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lunes, 16 de diciembre de 2024

Reconocimiento

UNA ESTATUA PARA MANUEL ZAPATA OLIVELLA*

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


No podemos dejar de insistir sobre la necesidad de erigirle una estatua a Manuel. Este gran escritor, médico y antropólogo, en vida fue un permanente defensor de la etnia negra y de la originaria en este continente de ABYAYALA ( AMÉRICA). Recorrió ampliamente todo el sector de Chambacú, allí donde residía su Abuela Ángela Vásquez, a donde iba para recoger las vivencias del barrio y luego escribir su novela: “Chambacú Corral de Negros”.

Manuel zapata Olivella como escritor y antropólogo tiene el reconocimiento del mundo intelectual, por tanto no es posible que en Cartagena no esté una estatua de este gran escritor.

El sueño de Manuel era que en Chambacú se construyera el Parque de las Américas, donde estuvieran las efigies de hombres como Benkos Bioho, y otros luchadores por los Derechos Humanos.

Hoy, es lamentable que en el Parque del Espíritu del Manglar no esté su estatua, mientras encontramos infinidades de otras efigies.

Manuel Zapata Olivella, venido a Cartagena con su familia a la edad de seis años, al barrio de Getsemaní, donde su padre Antonio María, un maestro perteneciente al Pensamiento de la Ilustración. Impartió a sus hijos una formación de hombres libres, para el servicio de Colombia y del mundo como bien lo hizo Manuel.

No me cansaré hasta no ver una efigie de Manuel Zapata Olivella en Cartagena.

*Manuel Zapata Olivella
(Lorica, Córdoba, Colombia, 17 de marzo de 1920- Bogotá 19 de noviembre de 2004)

Fue un médico, antropologo y escritor colombiano. Es considerado uno de los más importantes representantes de la cultura afrocolombiana por su trabajo por divulgarla, registrarla y preservarla en forma de literatura, investigaciones sociales, artículos de prensa, eventos académicos, programas de televisión y radio. Publicó ocho novelas, tres relatos de viajes, una autobiografía, y cientos de ensayos, artículos, crónicas y reseñas en periódicos, revistas y publicaciones académicas. ​ Es especialmente reconocido por obras literarias como "Changó, el gran putas", "Chambacú, corral de negros" y "En Chimá, nace un santo".




 

 

jueves, 28 de noviembre de 2024

In memoriam

 AQUILES, EL CARPINTERO DE TORICES

 

Por El Tato Pulgar

 


En las vacaciones de octubre del año antepasado, aun lo encontré vivo. Me decían que a diario salía a caminar; un poco torcido, eso sí, por sus ya 98 años, pero que conservaba la mente lúcida, y la lengua rápida y aguda como siempre...

En medio de la conversación familiar, vino a colación el nombre de Aquiles, el viejo carpintero, muy conocido en todo Torices. Con no más de 1.50 de estatura y unos 45 kilos de peso, parecía que cuando se subía a reparar los techos de las casas, cualquier brisa podía elevarlo como "Pandonguita"* al viento. Nunca se casó, porque decía tener tanta energía que ninguna mujer lo aguantaría.

Lo de andar torcido a sus 98 años nos lo contó Mamá Bruny. Yo le dije:

—¿Y todavía está vivo?

—Bueno, sí. Quedó torcido, pero del codazo que se "chupó" de parte tuya en la iglesia. Ja, ja, ja—manifestó Mamá Bruny

Aclaro el asunto: En cierta ocasión, en el sepelio de la profesora Elsa Pernett, que se llevó a cabo en la Iglesia de Torices (nuestro barrio), mi mamá que quería acercarse al féretro, fue abriéndose camino entre la gente a punta de brazadas, le ha conectado entonces un codazo entre cuello y quijada al pobre Aquiles, quien cayó como Tyson en su último combate. Y aunque Aquiles nunca supo quién le conectó el gancho de izquierda a la mandíbula, nosotros en la familia sí lo sabíamos.

