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viernes, 9 de octubre de 2020

Las de Colón y Pedro de Heredia

Estatuas, Si No Se Tumban, 
Deben Ser Llevadas a Un Museo
 

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Estatua de Belalcázar

Así pienso sobre las estatuas de Colón y Pedro de Heredia, especialmente de este último quien maltrató y sometió violentamente a los aborígenes, arrasó la población que encontró y estableció una nueva, la cual llamó Cartagena o Kamairi.

No se puede considerar como vivificante el avasallamiento de los conquistadores sobre los pobladores de Abyayala (América), para plantear una estatua representativa del triunfador. 

Las estatuas representativas de los conquistadores, no se pueden considerar representativas nobles de, «emociones y estados del alma, y que humanizan en buena medida la visión que el hombre tiene de sí mismo»

Esas estatuas, como parte de un mal momento de la historia, pueden ser llevadas a un museo. El argumento sobre la carga generacional de las estatuas, se fundamentó en la imposición de un monumento realizado por los triunfadores que han escrito la historia. 

No es válido el argumento en defensa de Belalcázar, que éste trajo a los Guámbianos para desplazar a los pubenenses, y por eso, nada tiene que ver con la ignominia realizada por el conquistador. 

No, la estatua de Belalcázar representa la violencia del conquistador, terror impuesto por ese aventurero, colocada allí por los criollos que no querían ser criollos, sino españoles.

Así se comprueba con lo expuesto por López de Mesa y Laureano Gómez, ya en épocas de la República: «Nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, de indios y de negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad» (Gómez,1928, 1970, p. 44). Como razas salvajes y elementos bárbaros, Gómez se refería igualmente a los indios y a los negros (1928, 1970, p. 47). 
«El mestizo primario no constituye un elemento utilizable para la unidad política y económica de América; conserva demasiados los defectos indígenas; es falso, servil, abandonado y repugna todo esfuerzo y trabajo». (1928, 1970, p. 48).

Es posible que, a Camilo Torres Tenorio, payanés, si hubiese existido en esta época, no le molestase la estatua, por el poco aprecio que tenía del indio, al cual miraba como elemento de una inferior etnia. 

Pedro de Heredia

Nuestros aborígenes han sido denigrados y olvidados, es así como el término «indio», es empleado con significado peyorativo y ofensivo. Esto conlleva a no mirar al aborigen como el portador del gen filogénico de la población colombiana y no el que llegó a este continente con el pensamiento de buscar riquezas sin aportar nada, lo que se dio fue motivado por la razón de subsistencia del invasor, La estatua de Belalcázar, se constituye en la representación del ultraje que como parte de un personaje violento de la historia, puede ser colocado en un Museo, sin llegar a mostrarse como el «símbolo del beneficio para los pobladores originarios de América».

Una estatua, es muy diferente al nombre, la efigie es un símbolo creado por los que están llamados a analizar los hechos de la historia, en cambio es diferente al nombre que ha sido puesto por los que hacen parte de la Conquista. Ahora, América tiene un nombre aborigen Abyayala. 

Lo que sucede con la estatua es la imposición permanente que maltrata la mente al mirarla sobre aquel sitio sagrado constituido como una especie de Ídolo o Tótem para los ascendientes de los aborígenes o en aquel sitio donde se concentraban grupos étnicos.

«EL SIGNIFICADO REAL DEL ACUERDO FIRMADO
ENTRE LOS MISAK Y EL GOBIERNO NACIONAL
PARA ENTENDER EL FUTURO DE EL MORRO»

     EL MORRO DE TULCAN, DONDE ESTABA LA ESTÁTUA DE BELALCÁZAR

 

El acuerdo que se firmó el día 25 de septiembre de 2020 entre los Misak, el Ministerio de Cultura y el Viceministerio para la Participación e Igualdad de Derechos, ratificó al pueblo indígena su derecho ancestral territorial "A La Memoria Histórica Identitaria Y Sagrada sobre la Pirámide de Tulcán. Se ratificó también que la estatua de Sebastián de Belalcázar no volverá al morro y será reubicada”…

Los nativos al derribar la estatua cumplieron con un mandato de justicia, que busca contar la verdad en la historia. 

Reitero la estatua puede ser llevada a un Museo. Las efigies de los bárbaros de la historia, como Hitler, Mussolini, Stalin y otros se encuentran en los museos y no en las plazas públicas. 

Con respecto a la estatua de don Pedro de Heredia, establecida en la Plaza de los Coches, Debe ser trasladada a los patios del Museo Histórico de la Inquisición.

La estatua de un conquistador, en cualquier parte del mundo, constituye la mayor ofensa histórica para las generaciones presentes. 

Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 

1 comentario:

George Steiner dijo...

Saludos cordiales Don Juan.
Estoy de acuerdo en buena parte de sus argumentos. Sin embargo, lo que creo debe hacerse no es tanto que se lleven las estatuas a los museos. Sino que se les haga una intervención justo ahí en el sitio donde están. Una intervención o instalación artística que interpele a la figura histórica y a la sociedad misma.

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