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viernes, 6 de abril de 2018

La Desesperanza De Un Cartagenero

Bienvenidos A «La Ciudad De Los Dejaos»

Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Vuelvo a mirar la historia de Cartagena de indias, en especial lo referente a la constitución geográfica de su condición de archipiélago, y observo cómo la ciudad estaba segmentada por los diferentes cuerpos de agua, se apreciaba, Isla de Elba o Chambacú, Isla de Getsemaní, Isla de Bocagrande. 
Pero los cartageneros fueron secando o aterrando determinados Cuerpos de Agua, tales como le pasó a la Ciénaga de la Matuna, quedando convertida en un amplio campo, donde se jugaba beisbol, ese que por algún tiempo recibió el nombre de Campo Grau. 
Hoy, fragmentado en: Plaza de Benkos Biohó; Plaza del Joe Arroyo; Plaza de Manuel Zapata Olivella, todas afeadas por edificaciones ofensivas a la arquitectura colonial de la ciudad. 
Parece que nada importara para nosotros los cartageneros, donde adoptamos la posición del indiferente, lo cual me incita a llamarnos «Dejaos». Para este epíteto, nos basta mirar la muerte lenta del Caño de Juan Angola, ocasionada por nuestra desidia y por la acentuada costumbre de convivir con la basura, a ésta la ponemos en cualquier lugar, con la justificación de que hay trabajadores encargados de recogerla, y por esto la puedo lanzar en cualquier lugar, una miserable forma de argumentar que parece que estuviera coordinada y cohonestara con la actitud de nuestros gobernantes que miran sin observar cómo erosionan y cómo hacen un desastre de lo que hace parte del bienestar recreativo del pueblo, ejemplos hay muchos, allí está La Popa, aparentemente inmóvil, pero todo sabemos que nada permanece estático. 
El mal de este monumento histórico se va acrecentando con las quemas y talas de cartageneros y extraños. Será que están esperando que todo ocurra para pavimentar y hacer un gran hotel de mil estrellas, desde donde se pueda contemplar la «Ciudad de Los Dejaos». 
Ahora ésta piensa dar en arriendo el Estadio de Beisbol a particulares, para convertirlo en un lugar, donde solo se realicen Ferias Industriales. Así los cartageneros se quedarán sin uno de sus deportes más tradicionales, el Beisbol. 
¿Por qué se permitió desarrollar construcciones, alejadas del contexto arquitectónico de la ciudad, en el Campo de la Matuna? 
Siendo que éste está ubicado en medio del barrio de Getsemaní y el Centro de la Urbe. Situación que no se ha presentado en las ciudades del interior, como Villa de Leiva y otras. 
¡Ah, Pobre de nosotros los cartageneros que hacemos chistes flojos y reímos de nuestra condición de «Dejaos»! 
Ya han comenzado los chistes sobre la edificación «Acuarela». «Ella, por su porte, le hace pistola a los cartageneros que se van a joder, porque ella de que se queda, se queda» 
Juan V Gutiérrez Magallanes
    

jueves, 5 de abril de 2018

El «Ciclo Órfico» de Jean Cocteau

Las Primeras Vanguardias Cinematográficas 
(Tercera Parte)

Por Omar Ardila* 

Para cerrar esta breve aproximación a las primeras vanguardias cinematográficas, me remito a un filme francés de los finales de este periodo: La sangre de un poeta (1930) del multidisciplinario artista Jean Cocteau.  
Tras haber conocido los primeros filmes de Luís Buñuel –de marcada intención surrealista– Jean Cocteau toma algunos elementos de este movimiento (como la experiencia onírica que evidencia complejidades psíquicas) y les da una connotación más amplia (cercana a la ensoñación poética) para construir su ópera prima, La sangre de un poeta. Este trabajo se ubica entre el final de las “vanguardias cinematográficas” y el inicio del “realismo poético francés”. Era el tiempo en que acababa de aparecer el cine sonoro, lo que aprovecharía Cocteau en su debut cinematográfico, aunque conservaba como preponderantes las expresiones del cine mudo.  
Podríamos considerar a La sangre de un poeta como un filme “experimental” que toma elementos del “cine surrealista” y que no renuncia a la narración pero sí a las relaciones lógico-causales de la misma. Además incorpora imágenes del “cine abstracto” que están muy vinculadas con el mundo de la plástica (rostros animados, superposiciones, objetos que mutan en extrañas formas, etc.).  
La película tiene cuatro episodios, no muy fáciles de delimitar por la intencional ruptura con la narración clásica. Sin embargo, los personajes se entrecruzan en uno y otro episodio, dándole unidad conceptual.  
Episodio 1 “La mano herida”
Un plano exterior nos muestra el derrumbe de un monumento, mientras en el interior de un estudio, un artista se dedica a la creación de su obra. Sobre la mano que delinea el autorretrato, aparece una herida que se transforma en unos sensuales labios. Esos labios son portadores del mensaje revelador de su pintura. Como un Narciso enamorado, el artista libera su erotismo reprimido, recorriendo todo su cuerpo con la mano de los labios voluptuosos (una evidente acción de autocomplacencia). Enseguida, ubica la mano sobre la boca de una estatua, y ésta toma vida.  
Episodio 2 “¿Es que los muros oyen?”  
La estatua habla con el artista y le sugiere que busque lo imposible. Motivado por este reto, el artista se sumerge en un espejo y desemboca en el “Hotel de los sueños”. Allí, en una práctica voyerista, observa a través de las cerraduras de las puertas, cuatro episodios de la historia humana: un fusilamiento, una escena de teatro de sombras, la represión de una madre sobre su hijo y el psicoanálisis de un hermafrodita que tiene inscrito en sus genitales: “peligro de muerte”. Posteriormente, en un pasillo del hotel, alguien le entrega un arma al artista con la indicación de que se dispare. Al hacerlo, sale del sueño y retorna al estudio para increpar y demoler la estatua que lo había impulsado al desplazamiento, y de esta manera asumir el riesgo de convertirse en “presencia de glorias imperecederas”.  
Episodio 3 “La batalla de nieve” 
Unos niños lanzan bolas de nieve contra una escultura con la intención de derribarla. Luego se enfrentan entre ellos mismos hasta que uno de los niños cae muerto. 

