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miércoles, 14 de agosto de 2019

ABIERTAS LAS INSCRIPCIONES

Taller de Creación Literaria
«LOS ANÓNIMOS DE LA CUADRA»

 Por Gilberto García Mercado

La Calvaria Literatura informa que a partir de la fecha abre las inscripciones para quienes quieran participar como miembros del Taller de Creación Literaria «LOS ANÓNIMOS DE LA CUADRA». 
Este encuentro cultural de los sábados pretende fomentar entre jóvenes de 15 a 25 años, a quienes les apasione la Literatura y sean capaces de leerse por lo menos un libro por semana; que se sientan a gusto trasladando de la mente al computador lo que su mente cree o maquine, técnicas y herramientas tendientes a fortalecer la gran pasión de escribir. En El Taller se tocarán todos los géneros. Desde el cuento, la poesía, la novela, el ensayo y algunas nociones de periodismo. Cabe aclarar que el Taller se desarrollará entre una gran camaradería, que es lo esencial en estos encuentros. Tendrá una duración de dos horas y media y sesionará en un salón con aire acondicionado por el sector de la Bomba El Amparo (Aún sin confirmar). Podrá albergar hasta 35 miembros por lo que es importante que separes tu cupo inscribiéndote. 
Además «LOS ANÓNIMOS DE LA CUADRA» tendrá su propio blog en el que se publicarán todos los trabajos de los miembros. 
Los Directores del Taller son Gilberto García Mercado, miembro de la Asociación de Escritores de la Costa y Editor General de La Calvaria Literatura, de las páginas en facebook Con-Fines Culturales, Los Modernos Cavernícolas, Enlaces de Acción, y, Orlando Periñán Lombana, quien acaba de publicar su novela La Muñeca de Getsemaní.
Orlando Periñán Lombana, es un creador prolífico y tiene dos o tres libros publicados. Gilberto García Mercado, ha publicado en diarios como Eltiempo.com.co. El Universal de Cartagena, El Periódico de Cartagena, El Informador de Santa marta. Además en el 2000 la Alcaldía de Cartagena publicó su libro de cuentos La Otra Cara de Eva.
Gilberto Garcia Mercado, Escritor
De reciente aparición son sus novelas en Amazon: Todas las Flores son Pocas Para Sandra, Un Peldaño Basta Para Subir al Cielo y el libro de cuentos La Otra Dimensión del Amor. Si estás interesado en ser miembro del Taller de Creación Literaria «LOS ANONIMOS DE LA CUADRA» escríbenos a los emails: gilgarmer@hotmail.com  alucinadosdelclan@gmail.com y separa tu cupo mencionando en el asunto «Para el Taller de Creación Literaria «Los Anónimos de la Cuadra». A vuelta de correo se te enviará un formulario para que lo diligencies. Hay cupo para 35 personas. Más información en los teléfonos 6743584. CeL. 3017818126.      

domingo, 11 de agosto de 2019

Del Burgomaestre de Cartagena 2020-2023

Y LOS CHICHARRONES DE SIEMPRE… 

Por Rafael Eduardo Yepes Blanquicett 

Hace cuatro años, con ocasión de la contienda electoral de 2015 para la Alcaldía de Cartagena, expresé que eran cinco los "chicharrones" o problemas mayúsculos que tendría que enfrentar el nuevo mandatario electo para el período 2016-2019, los cuales, en idénticas circunstancias, son los mismos para el nuevo cuatrienio 2020-2023, y que no pudieron ser resueltos debido a la permanente interinidad de la administración local, con dos alcaldes elegidos, uno que renunció y otro que fue destituido, y catorce alcaldes encargados hasta la llegada de Pedrito Pereira Caballero, con el que se ha logrado una relativa estabilidad en los diez meses que lleva como alcalde encargado.

En su orden, los cinco "chicharrones" son los siguientes: Seguridad, Movilidad, Salud, Educación y Vivienda. En cuanto al primero, la percepción de inseguridad de los cartageneros está por encima del 60%, asociada a la violencia intrafamiliar y social, la guerra de pandillas y los atracos callejeros, que se vive en la mayoría de los barrios populares, sin contar con los homicidios selectivos por ajustes de cuentas entre las bandas criminales del microtráfico de drogas.

Con relación a la movilidad, ésta se asocia a los embotellamientos que se forman en las principales vías debido al mal estado de la malla vial en muchos sectores de la ciudad. La llegada de Transcaribe alivió bastante el problema de la deficiencia del transporte público colectivo, pero, acentuó, el mal estado de muchas calles y avenidas que no soportaron el peso de los buses del sistema y que el SITM está tratando de resolver en los puntos más neurálgicos.