Mi hermana María por su parte dijo: "Y para complementar el cuento del gancho de izquierda que recibió Aquiles en la yugular, reitero que no bastando con el semejante golpe que lo dejó viendo pajaritos, ella misma (Mi mamá Bruny) lo levantó por la parte de atrás del cuello de la camisa, como quien maneja una marioneta. Ja, ja, ja".

El año antepasado estábamos contando los cuentos de nuestros barrios, cuando se apareció el mismísimo Aquiles, el carpintero.

Mi hermana María, dijo:

—Y hablando del rey de Roma y ahí mismo que se asoma. Acaba de llegar Aquiles a la puerta a preguntar por Mamá Bruny.

Entonces me dice que ya estoy canosa. Y él, que tiene las cejas como papá Noel ¿Qué va a decir?

Aquiles, el que le puso de "remoquete" a Carmelo, su joven ayudante de carpintería: "Capullo". En honor al éxito musical del gran Johnny Ventura de hace 4 décadas. Sí, Aquiles, el mismo que andaba todo Torices a pie, saludando a los vecinos de toda la vida por su nombre, interesándose por ellos, con sincero afecto…

Recuerdo que mi abuela Magdalena lo mandaba a buscar cuando le caía comején a alguna viga de la casa, a un marco de la ventana. O simplemente para reemplazar un listón del techo.

Hasta que, en las últimas vacaciones de hace un año, ya no estuvo.

Llegué a la vieja casa de Torices y me contaron, que Aquiles, el carpintero, murió a sus 99 años, sin dejarle a este mundo ninguna clase de descendencia, pero, en cambio, dejando un profundo y cariñoso recuerdo entre nosotros”.

*Pequeña cometa o barrilete
.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Memorias de Ciudad

EL ABUELO DE JUANCHO MAGALLANES


Por Rubén Darío Álvarez P


 
Ayer, el profesor Juan Gutiérrez Magallanes me regaló su más reciente libro titulado "Mi abuelo, un sabio iletrado”, que es una especie de mini biografía de Valeriano Magallanes, su abuelo materno. 
Unos días antes me había notificado, a través del whatsapp, sobre la aparición de este libro en el mercado editorial cartagenero; y yo le comenté que el título me hacía recordar uno de los mejores leads que he leído hasta el momento. Lo escribió el premio Nobel de literatura portugués José Saramago: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”. Le expliqué que se trata del arranque del “Discurso de aceptación del Premio Nobel ante la Academia sueca”, que Saramago inició haciendo un homenaje a su abuelo materno, a lo que el profesor Gutiérrez Magallanes se amalayó por no haberlo conocido antes, pues hubiera colocado esa frase como epígrafe de su libro. Lo consolé recomendándole que lo tuviera en cuenta para una segunda edición de la misma obra.

Se llama Juan Gutiérrez Magallanes, pero a sus conocidos como que les gusta más su segundo apellido, porque siempre lo nombran como “Juancho Magallanes”, a lo mejor porque su abuelo era muy popular en la entonces pequeña ciudad de Cartagena de Indias y el apellido tomó un peso de toneladas que todavía cargan en los hombros las generaciones subsiguientes.

Juancho Magallanes es un nostálgico irremediable, algo que noté desde que leí su libro “Chambacú, a la tiña, puño y patá”, donde relata las aventuras y desventuras de las familias que formaron el ya legendario barrio, que fue arrasado, a comienzos de los años setenta del siglo XX, por la mano inclemente del “progreso”, misma que relegó a sus habitantes hacia zonas de pantanos, que ahora son barrios de enorme población en continuo crecimiento.

También hay un hálito de nostalgia en el libro “Getsemaní, oralidad en atrios y pretiles”, que redactara en compañía del también docente Jorge Valdelamar. Y, desde luego, de esa misma añoranza no se salva “Mi abuelo, un sabio iletrado”, una edición sencilla, clara y sin tantas ínfulas literarias, como para que todo el mundo entienda los devenires de la capital del departamento de Bolívar, cuando aún no era considerada como una de las más importantes del país.