Episodio 4 “La carta robada”  
Encima del niño muerto aparece ubicada una mesa en la que una pareja (obra-poeta) disputa una partida de naipes. La carta ganadora está en el bolsillo del muerto, y es un ángel negro (el ángel de los desamparados) quien logra rescatarla. El jugador (poeta) se dispara en la cabeza, mientras algunas familias de clase alta aplauden emocionadas desde sus balcones, adecuados como lujosos palcos. La mujer (obra) se convierte en estatua y avanza hacia el infinito, de espaldas, con pasos sutiles y llevando el mundo y una lira en sus manos.  
El filme cierra con un plano similar al inicial en el que vemos el derrumbe de un monumento.  
Como se puede notar en el pequeño recuento que he realizado, son múltiples las preocupaciones temáticas que nos presenta Cocteau en su debut cinematográfico, con lo que también se nos generan abundantes posibilidades interpretativas. En mi aproximación sólo me detengo en algunos aspectos, pues no olvido que, ante todo, para el acercamiento al cine de vanguardia, el espectador debe ejercer una participación activa en la construcción de sentido.  
         
         Luis Buñuel, Director de Cine Español
En primer lugar, logro constatar la separación de Cocteau de los principios surrealistas. No pretende “documentar realmente los eventos irreales”, sino que busca indagar en lo más profundo de sí mismo (poniéndose como modelo de la experiencia estética) para desnudar algunas de las preocupaciones que le asaltan como artista multidisciplinario que es. Una de las principales intenciones es mostrar cómo la vida de un poeta puede ser sacrificada por amor al arte.  
A diferencia de los intereses surrealistas que buscaban cambiar el mundo externo, Cocteau construye un discurso subjetivo (sobre el modo de pensar y sentir de un sujeto), aparentemente despreocupado del mundo exterior. Sin embargo, algunos elementos que utiliza para ahondar en los discursos mentales, son propios del surrealismo (sueños y recuerdos que le permiten mostrar las pulsiones incontrolables que tienen una expresión exterior). 
También plantea la posibilidad de que el afuera es una configuración delineada por el interior pero no intenta desarrollar ese planteamiento, más bien, lo muestra como un reflejo de la constante dificultad que tiene el sujeto para percibirse a sí mismo, o el artista para relacionarse con su obra. Los elementos internos y externos se entrecruzan con notable autonomía tratando de configurar un ser más integrado que se actualiza constantemente. El poeta fulge como intercesor entre el mundo del más allá, extrañamente, ubicado en el interior de uno mismo. En la obra poética lo interior se hace exterior y se proyecta al infinito.  
Otro aspecto que me parece importante es la relación del poeta con su obra, a la luz de la presencia mitológica de Orfeo – la crítica ha agrupado tres filmes de Cocteau bajo el nombre de “ciclo órfico”: La sangre de un poeta (1930),Orfeo (1949) y El testamento de Orfeo (1960) –. El poeta realiza un viaje a las profundidades de sí mismo confiado en el poderío encantador de su música.  
         
    Jean Cocteau,  Cineasta Francés             
Asimismo, la secuencia en el “Hotel de los sueños” me recuerda algunas de las prácticas destructivas que se han afianzado en diversos escenarios como resultado de las represiones religiosas y políticas. Ante este marco, el poeta decide suicidarse para acabar con “el mortal tedio de la inmortalidad” y dejar que triunfe y se eternice su obra.  
Finalmente, quiero destacar otro elemento que resulta insinuante en el filme: la ubicación que hace del arte como práctica revolucionaria, la cual puede servir para derrumbar los “falsos ídolos” generadores de represión y de proyectos inalcanzables. El llamado que hace a los niños en el tercer episodio (“La batalla de nieve”) es directo y contundente, pues se precisa que sean ellos los que derriben esos monumentos de “héroes culturales” envejecidos, quienes representan el verdadero “peligro de muerte”.Tomado de Con-Fabulación No.485 
Omar Ardila, Crítico de Cine


miércoles, 4 de abril de 2018

Memorias De Un Terremoto En México


"Las Mismas Manos Arrancando Los Escombros…" 

