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sábado, 18 de mayo de 2013

MITOS, PREJUICIOS Y TABÚES

         «NO TE TORTURES POR LA VEJEZ:

           MÁS BIEN, AGREGA VIDA A LOS AÑOS VIEJOS».


Orlando Periñán L
Después de leer varias columnas cuyo tema central era la vejez y, experimentando los caminos sinuosos que conducen a ella, se avivó en mí la voluntad para ampliar más sobre el tema. 
En el ancianato refugio «La milagrosa», cuando cumplía con el año social como licenciado en Ciencias Religiosas y la especialización en Gerencia de Servicios Sociales, (Ah, cuántos años han pasado de ello), viví momentos que hoy me permiten hacer aportes sanos, desde enfoques diversos. 
Así que, si La Calvaria Literatura me lo permite, contribuiré con varios aportes que al lector lleven a reflexionar sobre el tema, sin pretender hacer una nueva teoría, pues no soy geriatra ni gerontólogo.  
Se afirma que el tema de la vejez, se sigue tratando a la sombra de mitos, prejuicios y tabúes arraigados en la vida cotidiana. Como por ejemplo, cuando se afirma: «Loro viejo, no da la pata». 
Debemos apartar de nuestra mente, que los ancianos son «inútiles», «cargas pesadas»  o «personas desechables». Admirable lo que sucede en otras culturas, como en los países Orientales, por ejemplo, donde al viejo se le considera fuente de experiencia, en conocimientos, habilidades e informaciones de las cuales se nutren las generaciones venideras, con el incentivo de tenerlos como miembros vitalicios del núcleo familiar o comunitario. 
El viejo puede hacer lo que hacen los demás, con la diferencia de la lentitud, comprensible por los años. 
La vejez hay que aceptarla como un ciclo o etapa que el ser humano «quema», y como tal, para manejarla, el anciano necesita de un nuevo concepto de sí mismo, recibe lo positivo  de la vejez, «y agrega vida a los años viejos». 
Respecto a la sociedad utilitarista y productiva, el longevo puede ser útil y no una carga, si goza de una vejez normal y saludable. 
Se debe valorar la rehabilitación que empieza por sí mismo, al considerar que sigue siendo el hombre que era, aunque haya cambiado su frondosa y negra cabellera por canas. 
El hombre es fuerte o débil a cualquier edad. En la vejez la salud puede mejorar por aquello del factor tiempo, permitiéndole hacer ejercicios, recreación, y responsabilizarse mejor por los controles médicos. Así mismo, hay jóvenes muy viejos y viejos muy jóvenes. «La edad no es la que uno tiene, sino la que uno siente», manifiesta Gabo. Si uno cultiva una buena vejez, se convertirá en un pino, árbol sin estación que luce verde tanto en invierno como en verano. Como advierte Cicerón: «Los jóvenes detestan la vejez pero todos quieren llegar a viejos». 
Hay naciones como Alemania y Estados Unidos que dan ejemplo del buen trato hacia los viejos, con planes y proyectos de recreación, salud y, terapia ocupacional en la «edad pellejo». El ocio en el ser humano aproxima el envejecimiento, las actividades en cambio, ayudan al viejo a vivir y a sentirse útil. 
El trato inhumano que reciben algunos ancianos, viola sus derechos y no les permite gozar los últimos años de su vida, se les desconoce la facultad, de dar amor y recibirlo. 
La vejez es otra etapa de la vida, y en ella confluyen virtudes y defectos. 
No se debe olvidar que se es genio y figura, hasta la sepultura. LC

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