CUMPLEAÑOS
DE JORGE ARTEL DÁNDOLE LA
BIENVENIDA A GABO…
Juan V Gutiérrez Magallanes
BIENVENIDA A GABO…
Juan V Gutiérrez Magallanes
Nació el 27 de abril de 1909 en Getsemaní, en la misma semana en que nacerían unos y morirían otros, originando la celebración del Día de los Idiomas, pues estos seres hacían de las letras un canto estimulante al buen decir.
Jorge Artel, defendiendo a Getsemaní
Artel, ahora en compañía de García Márquez y la generación de esa dimensión celestial, brindará una compilación fragmentaria de sus poemas, para decirle a los cartageneros que «dejen a los getsemanicenses, seguir allí, en sus lares».
Artel, recitará: «Barrio de la ciudad costeña/ borroneado al azar por la demencia/ del alegre pincel crepuscular».
Aquí en el seno del barrio no deben existir barreras para mirar sus playas, porque cuando, «Éramos todos marineros/ y teníamos veinte años…Al primer puerto llegamos/ como a un libro de estampas inviolado/ Éramos todos marineros/ y teníamos veinte años».
No hay razón para permitir que los desplacen, porque Artel expresa, «Te siento en la sirena de los buques/ y en el errátil signo crepuscular/ que lanzan los pelícanos».
Es por esto que Getsemaní es símbolo de la cartagenidad, continúa, «pero hoy encontré mi corazón marino/ que dormía borracho sobre un puerto/ ventilado de recuerdos».
Son recuerdos que tocan a la Historia, que no deben olvidarse, lo que llegaría a ocurrir con la salida de los raizales…
«Mi tierra es una tierra húmeda de mar/ donde el viento acaricia la desnudez del agua/ limpia y azul como canción de infancia».
Artel busca en su corazón nostálgico los recuerdos de su playa, hoy perdida para los getsemanicenses.
Vuelve a la lira y declama, «Por la calle del Pozo/ ya viene la negra/ por la calle del Pozo/ a buscar agua fresca…los ardientes bogas/ dicen cuando pasa/ palabras tremendas/ Compadre, mírele el pie/ cómo arrastra la chancleta!».
Artel busca mostrar la cadencia de sus congéneres y hace de su poesía la significación de un pueblo, como lo es Getsemaní, no calla y continúa: «Oigo galopar los vientos/ bajo la sombra musical del puerto/ los vientos, mil caminos ebrios y sedientos/ repujados de gritos ancestrales/ se lanzan al mar/ Voces en ellos hablan/ de una antigua tortura/ voces claras para el alma/ turbia de sed y de ebriedad…Danza, mulata, danza/ mientras canta/ en el tambor de los abuelos/ al son languidecente de la raza» .
Ahora Artel no desea sufrimientos, quiere la risa franca de sus vecinos, quiere que los dejen allí, donde aflora la alegría, en la danza de quienes aprendieron con Delia Zapata y bailaron el Bullerengue de Estefanía Caicedo.
La voz de Artel continúa: «Hay un llanto de gaita/ diluido en la noche/ Y la noche metida en ron costeño/ bate sus alas frías/ sobre la playa en penumbra/ que estremece el rumor de los vientos porteños/ amarga de sombra y de luces de esperma».
Insiste Artel en señalarnos la playa, esa que hoy ha sido enajenada, que está impedida por una valla, que deja en el olvido aquella expedición gloriosa y libertaria de José Prudencio Padilla.
Pero no hay cansancio por parte de Artel y entona:
«Los tambores en la noche/ son como un grito humano/ Trémulos de música les he oído gemir/ cuando esos hombres que llevan/ la emoción en las manos/ les arrancan la angustia de una oscura/ saudades, de una íntima añoranza/ donde vigila el alma dulcemente salvaje/ de mi vibrante raza».
Artel ocupa todo el espacio de su corazón, para expresar el amor por su entorno, por Getsemaní, Cartagena y, da por cierto el respeto que se le debe brindar a los lares de su infancia.
Al final de su cumpleaños, manifiesta a Aníbal Esquívia Vásquez (Ave), uno de sus contertulios más cercano, cierta tranquilidad en su nostalgia y finaliza así:
«Hoy el mar se tornó fraternal/ acicaló la agresividad/ turbulentas ondas/ con que asombró a los hombres/ de otros días…en los turbios ojos de los pescadores/ despertó la mañana/ colmando el fragante paréntesis de playa…Hoy le han florecido/ nuevas estrellas al cielo».
Artel dejó que el canto de sus invitados, trascendiera hasta lo más intrínseco de los getsemanicenses y volvieran a reunirse en la Plaza de la Trinidad, bajo la mirada de Pedro Romero y Manuel Zapata Olivella, para continuar con el Día de los Idiomas…
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