Por Ivonne Ojeda         

El 19 de septiembre el Gobierno de la ciudad había advertido que sonaría la alarma sísmica para realizar un simulacro de evacuación, así que cuando se escuchó aquel sonido letárgico en los altavoces en punto de las 11 de la mañana, pocos se levantaron de sus asientos para acudir al ejercicio con el que las autoridades conmemoraban el aniversario del terremoto de 1985. Aquel del que todavía no se sabe con certeza cuántos muertos y desaparecidos dejó borrados de las estadísticas y las cifras oficiales con un cinismo espantoso.  
Esa mañana nadie se imaginó que unas horas más tarde la tierra se sacudiría de nuevo para refrescarnos la memoria, y revivir las imágenes de terror que de nuevo se presentaron ante los ojos de quienes ahora eran 32 años más viejos. 
Como si la ciudad hubiese dado un salto cuántico en la historia, unos minutos después de las 13:00 horas las mismas manos arrancando los escombros de la tierra, los mismos gritos, los puños al aire suplicando silencio aforaron las calles. Los cerros de escombro no resultaban extraños.  
Mientras que el Ejército tomaba el control en las zonas de derrumbe, las personas no daban crédito a la huella que dejó aquella sacudida y que irrumpió en la monotonía y la rutina infranqueable de esta ciudad bestial. El gris hendido del asfalto, las fachadas contemporáneas, los parques con pasto artificial, los cientos de miles de autos que al medio día reflejaban en el metal la soberbia del sol, las manos aferradas al smartphone, los perros sacudiendo la tierra en los jardines, todo aquello lleno de tiempo y espacio perfectos, materia sólida hecha de acero, inquebrantable y ausente de acontecimientos, de irrupción o de ruptura fue succionado por la gravedad, roto, comprimido y revuelto en segundos.  
Para desgracia de muchos el Estado de Derecho se mezcló con los ladrillos y los cuerpos, y por desgracia era el bien más preciado que el Gobierno quería recuperar, por eso en unas cuantas horas, la tragedia se pintó de verde militar.  
De crónicas de rescates se llenaron las páginas de la prensa, las víctimas y los testigos desfilaron por las salas de redacción. Pero en la verticidad de la información se escaparon las cifras oficiales, los datos precisos de muertos y heridos rescatados de los escombros. A un mes del desastre se tenían cuantificadas 228 personas fallecidas tan sólo en la Ciudad de México, de los heridos, los rescatados con vida, las cifras se hicieron más difusas, algunos dicen que fueron 69 personas las que lograron salir de los escombros, pero hay quienes comentan que esas cifras se quedaron cortas. Entre las carencias que dejó el sismo brilla la ausencia de las cifras, no las hubo en un mes, y aún seguimos esperando. El tiempo ayuda a la omisión. Hay quienes dicen que los donativos internacionales que llegaron de buena fe también quedaron sepultados quién sabe dónde.  
Una censura sutil escondida en la voracidad de la información, altos volúmenes de tráfico entre el cuantioso contenido viral, las fake news, las redes sociales y otros flujos de información que se traslapan temporalmente y se repiten una y otra vez. Las cámaras sobraron en cada edificio derrumbado. Sin embargo, el material visual fluyó a cuentagotas en Internet, las historias se perdieron en la vorticidad de la red, en la repetición del contenido, en el tiempo traslapado.  
Hay expertos que reniegan del empleo de la fotografía como un documento informativo en casos de violencia y sangre porque las imágenes son más groseras, brutales y directas que las palabras. Pero yo me pregunto, fuera de esa ortodoxia incómoda, vaga, imprecisa, que lejos de aportar a liberar la información apuesta por la censura, ¿dónde están las imágenes sangrientas que no deben de verse porque faltan al respeto? Esas imágenes que no están por la censura del pueblo, sino por la mutilación de los medios de comunicación y por la omisión cómoda del Estado para salir ileso de posibles negligencias.  
Pese a la ética y el respeto que exigía un grupo de ciudadanos, hubieran sido de ayuda para dimensionar mejor la tragedia, para no olvidar a nuestras víctimas, para llorarlas, para sentir coraje, hoy nos sobra el respeto, pero las imágenes nos hacen falta. 
Así como no está la sangre en la imagen, no por ausencia porque las cámaras estuvieron siempre dispuestas, así desaparecieron escombros en extrañísimas circunstancias. 
Chimalpopoca 169 albergaba cuatro pisos de fábricas, se dice, y por información oficial que se ha liberado, había al menos cuatro fábricas, con sus líneas de producción respectivas, que con todo y trozos de paredes desaparecieron al término de las 72 horas de la tragedia. Mientras que en otros derrumbes como el de Álvaro Obregón 268 o el de Escocia, o el de Enrique Rébsamen los rescates y la recolección de escombro fueron parsimoniosos.  
¿Dónde están los fotógrafos que estuvieron en Chimalpopoca, donde están los registros, dónde están las víctimas, dónde están los cuerpos? Queremos saberlo no por morbo, sino por salud mental. 
Queremos tener la certeza de que entre los escombros que desaparecieron en horas, no se eclipsaron algunas historias que la ciudadanía merece conocer. 
Ivonne Ojeda, Periodista y Escritora 

















domingo, 18 de marzo de 2018

Iván Duque: ¿Nuevo Fenómeno Político?


Un Parte de Victoria

Por José Félix Lafaurie Rivera

Iván Duque: Presidenciable
Con seis millones de votos, la victoria de la Alianza para la Reconstrucción de Colombia fue contundente; con 2,5 millones para Senado y más de 2,3 millones para Cámara, es incuestionable, aunque esperada, la victoria del Centro Democrático como la lista más votada y principal fuerza política del país, con una bancada de 19 senadores y 32 representantes. 

Pero la victoria de Iván Duque como candidato del Centro Democrático, con más de 4 millones de votos, muy por encima de la votación de su partido y con el 68% de los votos dentro de la Alianza, no solo es extraordinaria, rutilante, sino que lo convierte en un nuevo fenómeno político y, aunque él mismo se resista al triunfalismo, es indudable que le abre el camino a una gran victoria en  primera vuelta el próximo ‪27 de mayo. 
‪A partir de las dos grandes consultas, calificadas por algunos como una suerte de primarias o como la verdadera primera vuelta, el país no solo se pronunció sobre la orientación ideológica y política de nuestra democracia y de la administración del Estado en los próximos años, sino que encarnó esa decisión en un candidato joven, preparado, desmarcado del debate estéril de izquierdas y derechas, con una campaña transparente, convocante y alejada del odio que ha hecho carrera, y sobre todo, con un discurso sólido y coherente, soportado en la recuperación de la legalidad, en la promoción del emprendimiento y, por esos dos caminos, en la búsqueda de la equidad como resultado y propósito de gobierno. 
Como el mismo lo anunció, esta es una victoria de la esperanza; pero la esperanza es hija de la fe. Con la recuperación de LA LEGALIDAD, que no es otra cosa que el imperio de la ley, el país volverá a creer en sus instituciones: en un Congreso autónomo e independiente, inmune a la tentación de la mermelada; en  una justicia para todos, cumplida e incorruptible, que le garantice  a la sociedad que el que la hace la paga; y en un Gobierno austero, transparente y respetuoso de la separación de poderes. 
        