No recuerdo dónde leí o a quién le escuché decir que “Cada libro que se publica, es un fragmento de la historia del territorio donde se concibió”. Es eso lo que veo en el nuevo libro de Juancho Magallanes, un recuento de la construcción del Parque del Centenario, la existencia de barrios pegados a la muralla como Pekín, Boquetillo y Pueblo Nuevo, el incendio del Muelle de la Machina, la vibración del Mercado Público de Getsemaní, el conjunto residencial que existían en Las bóvedas, las faenas de pesca en la bahía y el mar abierto, el primer estadio de béisbol y la memoria prodigiosa del abuelo Valeriano para acordarse de los nombres de todas las calles y rincones insospechados del Centro Histórico.

Me llamó poderosamente la atención que el abuelo Valeriano (acérrimo simpatizante del Partido Conservador) era habilidoso para la pesca, para liderar procesos comunitarios, solucionar entuertos de todo tipo, jugar a las cartas y enamorar damiselas, pero no sabía bailar. Carecía de esta habilidad que se consideraba un asunto crucial en la Cartagena de mi infancia: todos los miembros de la familia debían saber dos cosas: bailar y pelear. Pero el abuelo Valeriano no era afecto a mover el esqueleto o a liarse a trompadas con nadie, puesto que todo lo solucionaba con una sonrisa y un trato agradables, que conquistaban a cualquier potencial contendiente, según las descripciones de Juancho Magallanes.

Vivió en accesorias, que eran muy comunes en la Cartagena de antaño; enviudó tempranamente y aprendió a conocer a cabalidad el mar, al cual consideraba su amigo, porque, cuando quedaba desempleado, ese gran cuerpo de agua lo proveía de todo lo necesario. Es decir, parece que el abuelo Valeriano cargaba la impronta de los hombres de esa época: no sabían quedarse quietos, creían que tenían que resolver los problemas del mundo y sentían que la bondad era una obligación natural del género humano, mucho más allá de cualquier mandato bíblico o gubernamental.

Por eso este nuevo libro de Juancho Magallanes me recuerda a mi familia. Así, como el abuelo Valeriano, eran mis tíos, mis abuelos y algunos vecinos del barrio Santa María y del Pasaje Franco, en Getsemaní, lugares donde también había accesorias atiborradas de clanes numerosos y hombres fornidos que ejercían la pesca y se internaban a diario en el Mercado Público, para regresar con las postrimerías del sol y con bolsas llenas de productos crudos que servirían de base para cena humeante de las cinco de la tarde.

Ya les comenté que este nuevo libro de Juancho Magallanes no tiene pretensiones literarias ni deseos de ganarse el Premio Nobel de Literatura. Así que no esperen encontrarse una cátedra de altas letras, pero lo que sí les aseguro es que sirve —y seguirá sirviendo— como material de consulta, al igual que ya lo logró con su anterior texto “Chambacú, a la tiña, puño y patá”, que no sé si estará en todas las bibliotecas públicas de la ciudad. Pero debería estarlo, porque, precisamente, esa generación de la que habla el profe Magallanes ya se está acabando y va quedando poca gente que cuente los pormenores de esa Cartagena que dejó de existir hace ratote.

martes, 19 de noviembre de 2024

Nota Oportuna

UNA ESTATUA PARA MANUEL ZAPATA OLIVELLA
  

#MuseoAfroEnConstrucción

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


El Proyecto Museo Afro es una iniciativa del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, el Museo Nacional de Colombia y otras instituciones que cooperan para crear un espacio que reconozca el papel protagónico que han desempeñado los pueblos negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros en la trayectoria histórica, cultural, política y científica de nuestro país.

En su segunda fase de investigación museológica y curatorial, el proyecto Museo Afro continúa dialogando con las comunidades para definir colectivamente la planeación estratégica y las bases del futuro Museo Afro de Colombia.

Tu opinión cuenta en la planeación estratégica del Museo Afro. Únete a esta construcción colectiva y ayúdanos a darle forma.
UNA ESTATUA PARA MANUEL ZAPATA OLIVELLA
Aquí en Cartagena de Indias, no hay un Busto o Efigie de Manuel Zapata Olivella, el más famoso escritor afroamericano, quien siempre veló por la defensa de los aborígenes y afroamericanos.

