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domingo, 7 de diciembre de 2014

NOSTALGIA POR LA LETRA CURSIVA

LAS DIFERENTES ESTACIONES 
DE « UNA «ALEGRÍA DE LEER»

«Cuando escribimos un pensamiento, nuestro cerebro convierte las palabras-que son símbolos-en movimientos de los dedos y las manos». Francisco Antonio Pacheco(La letra Cursiva y las habilidades del cerebro).
          Por Juan V Gutiérrez Magallanes 

Desde las columnas de Trajano y las primigenias cinceladas de Aldo Manuzio (1449-1515), la descubrimos en los textos «Alegría de Leer», desde el examen, para llegar al Kiosco, donde nos recreábamos con Doña Coneja y sus hijos, que nos muestran el Huerto de Francisco, para leer aquella solicitud en la letra inclinada de los monjes: 
«Manecita/ rosadita, / muy experta yo te haré;/ para que /hagas buena/ letra y no/ manches el/ papel».                                                                                   (F. Sitia y Pineda). 
Leíamos sobre los pollitos, piábamos para acompañarlos en el mitin por el hambre, que nada tenía que ver con la astucia del Lobo ante la ingenua Cigüeña, dejándonos la duda entre el bien y el mal, razón que olvidábamos cuando leíamos a Pepita como la Huerfanita en medio de una Navidad de bullicios y tristezas; nada tenía que ver con Doña Clorita y sus claveles, aromatizados por el dibujo de la letra manuscrita con que signábamos el nombre de los colores de sus pétalos, se olvidaba el  temor de Federico por las brujas al entrar al taller de la escuela, para escribir con estilógrafo de palo y letra aldina o itálica , las máximas  sobre el trabajo y la grandeza de la amistad en el drama de Los dos amigos, resaltando sobre el cuaderno, como si fuera un dibujo a mano alzada la oración: «No tengas amistad con la persona que viéndote en peligro, te abandona». 
Continuamos ojeando «Alegría de Leer» para volver a mirar las oraciones que hay en El Jardín de Rosita y compararlo con los colores de las alas de La Mariposa que se recrea con el desafío de la Liebre y Doña Tortuga, ésta, ejemplo de  paciencia para escribir con letra clara y redonda los diferentes nombres que toman los dedos de la mano y su función en el asir de la pluma cuando escribimos con letra cursiva la importancia de la Higiene del doctor Letamendi o las fábulas de La Fontaine en los percances de La Zorra y el Gallo, que nos dejaba su moraleja: «La vanidad y el hablar a destiempo, casi siempre acarrean perjuicios y disgustos». 
Nos sumergíamos en aquel manantial de la alegría para encontrarnos con un Pastorcito Mentiroso, con gran motivo para dejar escrito en nuestro cuaderno con adornada letra la máxima: «En la boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso». 
De igual manera hacíamos con la lectura de El Perro Avariento, que nos dejaba la máxima: «Quien lo ajeno codicia/ hasta lo suyo pierde/ y con justicia». 
Trazábamos una línea roja para resaltar las adivinanzas con letra de corrido: «Verde me crié, /rubio me cortaron, /rojo me molieron, /blanco me amasaron».   
Cuando leíamos y volvíamos a leer para buscarle el corazón a la oración y así transcribirla con la soltura de la letra cursiva, porque se establecía una comunicación inmediata entre el cerebro y los movimientos de la mano, quedábamos admirados para entender la lección de El Asno Cargado y, la moraleja que nos deja la narración de La Gallina de los Huevos de Oro, por Samaniego, donde la avaricia rompe el saco o la imposibilidad para alcanzar lo deseado, nos hace algunas veces maldiciente, como le pasó a La Zorra y las Uvas en la fábula de Esopo. 
Volvíamos a la pluma de metal con manubrio de madera, para hacer de corrido las lecciones del cuarto libro «Alegría de Leer», saludábamos a las Reglas Para La Lectura en Voz Alta, todo esto para darle «viveza al pensamiento y escrutar los sentimientos del autor», es posible que se nos quebrara la voz, cuando leyéramos la poesía de Elías Calixto Pombo:

                        ESTUDIA 
Es puerta de la luz un libro abierto;
entra por ella, niño y de seguro
que para ti serán en lo futuro
Dios más visible, su poder más cierto.