ALianza Para La Reconstrucción de Colombia        
Sobre esos sólidos cimientos, Iván Duque se comprometió con la promoción del EMPRENDIMIENTO, dentro de los preceptos de la economía de mercado, la libre empresa, el respeto a la propiedad privada y la inserción competitiva del país en una economía globalizada. Duque cree en la creatividad, la tecnología y la innovación, la llamada “economía naranja”, como enormes oportunidades de emprendimiento, hasta hoy subutilizadas; y manda también un mensaje positivo al campo, con una política de recuperación de la producción agropecuaria, alejada de la cartilla fariana de la lucha de clases y la persecución de la producción empresarial. 
Para Duque, finalmente, LA EQUIDAD es su gran objetivo, como resultado del retorno de la legalidad y la promoción del emprendimiento, pero también como una política expresa para garantizar la misma capacidad de acceso a las oportunidades, a través de propuestas verdaderamente democratizadoras en educación, salud, vivienda, recreación, cultura y en todos los factores que dignifican la vida humana. 
Más promesas, dirán los enemigos interesados del optimismo de esta propuesta; pero Iván Duque tiene todo para dar ese viraje hacia la transformación del país. La juventud que nunca descalifica; la preparación que suma, la fuerza de sus convicciones que multiplica, el respaldo de la primera fuerza política con el liderazgo incuestionable de Álvaro Uribe, y sobre todo, el afecto que los colombianos le mostraron en las urnas…, y que ahí sigue. 
Amanecerá el 27 de mayo…y con Iván Duque asistiremos al renacer de la esperanza en un mejor futuro para Colombia. 
José Félix Lafaurie Rivera
 

viernes, 16 de marzo de 2018

De Algunos Ministros Y Doctores De USA Y de Harvard


«EL  DOCTORADO  NO  QUITA  LO  TARADO»
                                        (Narrativa de corte Epistemológico)                                      

Por Fernando Fernández Palacio
                                                                                        
Hace algún tiempo compareció a mi Cuenta de Facebook un colorido y bien diseñado «aviso mensaje» cuyo contenido causó alteración a mis perniciosas interioridades: «El Doctorado No Quita Lo Tarado», se dejaba leer en su punzante mensaje. 
De inmediato activé mis racionales y sensorias alarmas llegando a suponer en primera instancia que su elaboración germinó fruto de una mente resentida o envidiosa, que al no contar con ese grado de escolaridad se dedicaba a desprestigiar a individuos o personas que con honestidad o sin ella habían adquirido ese magistral título: le puse punto final. 
No obstante, soy una persona incansable y muy dedicado a la indagación y la taxativa labor de la escritura; pero ese no era mi problema; así que por comodidad y evitándole esfuerzo innecesario a mi pensamiento acepté la fugaz solución suponiendo de inmediato que todo había terminado. No obstante, el aviso prosiguió circulando por las redes y la idea retornó con mayor fuerza tres o cuatro días después, y con insistencia prosiguió merodeando mis concavidades hasta posesionarse del todo y exigir certeras o apropiadas soluciones. 
Evoqué que el magistral escritor y poeta Edgar Alán Poe había escrito un cuento donde realizaba una crítica similar. Mi espíritu engendró efervescencia y no me quedó otra alternativa que afrontar el dilema. 
Lo primero que hice fue esculcar en mis memorias el desenvolvimiento y comportamiento de algunos magísteres y doctores con los que había tenido la oportunidad de debatir  ideas. Algunos, como lo recomendaban Pródico, Trasímaco, Gorgias, Critias, Calicles, poseían un discurso tan enredado que ni transmitían conceptos ni concluían en nada; sus estudiantes les odiaban. La mayoría de ellos de Bogotá y Barranquilla, pues fue allí donde cursé mis postgrados y me he movido siempre. Para mi sorpresa evidencié que quien elaboró el aviso no estaba tan desfasado. Casi todos los ministros doctores que llegaban de USA y hasta de Harvard terminaban siendo corruptos y hasta eminentes delincuentes cuando ocupaban ministerios o puestos públicos de elevado rango. 
         