La salud, la vivienda y la educación van de la mano, en el sentido de que la mejoría de una se refleja en la otra, ya que, una vivienda digna es garantía de una buena salud familiar e individual y, por lo tanto, de mejores condiciones para la educación de niños y jóvenes tanto en el hogar como en la escuela, lo que se traduce en una mejor calidad de vida, pero, el meollo del asunto está en el grado de corrupción político-administrativa que tiene postrada a la ciudad y no la deja salir adelante. 
Rafael E Yepes Blanquicett, Docente y Abogado

viernes, 2 de agosto de 2019

SABINA AMADA EN CHAMBACÚ

«Por Aquellas Orillas Iba El Poeta Raúl Gómez
Jattin A Mirar La  Ilusoria  Figura De Sabina»

Juan V Gutiérrez Magallanes 
  
Sabina Amada era una mulata de un metro con setenta centímetros de estatura, sus cabellos lacios caían sobre sus glúteos, las hebras le percutían por los movimientos de sus caderas, el rostro delineado por la redondez del ébano de su tez, y su risa espontánea alegraba el canto lastimero de los desdichados de Chambacú.  
Sentirse mirado por ella daba goces de vida eterna. Caminaba con la sandunga de las bailadoras del playón.  
Los hombres se alineaban a ambos lados del Puente de Chambacú, para verla pasar, aquello era un ritual a la escultural Sabina Amada. Era modelo de la Escuela de Bellas Artes en las clases de pintura, lo cual le facilitaba estar en los eventos culturales que se organizaban en el claustro, por esto lograba relacionarse con los artistas que asistían a la Institución. No era entonces extraño encontrarla haciendo parte de las tertulias en el Club Cartagena, porque además de ser modelo, practicaba danzas de las tribus africanas, danzas rescatadas por los hermanos Zapata Olivella, condición que la hacía ser estimada por Manuel Zapata, el escritor de la novela «Chambacú, corral de negros».  
A los dieciséis años contrajo matrimonio con el español Eduardo Caro, fue una relación rápida y fugaz, el casamiento duró tres meses, pues el español no pudo sobrellevar las furias de los amores que corrían por los interiores de Sabina Amada, era una mujer ardiente y habilidosa en las aguas del amor, claridosa, sabía conversar con franqueza sobre las cosas atinentes a la pasión. Era ahijada de la Negra Mayo, quien la había bautizado con las oraciones de las diosas que le cantaban al amor y bailaban la danza de los Trece Velos.  
Continuó su vida de modelo y danzarina de ocasión. Desde los doces años se había iniciado en el modelaje, su imagen era conocida por pintores y profesores extranjeros que habían pasado por la Escuela de Bellas Artes. 
Cuando Sabina Amada, salía al patio de su casa a tender la ropa, lo hacía vestida de manera informal, con telas transparentes que dejaban penetrar los rayos del sol. Ella vivía con su madre y dos tías, la vivienda estaba ubicada en una esquina, que solo tenía una casa vecina: la del señor Víctor. Un viejo marihuanero respetuoso, pero que no aguantó las ofertas que le hacían de cobrar la entrada a su casa a la hora en que Sabina Amada tendía la ropa en el patio, todo esto sin que ella se diera cuenta, aquello se hizo por poco tiempo, porque las tías de Sabina Amada, se enteraron y pasaron ellas a guindar la ropa con el dorso desnudo y escuálido, lo que no fue apetecido por los observadores en la casa del viejo Víctor.  
Sabina Amada se enamoró de un pintor alemán a los diecinueve años. Los chambaculeros con mucho respeto lo veían entrar al barrio, el ser invitado de aquella mujer que todos querían y admiraban transmitía confianza en los mirones. La relación de noviazgo duró dos meses, los enjuagues de la Negra Mayo hicieron efecto, ahora el alemán se hizo adicto a los fritos de Gregoria y a los pasteles de Juan Toro.  
Se casaron un dos de febrero, Día de la Candelaria, el matrimonio fue por lo civil pues el alemán pertenecía a la iglesia Bautista, pero Sabina Amada, deseaba hacerlo el dos de febrero, porque ella era devota de la virgen de la Candelaria. El novio hizo todo los arreglos para que la fiesta del matrimonio, se celebrara en Chambacú, con la música del picot «Flor del Mango», con un intermedio dancístico del grupo Malibú, ya que en éste bailaba «Media Vida», quien bailó la «Rasquiñita», una danza de la región Caribe.  
La calle de la Esperanza, se adornó con guirnaldas y con cruces de cenizas, imágenes de San Antonio y matas de sábilas para que el día fuera fresco y sin lluvia.  
Manuel Zapata Olivella, Escritor y Poeta
Los rezos de la Negra Mayo, fueron escuchados por Santos y Dioses de su Panteón, el baile se prolongó hasta la madrugada del lunes, con un toque de Diana por un hijo de la «Santera», apodo con que la nombraban en honor de su bisabuela Nicasia, torturada y sacrificada por la Inquisición en el año de 1750, por el hecho de ser bruja.  
A partir del matrimonio de Sabina, la vida de ella cambió totalmente, no volvió a la Escuela de Bellas Artes, ni tampoco pudo interpretar la danza de los Trece Velos, todo por la prohibición del marido celoso que no la dejaba salir a la calle. Se escuchaban rumores del maltrato a que la sometía el alemán. Sabina Amada se sumía en una tristeza insondable, interpretada por la Negra Mayo por el vuelo en círculos que hacían las Mariamulatas sobre el techo de la casa de la joven pareja. 
Con el paso del tiempo, se fue observando un silencio alrededor de la vivienda, solo se escuchaba la voz autoritaria del alemán y de pronto un leve quejido que salía por la ventana. Hasta cuando un día cesaron los quejidos y aquellos olores que exhalaba el cuerpo de la mujer. Murió Sabina sin que se permitiera el llanto de las plañideras de Chambacú, ni el Lumbalú que le habían prometido las Palenqueras del Puente.  
Juan Vicente Gutiérrez Magallanes, Escritor
Hoy, después de setenta años, allí donde está ubicado el Espíritu del Manglar, en los miércoles Santos por el Crespúsculo, el último descendiente del pescador Magalla contempla a Sabina danzando el poema-cumbia de Jorge Artel, con la música que le puso Antonio Carlos Del Valle.  
Por aquellas orillas también iba el poeta Raúl Gómez Jattin a mirar la ilusoria figura danzante de Sabina.
          Imagen 2 de arriba a abajo de Free-Photos en Pixabay 
 