El ignorante vive en el desierto
donde el agua es poca, el aire impuro;
                                            un grano le detiene el pie inseguro;
                                            camina tropezando, ¡vive muerto!

En ese de tu edad Abril florido,
Recibe el corazón las impresiones
Como la cera el toque de las manos.

Estudia, y no serás, cuando crecido,
ni el juguete vulgar de las pasiones,
ni el esclavo servil de los tiranos.


Seguíamos enternecido caligrafiando La Limosna de Vicente Rubio: 
 Yo mismo en cierta ocasión
de esta escena fui testigo.
Le arrojó pan a un mendigo
un niño desde un balcón.
Pero su padre, hombre humano,
le dijo: — ¿No te sonroja?
La limosna no se arroja;
se besa y se da en la mano. 
Aquellas lecciones acompañadas de letra seguida en su trazo, nos deslumbraba con las fábulas de Esopo, como fue  la que nos marcó, esa de El Molinero, su hijo y el Borrico, cincelando en nuestra mente y espíritu: 
«Tener limpia la conciencia
Es el deber principal;
En lo demás, cada cual
Consulte su conveniencia».

Nada nos detenía, más cuando nos encontrábamos con aquella lección hermosa de Querer es Poder, donde predomina la voluntad ante la adversidad, a través del símil entre el caracol y Canuto, íbamos descubriendo la resonancia del sonido con La Ninfa Eco, para convertir en momento lúdico, una enseñanza en las relaciones humanas al tratar a los demás como queremos ser tratados. 
Continuábamos encadenando las letras sobre la piel blanca del cuaderno y quedaba plasmada la plana de El Árbol Vaca que hacía del silencio un hito para dejar correr su extracto cremoso por las diferentes Estaciones en la «Alegría de Leer», todo aquello acompañado de las oraciones del Hermano Lobo con San Francisco de Asis , conmovido por la sensibilidad del animal, que no era ajena a la de las plantas del jardín del texto. 
Todo se transformaba en una visión edénica ante la presencia de El Pavo Real y el Ruiseñor, frente a la majestuosidad del Río Amazonas, que detenía su corriente, para permitirnos plasmar sobre su superficie con letra aldina la Historia del Perro con su Plegaria de Manuel José Othón: 
No temas, mi señor; estoy alerta
mientras tú de la tierra te desligas
y con el sueño tu dolor mitigas,
dejando el alma a la esperanza abierta.  
Vendrá la aurora y te diré: «Despierta; 
huyeron ya las sombras enemigas». 
Soy compañero fiel en tus fatigas
y celoso guardián junto a tu puerta..

Al finalizar la lectura dejamos como testimonio la muestra caligráfica de oraciones manuscritas: 
Policarpa Salavarieta, «mujer granadina, madre y fundadora de nuestra independencia».  
«El Tequendama, abismo donde el río Funza o Bogotá, manso en la llanura, vivo e impetuoso azota tus breñas. Encrespado y rugiente, dando tumbos y estrellándose contra los peñascos de la orilla desciende». 
Resaltamos el Paralelo entre Wáshington y Bolívar, para fundir con indelebles letras la Ultima Proclama de Bolívar: «Colombianos: Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro». 
Se intensifica más nuestra nostalgia por la letra itálica, aldina o cursiva, cuando percibimos que a través de las lecciones de «Alegría de Leer», nos proyectaban los fundamentos de una educación que iba a construir al noble, honrado y buen ciudadano.


6 comentarios:

Unknown dijo...

Mi mamá dice q a veces le decían Doña clorita!! Donde encuentro una imagen de ella?

Unknown dijo...

Como descargar la alegría de leer.

Sinforosa Restrepo Mejia dijo...

Estoy felíz y orgullosa que exista Google ,Es maravilloso encontrar estas cosas tan antiguas , sinceramente me embarga una emoción infinita , gracias Google ,

Unknown dijo...

Buenos días
Yo quiero hacerle ese regalo de cumpleaños a mi mamá, no he podido conseguirlo en Medellín, si sabe donde lo puedo conseguir le agradezco

Anónimo dijo...

Yo también quisiera conseguirlos porfa quien sabe dónde se puedo

Unknown dijo...

Si mi abue dice que con ezo aprendian a leer cuando estaba pequeña toda la vida me habala de doña clorita la amistad de los claveles

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