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miércoles, 22 de noviembre de 2017

De Las Bandas Y Otras Banalidades

¿AGUACATES HASS O AGUACATES COLOMBIANOS? 

Por Álvaro Morales 
Tengo que confesarles que no pude ocultar mi alegría cuando hace unos días me enteraba que Colombia, después de luchas y requisitos, no sólo comenzaba o reiniciaba el tímido despacho de aguacates a los Estados Unidos sino que encaminaba sus propósitos hacia el abastecimiento de mercados europeos y asiáticos.
Pero la alegría me duró poco; ya que al escudriñar las noticias pude percatarme que las informaciones se referían a unos aguacates con apellido gringo, Los Aguacates Hass, los que con tecnología y buenas prácticas de manejo se están produciendo tanto en los departamentos del Eje Cafetero como en otras zonas del interior del país. No se trataba de los aguacates que casi legendariamente se cosechan en los Montes de María. 
La presencia del tradicional, exquisito, nutritivo y medicinal fruto en Colombia, no es reciente, se remonta a la época precolombina, y por allá, en los años 1500, se supo de su existencia en lugares cercanos a Santa Marta. 
De este gustoso fruto se refirió un escritor diciendo “…al partirlo es de color amarillo como la mantequilla, sabor delicioso…deja un gusto tan blando y bueno que es algo maravilloso”; fruto al que además la cultura popular ha otorgado propiedades afrodisíacas, como lo reiteraba el recordado Campo Elías. 
También se dice que las primeras siembras del árbol del aguacate se realizaron en ciertos municipios de la subregión conocida como los Montes de María, y que se establecieron únicamente con el fin de brindar sombrío a los cultivos de café que para la época se sembraban en la zona. Era un cultivo secundario cuyos frutos se utilizaban para alimentar cerdos. 
Pero esta, antigua y pujante zona productora de las variedades del apetitoso fruto conocidas como cebo, leche y manteco, siempre se caracterizó no sólo por la espontaneidad de sus plantíos sino por la carencia absoluta de técnicas apropiadas para la siembra, poda, fertilización, cosecha y buenas prácticas de manejo, como se dice ahora, lo cual unido a las estragos climáticos, plagas y desarraigo por causas del conflicto armado terminaron por devastarla y arruinar a gran parte del campesinado. 
Mientras las actuales plantaciones se encuentran prácticamente aniquiladas, las más de tres mil familias labriegas que antaño se dedicaban y derivaban su sustento de estos sembrados, siguen esperanzadas en las promesas que han hecho instituciones del Estado, Fundaciones y gobernadores del departamento que en tiempo de elecciones dicen que trabajarán por renovar los envejecidos y enfermos cultivos y, además, extender la mano con recursos técnicos y financieros. 
Mientras antaño fueron los Montes de María la zona de mayor producción de aguacate, hoy no es raro encontrar en sus municipios aguacates del Quindío, Valle del Cauca, Tolima y hasta del Perú. 
Mientras vienen otras elecciones…las mismas promesas… y se terminan de arruinar los campesinos, la gobernación de Bolívar sigue derrochando dineros en Festijazzs, FestiMarias, festivales de Bandas y otras banalidades. 
Álvaro Morales 
 



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