martes, 30 de julio de 2019

«Es mejor que usted se duerma, apague el foco, y recoja sus papeles»

REFRIEGAS

Por Gilberto García Mercado

Escuchaba la alocución del Señor Presidente, cuando unas sombras se recortaron contra el cristal de la ventana, tocaron con los nudillos de los dedos, y una de ellas susurró: «Es mejor que usted se duerma, apague el foco, y recoja sus papeles». Yo, que escribía hasta altas horas de la noche me había olvidado de los pasquines que aparecieron en las paredes de algunas casas de Los Geranios. Las sombras se alejaron de la ventana, alcé cuidadosamente la cortina, y pude ver a los hombres de negro perdiéndose por el callejón de la señora Fanny.  
Las figuras misteriosas semejaban personajes sacados de alguna película policíaca, el suspenso mantendría en vilo al espectador, en este caso yo. Entreabrí la puerta para observar mejor, y salí a la terraza. La noche era eterna, la única bulla era el galope del corazón en esa noche de agosto. Avancé hacia un extremo del callejón. Los misteriosos personajes, de alguna manera cautelosos, notaron mi presencia y retrocedieron unos pasos. Desenfundaron las armas e iniciaron el regreso hacia donde ellos imaginaban que alguien los había descubierto infraganti. Perdido y desesperado, el único recurso que encontré fue sumergirme entre las aguas del canal que atraviesa a Los Geranios, y ahí estuve hasta que los encapuchados se alejaron.  
No transcurrieron quince minutos, cuando se escucharon los disparos. No hubo comentario alguno que surgiera de entre aquel callejón, por el que ahora regresaba, de mi intempestiva aventura de media noche. Y a la luz de la luna, los nubarrones se habían replegado, de nuevo los vi: Los pasquines, ahora pegados en los postes del alumbrado público, volvían con sus sentencias de muerte sobre algunos habitantes del lugar. La noticia al día siguiente sería primicia mundial. Pues un grupo de exterminio ejecutaba a los del hampa, irrumpiendo en las casas cuyas puertas ruinosas derribaban de un puntapié, en busca de los delincuentes sentenciados a muerte en los pasquines.  
Yo llegué a Los Geranios con muchas expectativas. Trataba de definir mi gran disyuntiva: o el dedicarme por completo a la Literatura. O el reconocer que en este campo no había nada que hacer. Eso me perturbaba, quienes me veían en la Avenida Baltazar Cisneros comprando remesas de papel para el ordenador, se iban lanza en ristre contra mí: «Algo debe de hacer con dichas hojas. Quizás las utiliza para liar cigarrillos de cannabis». Otras veces reiteraban: «Así como los encapuchados matan a los maleantes, deberían acabar con quienes compran remesas de papel solo para liarse cigarrillos de marihuana». Y así, entre comentarios de toda clase, vivía abstraído y meditabundo. Leyendo algunas veces a Capote o Hemingway. Observando cómo un hampón despojaba de sus joyas, a una joven que, distraída, esperaba el autobús en la parada.  
«Historias así son las que necesito», me dije un día. «A algún diario habrán de interesarle los panfletos que han invadido Los Geranios».  
Algunos vecinos relacionaron los hechos de esa madrugada con los pasquines. Un transeúnte que volvía del Hospital, después de recluir a su mujer asmática, sorprendió a los furtivos personajes rondando por las calles. Vestían de negro, manos enguantadas, calzaban zapatos deportivos. Y el rostro lo cubrían con capuchas. Debajo de sus suéteres se recortaban las armas con que ultimaban a los requeridos en los panfletos. El transeúnte que volvía del Hospital, pasó en silencio, y los de las capuchas ni siquiera le miraron.  
El primer día de los anónimos, hubo revuelo general. Uno de los hampones se echó a reír nerviosamente y culpó a la pandilla de barrio Abajo de la broma. «Qué hagan lo que quieran, no les tenemos miedo». En Los Geranios era natural escuchar a los extorsionistas a toda hora. «Si no apoyan la causa con cien mil pesos aténganse a las consecuencias. Estamos dejando que pase el tiempo». Y cuando el tiempo transcurría sin que apoyaran la causa, irrumpían, fuera de noche o de día, llevándose los objetos de valor de la casa signada por la desgracia.  
Era tal el miedo que los afectados no iban ante el inspector a instaurar las denuncias. 
Como es de esperar, la patrulla de la policía recorre la zona. La algazara se sale de madre cuando irrumpen los agentes. Sorprenden a los que fumando la hierba, como una cosa natural, gritan obscenidades a las colegialas que transitan por la zona. 