Manuel Zapata Olivella, debe tener un AMPLIO BUSTO en la ciudad, se puede aprovechar el sector del Nuevo Chambacú, allí donde vivió su abuela, Angela Vásquez, a quien visitaba para recoger las memorias que utilizó para escribir su novela urbana: CHambacú Corral De Negros¨.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Actualidad


HECHOS TRASCENDENTALES EN ESTE NOVIEMBRE 2024

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


Primero. Se puso en vigencia la Ley 57 de 1910, mediante la cual el 11 de Noviembre se declara “Día Festivo Nacional, por motivos del Grito de Independencia del 11 de Noviembre, dado en Cartagena de Indias, donde la Provincia de Cartagena declaró la Independencia  Absoluta de la Corona Española”. Hecho que se constituye en el de mayor trascendencia enfrentado al 20 de Julio, pues en esta fecha sólo hubo una manifestación “engañosa” de descontento, donde solicitaban continuar  bajo el Régimen Español.

Desde hace mucho tiempo atrás se venía solicitando. Darle el verdadero valor que el 11 de Noviembre de 1811 representa para la ciudad.  Los profesores de Historia, deben hacer énfasis  en este hecho, y explicar ampliamente el porqué el 11 de Noviembre fue festivo. 

Segundo. Durante los días de la celebración, no se escucharon los íconos musicales de las Fiestas Novembrinas, se olvidaron de los Porros, Fandangos y otros aires de compositores como Rufo Garrido, alegrando las fiestas con sus canciones: “Angeles Somos”. “La Vaca Vieja”. “Compadrito”. “Vuélvelo a Poné”. “Falta la Plata”. “La Palenquerita”. 

Clímaco Sarmiento, también estuvo en el olvido, no se escucharon: “Cumbia Sabrosa”. “La Cigarra”. “Bombo y Maraca”. “Guiro y Guacharaca”.

Fueron unas Fiestas donde se olvidaron de las inquietudes del difunto  Emery Badel, que para estas celebraciones recordaba las canciones de Pedro Laza y sus Pelayeros: “Que Bello”. “Cumbia Barulera”. “La Ñeca”. “El Cebú”. “El Buré”.

Este 2024 solo se escucharon canciones de la música Urbana y una que otra Champeta. ¡Pobre Cartagena, se olvidaron de la Cumbia, el Merengue, El Fandango, el Porro  y otros géneros que le dieron vida a las Fiestas de Noviembre!

Pacho Galán fue otro olvidado, nada de: “Ay Rosita Linda”. “Cumbia Panorámica”. “La Butifarra de Pacho”. “El Merecumbé”.

Yo esperaba que, al menos, la Emisora de la Universidad de Cartagena, rindiera tributo a los compositores arriba nombrados. 

Pasadas las fiestas de Noviembre, sólo queda esperar el próximo año y, en este diciembre, a que no se vayan a olvidar de la Música propia de las Navidades. 

En buen momento ha sido elegida Ximena Silva Padilla, Reina Popular del barrio Fredonia, un amplio sector  abandonado de la urbe, donde  Su Majestad, estudiante de  psicología, deberá cumplir un papel muy fuerte y tenaz sobre la divulgación de la Cultura y Educación cartageneras, en pro de ganarse el derecho a ser elegida Concejal de Cartagena.

 

 

jueves, 24 de octubre de 2024

De Una Nueva Historia

PERSONAJES IMPORTANTES QUE DEBEN
ESTAR EN EL NUEVO CHAMBACÚ

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


 
Allí, en aquel amplio espacio, muchas veces recorrido por Manuel Zapata Olivella, cuando iba a visitar a su abuela Ángela Vásquez, en la casa de los Pitalúa Villa, ubicada en el Callejón del Esfuerzo, era esperado Manuel.

El pensamiento de Zapata Olivella era que en aquel amplísimo terreno se construyera el Parque de las Américas, donde estuvieran las efigies de líderes, tales como Benkos Biohó y otros.

