«¿Por
qué no me dicen, que pagan mañana, pues más vale una mentira cercana,
que una verdad lejana?»
Juan V Gutiérrez Magallanes
La mentira, como las cosas del hombre, envuelve en su interior el Engaño, que bien podría llamarse, Embuste, quizás con un poco de eufemismo para quienes juegan en la vida con elementos ligeros y ríen con las travesuras del otro, sin llegar a pensar que eso también significa Falsedad, actitud que corrompe el comportamiento, pues se está empleando «material» que no es acorde con el valor de las cosas y, se profundiza tanto en las acciones del hombre, para caer luego en el llamado Mentirón, otra acepción que posee cierto viso de eufemismo, en similitud con el llamado Embrollo, de embrollador, término que tiene un toque onomatopéyico duro, dando la sensación de quebrar la dignidad del Embrollador.
Esta palabra Mentira, como muchas otras, tiene una vasta polisemia, y salta en el tejido del lenguaje de otras que tienen un significado de mucha similitud con la anterior.
Droga, es una acepción, poco usada como tal, pero es reconocida por la Real Academia de la Lengua.
Y continuamos con la verdad para escrutar la Mentira.
Aparece la palabra, Echada, de cierta complejidad, pero se puede tornar muy simple y directa si la acompañas con cierta admiración y altura en su tonalidad.
En el tejido del idioma español, las palabras parecen que siempre estuvieran en un permanente carnaval, donde se disfrazan para hacer caer en Mentiras o Renuncias.
No se asombren si son sinónimos, así sucede con ésta que puede tener un sonido crapuloso, para el hombre cartagenero, pero no, son las variedades a que nos somete nuestro idioma, y encontramos nuevamente a la Mentira, haciendo sinonimia con Trola y Bola, sin exabrupto alguno, tal vez sea una forma de expresión de una determinada región, pero qué se puede hacer, así lo registra la Real Academia de la Lengua, sin sonrojo ni gritos de espanto.
Ah, la Mentira o la Coladura, como bien puede aceptarse, porque así lo ha dispuesto el pueblo y después lo rubricó la Academia.
La coladura, que desde los primeros días de Adán y Eva, se tejía para la búsqueda del predominio del ego, sin importar las relaciones familiares o sociales. Vagaba buscando adeptos en bien de su caudal crecido, llegando algunas veces a profundizar en el honor de una persona, penetrando como una «guadra», quizás por esto, esa Mentira, se torna en la sinonimia de Guadramaña, quedando tan distante el otro eufemismo Gazapo, utilizado para las excusas por caída en un «lapsus calami», que parece herir levemente, sin quebrar hueso alguno.
Lanzamos lo que no corresponde al arma ofensiva, como es la Macana burlesca, igual a la Choba del embustero, haciendo de su vida un tejido de Bernardina, en su vida de Invención y Patraña.
Ah, pobre que hace y deshace sin importar un bledo su Farsa en el proceder.
Mentira, ya me imaginaba las mil formas de vestir los actos de Ficción a través del Enredo, el Infundio, la Filfa, hasta llegar a la Fábula, sin que por esto se desmerite a Samaniego, Esopo y a Pombo, a los cuales no podría llamarlos Paparruchas, ni hacedores de simples Hablillas.
Aunque mejor sería aceptarlos como forjadores de Cuentos, y no Falacias, de igual sinonimia a la dama de mil maneras. Quizás son muy pocos, los que aceptan a Esopo, como hacedor de Burlerías, Errores, Calumnias y menos de Imposturas.
¡No, son sólo Fábulas, sin la credibilidad de la Mendacidad ni el Chisme ni la Argucia, tal vez con el Fingimiento del sinónimo Disimulo!
Razón debía tener aquel Maestro del Liceo de Bolívar, cuando preguntando por el día del pago y, ante la respuesta de que la cancelación demoraría mucho tiempo, él salía molesto de la pagaduría: «¿Por qué no me dicen, que pagan mañana, ya que más vale una mentira cercana, que una verdad lejana?», se preguntaba .
Pobre Maestro, con sus mentiras a cuestas.
Juan V Gutiérrez Magallanes
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