Arthur Schopenhauer, Filósofo       
Numerosos doctores conocidos o allegados que transitaron por el umbral de mis recuerdos no sólo vivían bien escondidos tras el título-diploma,  o con voces espesas e intimidantes se untaban de un quimérico y anodino orgullo, sino que a la hora de justificar su discurso omitían los requerimientos epistemológicos, hermenéuticos, lógicos, ontológicos y de praxis dialéctica que se requieren para denotar y salvaguardar de modo erudito ese eminente grado de escolaridad. 
Algunos de ellos merecían ser reprendidos como párvulos pues en sus habituales conversaciones hasta poseían el tan insustancial «discurso del carretillero». No conforme con eso decidí ahondar más y entrar en contactos con otros magísteres y doctores, luego de establecer uno que otro parámetro y aplicar un pequeño muestreo. 
Lo cierto fue que a medida que incursionaba en la temática otorgaba mayor razón al  diseñador de esa regia publicación. La fortaleza del magíster es la investigación y la producción de conocimiento, pero la del doctor, además de eso, es la demostración y/o creación de un nuevo paradigma ayudado por la praxis dialéctica: Popper, Habermas, Eco, entre otros, así lo sustentan. Ahondé más mi indagación. Eran muchos los orgullosos diplomados que habían cursado estudios de maestría y doctorado no afines a sus pregrados, postgrados o especializaciones, y que tampoco lo hicieron acogiéndose a las exigencias de sus valores e intereses, sino que la mayoría lo habían hecho para elevar el ego o aumentar salario, y en general habían estudiado de acuerdo a la tan lesiva disponibilidad del mercado: hallé médicos, arquitectos y hasta químicos con doctorados en comunicación, antropología y educación. Otros doctores, aparte de sufrir del sesgo anteriormente citado, entraron directamente al doctorado saltándose la maestría que es donde de verdad se enseña a conseguir conocimiento por medio de la epistemología, hermenéutica e investigación científica. 
Desde luego, durante la travesía tratando de corroborar por la inducción positivista si lo transmitido en ese «aviso-mensaje» era cierto y se cumplía para todos, también tropecé con unos pocos doctores honestos; y ello, según la «Teoría Racionalista Critica de la Falsación Popperiana», evitó que mi indagación se convirtiese en paradigma. Eso sí, la mayoría de esos doctores y otros investigadores honestos que tropecé eran amorosos, humildes, de discurso coherente y centrado, pero merodeaban apartados en los rincones de las instituciones, mendigando cargos, y viviendo la misma tragedia que vivieron Descartes, Comte, Spinoza, Schopenhauer y otros grandes eminentes a quienes sus colegas calumniaron y desprestigiaron, y las universidades nunca les tuvieron en cuenta. 
Teoría de la Acción Comunicativa, Hermenéutica y Racionalidad; Textos y Contextos; y la Transformación de la Filosofía de Karl Apel eran sus libros de cabecera: y estaban en lo correcto, no concibo que un doctor, PHD, escriba sin conocer lo concebido y exhortado en esos  valiosos textos. También evidencié que eran doctores honestos porque me mostraron sus producciones donde no sólo se destacaba la calidad, hondura y contextualización del argumento sino la fluidez de la prosa fruto del «discurso filosófico» que el investigador honesto necesariamente debe manejar. Ellos no perdían el tiempo vanagloriándose ni viviendo de tonterías sino que como buenos sujetos epistemológicos, investigaban a fondo y conexamente para dejar sus ideas plasmadas en textos. 
Por el contrario, el «Doctor Tarado» le tiene pavor a la investigación honesta y la escritura: no escribe. No se atreve a escribir ni plasmar sus ideas porque no sólo sabe que la escritura expone a la censura, perdura y no perdona, sino porque no ha leído a conciencia ni Textos y Contextos ni la tan útil Teoría de la Acción Comunicativa: sabe que de inmediato será valorado y juzgado por el entorno de honestos que aún sin títulos le rodean y saben criticar. 
Algunos «doctores tarados» indagados, además de ser ateos, sólo eran expertos en ampliar chismes, revolver agua y calumniar. Charlando con alguno de ellos podía palparse que nunca habían leído a fondo al tan necesario los criterios lógicos exigidos por la tan utilizada investigación descriptiva, ni al trajinado Bunge, a Juan Hessen, a Hume, a Kant, Hegel, Dilthey, Gadamer; ni mucho menos se habían mancomunado con las tesis del Circulo de Viena, Universidad de Padua, ni las de la tan necesaria Escuela Alemana de Frankfurt: Carnap, Popper, Habermas, Apel, Derrida, Eco, Wittgenstein, Khun entre otros, para ellos eran simplemente nombres de relleno. 
Terminé aceptando que quien elaboró el «aviso-mensaje» que circulaba por Facebook le asistía la razón. La mayoría de «doctores tarados» no eran personas sino individuos. Y el título de doctorado, obtenido por el «doctor tarado», era como un escudo utilizado por esos individuos para alejar intrusos, o esconderse o defenderse, y escalar posiciones. Quienes no poseían esos títulos, según ellos, no tenían derecho a pensar ni opinar en las reuniones. 
         
           Fernando Fernandez Palacio, Escritor 
No obstante, la peor cualidad detectada y poseída por los entrevistados fue la prepotencia, la envidia, la capacidad de entorpecer proyectos de indagadores virtuosos, y la manera de cómo le huían a las tertulias acoderadas a discursos epistemológicos, lógicos, ontológicos u honestos. En sus espontaneas conversaciones, aparte de centrarse en cotidianidades triviales, «se jugueteaba al fútil al quita y pongo, o yo lo vi primero»: discurso de vendedores carretilleros, como se dice folclóricamente. Y las investigaciones que elaboraban estrictamente para subir su salario, se encausaban hacía el agua de maíz, la chicha de arroz, la viuda de pescado, la limonada en leche de coco, los cantantes de música folclórica y algunas danzas originarias de África. 
Di por finalizada mi indagación, no sin antes estar totalmente de acuerdo en que aunque no concluyó en un paradigma, de verdad puede decirse que: «El doctorado no quita lo tarado».