Hoy, cuando el Señor Alcalde Dumek Turbay Paz, presenta un proyecto con el cual se construirá el «Nuevo Chambacú», debe ser justo que allí haya un sitio donde se encuentre la Efigie de Manuel Zapata Olivella, y un relato sobre personajes que vivieron y dieron gloria a Colombia, tales como los boxeadores Antonio Cervantes (Kid Pambelé), Bernardo Caraballo, Dinamita Pum, el Paye Atómico, y, otros, como el beisbolista, José Magallanes.

El Nuevo Chambacú, debe llevar la impronta de lo que fue aquel sitio. Donde estuvo el mayor tugurio de Cartagena, allí tenía su residencia el Agente de Policía Aguirre, que impartía el orden en la cárcel de varones, ubicada en el barrio de Sandiego.

El antiguo tugurio de Chambacú hace parte de la Historia de la Ciudad, este dio motivo para escribir la ejemplar novela «Chambacú corral de Negros». Y muchas canciones como «Chambacú» del Maestro Antonio María Peñaloza.

Estamos de acuerdo con que se construya el proyecto del «Nuevo Chambacú», sin olvidar hechos que son fundamentales, allí debe estar la Efigie de Manuel Zapata Olivella, un escritor de grandes proyecciones, mostrado en diferentes continentes, como se ha hecho en Senegal, donde en su capital, Dakar, se realiza un Congreso en el cual se resalta la vida y obra de Manuel Zapata Olivella.

Los viejos chambaculeros que vivieron en aquel tugurio, esperan la edificación de la estatua de Manuel.

viernes, 4 de octubre de 2024

Cartagena de Indias

Una Ciudad que Debe Ser Tratada Con Amor y Respeto


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes



Dato histórico descrito por el historiados Alfonso Múnera en su libro: Cartagena, una ciudad abierta al mundo:

«Sin haberse terminado el siglo XIX, comenzaron con la obra de Demolición en 1883 y 1887, destruyeron dos obras complejas y de delicada belleza. Los revellines de la Media Luna y del Cabrero.

Cartagena vivía en medio de la tensión entre su crecimiento urbano, para un lado, que traía consigo nuevos barrios extramuros de gentes acomodadas. Contrata una misión norteamericana para estudiar el asunto, sugirió el derrumbe de uno de sus lienzos más importantes y en 1916 cayó convertido en escombros, la gran cortina de piedra que iba desde la Boca del Puente al baluarte de San Pedro Mártir. Sólo a partir de la Ley 5 de 1940 la Nación inició la protección legal y en firme de su Patrimonio arquitectónico militar colonial.

En nuestro caso fue una de las poquísimas ocasiones en que la pobreza tuvo un efecto benéfico sobre los destinos de la vieja ciudad, no hubo plata para destruirlos».

Situaciones como esta se presentan cuando los gobernantes desconocen el valor patrimonial del bien de la Urbe que manejan. 
Cartagena de Indias es una ciudad que necesita mucho cuidado y respeto, ya que es una ciudad llena de hechos que hacen parte de la Historia de Colombia .

sábado, 21 de septiembre de 2024

Réquiem

 El Amigo y Compañero Jairo Solano Barboza


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Nos conocimos en una de las aulas del siempre recordado y Patrimonio de la Educación Liceo de Bolívar, allí en la calle del Cuartel, estábamos en el Primero C, recibíamos las clases del profesor Marcos Herrera ( El Bizco). Jairo sobresalía, especialmente en la clase de Matemática, ya se perfilaba como uno de los seguidores de Pitágoras. Era un estudiante muy callado, parecía que siempre estuviera pensando cómo resolver un problema de Aritmética. Al salir del colegio, cogíamos el mismo camino, me acompañaba por los senderos de Chambacú, él llegaba a la calle de las Carretas en el barrio de Torices. Nos hicimos buenos compañeros, compartíamos momentos de alegría los domingos, cuando nos encontrábamos en los escalones del Teatro Variedades, ya fuera para ver la Vespertina o para hacer un recorrido por el barrio de Calle Nueva, lograr mirar a las niñas que salían para entrar a la Vespertina, Jairo siempre con trato muy afable, hacía comentarios que dejaban ver un futuro colmado de números. No tenía problema para entender las encrucijada del Maestro Duque, cuando explicaba los llamados «Números Complejos». Siempre recordaba a Jairo, ya que me ayudó a estudiar la matemática, cuando tuve que habilitarle al Maestro Duque. Días antes de la habilitación, iba a su casa para que me explicara, lo cual me sirvió mucho, porque la gané muy sobradamente. Todo aquello, parece que me hubiese servido para perderle el miedo a las Matemáticas y estudiarla con buenos resultados.