Cuando «no hay moros en la costa» los agentes se marchan. Los delincuentes regresan a ocupar sus garitas clandestinas y, atisban hacia el norte o hacia el sur la posición exacta de la víctima, a quien robarán una alhaja, unos prendedores o un reloj. Pero antes no fue así. Pues con la aparición de los pasquines, y el hallazgo de los primeros muertos, el hampa se ausentó de Los Geranios. Entonces quienes alardeaban de no temer a la muerte, llorando se iban recogiendo sus cosas—«¿Por qué me tienen que amenazar si yo no he hecho nada?»—y buscaban refugio en la provincia, y, algunos, más temerosos aún no le decían ni a su propia madre adónde se dirigían. Los muertos fueron muchos. Los Geranios recobraron la tranquilidad. Y los encapuchados fueron vistos como extraños defensores de la justicia.  
Gilberto García Mercado, Escritor
Ahora la policía patrulla la zona, pero es como si nada. Los agentes infunden respeto, pero cuando se marchan, es como si nunca hubieran asomado por aquí. Yo escribo hasta altas horas de la noche, escucho la alocución del Señor Presidente que esta mañana se dirigió al país por la radio y la televisión. Las sombras entonces se recortan contra el cristal de la ventana, tocan con los nudillos de los dedos, y una de ellas susurra: «Es mejor que usted se duerma, apague el foco, y recoja sus papeles». Yo, entonces, salgo a la terraza, y me acuerdo de los pasquines pegados por doquier: 
—Han regresado los encapuchados.— digo en voz alta.  
«Tres muertos en Los Geranios en una refriega», es el titular de la prensa al día siguiente.
Imagen 1 de arriba abajo de Enrique Meseguer en Pixabay 2 Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay 3 Imagen de Free-Photos en Pixabay 

sábado, 13 de julio de 2019

Un Mundo de Trabajo Lineal


LOS NIETOS LLEGAN CUANDO LOS ABUELOS
SON MADERA CURADA DE MUCHOS SIGLOS…

                                                 «Al abuelo Valeriano, hecho de noble  madera»

       Juan V Gutiérrez Magallanes

Cuando ya has trajinado la dureza del trabajo-tiempo, las páginas se han llenado de vivencias. Has sabido guardar respuestas a situaciones difíciles. Llegas a sentir reposo en el corazón y puedes regalar tiempo al trabajo-tiempo, puedes jugar nuevamente al escondido con las nubes que desde el firmamento, incitan, esas que siempre mirabas de soslayo y dejabas esperando para cuando el trabajo-tiempo, fuera benévolo y se llenase el corazón de recuerdos nobles.  
A tus hijos mirabas con la cortedad que te brindaban los días festivos. Luego volvías a la rutina de halar el hilo de la vida para que alcanzasen el estado adulto. Jamás pensabas en detener el tiempo para seguir mirándolos como niños. Te agitabas esperando que el tiempo deglutiera los espacios.  
Cabalgabas con el trote fuerte de la rigidez, olvidabas de incluir el humor como parte de ese dúo quijotesco arraigado en el interior. Solo había un pensamiento cincelado, eras una pieza rígida de difícil movilidad convirtiéndote en un ser risible con las cosas pequeñas de la vida.  
Era una marcha que habías emprendido cargada por el temor al fracaso, a los hijos mirabas con ojos taladrantes para que no se desviaran del camino que trazabas noche a noche. Todo aquello se hacía vertical y rígido por la inexperiencia y el exceso de trabajo acompañado de una responsabilidad grabada en el inconsciente. No valía la risa, era un mundo de trabajo lineal, donde se reflejaba una relación aritmética de, «¡Uno más uno igual a dos, y punto!».  
Allí no eras abuelo, eras padre. ¡Gran Diferencia! El abuelo tiene la experiencia, ha visto crecer a una generación, ha seleccionado anécdotas buenas y malas. Escoge las mejores en el tiempo que ahora, él, quien lo maneja, sabe jugar con los espacios-tiempos. Ya dejó todo atrás, en la agitación por adquirir cosas. Todo esto es alegría y goce, los nietos son más responsabilidad de los padres que tuya. Por eso ahora descubres y muestras lo lúdico de una vida.  
Nunca vas a querer más a tu nieto que a tu hijo, tal vez igual. Ambos llegan en tiempos y circunstancias diferentes. Ahora cuando eres abuelo, las fibras del corazón se han tornado sensibles y basta un leve contacto para que vibren con la más dulce melodía…  
Las maderas curadas son de buena sonoridad y predilectas para los lutieres. 
Juan V Gutiérrez Magallanes



