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viernes, 10 de enero de 2014

RINCÓN DEL DOLIENTE

 LA BUENA CARTAGENA

 Juan V Gutiérrez Magallanes
La Buena Cartagena Kalamary, ayer «fundada» por el allegado Pedro «El Desnarigado», quedó expuesta como matriz de mujer pública, al saqueo y a la piratería de trúhanes sin pizca de sonrojo. Ella era y sigue siendo arcano de  capitales que se huyen. Pusieron el ojo en sus tesoros de débil cerrojo, y fue atacada sin miramiento y crecido arrojo, tocándole su defensa al Blas, «Tuerto», manco y cojo. 
Ah Cartagena, siempre vigilada por hombres que han acudido al mítico Argos, para solicitarle ayuda de su centenaria visión, porque así como el Tuerto Muñoz, imbuido de su defensión, llegaron los entuertos de la Urbe a conmover la pluma del gran Tuerto, quien con poemas y sonetos describió maledicencias y costumbres de  mojigato  puritanismo:
                          Cartagena, Calles
                          Atestadas de
                          Rifadores
                          Tratantes
                          Acosadores
                          Gesticulantes de
                          Emblemas
                          Negados
                          Alevosamente.
Fue creciendo Cartagena Kalamary, vigilada permanentemente por la mirada egocéntrica de la Capital Cundimarqueza, necesitando de la defensa de sus más fervientes hijos, que no se dejaron obnubilar por el seseo y las alitas de un saludo con golpecitos en la espalda, sino que fueron capaz de sacar las uñas, como medios de defensa, y en últimas hicieron como aquel, que por defender la Urbe, se posesionó como el alcalde Desorejado. 
Ahora los cartageneros, palidecen y quedan en el rescoldo de los anafes que han sido utilizados para el ágape de la ciudad. Todo queda inconcluso, menos las bolsas que satisfacen la llenura plutónica del que aúlla pidiendo la redondez de la luna para colmar su extremado ego.   
Cartagena, ciudad de calles atribuladas y reseñadas por los poemas del Tuerto López olvidada por los que no escuchan su oración:
                                                   ¡Pobre casa de mis antepasados!
           Si pudiera comprarte, si pudiera
           restaurar tus balcones y tejados,
           y por el caracol de tu escalera
           subir a tus balcones empolvados,
           para en tu soledad, casona austera,
           revivir episodios olvidados,
           teniendo en tu zaguán loro y portera…
           Pero tú, caserón en esqueleto,
           refugio de vampiros y lagartos,
           donde penetra el sol hecho una brasa,
           ¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
           de un biznieto aburrido y sin dos cuartos,
            que no puede comprarte, pobre casa!...
 Es el  momento de instar a  los cartageneros a tomar conciencia por la ciudad, no pueden seguir viviendo, sumisos, tarareando el mismo canto de Jorge Artel:                                                   
                                                 Noche de ron y tragedia!
                  Chambacú y el Espinal!
                 Zambra de bogas borrachas
                 Por sobre el Puente de Heredia,
                 Gritos de juerga y charanga
                 Que vienen de Mamonal!...
Ahora queremos la Cartagena móvil de hombres que  viven y sueñan en la grandeza de las acciones que a diario cumplen tratando de competir con la constancia del giro de la tierra y la luminosidad del sol:
                        Cartagenero
                        Añorado
                        Raudo
                        Trémulo
                        Aquí
                        Guardan
                        Esperanzas a
                        Nombre de tu
                        Acción.
Cartagena, se acuna en la esperanza de convertirse en una ciudad dinámica, con alta autoestima, donde predomine el concepto de una sola Cartagena, donde el bienestar sea el pensamiento generalizado, donde no nos alegremos con obras inconclusas, y dejemos de pensar que ser caribe, es el hombre que hace de la algarabía,  su estandarte y le importa un bledo, lo que le pasa a la ciudad.
Cartagena, bendecida por la naturaleza y adornada en su centro (quieran o no) por los invasores de  España, debiera ser la urbe con mayor civismo y colmada de la infraestructura de las ciudades privilegiadas:
 
Cartagena, de calles atribuladas y sonrientes por las curiosidades que hace el sol sobre los rostros de quienes anuncian el número de la próxima rifa, se alegra con lo que es invisible, con los que no pueden entender la letra de una champeta, ni adivinar el número de letras del nombre del pregón de la esquina.
Todo se vuelve rutinario y se acepta como algo anunciado por el almanaque Bristol. 
Lo que importa es la foto del último muerto en el periódico, lo pregona el hijo de la señora Teresa en las mañanas, él vive en la calle Obama del barrio Campo de los Sacrificios.
 
Aparentemente, parece que nada pasara en Cartagena, por la tranquilidad con que el voceador de prensa, mira a los transeúntes de la calle del Tablón, él se ve tranquilo, nunca lo he notado malhumorado, parece que siempre tuviera asida la esperanza de las cosas buenas.
 
Esa Cartagena inmóvil, se torna compleja en el pensamiento del historiador, él la somete al análisis en su condición de ser un cartagenero que ha escudriñado las entrañas de la ciudad. Ya lo había demostrado cuando a través de varias conferencias, planteaba la innecesaria implementación del proyecto Transcaribe, demostrando a la vez, la necesidad del desarrollo de otras alternativas para el transporte de Cartagena. Pero los intereses oscuros de realizarlo predominaron, y hoy se muestra como una Obra Inconclusa, que colma la desesperanza de los cartageneros.
 
Continuó elucubrando el historiador y muestra la bondad del «Proyecto Diamante Caribe Colombiano», cuyo objetivo es «generar una verdadera conectividad entre el área metropolitana  de Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Montería, Sincelejo, Bucaramanga y Barrancabermeja. Será desarrollado con el apoyo de la Fundación Metrópoli y Microsoft, bajo la tutela de Findeter, que espera identificar proyectos estratégicos que permitan el fortalecimiento económico de ese territorio de la Costa Caribe».
 
Ante la grandiosidad y beneficios que presenta el Proyecto, el historiador está seguro que ciudades como Barranquilla lo acogerán con beneplácito.
 
Pero para  Cartagena. Nada está seguro. Ella,  podrá  dar el sí al Proyecto, el inconveniente se podrá encontrar en los estamentos gubernamentales: un Concejo, conformado en su gran mayoría por seres que primero miran sus intereses particulares y después los de la ciudad, lo que permite dudar de la operacionalidad de la Propuesta. 
Es lamentable, cómo vamos encontrando cartageneros, con capacidad de discernimiento, navegando en un mar de desesperanza. No creen en Cartagena. Ellos se suman al pensamiento de la Noria de mi amigo voceador de prensa: «Todos los días son la misma vaina, ésto no va a cambiar».
 
Cartagena, cambiará cuando se dé un vuelco profundo en el pensamiento del cartagenero, se apropie de su condición de ciudadano y adquiera identidad por la ciudad. 
Entonces, los concejales serán hombres comprometidos con las cosas de la urbe y las pandillas no se alejarán de los alcaldes que desean trabajar por Cartagena.
 
Juan V Gutiérrez Magallanes
 
  
 
                       
                       





    





                         

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