A Jairo lo vi por última vez, cuando estuvo en mi casa, junto con Alfredo Pineda. Le apodaban «Newton» por su destreza en el desenvolvimiento de los números. Al terminar el bachillerato, todos nos queríamos ir a la Universidad de Antioquia, yo fui uno de los pocos que no se fue a Medellín, sino para la Pedagogíca y la Tecnológica de Tunja. Aquellos compañeros, entre otros: Leal, los Batista, Sepúlveda, Olea, Luján, Vidal, llegaron a la Universidad de Antioquia, estudiaron y allí se casaron. Siempre poniendo en alto la formación académica que recibieron del Gran Liceo de Bolívar. 

A Jairo, lo recuerdo con mucho aprecio y amor, era un gran amigo y así fue, un buen miembro familiar y de la Sociedad. La Universidad debe recordarlo con mucho honor, además de la licenciatura, hizo Ingeniería industrial.

 Paz en su Tumba, Dios lo acoge en su seno.



lunes, 16 de septiembre de 2024

El Sendero de Nancy

«ANTES DE QUE CHAMBACÚ SEA BORRADO
 SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA»

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


Nancy fue una niña que nació en Chambacú, cerca de la Loma de Vidrio, en la casa grande de madera construida por el abuelo Valeriano. En ella se sentía una atmósfera de cordialidad y respeto, emanada y difundida por la madre, quien religiosamente miraba desde su máquina de coser, las incidencias de su trabajo. La matrona tuvo cuatro hijos. La última se trató de la niña Nancy, historia muy particular y que quiero narrar y compartir, pues siento que se constituye en un ejemplo de vida.

La primaria la estudió en la escuela del barrio Getsemaní y en La Milagrosa del Centro de la Urbe. La secundaria la recibió en el Colegio Soledad Acosta de Samper, en ese entonces conocido como Universidad Femenina. Luego pasa al colegio Mayor de Bolívar dirigido por Mercedes Miranda de Aldana.

Al terminar el bachillerato, ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena, donde termina sus estudios y es nombrada juez en Sopla Viento Bolívar, allí trabaja un corto periodo de tiempo.

No obstante, Nancy sueña con hacer una especialización. Su vida se le había vuelto interesante a partir del empeño demostrado al estudiar una carrera sin que para nada la afectara su condición de pobreza. O algún prejuicio e impedimento que le hubiera dicho: «Tú, no puedes». «Siempre hacia adelante», era su lema o consigna. Todo aquello parecía impulsarla a proseguir en la persecución y en la realización de sus sueños.

Así las cosas, con unas pocas compañeras, acuerda marcharse a Francia (por la Década de los Setenta del Siglo Veinte), y por fin hacer la tan anhelada y bendita especialización. Sin embargo, la actual situación no les cuadra y resuelven mejor viajar a Roma.

Al final, la mujer ingresa a la Universidad y termina su anhelada especialización. El horizonte parece entonces sonreírle, pues ella se enamora de un muchacho, hasta el punto de que se casan, pero más tarde la ilusión se desvanece y se separan. Ella se queda viviendo en Roma en un apartamento a escasas tres cuadras del Coliseo Romano. Nancy, ahora con la nacionalidad italiana y ya especializada en lo suyo, trabaja con el Distrito Romano. Hoy, la gran dama tiene cerca de cuarenta y cinco años de estar viviendo en Italia, camina las calles con la seguridad de una ciudadana europea, sin olvidar su condición de cartagenera-chambaculera.

La vivencia de esta dama se constituye en un gran ejemplo para ser llevado a nuestras escuelas, donde predomina la creencia de que por ser pobre no se puede estudiar.

