NOSTALGIAS POR FUNDACIÓN Y UN TIEMPO CUMPLIDO
Por Gilberto García Mercado
Un año más se nos ha ido, como se van las aguas precipicio abajo. Un año entre aciertos y desaciertos, pero, al fin y al cabo, con la satisfacción de estar vivos y recordando que nuestra existencia, es frágil, como una rama seca, que en el borde del camino cualquiera puede resquebrajar. Todo cabe en Diciembre y en Año Nuevo, has hecho una reflexión exhaustiva sobre algunos sucesos de juventud y descubres que le debes algunas visitas a ese pueblo que te vio nacer, que tus coterráneos han de estarte lanzando toda clase de epítetos, porque es inaudito que tengas más de 40 años que no lo visitas. «Ni que Fundación estuviera en otro Continente o en la China», me dirán algunos de mis pocos amigos que me recuerdan. Si tanta falta hace un lugar, hasta el punto que derramas lágrimas cuando te obligan a salir de él, ese dolor que parece no ceder ante el lento discurrir de los años, también va desplazando en el espíritu una indiferencia para con lo que una vez fue tu refugio y guarida en la adolescencia. Al principio, al ser obligado a emigrar hacia otras tierras por la violencia desatada por el Conflicto Armado, crees que vas a morir porque no volverás a ver a la novia que cada mañana se bañaba en el aljibe cuando iba para el Colegio. Sí, la silueta de ella me perturbaba, el viento retozando con su cabello en el frío de la madrugada, el amigo cómplice que entretenía a sus padres mientras yo hablaba con Lucero en la tienda de la esquina, cada maquinación del destino facilitaba la separación, el aislamiento interpuesto por unas fuerzas invisibles que ya sabrá el afectado a quién atribuirle sí a las injerencias de Dios o a las conductas de ese ser perverso que tiene muchos nombres, se mimetiza entre la gente, y que todos conocemos como Diablo.Dejar todo atrás, enfrentarse a la desolación de la vida, es algo para lo que no estás preparado, y aún más si nunca has experimentado el dolor del desarraigo, la extirpación de las amistades, de aquellas zonas y lugares que constituían tus recintos. En estas fases del espíritu no te puedes morir, el alma como por instinto, confecciona mecanismos de defensa, algo se tiene que hacer para no sucumbir ante el dolor de los recuerdos. Al principio crees que la condena es perpetua, que arrastrar grilletes en los pies, como si estuvieras en la cárcel, se constituirá en simple costumbre o resignación. Es como jugarles con trampas a los fantasmas que vigilan tu condición, engañarlos para que se confíen y alguna tarde matarlos entre música de Rafael Orozco y Diomedes Díaz.Pero ni lo uno ni lo otro justifican esos más de 40 años que no vas a Fundación. ¡Tierra caliente!, ¡tierra de oportunidades y jóvenes abriéndose caminos con la inocencia de una Lucero bañándose en el aljibe! Hoy, desde esta ventana del universo, los años me recuerdan intempestivamente, el tiempo cumplido, una juventud perdida entre ribetes artificiosos, acudiendo a una cantina para paliar el dolor de la soledad, atrapado en este cielo cartagenero que ha sido mi refugio desde siempre, en donde alguien en el autobús me cede amablemente el puesto como yo se lo cedí a alguien cuando también fui joven. Eso es lo que me queda. Si Fundación me da otra oportunidad y Lucero confluye conmigo otra vez en el aljibe.
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martes, 3 de enero de 2023
Desolación
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