.

Los «Raspados» de Vicente

Nada era más delicioso
como los raspados de Vicente.
Eso decía la gente
porque eran en sí sabrosos
un día de sol o lluvioso,
en el hielo recogía
y en el almíbar reunía
de Chambacú sus colores
y del aire sus sabores
exaltando la alegría.

Como vendedor de «raspados» dejó una impronta en los recuerdos de los niños, era pulcro, de «corbatín y máquinas para sostener el pantalón».

Los boleros del Teatro Variedades llegaban a los oídos de los vecinos de Loncha, y, Douglas, también los escuchaba:

El cielo chambaculero
era hermoso y sorprendente,
se emocionaba la gente
al escuchar un bolero
del cantante Emilio Tuero
en el tiempo en que sonaba
las emociones danzaban
al escuchar la Sonora
Matancera arrolladora
Chambacú cómo gozaba.

Con la música del Teatro Variedades, la calle se vestía con la sonoridad de los colores y todos deseaban danzar.

Al Peluquero Pijibuay*

A Chambacú recorría,
con su lento caminar
pregonaba motilar
con mucha veteranía
y me acuerdo de aquel día
cuando hablando se asomaba
que a cualquiera motilaba
con el corte que quisiera
pero como se moviera
de verdad lo trasquilaba.

*Pijibuay era uno de los peluqueros que residía en Rincón Guapo, donde vivían a corta distancia, sus dos mujeres con sus hijos. Motilaba con el silencio de su tijera y la voz tanguista de Lucho Pérez.

Nota: hay cierta deficiencia en el verso octosílabo.

Juan V Gutierrez M

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