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jueves, 5 de abril de 2018

El «Ciclo Órfico» de Jean Cocteau

Las Primeras Vanguardias Cinematográficas 
(Tercera Parte)

Por Omar Ardila* 

Para cerrar esta breve aproximación a las primeras vanguardias cinematográficas, me remito a un filme francés de los finales de este periodo: La sangre de un poeta (1930) del multidisciplinario artista Jean Cocteau.  
Tras haber conocido los primeros filmes de Luís Buñuel –de marcada intención surrealista– Jean Cocteau toma algunos elementos de este movimiento (como la experiencia onírica que evidencia complejidades psíquicas) y les da una connotación más amplia (cercana a la ensoñación poética) para construir su ópera prima, La sangre de un poeta. Este trabajo se ubica entre el final de las “vanguardias cinematográficas” y el inicio del “realismo poético francés”. Era el tiempo en que acababa de aparecer el cine sonoro, lo que aprovecharía Cocteau en su debut cinematográfico, aunque conservaba como preponderantes las expresiones del cine mudo.  
Podríamos considerar a La sangre de un poeta como un filme “experimental” que toma elementos del “cine surrealista” y que no renuncia a la narración pero sí a las relaciones lógico-causales de la misma. Además incorpora imágenes del “cine abstracto” que están muy vinculadas con el mundo de la plástica (rostros animados, superposiciones, objetos que mutan en extrañas formas, etc.).  
La película tiene cuatro episodios, no muy fáciles de delimitar por la intencional ruptura con la narración clásica. Sin embargo, los personajes se entrecruzan en uno y otro episodio, dándole unidad conceptual.  
Episodio 1 “La mano herida”
Un plano exterior nos muestra el derrumbe de un monumento, mientras en el interior de un estudio, un artista se dedica a la creación de su obra. Sobre la mano que delinea el autorretrato, aparece una herida que se transforma en unos sensuales labios. Esos labios son portadores del mensaje revelador de su pintura. Como un Narciso enamorado, el artista libera su erotismo reprimido, recorriendo todo su cuerpo con la mano de los labios voluptuosos (una evidente acción de autocomplacencia). Enseguida, ubica la mano sobre la boca de una estatua, y ésta toma vida.  
Episodio 2 “¿Es que los muros oyen?”  
La estatua habla con el artista y le sugiere que busque lo imposible. Motivado por este reto, el artista se sumerge en un espejo y desemboca en el “Hotel de los sueños”. Allí, en una práctica voyerista, observa a través de las cerraduras de las puertas, cuatro episodios de la historia humana: un fusilamiento, una escena de teatro de sombras, la represión de una madre sobre su hijo y el psicoanálisis de un hermafrodita que tiene inscrito en sus genitales: “peligro de muerte”. Posteriormente, en un pasillo del hotel, alguien le entrega un arma al artista con la indicación de que se dispare. Al hacerlo, sale del sueño y retorna al estudio para increpar y demoler la estatua que lo había impulsado al desplazamiento, y de esta manera asumir el riesgo de convertirse en “presencia de glorias imperecederas”.  
Episodio 3 “La batalla de nieve” 
Unos niños lanzan bolas de nieve contra una escultura con la intención de derribarla. Luego se enfrentan entre ellos mismos hasta que uno de los niños cae muerto. 

Episodio 4 “La carta robada”  
Encima del niño muerto aparece ubicada una mesa en la que una pareja (obra-poeta) disputa una partida de naipes. La carta ganadora está en el bolsillo del muerto, y es un ángel negro (el ángel de los desamparados) quien logra rescatarla. El jugador (poeta) se dispara en la cabeza, mientras algunas familias de clase alta aplauden emocionadas desde sus balcones, adecuados como lujosos palcos. La mujer (obra) se convierte en estatua y avanza hacia el infinito, de espaldas, con pasos sutiles y llevando el mundo y una lira en sus manos.  
El filme cierra con un plano similar al inicial en el que vemos el derrumbe de un monumento.  
Como se puede notar en el pequeño recuento que he realizado, son múltiples las preocupaciones temáticas que nos presenta Cocteau en su debut cinematográfico, con lo que también se nos generan abundantes posibilidades interpretativas. En mi aproximación sólo me detengo en algunos aspectos, pues no olvido que, ante todo, para el acercamiento al cine de vanguardia, el espectador debe ejercer una participación activa en la construcción de sentido.  
         
         Luis Buñuel, Director de Cine Español
En primer lugar, logro constatar la separación de Cocteau de los principios surrealistas. No pretende “documentar realmente los eventos irreales”, sino que busca indagar en lo más profundo de sí mismo (poniéndose como modelo de la experiencia estética) para desnudar algunas de las preocupaciones que le asaltan como artista multidisciplinario que es. Una de las principales intenciones es mostrar cómo la vida de un poeta puede ser sacrificada por amor al arte.  
A diferencia de los intereses surrealistas que buscaban cambiar el mundo externo, Cocteau construye un discurso subjetivo (sobre el modo de pensar y sentir de un sujeto), aparentemente despreocupado del mundo exterior. Sin embargo, algunos elementos que utiliza para ahondar en los discursos mentales, son propios del surrealismo (sueños y recuerdos que le permiten mostrar las pulsiones incontrolables que tienen una expresión exterior). 
También plantea la posibilidad de que el afuera es una configuración delineada por el interior pero no intenta desarrollar ese planteamiento, más bien, lo muestra como un reflejo de la constante dificultad que tiene el sujeto para percibirse a sí mismo, o el artista para relacionarse con su obra. Los elementos internos y externos se entrecruzan con notable autonomía tratando de configurar un ser más integrado que se actualiza constantemente. El poeta fulge como intercesor entre el mundo del más allá, extrañamente, ubicado en el interior de uno mismo. En la obra poética lo interior se hace exterior y se proyecta al infinito.  
Otro aspecto que me parece importante es la relación del poeta con su obra, a la luz de la presencia mitológica de Orfeo – la crítica ha agrupado tres filmes de Cocteau bajo el nombre de “ciclo órfico”: La sangre de un poeta (1930),Orfeo (1949) y El testamento de Orfeo (1960) –. El poeta realiza un viaje a las profundidades de sí mismo confiado en el poderío encantador de su música.  
         
    Jean Cocteau,  Cineasta Francés             
Asimismo, la secuencia en el “Hotel de los sueños” me recuerda algunas de las prácticas destructivas que se han afianzado en diversos escenarios como resultado de las represiones religiosas y políticas. Ante este marco, el poeta decide suicidarse para acabar con “el mortal tedio de la inmortalidad” y dejar que triunfe y se eternice su obra.  
Finalmente, quiero destacar otro elemento que resulta insinuante en el filme: la ubicación que hace del arte como práctica revolucionaria, la cual puede servir para derrumbar los “falsos ídolos” generadores de represión y de proyectos inalcanzables. El llamado que hace a los niños en el tercer episodio (“La batalla de nieve”) es directo y contundente, pues se precisa que sean ellos los que derriben esos monumentos de “héroes culturales” envejecidos, quienes representan el verdadero “peligro de muerte”.Tomado de Con-Fabulación No.485 
Omar Ardila, Crítico de Cine


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