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jueves, 11 de abril de 2013

NUEVE AÑOS SIN EL PINTOR ENRIQUE GRAU...

LA CALVARIA CONFESIÓN
"Necesitaba desahogarme un poco. Y, la jaula es una cárcel.Pero yo las pinté vacías"Enrique Grau 
     Por María Antonia Guerra  
Casa del maestro Grau. Se aprecian piezas de su colección de arte; habitan muebles antiguos y objetos con historia, que dan un ambiente único a su hogar en la Cartagena de Indias. Contiguo, una *mariamulata de madera gira constantemente, movida por la brisa, mientras apuro un helado casero que se derrite...
«Yo nací en Panamá en el Hospital de Ancón en la época de 1920. En ese tiempo muchas señoras de aquí de Cartagena, iban a tener sus niños en el hospital, dedicado a las enfermedades tropicales. Allí daban una garantía más a las futuras madres de que sus partos serían correctos y que sus niños nacerían sanos.

Así fue que, yo nací allá dentro de estas circunstancias. Hay que recordar que Cartagena quedaba simplemente a una noche de distancia de Panamá, de Colón. Así que teniendo familia allá, —porque mi tía María Araujo casó con el  tío Horacio Alfaro—por lo tanto, me quedaba muy fácil todo este asunto de mi nacimiento.

Ha habido confusiones en donde dicen: «nacido panameño», a mí no me molesta ser panameño, pero realmente soy colombiano y cartagenero, porque apenas fue un accidente y aquí estoy yo prácticamente desde que nací.

Esto es para aclarar un poco de si soy panameño o no.

Soy muy panameño de corazón, porque considerando la estrecha amistad de mi familia,  pasaba las vacaciones en Panamá, así que tengo cantidades de primos Alfaro Araujo.  También, inclusive un primo, magnífico pintor que es Brooke Alfaro, uno de los pintores de las últimas generaciones y del cual me fascina su ambiente surrealista tropical, en donde salen volando los mendigos y dementes, metidos en una barca en un río lleno de caimanes.

Todo eso me encanta.

Pero Alfaro, sin lugar a dudas, me parece el número uno.
Yo he tenido dos o tres exposiciones, allá, con mucho éxito, considerando que son obras especialmente evaluadas para esas exposiciones.
Así que mis nexos con Panamá son muy estrechos».
 
María Antonia Guerra: Maestro, háblenos sobre su vida y obra... 
Enrique Grau: Es una pregunta que recoge la vida en 82 años. Así que tengo larga vida pasada y espero que futura también, mi obra es lo mismo de extensa. He tenido distintas etapas: comencé pintando en un  plan  bastante figurativo, luego, a través de los viajes fui cambiando, bordeando el surrealismo. Estuve con el expresionismo alemán, posteriormente hice la síntesis y casi termino de abstracto. 
Todo eso a través, obviamente, de 60 años de pintura.
He vivido en distintas partes del mundo: en Nueva York, Florencia, Roma, París, en muchos sitios, y en todas partes he pintado y me he sentido muy cómodo.
 
M.A.G.: ¿Qué ha sentido con más fuerza durante su producción?
E. G: Todo el  tiempo he sentido  la misma fuerza. Yo soy  muy activo y cuando hago mis excursiones en distintos campos —porque yo sólo no he sido pintor ni grabador—   entonces, dependiendo de las circunstancias y de la época en que estoy, me voy de un lado o de otro. Así que mantengo gran actividad. Soy muy disciplinado, mantengo 8 horas de trabajo y todos los días es lo mismo...

M.A.G.: ¿Cuál es su última obra?
 
E. G: La última obra que he cometido es el monumento a San Pedro Claver, Siglo XVII, que está aquí en la Plaza frente a la iglesia del mismo nombre, ese es un bronce de 2,20 m. de altura. 
Se compone de dos figuras y es un monumento a los derechos humanos. 
Actualmente trabajo en una obra dedicada a los carnavales de Barranquilla. 
M.A.G: Comente un poco sobre los dos últimos homenajes a su padre y a Delia Zapata Olivella. 
E. G: Delia Zapata Olivella fue gran amiga con quien compartí experiencias en danzas e investigaciones, la acompañé en muchas excursiones. Delia murió luego de cumplir su sueño dorado: ir al África para ver a sus ancestros, desgraciadamente apenas volvió de allá enfermó y murió al poco tiempo. 
Tanta impresión me produjo su deceso que pensé: «Qué mejor homenaje que Delia en cámara ardiente». Así que se constituyó ese en uno de los cuadros más importantes de mi colección privada. 
Y el otro homenaje: mi padre, quien fue una personalidad fuerte en su época: Gobernador del Departamento de Bolívar, Alcalde de Cartagena, presidente del Club Cartagena y de muchas sociedades deportivas. Una personalidad muy grande, olvidada como siempre... 
La oportunidad que me brindara el Club Cartagena, rememora un poco su importancia... 
M.A.G: ¿Cómo ha sido su trabajo en grabado? 
E. G: El grabado ha sido parte de mi obra. He sido grabador desde el año cuarenta. Expertos investigadores colombianos me consideran pionero, e inclusive el primer grabador que utilizó la serigrafía en Colombia. Así que, con ese motivo se hizo en Nueva York una exposición hace unos años, solamente de mi obra gráfica. Esto se repitió hace un poco en la Universidad del Tolima, en Ibagué. 
Fue una sorpresa, porque yo nunca había visto toda mi obra reunida. Acogieron la exposición también en el Museo de Arte Moderno de Pereira, acompañada de una conferencia sobre el grabado en Colombia.