Antes de que Chambacú se convierta en el «Nuevo Chambacú», hay que narrar lo que este era, un tugurio de Cartagena, donde Manuel Zapata Olivella visitaba a su abuela Ángela Vásquez cuando le entraban los arrebatos de la nostalgia del verano.








viernes, 13 de septiembre de 2024

El Diario de un Escritor

«El Abuelo Valeriano: Un Sabio iletrado»


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes



Fue el último de siete hermanos. A su padre lo asesinaron en el trayecto Turbana-Pasacaballos. Hombre de recia contextura, de un metro con ochenta, fue impactado con una escopeta, cuyas balas alcanzaron al hijo mayor, hiriéndolo superficialmente. Pero, en cambio, dejándole la condena de vivir desde entonces con cuatro o cinco perdigones debajo de su piel.

La viuda llegó a Cartagena y se presentó ante el gobernador. Eran los años de 1900. Fue atendida por el funcionario en persona, pues éste tenía conocimiento del grande suceso que conmovió a la ciudad. Y aún más porque el muerto el trabajo que realizaba era traer leña y piedras para la elaboración de la cal.

La viuda y sus siete hijos fueron alojados en la Bóveda 23. Allí vivieron por muchos años, trasladándose luego hasta El Boquetillo, en uno de los tres barrios que ocupaban la zona que hoy comprende gran parte de la Avenida Santander. Eran esos barrios: El Boquetillo, Pekín y Pueblo Nuevo. Zonas ocupadas por pescadores y gente del común con diferentes actividades en el Centro de la ciudad. Ya fuera como estibadores, albañiles, cocineras, mandaderos y toda labor que surgiera sobre la marcha.

A él lo caracterizaba la irregular estatura con respecto a su edad. Era un infante con gran fuerza y decisión para acometer el trabajo que se le encomendaba. Desde los ocho o diez años comenzó a trabajar en el mercado. Por algunas monedas llevaba las bolsas de las señoras que iban de compra a algún supermercado de los alrededores. Su escuela fue la calle, en la cual ganaba cinco o seis centavos que contribuían al mantenimiento de la casa. Se formó como un tipo responsable y honesto, a pesar de ser analfabeta. Era solicitado para resolver conflictos. Ya fuera para hablar con abogados conocidos o partidarios de él.

Como abuelo, se preocupó por enseñar a contar y a conocer el nombre de las calles del Centro de la ciudad. Las que había recorrido en su infancia, allá en la Bóveda 23 y en El Boquetillo, de donde pasó a Getsemaní, en las accesorias en la entrada de Chambacú, condominio donde era un gran líder natural.

Salió de las accesorias cuando estas comenzaron a deteriorarse. Pero, repentinamente y, por un golpe de suerte que lo congració con la vida, se ganó la lotería y decidió comprar el terreno cercano a la Loma de Vidrio de Chambacú, al señor Guzmán, allí pasó sus últimos años rodeado por sus nietos, pero con la inmensa satisfacción de que todos estudiaron y fueron grandes hombres de bien.

Así fue gran parte de la vida de mi abuelo Valeriano, un «Sabio Iletrado».
Juan V Gutiérrez Magallanes

 






 

sábado, 7 de septiembre de 2024

¿Conquistadores o Asaltantes?

 

«HAY QUE REPLANTEAR CRITERIOS PARA
VOLVER A ESCRIBIR LA HISTORIA» 
Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

El término conquistador (yo les llamo asaltantes), suele referirse a aquellos personajes que extendieron, casi siempre a través de operaciones militares, el dominio (del latín conquisitare, de conquisitum, "ganado") de un territorio, de una población, de una posición y, que, por ende, se constituían en amos y señores de los territorios ocupados.

Llegaban invadiendo las tierras ocupadas por los raizales masacrándolos y luego pregonando las propiedades como suyas, explotando sin ninguna clase de consideración los territorios que habían usurpado. No entiendo cómo se ha elaborado un historial tan grandioso alrededor de tales personajes.

