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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Más De Lo Mismo

PERO, ¿HEMOS APRENDIDO LA LECCIÓN?

Por Álvaro Morales
Ante la tormentosa gestión que desde un principio envolvió a la administración del elegido y hoy dimitente alcalde de Cartagena, Manuel Vicente Duque, y la crisis de gobernabilidad que de manera contundente golpea a la ciudadanía, cabe preguntarse: ¿Será que hemos aprendido la lección? ¿Será que hemos aprendido de esta perversa y repetitiva manera de gobernar mezquinamente la ciudad? ¿Será que volveremos a caer en los mismos errores y equivocaciones en la elección de nuestros mandatarios? Todas estas son, entre otras, las preguntas que los cartageneros, a quienes nos duele la ciudad, debemos hacernos ante la inminente elección que conducirá a elegir al alcalde que concluya el constitucional periodo del detenido y abdicado burgomaestre.

En honor a la verdad, muchos han sido los responsables de las malas decisiones que han contribuido al caos administrativo en que está sumida la ciudad por casi 20 de los 29 años que lleva el modelo seudo democrático diseñado para escoger a los alcaldes.

Responsables han sido, en gran manera, esa gran franja de abstencionistas que con su actitud errónea, justificada en creer que lo público no les afecta, genera una importante oportunidad para que una pequeña veta del censo electoral decida por ellos.

Responsables han sido en gran manera todos aquellos ciudadanos que deslumbrados por incumplibles promesas y satisfacciones económicas o burocráticas se dejan llevar a las urnas “como ovejas que van al matadero” sin importarle la calidad ni las capacidades de quien los conduce.

Pero los más grandes responsables del cataclismo en que se encuentra atrapada la ciudad han sido los que por muchos años han actuado como verdaderos verdugos del pueblo. ¿Quiénes son? Todos los conocemos. Son las casas politiqueras que de manera depravada y a través de verdaderas organizaciones criminales se encuentran enquistadas en la administración de la ciudad y el departamento capturando el erario y disponiéndolo al servicio exclusivo de intereses personales.

No podemos dejar de lado como responsables, a los gremios de la ciudad; esos que de manera hipócrita y con dobleces se acomodan a las circunstancias, como lo hicieron con Manolo; a quien en principio alabaron, y finalmente, censuraron.

Lo de Manolo es muestra de la seguidilla de desaciertos en que se ha incurrido cuando de elegir alcaldes se trata. 

La caída de Manolo se sabía desde un principio. Quienes estaban detrás de él era un grupo de personas de conductas reprochables; unas sancionadas por defraudar a la administración pública; otras, condenadas por corrupción y vínculos con fuerzas militares al margen de la ley. Se sabía que los aportantes de su campaña terminaron en su equipo de gobierno. Se sabía desde que el desplome del Edificio en Blas de Lezo destapó la corrupción en la Oficina de Control Urbano, y finalmente, desde que lo vincularon con la irregular elección de la Contralora.

Ojalá hayamos aprendido la lección.
Álvaro Morales







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