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domingo, 11 de enero de 2015

LO ALUCINANTE DE GOMEZ JATTIN
«Yo nunca perdí el contacto mental con la realidad. Un loco no puede crear. Y yo tan lúcido que hasta loco fuI»
«Toma mi mano / Acaríciala con cuidado / Está recién cortada» Raúl Gómez Jattin.
Por Rafael E Yepes Blanquicett

La azarosa, alucinante y trágica vida del poeta sinuano Raúl Gómez Jattin (1945-1997), parece dar cuenta de la tesis central freudiana, según la cual, el «principio del placer» se enfrenta, de manera constante e inevitable, al «principio de la realidad», sometiéndose finalmente a este último para construir «la civilización y la cultura», tal y como lo sostiene Herbert Marcuse en su obra «Eros y civilización»1, pero que, en el caso de Raúl, se presenta al revés:
La realidad termina sometiéndose al placer hasta el punto de que éste, el placer, la viola permanentemente.    
Por ello, resulta casi que imposible separar el «Yo de los poemas» del «Yo de la realidad»2, pues su vida y su obra fueron, y seguirán siendo siempre, las de un «condenado en vida», de un «poeta maldito» muy colombiano, de un «Porfirio Barba Jacob que no abandonó a Colombia»3, o de un José María Vargas Vila, anticlerical y antioligárquico, o de un Fernando Vallejo que, de cuando en cuando, regresaba para señalarle sus «debilidades» con su dedo inquisidor e irse, lanza en ristre, en contra de la institucionalidad «racional» de este país del «Sagrado Corazón de Jesús». 
Algunos críticos que se han dejado llevar por su homofobia, no han sido capaces de apreciar «desprejuiciadamente» la grandeza literaria de la obra poética de Gómez Jattin, la cual podemos comparar, guardadas las proporciones, con la de otros poetas y escritores considerados «malditos» por su orientación sexual o por su visión anárquica de la vida, tales como Whitman, Baudelaire, Rimbaud, Wilde y García Lorca, entre otros. 
De allí, que muy pocos se hayan atrevido a escarbar en la vida personal del «Poeta ‘maldito’ del Sinú» para encontrarle una explicación objetiva a la riqueza estética de su obra. 
En el caso concreto de Gómez Jattin, como en el de muchos otros escritores, la relación entre la genialidad y la locura va más allá de lo que habitualmente consideramos. 
Si no, oigámoslo de sus propias palabras: 
«Yo nunca perdí el contacto mental con la realidad. Un loco no puede crear. Y yo tan lúcido que hasta loco fuI»4. 
¿Se puede creer que estas expresiones son de un «loco lúcido»? 
Su lucidez «esquizofrénica» es sencillamente aterradora y la belleza trágica de sus versos no oculta la influencia de los Clásicos en su obra, producto de sus lecturas cuando era niño, guiado por su padre, mucho antes de precipitarse al vacío de la inconsciencia.    
En su práctica poética, Raúl supo combinar ingeniosamente lo autóctono de su costeñidad, de su «natal» Cereté, a pesar de no haber nacido allí, y de todo el Valle del Sinú, con el clasicismo greco-romano aprendido de su padre, «el único hombre culto de Cereté», según sus propias palabras.
Y continuó:
«Cuando leí el primero (de los volúmenes de Las mil y una noches) pensé en ser escritor. Después, mi padre me sorprendió leyendo el segundo debajo de la cama y, por casualidad, pensó lo mismo (…) Entonces me preguntó por qué no pensaba en llegar a ser cuentista o novelista» 5.
 
Su trágica y accidental muerte, atropellado por un carro fantasma, terminó con su aplomada presencia en Cartagena, deambulando por las calles y plazas del Centro Histórico y del tradicional barrio de San Diego, como un indigente más, sentado en las bancas de los parques o acostado en los pórticos de las casas, durmiendo o pasando la «juma» líquido-narcótica de la noche anterior, para despertarse al amanecer, con el sol en el rostro, a seguir mendigando, bebiendo y consumiendo drogas, vestido chillonamente, en harapos, sin zapatos, cantando y bailando, haciéndole morisquetas a todo el mundo, burlándose de todos y hasta amenazando algunos con agredirlos físicamente, desconectado por completo de la realidad, por lo que era temido y odiado por muchas personas. 
1. HERBERT, Marcuse, «Eros y civilización», Barcelona, Ariel, 1995, p. p. 26-27.2. 
2.MONSIVÁIS, Carlos, “Amanecer en el Valle del Sinú. Antología Poética”, Bogotá, FCE, 2010, 
p. XV, Prólogo.3. Ibíd., p. XV.                                           
4. MONSIVÁIS, Carlos, «Amanecer en el Valle del Sinú. Antología Poética», Bogotá, FCE,      2010, p. XVII, Prólogo.
5. Óp. Cit., p. XVI.   

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