lunes, 1 de julio de 2019

Los Performance De Los Estudiantes De La Ciudad


FESTIVAL DE LA PERTENENCIA POR CARTAGENA DE INDIAS


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Ciudad con infinitos títulos honoríficos, cantada por poetas y tenores, con los atardeceres más lindos de las Américas, asediada por piratas y filibusteros más temibles de los mares, cuna del tetra presidente que la inmortalizó con uno de los himnos más bellos del cosmos. 
Pero ella, acosada por el mal del «Poco Sentido de Pertenencia de sus ciudadanos», parece que muriera en el abandono y el desprecio, por esto: En buen momento un grupo de cartageneros egresados del Liceo de Bolívar de la Promoción 1962, han visto la necesidad de aprovechar el derroche de risa del hombre del Caribe en pro de la Noble Ciudad de Cartagena, donde se realizan festivales de diferentes manifestaciones, ya del Casabe, del Trompo, de la Bola de Tamarindo y del Dulce Bien me Sabe. Pero, ¿por qué no realizar un Festival de la Pertenencia Por la Ciudad? En el que se resalte la Identidad y el Amor por los aspectos Materiales e Inmateriales de Cartagena de Indias.
Después de consultar con sociólogos, historiadores y educadores sobre un método que pueda fomentar el sentido de pertenencia para con la urbe, se ha elaborado un proyecto con diferentes ejes temáticos, fundamentados en el estado de ánimo de los ciudadanos para con la identidad y amor por la Heroica. Los participantes principales serán los estudiantes de último año de la secundaria, (coordinados por los alumnos de pregrado, como requisito para poder obtener el título): las Emisoras, el Canal de Televisión de la Universidad de Cartagena y Tele Cartagena; Señoras Plañideras de los barrios del Pozón, Nelson Mandela, Manga y el Cabrero. Se dará una especie de Performance, que podrá usar las coplas sin plañir por el dolor en la expresión de la Pertenencia.
                                    Es tu ciudad Cartagena
                                    Quiérela con amor
                                    Mantenla limpia y sana
                                    Para darle buen olor
    Es la ciudad de tus antepasados
                         Y será la de tus descendientes
    Cuídala con amor y bondad
    Con golpe de tambores batientes

      Llevamos un llanto en nuestro corazón
      Se nos desgarra el alma por la ausencia
      del sentido de Pertenencia
      La tristeza se muestra en los balcones
      ¡Aquí hacemos acto de Presencia
Los estudiantes de último año de bachillerato, coordinados por los teatreros montarán Performance en el que se represente a diferentes aspectos de la ciudad: 

                           
                          Representamos a los Cuerpos de Agua
                          Portamos el dolor del abandono y de la invasión
                          de canallas ciudadanos con malévola intención
                          Dejaron de querer a la madre urbe con bondad.

                          Representamos a las Calles de la Heroica
                          Sentimos dolor profundo en el espinazo
                          Los huecos ulcerosos de los duros latigazos
                          De esos gobernantes de mirada estoica.

                          Por calles y Portales deben estar
                          canecas y contenedores para las basuras
                          Como sitios para urgentes necesidades
                          que den a la ciudad muestra de Cultura
Juan V Gutiérrez Magallanes
El Festival podrá realizarse todo el año, con representaciones la primera semana de cada mes, a la vez se realizarán mesas de trabajo para evaluar los resultados. Las infracciones a las normas, serán «castigadas» con llamadas de atención donde será válido el «ridículo» o burla de los niños de quinto año de primaria vestidos de Bufón. Acompañados por payasos montados en zancos. 
En diferentes calles se instalarán grandes carteles, en los que se publicarán los nombres de los infractores a las normas para con el Sentido de Pertenencia. 

El Festival Por el Sentido de Pertenencia, tendrá un módulo que se desarrollará en el currículo del quinto año de primaria, incluido en la asignatura de Sociales. 

Cada 6 meses se celebrará una muestra musical con temas referentes al Sentido de Pertenencia, en los que será permitido participar con diversos géneros musicales. 

Este Festival se debe realizar todos los años, hasta cuando se observe en el cartagenero un «SENTIDO DE PERTENENCIA POR LA CIUDAD. EN ESPECIAL EL DE LOS GOBERNANTES DE TURNO».
                                                      Cartagena de Indias, junio 29 de 2019







  

        
       


lunes, 24 de junio de 2019

El oficio de escribir es incierto. Leo mucho y, me asombra mi estilo.