miércoles, 14 de marzo de 2018

Entre Partido y Partido, En La Alameda


MARCADOR FALLIDO
 
Por  Gilberto García M

Los que acuden religiosamente los sábados y domingos a la cancha de fútbol La Alameda persiguen el mismo sueño. Ezequiel no es joven ni viejo, es de estatura baja y desde que se instala en la banca no hace más que gritarle a Jordán—su hijo— que él va a ser un gran jugador y que en poco tiempo lo verá en las divisiones inferiores de El Real Madrid. 
Yo también persigo esos sueños, pero Dairo Vásquez no es mi hijo. Y aunque lo fuera no le gritaría lo que Ezequiel a Jordán. Si el chico ejecuta una jugada al estilo Lionel Messi, el hombre se exalta tanto que en su euforia intenta estrecharle la mano a Dios. 
—La cancha es tuya, Jordán—grita Ezequiel. 
Pero si el pobre chico comete un desliz, entonces Ezequiel se desborda en palabras gruesas y altisonantes que confunden al muchacho. 
Como tantos otros  que se asoman los fines de semana por aquí, el hombre carga con una historia un poco triste. Como muchos jóvenes, Ezequiel también tuvo que trabajar en la Zona Industrial de Mamonal y acogerse a las normas de seguridad en las empresas. Trabajó cinco años y hasta el sol de hoy, la empresa no quiso reconocerle la pensión luego del accidente en que se fracturó ambas piernas. 
Pero conociéndolo un poco, entre partido y partido cuando en la casa me piden que lleve a Dairo Vásquez a practicar a La Alameda, no sé si lo que el hombre me narra es verdad o es un invento para que conmovido ante su narración me meta la mano al dril y le dé para el pasaje del autobús.   
A Jordán lo incomodan los argumentos del padre. Él, un chico de doce años cuando Ezequiel se prepara en urdir las historias de su vida, que su mujer lo abandonó después del accidente, que no le dan trabajo en ninguna parte por su condición de lisiado y, por último, que la semana pasada se le murió el padre, y que ahora si está sólo en la vida, mejor prefiere hacerse a un lado para no escuchar los irónicos comentarios de sus amigos. 
Pero lo que si percibe el interlocutor, luego de dos o tres conversaciones con Ezequiel, es que su futuro gira en torno al triunfo de Jordán en el fútbol. 
Y se ha hecho tan persistente en el carácter del hombre la idea de que su hijo lo sacará de pobre—al igual que el padre de Messi, Ezequiel administrará la carrera de Jordano—que siempre que algún conocido lo ve venir, arriesga la frase: 
        
  Gilberto García Mercado         
«Ahí viene el padre de Messi».
 Alguien me dijo un día—luego de desentenderme de las prácticas de mi sobrino Dairo Vásquez  por dos meses–que Jordán en una final de inter barrios se había derrumbado—de repente—y que por las pruebas médicas que le hicieron no podía continuar jugando futbol.
 
Que si lo hacía era condenarlo a una muerte segura.  
A mí me sorprendió la noticia pero no alcancé a imaginar el sufrimiento de Ezequiel.

lunes, 5 de marzo de 2018

Escarbando En La Memoria


A PROPÓSITO DE PETRO Y EL M-19

Por Rafael E Yepes Blanquicett

Se trató de un grupo de jóvenes estudiantes universitarios simpatizantes de la ANAPO (Alianza Nacional Popular), movimiento creado por el general (r) Gustavo Rojas Pinilla, quien ganó las elecciones presidenciales de 1970, pero que la oligarquía colombiana le robó, dándole el triunfo al conservador Misael Pastrana Borrero, padre del expresidente uribista Andrés Pastrana Arango, lo que originó una protesta nacional de los seguidores del ex-general, que llevó a la creación del M-19, una guerrilla completamente urbana.
En la noche del 19 de abril, el ganador absoluto, con un amplio margen de diferencia sobre Pastrana, era Rojas Pinilla y, al amanecer del 20 de abril, el Consejo Nacional Electoral declaró como ganador a Pastrana Borrero. A raíz de este hecho, Jaime Bateman Cayón, Carlos Pizarro Leongómez, Antonio Navarro Wolf, Gustavo Petro Urrego, Vera Grave, Everth Bustamante y Rosemberg Pabón Pabón, entre otros, conformaron el Movimiento 19 de Abril, M-19, un grupo rebelde que se alzó contra el régimen por el robo de dichas elecciones a Rojas Pinilla, exigiendo un cambio en la Constitución para garantizar los derechos de las minorías políticas y la transformación nacional para acabar con la corrupción político-administrativa. 
Jamás se autodenominaron socialistas o comunistas, ni volaron oleoductos o torres eléctricas, pues, su ideología era nacionalista socialdemócrata con tintes bolivarianos, por lo que sus golpes eran espectaculares, para llamar la atención, como el robo de armas del Cantón Norte, de la Espada de Bolívar, la toma de la Embajada dominicana o del Palacio de Justicia, que terminó en masacre por cuenta del ejército, siguiendo instrucciones del presidente de la época, Belisario Betancourt. Años más tarde, Belisario pidió perdón por tamaña equivocación que, aún hoy, tiene heridas abiertas en todo el país. 
El M-19 fue indultado por Virgilio Barco, al adelantar un exitoso proceso de paz con su gobierno, terminando convertido en un partido político conocido como Alianza Democrática M-19, AD-M19, que tuvo una activa participación en la Asamblea Nacional Constituyente que modificó la Constitución de 1886 o Constitución de Núñez, abriendo el camino para la participación política de las minorías que, hasta ese entonces, no la habían tenido. El 26 de julio de 1990, Carlos Pizarro, candidato presidencial de esa colectividad, fue asesinado en Bogotá, en un avión que iba con destino a Barranquilla, por sicarios que, al parecer, trabajaron en complicidad con agentes del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, la policía política del Estado. 
Hoy por hoy, Gustavo Petro Urrego se perfila como el próximo presidente de Colombia, enfrentando una compaña sucia de desprestigio y amenazas de muerte por parte de la ultraderecha colombiana comandada por el binomio Uribe-Pastrana, enemiga acérrima del proceso de paz con las Farc y al que quieren "hacer trizas", según el dinosaurio "centro-demoníaco" Fernando Londoño. 
Rafael E Yepes Blanquicett



Alcaldes, ¿Atípicos o Ilegitimos?