Desde Gengis Kan, el imperio de estos señores se extendió por casi todo el continente Asiático. Entre ellos, es de vital importancia citar al gran Alejandro Magno, quien figura como uno de los imperios más grandes de la historia. A Julio César, individuo sagaz para la guerra, quien se apoderó de toda la región de Galia, sometiendo a los nativos.

Me atrevo a dar por cierto que estos señores, eran enemigos de la libertad, fundamentaban su actuación y conducta en una «ética retorcida», donde el ser humano valía poco como ser distante de la justicia.

Después de reflexionar en los fundamentos de una ética formativa, en lo que debe ser «el hombre de bien». Levanto mi voz de protesta para que estos personajes sean ubicados en el rango que verdaderamente les corresponde: el de «Los Caínes».

Los Conquistadores o «Asaltantes», que rompieron todas las normas de convivencia y del noble trato, fueron seres rapaces con la única intención de someter territorios ajenos y ancestrales.

Entre ellos, citamos los siguientes:

Ciro II «el Grande», Atila, Alejandro Magno, Gengis Kan, Tamerlan, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Napoleón Bonaparte, Adolf Hitler.

La historia, con sus cronistas hipócritas, los disfraza como simples seres humanos, sin mostrar la manera perversa y violenta con que trataban a los sometidos. Incluso ni Cristóbal Colón, el gran descubridor de América, se salva de la ruindad de estos señores. No exijo su olvido, sino que se les otorgue el verdadero epíteto de «exterminadores» de sus congéneres.

Se deben replantear los criterios éticos para volver a escribir la historia.



 

domingo, 18 de agosto de 2024

#veranoenverso

 CONSTERNACIÓN                                                       

 
Por Gilberto García Mercado


                                                      


       

        




Hay una necesidad imperante
Un escozor al contemplar tu retrato
Y creer que el mundo no es un poemario
Puesta en escena u ópera prima
Si la chiquilla no está conmigo.

Hay una acuciosa soledad
Y fugaces instantes
Imágenes de ella
Enfundada en sus vestiduras.

El suave corretear de sus pasos
El camino oloroso a rosas de agosto
Y yo recriminándome

El no haber percibido tus señales
El haberte ofendido
Sin ningún motivo aparente.

Estás prendida en el alma
Cómo añoro tus brazos extendidos
Tu cabello negro revoloteando en la brisa
Y esa risa tan tuya
Turbando todos mis sentidos.

viernes, 16 de agosto de 2024

De la Loma Del Diamante

 HERIBERTO COGOLLO, UN PINTOR UNIVERSAL*

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Me permito dar a conocer cómo el Maestro Heriberto Cogollo (Cartagena 1945), aún continúa elaborando sus obras con la misma maestría que lo ha caracterizado siempre. Esto lo pudimos apreciar en la visita que en el mes de junio, le hicimos en su casa de Montpellier,(Francia). Allí observamos las pinturas de sus caballos con la misma nitidez y humildad propias que emanan del artista. Nos confesaba que, por esos días, estaba dándole los últimos detalles a su muestra con algunos pintores afrolatinos. El Maestro actualmente lleva 24 años residiendo en Montpellier. Después de vivir en Paris, busca la cercanía del mar, donde más próxima tenga la brillantez del sol. (Lo cual he podido observar, las dos veces que nos hemos visto).

Me atrevo a decir que en esa ciudad del sur de Francia, todo el mundo lo conoce.

Heriberto Cogollo Cuadrado. (Un miembro del Grupo de los Quince), sale de la Loma del Diamante, con apenas 16 años, gracias a una beca que obtiene en el Departamento de Bolívar para estudiar pintura en España. No obstante, en la península Ibérica solo reside por un momento, pues decide marcharse a Francia, donde halla buena acogida, allí se muestra con la efervescencia de una juventud atraída por el arte, en compañía del también joven Blasco Caballero (f). El Maestro Cogollo tiene 79 años, parte de los cuales ha compartido con su esposa, la también pintora doña Gentianna.

*A propósito de la nota salida en El Universal, el lunes 12 de agosto de 2024: «El maestro Heriberto Cogollo es un patrimonio viviente”. Imagen de Zenia Valdelamar. 




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