EL PARAÍSO ES PARA SIEMPRE 

Por Gilberto García Mercado

«No sé hasta cuando toleraremos esta situación. Los bombillos de las casas se los roban y, los ladrones los venden unas calles más arriba sólo para comprar un poco de cannabis. Ayer, mientras caía una lluvia menuda, el coche de Alabama Mensajería se atolló y, el Leo junto con sus secuaces, sometieron al conductor y a su ayudante.  
—En un dos por tres saquearon el furgón— expresó un transeúnte.  
Y uno tiene que quedarse callado. «Usted no sabe ni vio nada», me dijo el Leo. Y así continúa la vida en El Paraíso, donde hay que caminar con cautela, (y ser amigos de todo el mundo y de nadie) y, pasar muchas veces por marica—cuando te piden cien pesos para la hierba—y, otras por valiente, cuando ellos se quieren confabular. Y sólo entonces, cuando adviertan la premura con que llevas la mano a la cintura, como si portaras un arma, te dejarán en paz, sólo entonces...  
En los intervalos, los vecinos han ido enrejando sus casas. Los postigos permanecen echados la mayor parte del día. Una vez vi gente agolpada en una esquina pero uno no debe apresurarse. Pues quizás se trate de una pelea y, si te acercas demasiado podrías ser invitado a tu propio entierro: Una bala loca puede alojarse en tu cabeza. O en la confusión, recibir, la cuchillada mortal.  
Veo en los rostros de la gente alguna contrariedad. Es como si el invierno me hubiera confinado en un refugio, y a ellos no les quedara más que especular: «Es un estudioso. Debe de ser un doctor». Y yo ni lo uno ni lo otro, sólo que se me acaba de alborotar la obsesión por escribir.  
La buena de la señora Valerie—quien vive en un extremo de la calle—se ha cansado de colocar, otro farol en el poste de madera. «He colocado como ochenta», comenta al día siguiente tras comprobar que se han vuelto a robar el farol, «No sé qué vamos a hacer».  
Una incertidumbre ronda apenas los noticieros y periódicos abren sus emisiones con, «otra muerte, en El Paraíso...»  
Y los taxis no se aventuran a rodar por sus calles… «Te conduzco hasta la entrada...», manifiestan los conductores. «Ni por todo el oro del mundo te llevaría a El Paraíso». Una vez en la entrada, mientras el viajero desanda el camino, los delincuentes lo contemplarán de arriba abajo.  
«Pero no todo está perdido», me dije un día. La localidad estaba de fiesta. Y los pick-ups estremecían las casas con sus altoparlantes. Es que el Señor Presidente vendría por la tarde a conocer a El Paraíso. Todo se le revelaría al ilustre visitante. «Sí, Señor Presidente», le diría el vocero de la Junta Comunal, «Este es un barrio pobre y olvidado». Y el Señor Presidente bajaría de su coche blindado. Agitaría la mano derecha saludando a sus vasallos, sonriendo aquí y allá, salpicando sus finos zapatos en los charcos de las alcantarillas de la Calle Principal… 
—Vas mejorando el estilo–agrega el Crítico, (él es el sol y, los demás, planetas a la deriva...)  
— ¿Algún día me ganaré un Concurso?—pregunto al Crítico.  
—Sí, algún día triunfarás...–asegura el experto.  
Observo que los jóvenes no se desprenden ni un segundo de la cannabis sativa. En cambio, yo me desvivo por acudir a la biblioteca y leer a Ernest Hemingway. Hay que mantener en el bolsillo un cuaderno de apuntes. Escribir en el ordenador antes que la inspiración se desvanezca. Como había escrito crónicas para el diario local, indagando en felicidades e infortunios, soñaba en los ratos de ocio con transformarme en superhéroe, y borrar a El Paraíso del mapa. Vivía su pobreza, rabiaba por los desafueros. Quería ser supermán y, en los desalmados, desarraigarles la maldad.  
Porque ellos a cualquier hora están liando y fumando sus porros...  
—No podrás seguir estudiando—me dijo padre un día de visita en la ciudad—Los negocios empeoran y es mejor no hacerse ilusiones. 
No tardé mucho en experimentar la triste realidad, pero no lo pensaría dos veces: dejaría el colegio y me dedicaría a escribir. Así que un poco atribulado pensé en la subsistencia diaria de los pobres, «a veces esta es producto del azar», me dije sacudiendo la cabeza de un lado a otro. En la plaza de mercado puedes almorzar siempre y cuando hayas llevado sobre los hombros pesados fardos de arroz. El patrón sonriendo entonces te dirá: «Aquí tiene sus cinco mil pesos». Pero si te cobijan los días inciertos—cuando no buscan a nadie para descargar un tracto mula—vendrás a casa cabizbajo y, cuando tus vástagos manifiesten: «Papi, papi, ¿qué nos traes de comer?». A punto de llorar estarás cuando respondas: «Nada, muchachos, hoy no gané, nada…».  
Al Señor Presidente, dirán, «arregle las vías y no se vaya a olvidar de El Paraíso». Asombra que en medio de las dificultades alguien no flaquee y, en cambio, halle la ocasión para organizar una despedida de soltero. Y Eusebio Santos se casa el próximo sábado, después de haberse graduado de abogado. Marchará a la capital a iniciar su trabajo en la política.  
«Puro bla bla bla, porque apenas un pobre se enriquece, se olvida de su cuna…», va pregonando un borracho por la esquina.  
Y Eusebio Santos se marchará, y yo me someteré a la autoridad de las palabras. «Nadie es profeta en su tierra», murmura alguien en medio de la celebración.  
A fuerza de liar cigarrillos de cannabis, a los jóvenes da lo mismo esta o aquella situación. Absortos permanecen como si nada importara. Cuando ya voy un poco lejos escucho sus comentarios: «El raro también bebe. Anoche estuvo en la despedida de soltero a Eusebio Santos. El raro también…»  
Desertar del colegio tiene sus ventajas. Algunas veces voy a la biblioteca y, selecciono poesía de Neruda y cuentos de Borges. Otros días me inclino por Cortázar o Vargas Llosa. Además, observo en los Dominicales la sección de los concursos literarios, y me inclino por los que más dinero ofrezcan. He pensado que apenas gane uno regresaré al colegio. Por lo pronto haré de autodidacta, y la vocación pondrá el resto. En esas ando…  
—Tú naciste para escribir—me dice el Crítico desbordado en entusiasmo.— ¿Has leído a Kafka? Te recomiendo, «Carta al padre...»  
Quince días han pasado desde que padre se declarara en bancarrota. El oficio de escribir es incierto. Leo mucho y, me asombra mi estilo. No lo he buscado como la suma de leer a muchos escritores, sino que este ha surgido libre y espontáneo. «Hágase respetar, Carlos. No demuestre el miedo a los vagos», me dice padre cada vez que visita la ciudad.  
En un país de ciudadanos pobres, de este a oeste o de norte a sur, por donde se mire, asomarán fisonomías pobres. Entre la lluvia o el lodo el fabulista escribe. Entre la Guerra o la Paz, la Gloria o la Derrota. Las palabras en fila india marchan hacia la festividad que las convoca. Un cuento, una novela. No, no importa la pobreza, para que el escritor, contra viento y marea termine su obra.  
Una mañana de octubre don Nicolás, tocó a la puerta. Había llovido por la noche y hacía un día delicioso. Tanto había insistido el patrón a la puerta, que solté un par de carajos.  
«No moleste», volví y grité.  
«Ah, de manera que no moleste», aulló don Nicolás, «No sabe el jovencito que tiene que pagar el arriendo, y como no está trabajando, si no paga la pieza, se irá directico a la calle».  
Cuando escuché, «directico a la calle», desperté. Y entonces la orfandad y el desamparo me confinaron en un lugar desconocido. El Crítico, que me enseñaba literatura, ahora exaltado me cobraba sus honorarios. Traté de calmarme un poco pensando en papá. Al pasar por una esquina observé a un grupo de jóvenes entretenido en el humo de la cannabis sativa. Cuando ya iba un poco lejos, escuchaba las mismas voces, aquellas mismas frases que me asociaban para siempre a El Paraíso: «Ahí va el raro, pero él también bebe...»
        