Presagios, ¿Nubarrones 
Negros Sobre La Ciudad?

Por Álvaro Morales
La realidad es que cuatro han sido hasta ahora los atípicos períodos de gobierno de Cartagena desde que en 1988 se iniciaron los procesos de elección popular de alcaldes, pero de verdad sólo dos han sido las elecciones atípicas, la de Nicolás Curi para su tercer periodo, de 2005 a 2007 y la de Dionisio Vélez, para el gobierno de 2013 a 2015.

Pero si por una parte, cuando se eligió con 54.583 votos a Curi para su último mandato, la abstención fue cercana al 78% y cuando Dionisio Vélez con 95.870 sufragios, del 71%, podríamos afirmar que ambos gobiernos no sólo fueron atípicos sino ilegítimos por la abultada inhibición con la que se expresaron los facultados para votar; máxime si los comparamos con los procesos ordinarios cuando se eligió a Judith Pinedo, Campo Elías Terán y Manuel Vicente Duque, en los cuales la indeseable abstención sólo fue del 54%, el 51% y el 47%, respectivamente.

Por la apatía que se dio cuando se eligió a Curi y a Vélez Trujillo, superior al 70%, también podríamos seguir afirmando que ambas elecciones pueden considerarse como ilegítimas por la bajísima participación del pueblo facultado para votar, siendo para el primer caso del pobre 22% y para el segundo de 29%; insistiendo en que ambos gobiernos fueron espurios.

Pero independiente a que hayan sido gobiernos elegidos con baja participación ganándose el calificativo de ilegítimos; aunque así no lo digan las normas jurídicas, constitucionales, ni las leyes; bien podríamos haber deseado que ambos periodos atípicos hubieran sido periodos de restauración o de renovación; pero no, la evidencia demostró lo contrario.

No obstante, mientras elecciones van y vienen, la típica y vergonzante crisis social de Cartagena parece no superarse a corto ni a mediano plazo, y su realidad sólo ha servido para estudios, investigaciones, propuestas y foros convocados por los gremios, universidades, Cámara de Comercio, ONGs, sin que desde estos escenarios se avance en nada; ya que pareciera que todos se encontraran atrapados en el torbellino de las discusiones y preguntándose: ¿A qué se debe el haber llegado tan bajo? ¿Y qué será lo que hay más allá de la corrupción que se resiste a abandonar el ejercicio de lo público?
Por último, no ostentando capacidades sobrenaturales, no es difícil darle sentido interpretativo a las señales que desde hace un buen tiempo han venido cayendo sobre la ciudad; ¿qué mensaje se nos envía cuando se nos dice que lentamente se hunde la ciudad, o que la cúpula de una Iglesia Protestante se desplomó o que el Cerro de la Popa amenaza con derrumbarse y que el mar pareciera querer devorarse a Cartagena de un solo bocado? ¿No serán señales para hacernos ver el hundimiento moral de la ciudad y del total engullimiento del que podríamos ser víctimas por causa de la corrupción?

Ojalá en estas lecciones atípicas aumente el entusiasmo por la participación, y que el atípico alcalde que por quinta vez elegiremos logre no sólo ser un alcalde atípico por el periodo sino atípico por ejercer un gobierno de manera diferente, decorosa y pulcra, y no uno igual a los típicos que nos han gobernado, subyugados a la falsedad y la corrupción. 
 
Alvaro Morales


jueves, 1 de marzo de 2018

La Última Diáspora de Chambacú


«Rosi, arrodillada, espera a sus hijos, en la
última  «vuelta» al Jíbaro de la esquina»

Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Eran tres hijas con edades comprendidas entre los quince y los diecinueve años, venidas del Interior del país con el padre y la madre.  Estos se dedicaron a la venta de baratijas en el Mercado de Getsemaní, salían muy temprano del barrio, todo lleno de bruma y de caras marcadas por los ruidos de la noche.
Las hijas quedaban solas, ninguna estudiaba, pero sí las veíamos que salían a las once de la mañana y regresaban en la tarde,  otras veces en la noche cuando la mayoría de los vecinos habían cerrados sus puertas, y sólo quedaba abierta la ventana de la señora Estebana, ésta argumentaba que no podía dormir de noche, sólo lo hacía en la mañana, costumbre que había adoptado después de llevar una vida de puta recatada durante cuarenta años, sin haber producido escándalo en la vecindad, ella argumentaba que era una mujer de vida decente en sus andanzas de prostituta, argumento que vociferaba con lengua extendida en toda la vecindad, conocía las andanzas de todas las personas captadas desde la visión panorámica de su ventana. 
En sus anales estaban detalladas las vidas de aquellas tres jóvenes que sabían hacer de sus vidas una buena razón para vivir el día como si fuera el último de su existencia. 
De estas tres muchachas, la menor, Rosi, inició su vida de consorte permanente con el último de los Montes, creyeron que podían «jugar al vivío», trance que se hizo permanente por la atadura de los hijos, lo que para Ramuel Montes, no era impedimento para jugar a la llamada «tablita», donde la suerte se tira sobre el azar de dos monedas, apostando al Cara y Sello y al brindis diario con rones de falsa destilación, lo que terminaba en un canto de serenatas para Rosi, en la voz inicial de Lucho Pérez, no se qué  razón había para que el canto preferido fuera «Las Cosas de Goya», pero si había un motivo, el compositor de esta canción había sido compañero de sus hermanos mayores, y Ramuel había tenido oportunidad de escuchar los primeros arreglos bajo los acordes de la guitarra y la dulzaina de Julián Machado en los solares del señor Guzmán. 
Las serenatas no alegraban el corazón de Rosi ni lograban extraer de sus profundidades el perdido orgasmo que se trocaba en la fecundación de un nuevo hijo, se fue perdiendo el colorido de sus vestidos, de aquellos trajes de seda que entraban por la población de Bocachica, traídos de contrabando por las vivanderas que viajaban a Panamá. 
Ahora todo quedaba en la sombra del pasado. 
Rosi tuvo su primer hijo a los dieciséis años, cuando hacía cuarto año de primaria en la escuela Amor A Cartagena, dirigida por la Seño Carmen. Sus dos hermanas alcanzaron a terminar la primaria, algo que consideraban un gran logro, porque podían aplicar las Tablas de Multiplicar, en las cuentas del cobro de las horas de trabajo, ambas se dedicaban al baile en un Centro Nocturno, practicaban una danza con pistas extraídas de películas mejicanas, ambas trataban de imitar a Ninon Sevilla y a María Antonieta Pons.
La jornada terminaba a las tres de la mañana, cada una de ellas salía acompañada por el marido del momento, era una rutina que se cumplía de miércoles a sábado, los demás días a excepción del domingo elaboraban turrones de leche que, Antonio, el hijo de la señora Tomasa, vendía en la puerta de la escuela  Amor a Cartagena. 
Mas un día de noche fogosa por el anuncio  de una orquesta que había llegado para el Festival de Música del Caribe, se presentó al Centro Nocturno La Aurora, donde bailaban las hermanas los sones de salsa brava. 
Esa noche las notas de las trompetas, los acordes del piano y la voz del cantante armonizaban un trío  inolvidable. 
El cantante en sus momentos de silencio contemplaba los movimientos de las danzantes, especialmente a Enith, quien mostraba elasticidad felina en sus  baile iridiscente por el juego de las luces. Al terminar la presentación de las bailarinas, el cantante se acercó a ellas y las invitó a una mesa, desde donde podían continuar viendo el espectáculo. A partir de aquella invitación, las relaciones entre Enith y el trovador se fueron alegrando y profundizando en variadas ocasiones para contarse hechos de situaciones pasadas. 
Después de aquella primera invitación en el Centro Nocturno la Aurora, los encuentros se dieron durante todas las noches, por catorce días, hasta el final del contrato de la orquesta, cuando resolvieron viajar juntos a Centroamérica, para llegar a Puerto Rico a la isla del Encanto, en donde Enith, se convirtió en el talismán de la suerte de su compañero, necesitaba la presencia de ella para sentir el filin de sus canciones, hasta que un día Enith, con fuego ardiente por el baile, no pudo contener la fortaleza del río que surcaba su interior, saltó a la sala de baile y danzó como en sus primeros años en el Centro Nocturno La Aurora, el cantante quedó estático y comprendió que Enith, había nacido para bailar, y desde ese momento  se soltó de los amarres para hacer parte de la Coreografía que acompañaba a Ismael Rivera en sus Plenas y Bombas. 
Gilmita, al quedar sola, se sintió como un ave con el ala herida, se retiró del Centro Nocturno La Aurora y se convirtió en una especie de bailarina compañera de los ancianos que buscaban romper la nostalgia con el baile de un bolero en el Centro nocturno de la Media Luna. Ella, había dejado atrás el baile rápido de arabescos por el suave y acompasado bolero, salido de la voz de Agustín Lara, Gilberto Urquiza o la Portuondo.
Rosi, Ramuel y sus tres hijos, Rafa, Mañe y Liba, fueron arrastrados por la diáspora de Chambacú. Se alejaban del Centro, del Mercado, de la despensa del Caño de Juan Angola, del sueño de los carritos locos de la Ciudad de Hierro que renacía para las Fiestas del Once de Noviembre con sus anuncios de canciones dedicadas como panaceas al abandono. 
Salieron a una tierra desconocida, adherida a las últimas playas de la Ciénaga de la Virgen, donde no escucharían las plegarias de la Seño Carmen ni la voz amanecida de la señora Estebana. 
Los tres hijos de Ramuel y Rosi, abandonaron la escuela, trazaron los días con idas tempranas al último reten de los buses del Barrio Olaya, donde se brindaban para ayudar a las señoras que llegaban del Mercado, cargadas con las canastas, se fueron alargando en su sombra de jóvenes ayudantes de «cruces y vueltas». 
Se fueron convirtiendo en «toderos» del diario hacer. 
Pasaron por la «la escuela de esparrin de buses»*, mototaxistas, cobradores  de presta diario y por último  trajinadores  de «vueltas rápidas»**, que dejan monedas marcadas en el aprendizaje de arreglar el presente. 
Rosi suponía la peligrosidad de las andanzas de sus hijos, agonía que calmaba con las veladoras que a diario encendía al pie de la pequeña estatua de yeso de la virgen de la Candelaria, acompañando el sahumerio de incienso con promesas de llevar al Convento de la Popa  milagros de oro y responsos a sus muertos. 
Pero los azares marcan las huellas de los que juegan al destino y un 16 de julio en que celebraban la Fiesta de la Virgen del Carmen, Rafita, el hijo mayor se atrevió atravesar la raya de Los Tres Equis, no le importó las advertencias de su amigo El Sombra. Una bala del Changón del Rana perforó el frontal de Rafa, las voces llegaron a la fiesta y quebraron la descarga del picot para dejar entrar el llanto de una mujer que se arrodillaba frente al cadáver. 
A sí se inició la noria de la muerte en el solar de Rosi y Ramuel, éste se enlutó en un permanente estado de alcoholismo, unió los días sin las noches para no cerrar los ojos y mirar bien los días que le faltaban para morir, porque los otros dos hijos murieron en venganzas de pandillas. Rosi, permanece arrodillada a la entrada del solar, esperando que lleguen sus tres hijos de la última vuelta que han de hacer al Jíbaro de la esquina.
Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
 

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