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sábado, 10 de enero de 2015

UN ADIÓS A REMBERTO BRÚ
«Yo nací en la esquina de la Calle Larga. Soy pisciano, ¡artista tremendo!»
     Por Juan V Gutiérrez Magallanes 
Hoy despedimos a uno de los grandes de Getsemaní, «Rembe», como cariñosamente le decíamos sus amigos. 
Lo recuerdo alegrando las clases de Química del Liceo de la Calle del Cuartel, con gestos rítmicos mientras en alguna radio sonaba una canción de moda. Después de haber sido su alumno, fui su compañero y más tarde junto con el profesor Valdelamar, nos tocó entrevistarlo para el libro «Getsemaní: oralidad en Atrios y Pretiles». 
Narró en medio de recuerdos donde no faltaron las canciones, lo que había sido su vida:  
«El nombre de Remberto, me lo puso el padre Remberto Wendolino, párroco de la Santísima Trinidad, allí me vaticinó una vida artística y jacarandosa, porque, yo recé Casimiro Reyes del 4 de marzo de 1929». 
«El getsemanicense, es un hombre sano, divertido, amante del deporte y la cultura. Porque nuestra escuela estaba asida a la enseñanza salida de la escuela de la Trinidad». 
«Yo nací en la esquina de la Calle Larga. Soy Pisciano, ¡Artista Tremendo!», me contaba «Rembe». Se movía con la sandunga del ibero afroantillano.  
Inició su vida en  su barrio natal, cantando misas, procesiones, entierros y hasta bautizos. En el canto estaba bajo la dirección del maestro Simanca. 
Remberto, a los doce años, hacía la primera voz en el coro y cantaba sin dificultad en latín. «Rembe» al narrarnos su vida, lo hacía con alegría loca: «La Plaza de la Trinidad, me acogió en el dulzor de su sabrosura. De ella tengo recuerdos que jamás podré olvidar»
.
«El barrio, cuando yo estaba joven  y bello, era lo mejor del mundo entero», manifestaba. Remberto recibió clases de la señorita Pautt, violinista que lo acompañaba en el canto sobre el atrio de la Iglesia San Roque, bajo la dirección de Manuel Zapata Olivella, quien tenía un programa radial «Cazando a la Estrella», en el cual Remberto obtuvo el primer puesto. Luego de esta aventura pasó a cantar en La Orquesta de Zárate, donde ganaba seis pesos  y al mismo tiempo estudiaba en la Facultad de Bachillerato de la Universidad de Cartagena.
 
De la Zárate pasó a la Orquesta Colombia, donde se perfila como  grande interprete de la música del trópico, y luego hace parte de la Orquesta Radio Colonial, esto se da por la década de los cuarenta, de esta agrupación musical nace la inmortal canción «Los Peloteros», en homenaje al triunfo de la Selección de Beisbol de Colombia  en Venezuela, en el año 1945: «Para Caracas se fueron los peloteros…» 
Su voz alegre y melodiosa, le permite integrar la Orquesta Fuentes, donde graba canciones del «parnaso musical del Caribe». 
Canta exclusivamente para los getsemanicenses en el «Club de los  Condes Galantes», ubicado en la calle de las Palmas; también para «Los Manos Cogía». Remberto formó parte de «Los Trovadores de Barú», donde  estuvieron estrellas del Caribe, como José Palomino Barros, el Pollo Sotomayor y muchos otros. Hizo también gran recorrido por Centroamérica, donde su voz alcanzó notas de gran vibración melódica. 
Todo esto acompañado por la estructura atómica de un átomo de la Química que guardaba en sus neuronas, porque Remberto era Químico  Farmacéutico de la Universidad de Cartagena. 
Ahora él no está solo, celebra el reencuentro en esa dimensión  de sus amigos contertulios, Alejo Caballero, Jorge Artel, José Barros, Blas Gaviria, Lucho Argaín y muchos otros que viven la paz de Dios
 
  

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