Falsos gladiadores fijan la mirada en
muros del imponente Colosseo, en sus rostros la risa perdida por las fieras, el
temor de los cristianos…
Compiten con ofrendas de africano y de indio.
En la Piazza Gimma de Viale, Libia, hay
un pequeño parque donde los árboles conversan con las nubes cercanas, exhalan
abundante oxígeno para competir con los inoportunos fumadores.
El parque parece estar reservado sólo
para niños y ancianos que juegan con los años. Apuestan sin contemplación las
sonrisas de inocencia.
Los ancianos cargan cubas de oxígeno que
brindan a los perros a cambio de sonrisas melodiosas.
Aquí compiten los fumadores—extasiados—observando
el silencio de los perros irrespetados por las sirenas de ambulancias de la
Roma fumante, ¡compulsión por el tabaco!
El clima a inicios de otoño—cantarino por
los diálogos de italianos— algunas veces parecen originados por los Césares…bajando
de aquellos monumentos.
En Roma la Historia está grabada en
folios líticos guardados por la frescura de las fuentes hídricas que bajan del Paraninfo
de los Dioses y traen heráldicas noticias de otros dioses.
Los frescos de las Basílicas, los ángeles
del cielo de los templos, miran con ternura y compasión la brevedad del tiempo
ante aquella Presencia.
Los mostrantes se vuelven turistas para
mirar la Historia, esconden las manos y buscan el diálogo de un César, un
gladiador, o la angustia de otro mostrante.
La India, África y Sri Lankaeses brindan
las hojas de árboles endulzados por la pátina de historia de las basílicas que
conservan las imágenes de los primeros cristianos.
Aquí está la Italia, fresca en su
historia milenaria con sus pictóricas ciudades conservando la impronta de Rafael,
Miguel Ángel y Leonardo, hacen del pretérito un presente que se eterniza para
bien de la Humanidad.
¡Se olvida el dolor de los «mostrantes»!
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