                                                                        
                                  Gilberto García Mercado, Escritor                                       

lunes, 27 de mayo de 2019

Lo Efímero De Una Reina En Chambacú


Y NO LOGRARON BAILAR 
EL DANUBIO AZUL DE LOS  QUINCE AÑOS…

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 Imagen en Pixabay
En aquella calle las casas tenían pretiles altos y lisos que nos servían de toboganes para deslizarnos y sentir la bondad de la lluvia, la calle estaba sin pavimento, se podían observar restos de caracolejos impidiendo el depósito de las aguas, se mantenía seca y se caminaba sin los saltos acostumbrados en otras calles del barrio, en la primera cuadra a mano izquierda, estaba la última casa, donde vivía una señorita de forma bien contoneada con un rostro ovalado tallado en la belleza de los ángeles, su piel tenía el color acentuado del aceite de coco, sus cabellos eran lacios y delgados, brillaban con la luz del sol. Ella fue escogida para representar a la belleza del barrio de Chambacú, desde el momento en que fue seleccionada después de observar las cualidades físicas y académicas de ocho niñas, se optó por la Chili.

El señor Peña, artesano en adornos navideños y fiestas novembrinas narraba lo siguiente:  
«La escogencia de la candidata, fue un trámite de larga meditación, porque a pesar de haber pocas jóvenes para esta selección, se tuvo que hacer la designación saltando un enorme inconveniente, omitir el nombre de una de las niñas más ilustradas del sector, la joven Miladi Paternina, por el temor de no provocar la ira de uno de sus hermanos al hacerle la propuesta, ya que éste miraba el acto del reinado como una desfachatez, situación que no era así, ya que muchos de los chambaculeros, habían sido vecinos del Boquetillo, Pekín y Pueblo Nuevo, lugares donde acostumbraban celebrar el reinado para las fiestas del Once de Noviembre con muestras de disfraces y batallas campales de buscapiés».

A partir del nombramiento de la Chili. Todos los días al inicio de la noche se hacían romerías con gritos acompasados al son del tambor de Juan Pacheco, que dejaba escuchar el estribillo compuesto por el señor Antonio Carlos Del Valle:

«La Chili nuestra reina novembrina
De la calle del Lago de Chambacú
¡Viva nuestra Hada madrina!»


Aquel sonsonete era repetido por la muchedumbre que recorría las calles del barrio, las señoras abrían sus puertas para brindar señales de aprobación, el entusiasmo iba aumentando a medida que pasaban los días, los bailes se organizaban en la calle del Lago, la calle era adornada con guirnaldas de colores, el baile era animado por el Picot «Flor del Mango», la música era seleccionada por los hermanos Prada, quienes tenían grandes conocimientos de la música antillana, además de los porros y cumbias, especialmente las canciones de Lucho Bermúdez y muchas interpretadas por la orquesta «A» número 1 de Pianeta Pitalúa, quien vivía por los lados de «Tokio» a la entrada del puente que finalizaba en Puerto Duro.

Antes de iniciar el baile se hacía una introducción con el Trío de los Hermanos Marrugo, entre sus composiciones terminaban con, «Chambacú con Carretera», de los hermanos Vásquez.

Pero la vida tiene casualidades y hechos de fabulación, porque la niña que debía ser escogida era la que había ganado renombre como actriz de arte dramático en la obra: «Chambacú», hecho que quedó grabado en las mentes de los chambaculeros.