Lo anterior también se presentaría en el Colegio Rosario de Bogotá.

M.A.G: ¿Cuál ha sido su trabajo en el cine y en el teatro?
 
E. G: Hice dos películas «María» de Jorge Isaac y, «La pasión y muerte de Margarita Goutier», consideradas importantes en la historia del cine en Colombia. Son películas mudas en 6 mm y en todo sentido son  como de vanguardia, porque en ese momento en que salió la cámara—de fácil manejo—me llamó la atención y, comencé a trabajar en el cine.

Yo había hecho una película  en compañía con Álvaro Cepeda Samudio, con guión de Gabriel García Márquez, que se llama La Langosta Azul.
 
Película que la consideran documento importante en la historia del cine Colombiano. 
En el teatro comencé con los primeros ensayos de vanguardia. En el año 45 con la colaboración de Bernardo Romero Lozano, Jaime Ibáñez (que en ese momento estaba de Director de la Extensión Cultural de la Universidad Nacional) hicimos una serie de obras que eran completamente nuevas, la forma de actuar y la decoración eran innovadoras.

Hicimos mucho de O’neall, García Lorca y algunos colombianos.

Luego cuando el movimiento teatral fue un poco más fuerte, colaboré con Dínamo Scovichi  en «San Jorge y el dragón». También con Santiago García en «Un hombre es un hombre» de B. Brecht  y, con Enrique Buenaventura, en varias obras de la compañía del TEC: Edipo Rey, La loca de Chaillot —de Jean Giradoux–y otras más.

Así que, mi colaboración con el teatro fue permanente y obtuve premios a las escenografías y vestuarios.

Luego me aparté con los viajes, me fui a Europa y eso causó obviamente que la relación con los grupos se aflojara.

M.A.G: ¿Para sus obras, ha tomado elementos del Romanticismo, de la Commedia dell’ Arte, por ejemplo: las máscaras, los guantes, los encajes....?
 
E. G: Yo creo que todo esto, no es Romanticismo, no lo es... Simplemente es que soy costeño, del Caribe, y me gusta disfrazarme. Siempre los carnavales son el mejor pretexto para ponerse cosas encima o ponérselas a los demás. 
Yo se los pongo a los demás: A mis cuadros.  
Por eso existen máscaras, plumas, guantes, serpentinas. Y todo, porque uno es de acá, de la orilla del mar, del Caribe que es donde se goza la vida con optimismo nato, por eso mi arte no es tan romántico como puede ser el de algunos pintores del interior de Colombia y de algunas otras partes de la América andina.

Porque yo soy de por acá del lado del Caribe. Donde la vida es alegre y trascendental en cuanto a lo popular.
 
M.A.G: ¿Qué dice usted acerca de los símbolos en su obra? 
E. G: La jaula fue en un momento dado un símbolo político. Yo no he pintado masacres, no he pintado nada de esto, pero si llegó un momento en donde necesitaba desahogarme un poco y, la jaula es una cárcel.
Que sea  para pájaros y aves, es otra cosa. Pero  la jaula es una cárcel. Entonces  yo me  puse en una época determinada, que fue por allá en los años 49, 50 a pintar la  jaulas como tema principal, pero lo más  importante es que era la jaula vacía, utilizando un poco la perspectiva cubista, tratando de que la jaula fuera un poco brincona, nerviosa, considerando que era un símbolo de tortura y cárcel. Lo cual derivó en una serie de cuadros  que se llaman el «período de las jaulas».

Después utilicé mucho el gato, el gato como animal de presa siempre está dispuesto a brincar, a comerse un canario. Dedicada a la violencia, será la exposición en Septiembre de este año en Bogotá.                                  
*Mariamulata: pájaro representativo del entorno cartagenero, uno de los símbolos en la pintura de E. Grau.CARTAGENA DE INDIAS, 22 de ENERO DE 2003, 4:00 p.m.



Panorámica de Cartagena de Indias, obra del Maestro Enrique Grau, fotografía para La Calvaria Literatura de Luis Sánchez 

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