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sábado, 11 de mayo de 2013

EL HOMO SAPIENS DE LA CONTRATACIÓN

A JUANCHITO LO SALVÓ LA PRIMERA COMUNIÓN. PERO Y A LOS...

Juan V Gutiérrez Magallanes
Nada quedaba libre del toque hurtador de las manos de Juanchito, desde una inocente paloma domesticada hasta el arisco perrito con un valor de trueque de unas cuantas monedas.

Se había apropiado de una extensa zona del barrio, donde predominaba su ley: «Yo soy el vivo del barrio, los demás son tontos que siempre están dispuestos a dar papaya».

Llegó del pueblo a la edad de 5 años, con los ojos siempre abiertos por la admiración que sentía por todo lo que le revelaba aquel sector de la ciudad, muy cercano al movimiento de los medios de transporte de los diferentes barrios, buses de variados colores con nombres especiales, pero todos llamados «Chivas».

Estudió en la escuela de la «seño» Eduviges, donde aprendió a leer, escribir y a sacar las cuentas necesarias para trabajar en el mercado principal, ya que a los ocho años, había hecho su primera incursión en el trabajo como cargador de canastas, lo que le parecía lo mejor del mundo pues recibía por pago monedas de manera inmediata.

Con el golpe de las piedras y el paso de los años, se formó como un «adulto» de apenas diecisiete abriles, los pensamientos lo acosaban con cosas maravillosas contempladas a través del cine, de las canciones que escuchaba, pasó a mirar el trabajo como algo que podía eludir. Si empleaba un poco de astucia alguien podía trabajar para él, pues podía sustraer los bienes de las demás personas.

Juanchito adquirió la agilidad del felino y la paciencia del perro manso, en la mano izquierda llevaba permanentemente un periódico, que hacía las veces de pantalla para introducir la otra mano en la cartera de la víctima.

Vestía con las luces de las prendas del «bacán» que siempre está a la moda, era un hombre de cuidado, que arrasaba con lo que encontraba en el camino, sin importarle las voces y el eco de la maestra, reflejadas en la carita de su único hijo, cuando éste repetía las lecciones del Libro Segundo de Alegría de Leer y los requerimientos cristianos, para hacer una buena Primera Comunión.

Juanchito aceptó las súplicas de su hijo, acompañarlo al acto ceremonial, de manera que hiciese la comunión, como le había explicado el párroco del barrio. Este acto había calado tanto en el pensamiento de Danielito, que había contado a los amigos de la escuela, que su papá haría con él la primera comunión.

La única persona que conmovía el mundo aviesado de Juanchito, era su hijo. A partir de aquel compromiso moral con su hijo, comenzó a mirar las cosas a través de un color diferente, buscó los consejos de su compadre Tulio, y aceptó el trabajo que éste le había ofrecido, como ayudante de albañilería.

Todas las tardes, Danielito esperaba a su padre, sentado en el pretil de la casa, sentado en un tronco de ceiba que había quedado allí, tirado, luego que el carpintero, había renunciado serrarlo por su corazón duro. Con el libro de la autoría del Padre Gaspar Astete: «Catecismo de la DOCTRINA CRISTIANA». Abierto en la página 63, estaba el título De la Sagrada Comunión, una serie de preguntas con sus respuestas, de las primeras resaltaba: ¿Qué disposición es necesaria de parte del alma para comulgar dignamente? Y, ¿cómo se ha de disponer para comulgar el que cayó en pecado mortal? Esta última, quedaba retumbando en la mente de Juanchito, porque debía confesarse y cumplir la penitencia, para poder estar en gracia de Dios, según los principios de la iglesia Católica, y él nunca había renunciado a ella.

Los días iban pasando y cada tarde, Juanchito, se sometía a la solicitud de su hijo, acompañarlo en el cumplimiento del cuarto sacramento de la Iglesia Católica.

Hoy cuando, han pasado muchos años de aquella vivencia, se presenta algo parecido en esta misma Colombia, pero con diferencias en los personajes, en cuanto a condición social, política y académica.

Lo que nos permite elucubrar un poco para pensar que a través de los millones de años que tiene de existencia el Homo Sapiens, la historia nos muestra casos semejantes. Por ejemplo, en el siguiente titular: PARA ASISTIR A PRIMERA COMUNIÓN DE UNO DE SUS HIJOS. LICENCIA DE 24 HORAS A MANUEL NULE. Y hará penitencia por este acto sacramental ya que: es de «particular importancia en la vida del interno, porque es su hijo quien recibirá el sacramento y por supuesto quiere acompañarlo en ese especial momento de la vida del menor»… (WWW. ELUNIVERSAL.COM.CO. SÁBADO, MAYO 4 DE 2013 ) 
Colombia recobrará bienes y una oveja volverá al rebaño de los buenos ciudadanos.
Y dentro de lo sarcástico: «Soñar nada cuesta».






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