La Comitiva del reinado de la Chili, se reunió en la casa de Rosa «La Chocoana», acordaron realizar un baile con participación popular, como correspondía, y lo fijaron para el 12 de octubre, tenía la divisa de ser un homenaje al «Descubrimiento de América», nombre que fue rechazado por el estudiante liceísta que hacía parte de la junta, debía entonces llamarse «Encuentro de Dos Mundo» y no «Descubrimiento de América», lo cual fue aceptado.

Llegado el Doce de Octubre, el día había amanecido un poco nublado, lo que vaticinaba posibles lluvias. Todos los integrantes de la Junta acudieron adonde la negra María de Jesús, para que con sus rezos de evocación a la Divinidad de Yemayá con el sincretismo de San Antonio, éste amarrado por el cuello en el centro del patio, protegido por una cruz grande de ceniza en el suelo, toda esta parafernalia con el propósito de detener el posible aguacero que se asomaba. 
Llegó la tarde y la posible lluvia se detuvo con la aparición de los rayos del sol. A las siete de la noche se inició el baile con el porro «Pie Peluo» de Pedro Laza y sus Pelayeros... Ese día la reina debía bailar, llegado el momento, con todos los asistentes, ya que todos habían pagado una cuota especial para tener ese derecho. Todo aquello fue aceptado por el padre de la reina, quien estaba presente. Lo trágico fue cuando un hijo de la «Loca» Estebana, sacó a bailar a la Chili, sin esperar que el porro «Carmen de Bolívar» de Lucho Bermúdez, alcanzara su ritmo melodioso, el «Ñato», quien era el parejo, atrajo con fuerza a la reina para acomodarla a sus intimidades, con pretensión del típico «serrucho», situación que se hizo notoria e insostenible, de inmediato se levantó el padre de la beldad y se la quitó al parejo diciendo: «Se acabó el berroche, mi hija no participa más en ningún reinado y me la llevo para la casa, ella es una niña decente». Se terminó el festejo y las luces se apagaron y encendieron a los pocos minutos, el Ñato yacía en el suelo con los ojos abultados por los golpes. Aquí terminaron los entusiasmos de los chambaculeros por presentar una candidata al reinado de las fiestas del 11 de noviembre.

De esta manera finalizaron los sueños de la última nieta de Lina.
Los chambaculeros, terminaron conformándose con las presentaciones que todas las noches a partir de las siete, hacían los hermanos Marrugo, cantaban acompañados de la guitarra de Gilberto, los boleros más recordados de Agustín Lara, donde participaba Cándida Castro, la Diva de la calle del Lago.

A las doce de la noche, solo se escuchaba el tamborcito de Juan Pacheco y la guitarra de Julián Machado acompañado de su dulzaina, hacían una especie de pausa para escuchar lo tangos de Carlos Gardel en la voz de Lucho Pérez, quien se iniciaba en el programa de aficionados que se presentaba por Radio Miramar.

Juan V Gutiérrez Magallanes
La vieja Otilia, había estado atenta a todas las actividades que se realizaban en el reinado de la Chili, quedó atónita, ante la forma cómo había terminado la candidatura de la reina, y dijo: «Alguna de mis nietas llegará a ser candidata de Chambacú para participar en el reinado del 11 de Noviembre». Esta premonición, no se cumplió, porque todas las nietas, bisnietas y tataranietas, no lograron bailar el Danubio Azul de los quince años, antes de éste se salían con sus novios para jugar al «vivido con los chocoritos de mujer con marido».
           *Imagen de Jill Wellington en Pixabay



lunes, 13 de mayo de 2019

Según Fuentes Consultadas


ORDEN PÚBLICO E INSEGURIDAD EN FRANCO DETERIORO


 Por Rafael Eduardo Yepes Blanquicett

Para la Revista Semana, el orden público y la inseguridad en el país están en franco deterioro. En varias regiones, las vacunas, los robos, las masacres, los asesinatos y el desplazamiento forzoso, fenómenos que ya se consideraban superados, regresaron con mayor fuerza en lo que va corrido del presente año.  
Según fuentes consultadas al respecto, entre ellas la Fiscalía General de la Nación, la FIP, la Policía Nacional, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHOA) y la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonas (DAICMA), los ataques de las disidencias de las Farc y de las guerrillas del ELN y del EPL aumentaron sustancialmente, el homicidio va con tendencia al alza, el desplazamiento forzoso se duplicó, las víctimas de minas antipersonales se triplicaron y el asesinato de líderes sociales, así como el de víctimas del Conflicto que hacen parte del programa de sustitución de cultivos, aumentó considerablemente.

De hecho, el panorama en este año de elecciones regionales no es para nada alentador y, tanto los grupos al margen de la ley como los partidos y movimientos políticos que se aprestan a participar en la próxima contienda electoral, están tratando de sacarle el mayor provecho posible a esta situación que parecía haber sido superada, en virtud del Acuerdo de Paz entre el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y las Farc, hoy convertidas en un partido político con todas las de la ley.
La alarma está encendida, por lo que es una obligación constitucional y legal y un deber moral del Estado colombiano y del gobierno nacional, garantizarle al país que dicha situación no se salga de control ni se siga presentando cualquier tipo de violencia
                                                                                                                               Rafael E Yepes Blanquicett 
                                                                                   
             






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